Mostrando entradas con la etiqueta Crisis Financiera. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Crisis Financiera. Mostrar todas las entradas

sábado, 20 de diciembre de 2014

Venezuela al borde de la bancarrota. Precio de su barril de Petróleo cayó a $51.26

Tomado de Infobae 

El petróleo venezolano se desplomó 11% en una semana y cerró a en $51.26 por barril



El crudo tuvo un descenso de u$s6,27, por lo que se sitúa casi u$s10 por debajo del precio con el que se calculó el presupuesto 2015. "Hay perspectiva de menor demanda y mayor producción global", dijo el gobierno de Maduro

El petróleo venezolano siguió cayendo esta semana, con un brusco descenso de 6,27 dólares, y cerró el viernes en 51,26 dólares por barril, casi 11% menos que su valor de la semana anterior.

"Los precios petroleros continuaron bajando afectados por la perspectiva de una desaceleración de la demanda global durante los próximos meses y una mayor producción en algunos países", señala el comunicado del Ministerio de Energía y Petróleo venezolano.

Con este precio, el crudo venezolano se ubica casi 10 dólares por debajo de los 60 dólares por barril con los que el gobierno venezolano calculó su presupuesto para 2015. Es además el valor más bajo de los últimos cuatro años.

VENEZUELA NECESITARÍA UN PRECIO DEL BARRIL CERCANO A U$S120 PARA BALANCEAR SUS CUENTAS

Venezuela, que cuenta con las mayores reservas petroleras del mundo, obtiene del crudo 96% de sus ingresos y la baja en los precios se produce en momentos en que el país es golpeado por una inflación anual de 63,4% (siendo agosto el último dato disponible), así como por la escasez de uno de cada cuatro productos y una aguda sequía de divisas.
A pesar de que el promedio anual del petróleo de este país sudamericano alcanzó los 91,17 dólares, estudios privados señalan que el déficit presupuestario ya supera el 19% del PIB y que el país necesitaría un precio del barril cercano a 120 dólares para balancear sus cuentas.

Economistas calculan que por cada dólar que pierde el petróleo venezolano dejan de ingresar a su economía unos 700 millones de dólares anuales.

Venezuela, a través de su canciller y representante ante la OPEP, Rafael Ramírez, había pugnado en las últimas semanas por un recorte en la producción petrolera para apuntalar los precios del crudo, pero su propuesta no prosperóen la reunión del cártel en Viena en noviembre pasado.

La brusca caída del petróleo en los últimos meses ha disparado el valor del dólar en el mercado negro, lo cual presiona al alza la inflación y la escasez. 

sábado, 2 de agosto de 2014

Lecciones de la crisis global: Europa: Austeridad y Crecimiento Económico son excluyentes entre si. EEUU: legisladores entorpecen creatividad empresarial

Tomado de esglobal

Las cinco armas más inefectivas contra la crisis

Este reportaje especial sobre la crisis termina analizando las recetas que han resultado desastrosas.

Por Mario Saavedra

El dogmatismo austero

Se puede discutir hasta quedar sin aliento. Durante lo peor de la crisis europea, de 2010 a 2013, el debate llegó a polarizarse por completo: ¿Austeridad o crecimiento? Todos los líderes políticos de entonces, desde Merkozy (la fusión virtual del conservador francés Nicolás Sarkozy y la canciller alemana Angela Merkel) hasta los responsables de Bruselas, prometían que podían conseguirse las dos cosas al mismo tiempo. Pero era mentira.

La recesión golpeó la economía europea dos veces: el PIB de los 28 se contrajo un 4,5 en 2009 y un 0,2 en 2012. Es lo que se conoce como recesión en forma de W. La primera fue un efecto dominó producido por el colapso del sistema financiero estadounidense. La segunda, una mezcla de varios factores explosivos: la crisis del euro, sometido a ataques especulativos legales; la mala salud de algunos bancos; y la obsesión de los centros de poder del viejo continente por querer sanear los déficit nacionales demasiado rápido en medio de una recesión. Se le llamó “austericidio”. Contra él estaban no sólo los países de la periferia, sino también defensores de las políticas de estímulo económico, como los prestigiosos profesores estadounidenses Joseph Stiglitz o Paul Krugman. Hasta el mismísimo presidente estadounidense, Barack Obama, mandaba a su secretario del Tesoro, Timothy Geithner, a convencer a Merkozy de que aflojaran un poco el ajuste del déficit, sin éxito.

Alemania ha liderado en todo momento el frente austero. El país había realizado reformas estructurales de calado cuando era el enfermo en Europa, en los primeros años de la década pasada. Entonces incumplía el déficit y contabilizaba más de cinco millones de parados. El gobierno socialista de Gerard Schroeder aplicó una receta que combinaba austeridad fiscal, recorte de costes laborales y reformas de corte liberal. Con los años, se vio reflejado positivamente en los datos macroeconómicos de porcentaje de desempleo, deuda, PIB, etcétera.
La diferencia, sin embargo, era que aquellas reformas y ajustes se hicieron en un entorno global de boom económico: Estados Unidos o España compraban coches alemanes sin mirar el precio. El problema surge cuando Berlín pretende aplicar la misma receta al resto de Europa en medio de la peor crisis global en décadas. “Lo que nosotros hemos hecho lo pueden hacer lo demás”, llegó a declarar la Canciller, sin tener en cuenta que, cuanto más se obsesionaban los gobiernos por retirar el gasto público en medio de la tormenta, menos trabajo e ingresos fiscales obtenían.

