En los últimos años se ha reducido en un 50% el número de poblados contaminados por la radiación como consecuencia de la catástrofe ocurrida en la Central de Chernobyl. Hoy en día, el nivel de radiación peligroso para la vida se registra en cuatro mil poblados donde vive un millón y medio de habitantes.
Las escenas de la crónica soviética están descoloridas tras el cuarto de siglo transcurrido. De toda la URSS llegan a la zona de la tragedia soldados profesionales, especialistas militares, voluntarios. Se pone en marcha la movilización total del país. El coronel Vitali Jristenko recuerda: “En la central reinal a confusión; la gente tenía una idea muy turbia del peligro que representaba la radiación. Escaseaban los trajes especiales y los medios de protección. De ahí que trabajaban en trajes corrientes”.
Jristenko tuvo suerte pues viajó a Chernobyl ya después de que fue apagado el reactor ardiente, por lo que fue atacado por una dosis de radiación no letal. Pero, 134 héroes que en los primeros días lanzaron un desafío al átomo civil estaban condenados. Aunque resulta difícil de creer, pero los bomberos de Pripiati se afanaban en neutralizar, literalmente, a patadas el grafito altamente radiactivo en el techo de la central. Leonid Ilyn, ex director del Instituto de Moscú de Biofísica del Ministerio de Salud de la URSS. Hasta esa clínica fueron trasladados los primeros pacientes con síntomas agudos de radiación.
-Luego de recorrer los pacientes quedó todo claro por una serie de síntomas; 30 personas estaban vivas aún, aunque sacrificadas por la radiación. Y solo entonces comprendimos que en Chernobyl había ocurrido algo horrible, que nunca antes había enfrentado en la práctica.
La avería de Chernobyl fue una tragedia personal para millones de personas de regiones de Ucrania, de Rusia y de Bielorrusia. Una zona de aislamiento de 30 kilómetro en torno a la central quedó inhóspita. Pero, el tiempo cura. Desde hace un tiempo, el gobierno de Ucrania autorizó oficialmente realizar excursiones de turismo hasta la zona de Cherbobyl, con la observancia de medidas especiales de seguridad. La tarifa de la excursión para un extranjero es de 200 euros. Según se cuenta, sobran los que desean viajar a Chernobyl.
Las autoridades locales no hacen mucho para disuadir a los que desean entrar ilegalmente en la zona, donde según testimonios viven de 200 a 600 personas, sobre todo de la tercera edad. Ellos se dedican a la agricultura y crían animales domésticos. Por cierto que no creen en la radiación.
En tanto, el nivel de radiación en los territorios contaminados está volviendo, gradualmente, a lo que podría considerarse relativamente normal. Los científicos explicaban que, la mayor parte de los elementos radiactivos se desintegraron a medias en un período de dos a tres años. El profesor Serguei Vakulovski, de la empresa científica y de producción “Tifón” señalaba por su parte:
-Ahora queda allí cesio 137, cuyo período de semidesintegración es de 30 años; cada 30 años disminuye su aporte en la dosis general de radiación. Además, está en marcha el entierro de isótopos, la absorción y la disminución de la radiación exterior. Al mismo tiempo existe allí el isótopo de plutonio 39, con un período de semidesintegración de 24 mil años. Es verdad que es muy poco el plutonio. Valga destacar que la contaminación revestía el carácter de manchas. Sin embargo, en la ciudad de Pripiati, la que fue deshabitada, hay un nivel elevado de radiación y hasta allá no será posible regresar muy pronto.
Las consecuencias de la tragedia de Chernobyl serán sentidas largo tiempo aún por los habitantes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia. El pavor ante Chernobyl está arraigado en la conciencia. Radiofobia es el nombre de la nueva enfermedad del hombre contemporáneo. La tragedia de Fukushima no hace mas que verter queroseno a las llamas. En tanto, la humanidad no está dispuesta a renunciar a los bienes de la civilización, lo que significa a la electricidad, creada en las centrales atómicas. Según los últimos sondeos del Centro de Estudio Mundial de las Opinión Pública, solo un 9% de los consultados considera la energía atómica un mal y exigen renunciara la energía nuclear civil.
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