Tomado de El País
Los BRIC ya no son
estrellas de rock
El frenazo de los mercados emergentes y la mejora de las economías
desarrolladas marcan un punto de inflexión en la salida de la crisis
Ha habido una especie de tormenta
perfecta, dice Francesc Balcells, responsable de mercados emergentes de la gestora de renta
fija Pimco.
Pese a todo, estos países aportarán
la mayor parte del alza del PIB global
Nigeria se ha convertido en la
primera economía de África
El FMI quita hierro al freno de
China pero todos siguen de cerca sus ajustes
Por Amanda Mars
NoMa es uno de los barrios que ha crecido más en Washington
DC en los últimos años. De origen humilde, ubicado en el noreste de la capital,
la expansión de la zona se ha manifestado a través de la apertura de locales,
la construcción de viviendas y, cómo no, la subida el precio del suelo. Cuenta
con uno de esos mercados reconvertidos por tiendas de productos artesanos y
gourmet, el Union Market, que abrió hace un par de años. La sede de la NPR, la
radio pública del país, se trasladó a la zona en 2013. La estación de metro,
que un día se llamó New York Avenue-Florida Avenue, se remodeló y rebautizó
hace mucho con el moderno Noma-Gaudallet University, en una operación con mucho
márketing detrás, financiada por los comerciantes de la zona.
El crecimiento sigue. La apertura de nuevos locales en los
últimos meses, tanto en ese barrio, como en otros barrios trabajadores, bien
sea la zona del corredor de la Calle U —conocida como el Harlem de Washington—
o la calle H, refleja que la economía marcha, que Estados Unidos experimenta la
recuperación más sólida de las economías avanzadas, que las perspectivas han
mejorado y que los pequeños empresarios se animan a arriesgar dinero. Pero, al
mismo tiempo, ese brío es el que ha llevado a la Reserva Federal a levantar el
pie del acelerador y comenzar el repliegue de sus estímulos económicos, una
operación que ya desde su mismo anuncio, en mayo de 2013, ha puesto en apuros a
las nuevas potencias con más dependencia de la financiación externa. El Fondo
Monetario Internacional (FMI) ha certificado en sus reuniones de esta primavera
que los mercados emergentes no parecen las estrellas del rock de hace poco.
Las previsiones de crecimiento de estos emergentes han
vuelto a bajar en el informe de perspectivas globales del organismo con sede en
Washington. El tirón previsto para América Latina se ha encogido en cuatro
décimas desde enero, del 2,9% al 2,5% y lo estimado para la primera potencia de
esa región, Brasil, ha caído medio punto, hasta el 1,8%.
Rusia ha sufrido la mayor corrección a la baja, de seis
décimas, hasta el 1,3%, y la incertidumbre respecto al conflicto con Ucrania
puede empeorar el panorama si se concretan sanciones económicas. China, llamada
a convertirse a largo plazo en la primera economía del mundo, no ha visto
menguar sus perspectivas en los cálculos del FMI, pero sí ha reducido su
pujanza exportadora, tiene problemas crediticios y el aumento de su PIB baja
del 7,7% de 2013 hasta un pronóstico del 7,5%.
“Ha habido una especie de tormenta perfecta, ha caído el
precio de las materias primas, han bajado los capitales… Y ahora el tirón de EE
UU no tiene tanta fuerza para arrastrar a los emergentes porque su dependencia
de China ha aumentado con respecto a crisis anteriores”, apunta desde Múnich
Francesc Balcells, responsable de mercados emergentes de la gestora de renta
fija Pimco.
Había un trasfondo
conceptual cuando expresiones políticamente incorrectas como “economías subdesarrolladas”
fueron quedando desplazadas por “economías en desarrollo”. Y el esplendor de un
grupo económico se manifiesta también de forma simbólica cuando a alguien se le
ocurre agruparlos en un acrónimo que hace las veces de marca —como ocurre con
los barrios como NoMa—, ese BRIC que el entonces economista jefe de Goldman
Sachs, Jim O’Neill, acuñó hace ya más de una década para hablar del grupo de
nuevas potencias llamadas a ser las estrellas del rock en los siguientes
ejercicios: Brasil, Rusia, India y China (a los que luego se sumó a Sudáfrica,
convirtendo a los BRIC en BRICS).