Las economías periféricas y la de Francia colapsaron entonces o se arrastran hoy como almas en pena. Solamente siete años después de que comenzara la crisis empieza a verse la luz al final del túnel. Es una victoria pírrica en el mejor de los casos. Las crisis de origen financiero suelen durar 10 años. Europa no ha conseguido acelerar la recuperación, de hecho parece haberla postergado. ¿A cambio de qué? Para algunos se saldrá más fortalecido, más sano. Si no hubieran imperado estos mensajes de austeridad, los mercados financieros no se habrían creído el compromiso europeo y habrían roto el euro. ¿Podría haberse hecho de otra forma? Tal vez sí. En Estados Unidos, Barack Obama pospuso cualquier recorte hasta que la economía se recuperara. Con ello ha conseguido bajar el desempleo al 6,1% y reducir el déficit público a la mitad.
La destrucción creativa


Wall Street echaba humo. Era 2008, y Timothy Geithner, entonces presidente de la Reserva Federal de Nueva York, solo tenía tiempo para ir a correr un rato cada mañana. El resto del día movía frenéticamente los hilos para salvar entidades financieras. El banco de inversión global Bear Stearns, por ejemplo. Estaba abarrotado de activos respaldados por hipotecas, activos basura. No valía nada. Geithner consiguió que se lo quedara JP Morgan, una de las mayores entidades globales.

Unos meses después el problema volvió a reproducirse con Lehman Brothers. Contaba con mucha basura subprime en sus balances y en septiembre de 2008 había perdido ya el 75% de su valor en bolsa. Necesitaba ser rescatado por el Gobierno o comprado por otro banco. Geithner organizó reuniones con los gerifaltes de Wall Street. Hacía de casamentera, pero no logró colocarlo. Se dejó quebrar a Lehman Brothers. Al fin y al cabo, eso era el capitalismo, ¿no? Las empresas inviables han de morir para dejar libre su nicho a otras más rentables y mejor dirigidas. Es lo que se llama destrucción creativa. El problema es que, en el caso de Lehman, la destrucción creativa no se quedó estanca, sino que Lehman se convirtió en la primera ficha de un dominó financiero global. Si se había desplomado una institución que había resistido más de 150 años porque sus balances estaban sucios, ¿qué no tendrían otras entidades, desde bancos regionales alemanes a cajas españolas?

Estados Unidos aprendió la lección: la destrucción creativa funciona para empresas “no sistémicas”. Las que pueden tumbar todo el conjunto de la economía capitalista han de ser rescatadas con dinero público. Se han de socializar las pérdidas aunque las ganancias fueran privadas, y todo para no generar una nueva Gran Depresión. Es el mal menor. Moralmente inaceptable y económicamente una bomba, porque eliminaba uno de los cimientos del libre mercado, el laissez faire.

La lección aprendida se aplicaría unos meses más tarde, con el rescate de las principales automovilísticas estadounidenses. Algunos como el futuro candidato a la presidencia Mitt Romney  pedían “dejar a Detroit entrar en bancarrota”. Pero Washington tomó la decisión con menor coste: ignorar por completo la doctrina de la destrucción creativa. Las tres grandes del automóvil, GM, Chrysler y Ford, fueron rescatadas por el Congreso con decenas de miles de millones de dólares.
Los mini-estímulos y los estímulos de mentira


Era “la gran cumbre del crecimiento”. Angela Merkel, Francois Hollande, Mario Monti y Mariano Rajoy anunciaban 130.000 millones de euros para reactivar el crecimiento europeo. La canciller alemana había dado por fin su brazo a torcer ante el nuevo delfín francés, el tecnócrata italiano y el presidente español, pero también ante las presiones de la Casa Blanca o el Fondo Monetario Internacional, que veían cómo la obsesión europea por el déficit estaba ahogando a la economía de uno de los principales motores globales. “Deseamos y esperamos presentar un paquete de medidas de crecimiento a nivel europeo”, decía Mario Monti, “por valor del 1% del PIB de la Unión Europea, es decir, de unos 130.000 millones de euros”. ¿Se acuerdan?
Se iba a utilizar el Banco Europeo de Inversiones (el BEI) para inyectar dinero a la economía real, José Manuel Durao Barroso iba por fin a lanzar los bonos proyecto, emisión de deuda europea para financiar proyectos inter territoriales de infraestructuras o la interconexión energética. En el medio plazo incluso se iban a crear los eurobonos, bonos comunitarios que mutualizaban el riesgo: se trataba de impedir que Grecia pagara un 7% por su deuda a 10 años mientras Alemania casi cobraba por guardar el dinero de los inversores.
Nada de eso, o muy poco, llegó a ocurrir. Todo se quedó en una gran promesa de los líderes. Los planes europeos de estímulo, en verano de 2014, siete años después de la crisis, brillan por su ausencia. Solo ahora se está poniendo en marcha un mini fondo de 6.000 millones de euros para tratar de impulsar el empleo juvenil. Mientras, 19 millones de europeos permanecen desempleados. El Plan Marshall de la Unión Europea para la Unión Europea nunca llegó. Siete años después, el crédito sigue sin pasar a las empresas. Se vuelve a fiar la solución del problema al banquero central: Mario Draghi ha anunciado hasta un billón de euros en préstamos a los bancos a largo plazo (técnicamente llamados TLTROs) siempre que se lo presten a las empresas y no lo guarden en sus cajas o en la del BCE. De momento sigue sin fluir el crédito y la zona euro crece a un lánguido 0,2% intertrimestral, tras siete años con dos recesiones entre medias.

