sábado, 13 de diciembre de 2014

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: NAVIDAD SIN UN SER QUERIDO



            Desde hace mucho tiempo la Navidad ha quedado instituida socialmente como la época de reunión y de compartir con los seres queridos, especialmente con aquellos con los que, por la distancia, el contacto no puede ser muy frecuente; sin embargo, muchas personas viven la Navidad con un sabor agridulce, porque la alegría por la reunión con los familiares y seres queridos se ve empañada por la silla vacía de alguien que tiempo atrás la ocupaba, y que ya no está; y cuya ausencia se percibe en esta época de una forma especial, de la misma forma especial que se siente la presencia de los demás.

       Muchas veces, ello es debido a que cuando una persona fallece, nuestra cultura, contradictoria en algunos aspectos, no da espacio a los familiares para elaborar el duelo emocional de una forma adecuada, y mientras que por una parte exige manifestaciones externas de duelo, como el luto, los pésames, etc; por otra tiende, involuntariamente, mediante la compañía y el consuelo, a reprimir el duelo interno que luego, lógicamente, tiende a aflorar en cualquier momento, y más especialmente en estas fechas. Y no es que las personas no necesiten compañía, condolencia y consuelo cuando pierden a un ser querido, sino que también necesitan un tiempo de soledad, de llanto y de desahogo; necesitan de un proceso de elaboración del duelo que nuestra cultura debe llegar a entender y  aprender a  respetar.

       
La sabiduría para ofrecer compañía a la vez que permitir la soledad; y para ofrecer consuelo a la vez que respetar el llanto, facilita el proceso de duelo, y la asunción de la pérdida, al grado de que en épocas como la Navidad, el sentimiento por esa ausencia física de un ser querido, se reconforta con la sensación de su presencia espiritual a través de su memoria en la mente de todos; con la sensación de que de la forma que sea, esa persona ahí está, como siempre, acompañándonos. Sentir su ausencia o su presencia es opcional; ambas cosas son posibles. Hay reuniones familiares navideñas en las que se deja una silla vacía, incluso por años, tratando de revivir la presencia de la persona que ya no está. Yo no lo recomiendo por contraproducente. No nos revive la presencia espiritual del ser querido, sino su ausencia física. La presencia espiritual no necesita un espacio en la mesa, sino en nuestras cabezas y en nuestros corazones.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  

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