Recuerdo, hace algún tiempo, la
noticia de un escolar adolescente lanzando una granada contra un microbús en el
que viajaban alumnos de otro centro educativo. El tipo de conflicto no era
nuevo; la estrategia sí; pero lo más llamativo fue observar la tranquilidad del
protagonista al ser detenido, y su cara de satisfacción por “el deber
cumplido”, por “el éxito de la operación”... En definitiva, por su “hazaña”.
De igual forma, en el caso de las maras,
la aceptación se basa en la capacidad para hacer daño, el ascenso en la jerarquía y el liderazgo se
basa en la capacidad para organizar el daño. En cualquier caso, el éxito
siempre se basa en el daño causado, y ello convierte a los autores en héroes
entre sus pares y en modelos a imitar.
Tradicionalmente, los héroes que han
tenido los adolescentes eran personajes de ficción con poderes especiales para
luchar contra el mal en favor del bien. A veces se ha tratado de personajes,
como los bandoleros, El Zorro o Robin Hood, que actuaban al margen de la ley,
pero presentando a una ley injusta como el mal, de modo que el héroe favorecía
la justicia y el bien. Héroes más recientes, como Rambo, ya presentan alguna
duda respecto a alguno de sus valores.
Pero casi sin darnos cuenta se está
incubando un significativo sector de una nueva generación que prefiere héroes
con los valores invertidos. Muestras de ello ya ha habido suficientes; la
mencionada es sólo una más. Este tipo de actos, está cada vez más generalizado porque
los trastornos de conducta que sufren los niños y adolescentes de hoy día
aumentan más que sensiblemente, tanto en población afectada, como en severidad,
y ello conlleva dos cosas: 1- tendencia a identificarse precisamente con estos
“héroes de valores invertidos”. 2- baja autoestima que les impulsa a destacarse
de alguna manera; si no puede ser positiva, pues negativa.
El problema, que ya es una realidad más
que preocupante, no sólo a nivel nacional, sino mundial, es potencialmente
mucho más preocupante aún, y nos va a desbordar en un futuro cercano, si es que
no lo está haciendo ya. Es necesario estudiarlo en profundidad a nivel
multidisciplinario, involucrándose incluso los medios informativos, puesto que
la información que se ofrece orientada a gente normal puede no ser asimilada de
la misma forma por personas con trastorno de conducta.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en
Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia
de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad
profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones
fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la
segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación
nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la
conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional
estigma.
Fui la primera
Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas
especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología
actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos
acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la
familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.
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