Y así ha sido. Desde 2009, además, el 75% de todo el
crecimiento mundial se ha debido a este club variopinto con gran recorrido por
delante y numerosa población como únicos denominadores comunes. Pero en una de
las comparecencias de estas reuniones de primavera, el jefe de la división de
estudios mundiales del Fondo, Thomas Helbling, glosó en unas palabras el sentir
más generalizado sobre toda esa antes gloria y ahora tribulaciones que irradian
los BRICS: “Durante mucho tiempo los mercados emergentes eran las estrellas de
la economía global, con un crecimiento robusto y mejores perspectivas de
retorno. Eso ha cambiado y vemos mejores perspectivas de retorno en las
economías avanzadas, además de unas perspectivas de normalización monetaria y,
lo que es más difícil, unos inversores que se han vuelto menos tolerantes al
riesgo”.
Y algunos países emergentes fuera del grupo como Nigeria han
dado la campanada al convertirse en la primera economía de África, por delante
de Sudáfrica, a lomos de un sector servicios que avanza a mil revoluciones en
la economía y la entrada en escena de una industria cinematográfica cada vez
más pujante, conocida como Nollywood, que ya contribuye con el 1,2% al PIB del
país, según los datos recogidos por el servicio de análisis de Capital
Renaissance. El sorpasso, que se fundamenta en los datos que ha hecho públicos
la oficina estadística nigeriana, no parece rebatido por los pronósticos que
tiene el Fondo para este país.
Entre 2014 y 2019, según el FMI, la economía de Nigeria
crecerá un 62% (Sudáfrica, un 18%), la octava tasa más elevada del periodo en
una clasificación que casi copan en sus primeras plazas los países africanos,
pero en la que también se cuelan algunos otros como Filipinas (71,6%) y Panamá,
que prevé concluir las obras de ampliación del Canal en 2015, con un aumento de
su actividad previsto del 59%. En esos mismos seis años, China crecería un 45%,
India un 43%, Brasil se repone algo del frenazo con un 21% y Rusia se queda
rezagado con un 13%. En Latinoamérica destaca el avance de Perú (40,5%),
Bolivia (35,4%), Colombia (31%) y, en menor medida, México (22%).
Argentina (8,2%) y,
sobre todo, Venezuela (2,5%), se quedan a la cola, con las posiciones 177ª y
186ª, de una lista de 187 países. Guinea Ecuatorial es el último país de esta
lista, con una llamativa caída del 29% en cinco años. Mientras, entre las
economías desarrolladas, el PIB australiano engordaría un 20%; el
estadounidense, un 16%; Reino Unido, un 12%, y Alemania, un 11%. España, en la
parte más baja de la tabla, con la posición 175ª, tan solo avanzaría un 8,5%.
A corto plazo, Balcells destaca que los países con mayor
déficit por cuenta corriente —Turquía, Sudáfrica, Indonesia— son los más
perjudicados, pero luego los pronósticos del Fondo indican mejoras y la
economía turca, por ejemplo, está previsto que suba un 22% hasta 2019.
¿Acaba el reinado de los BRIC? No tan rápido. “Al mejorar
las perspectivas en los países avanzados, sobre todo Estados Unidos, no cabe
duda que los emergentes han perdido lustre, pero aun con las últimas
previsiones los emergentes seguirán aportando la mayor parte del crecimiento
del PIB mundial”, opina Luis Servén, responsable del departamento de análisis
macroeconómico del Banco Mundial. En otras palabras, “las noticias de su
defunción son un tanto exageradas”.
“Sí que es verdad que en el futuro inmediato los BRIC no van
a estar a la cabeza del pelotón. Pero no hay que olvidar que el crecimiento de
China, aunque menos espectacular que en años pasados, sigue siendo muy elevado.
Y con los ajustes adecuados de política económica, Brasil o India también
podrían mejorar mucho sus perspectivas de crecimiento”, insiste Servén.
El FMI también
quita hierro al freno de China y destaca la necesidad de que el gigante
asiático asuma un periodo de crecimiento “más sostenible”, con menos inversión
y crédito. El país ha flexibilizado su tipo de cambio —ampliando la banda de
fluctuación del 1% al 2%— y emprendido un programa de reformas para reforzar el
papel de la empresa privada, ha apostado por sanear su sistema financiero y ha
decidido liberalizar los tipos de interés. Los expertos del Fondo creen que los
efectos de todas estas medidas se pueden empezar a notar entre finales de 2014
y principios de 2015. La filosofía de fondo de todas estas reformas persigue
transformar el modelo de crecimiento, hoy por hoy muy sujeto a la inversión y
la industria, para que ganen protagonismo tanto el consumo como la producción
de bienes de consumo.
Este proceso será lento y, además, junto a estas
expectativas conviven también un rosario de riesgos nada despreciables. El
archifamoso inversor George Soros —gurú, filántropo o especulador en función de
la biografía que uno lea— ha advertido de los riesgos que encierra la deuda
china. El total de la financiación social se ha disparado desde el 130% del PIB
en 2008 al 200% en la actualidad y la industria financiera tendrá que lidiar
con ello. “Creo que los inversores y los prestamistas necesitan soportar los
costes de los excesos previos en el crecimiento del crédito y los mercados
deben reflejar ese riesgo con más precisión”, así que “las barreras de
seguridad deben ponerse en su sitio”, señalaba esta semana Matthew Jones, del
departamento de mercados del FMI.
“La preocupación en el caso de China es que en lugar de una
desaceleración gradual del crecimiento se llegue a producir un aterrizaje
forzoso, derivado del boom del crédito y el deterioro de las carteras
crediticias de la banca. Eso está en el punto de mira de las autoridades, pero
queda mucho por hacer”, apunta Servén.
Pero si algo llama la atención es que la subida del PIB
global de algunos países es muy superior al incremento del PIB por habitante,
como ocurre en el caso de Nigeria, tan mencionada estos días. Y las alabanzas
al crecimiento de estas economías en desarrollo conviven en las reuniones del
FMI con sesiones paralelas sobre la preocupante desigualdad social en estos
países y el efecto nocivo en la actividad. Michael Pettis, de la Universidad de
Pekín, señalaba estos días en su blog, que “los mercados emergentes pueden
repuntar con fuerza en los próximos meses, pero pese a cualquier rebote se
enfrentarán a una misma aritmética fea: hogares de demasiados países han visto
caer su participación en el PIB. Hasta que se recupere, los desequilibrios
globales seguirán en su sitio y, sin un new deal global, la única alternativa a
la débil demanda será el alza la deuda”.
Suele hablarse de
los emergentes en conjunto cuando el grupo reúne relatos muy dispares. El Banco
Mundial destaca esta semana cómo la confianza inversora era fuerte en México y
llenaba de interrogantes Brasil, para quien solo se espera un crecimiento del
4,5% acumulado entre 2014 y 2015; se prevé un aumento de la cifra de desempleados
superior al 5% en los dos próximos años y sus constantes financieras resultan
preocupantes. El 25% de la deuda de sus empresas está contraída con
prestamistas extranjeros y el Fondo calcula que, con una subida repentina de
los tipos de interés y una caída de los beneficios, el 50% de todo ese pasivo
estaría en riesgo, así que es uno de los mercados mirados con especial
preocupación. Y se trata de la primera economía de América Latina.
“Pero México sí es un país que ha destacado mucho por su
estabilidad, no ha entrado en parálisis reformista, ha liberalizado su sector
petrolero, ha llevado a cabo una reforma fiscal y es consciente de que los
cambios que ha llevado a cabo China van a repercutir en todos los emergentes”,
señala Balcells, de Pimco. A su juicio, el hecho de que no haya elecciones a la
vista “también le proporciona un capital político para llevar a cabo muchas
transformaciones”.
El FMI pide reformas a esos emergentes, como prácticamente
le reclama a todos los países, pero con la ciencia de que en esos mercados los
desequilibrios son más agudos y la confianza inversora mucho más volátil.
Además, hay elecciones en 2014 en un buen puñado de ellos —Brasil, India,
Indonesia, Sudáfrica o Turquía, entre otros—, y eso cala en la economía. Los
comicios pueden complicar muchas medidas pendientes, según advierten los
analistas de Goldman Sachs, y no está claro si eso llevará a políticas más o
menos rígidas de los bancos centrales. “Por una parte pueden sentir la presión
de aplicar más estímulos a la economía, especialmente en los casos en los que
la independencia no está claramente establecida”, apuntan. Si bien, “por otra
parte, pueden necesitar anclar las expectativas de inflación en medio de esta
incertidumbre”.
La inflación, casi siempre preocupante por lo alta, ha sido
colocada como uno de los grandes riesgos europeos por sus bajos niveles y su
efecto nocivo para la recuperación de una zona euro, para la que se espera un
crecimiento modesto, del 1,2%, para este año. El FMI lleva días destacando el
peligro y llamando al Banco Central Europeo (BCE) a actuar con más estímulos
para empujar la demanda y tirar de los precios, en una actitud que algunas
fuentes en Washington veían esta semana un tanto sobreactuada e interpretaban
como forma de facilitar al BCE la toma de medidas no convencionales dentro de
su mandato de lograr una estabilidad de precios y no como un impulso económico,
algo que escapa a su mandato.
Mientras, las derivadas que pueda tomar el conflicto de
Rusia y Ucrania, las posibles sanciones por parte de EE UU y el peligro para
suministro energético tienen a medio Washington estos días sin saber muy bien
cómo calcular los impactos. Los emergentes ya no son lo que eran.
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