En España el Plan E fue real, pero no consiguió activar la actividad económica en medio del vendaval económico global. El Plan Español para el Estímulo de la Economía y el Empleo, de noviembre de 2008, consistía en un centenar de medidas de reactivación del crecimiento y casi 13.000 millones en dos fases de dinero público para proyectos en los ayuntamientos. A posteriori probó ser sólo un parche en un barco a punto de naufragar.
Las provisiones anticíclicas


En plena campaña electoral de 2008, el ex presidente del Gobierno Felipe González aseguró que gracias a José Luis Rodríguez Zapatero, España había conseguido tener “el sistema financiero más sano de mundo”. El país tenía “reservas suficientes para hacer frente a este momento de incertidumbre”, decía el socialista. Solo cuatro años después la UE tenía que abrir un fondo de préstamos a España para rescatar a entidades financieras quebradas o al borde de la quiebra: Caja Castilla-La Mancha, Cajasur, Caja de Ahorros del Mediterráneo, Bankia, etcétera.
En total unos 40.000 millones de euros, que computan como déficit público, y que equivalían casi con exactitud a lo que el país se había tenido que ahorrar en gasto sanitario, de educación, de dependencia, de pagas extras a los funcionarios… ¿Dónde estaban esos fondos anticíclicos que había ido guardando la banca en los años de bonanza a los que se refería González? El dinero estaba ahí, pero se había convertido en una tirita frente al total de alrededor de 60.000 millones de dinero público (41.000 del préstamo europeo de hasta 100.000 millones y otros 20.000 que había puesto ya España, con el FROB). A eso había que añadir un saneamiento contable de las entidades que cifran en 250.000 millones. Necesarios para rescatar una docena de bancos y cajas. En el mejor momento de auge, las entidades habrían acumulado un colchón de unos 70.000 millones en total, según datos del Banco de España para 2009.
En realidad, los fondos anticíclicos impuestos a la banca española consiguieron amortiguar el golpe. En la nueva regulación global bancaria, la conocida como Basilea III, se imponen altos requisitos de capital. El acuerdo internacional aumenta además la liquidez y reduce el apalancamiento de los bancos de aquí a 2018. El capital conocido como Tier 1 aumenta del 4% al 6%. En 2019 tendrán que tener un colchón de conservación de capital equivalente al 2,5% de los activos ponderados por riesgo –una idea equivalente a la de las provisiones anticíclicas españolas– y uno del 7% de activos de alta calidad para finales de 2019.
La Casa Blanca y el Congreso de Estados Unidos


El país americano que originó la crisis fue rápido en reaccionar. En los dos primeros años George W. Bush primero y luego su sucesor Barack Obama, y sus secretarios del Tesoro Henry Paulson y Timothy Geithner, lanzaron en una carrera frenética para salvar la primera economía del mundo de otra Gran Depresión. En cosa de meses lanzaron el TARP, un enorme paquete de rescate de la economía de 700.000 millones en la primera instancia; rescataron la industria del automóvil; impulsaron cambios regulatorios (Acta Dodd Frank para la Regulación de Wall Street y la Protección del Consumidor)… Pero en 2010 EE UU echó el freno. Los republicanos tomaron el control de la cámara baja, la de Representantes, y desde allí bloquean desde entonces toda iniciativa de Obama, que a su vez veta cualquier plan republicano. Así ha pasado con el American Jobs Act, el plan del Presidente estadounidense  para estimular la economía a base de reformar las decadentes infraestructuras del país, entre otras medidas. Washington ha sacado muy poca legislación económica relevante en los últimos cuatro años.
Pero es que, además, las guerras bipartitas han tomado como rehén a la economía en varias ocasiones. La más cruda fue durante el verano de 2011. La mayoría de los economistas creían que el país estaba a punto de entrar en una recesión en forma de W, es decir, recaer en el decrecimiento económico. Fue el momento elegido por los legisladores republicanos, liderados por un grupo de radicales del Tea Party, para imponer disciplina fiscal. Se negaban a elevar el techo de endeudamiento del país si no se realizaban recortes equivalentes. Wall Street se hundía, los empresarios no contrataban por temor a la incertidumbre política…
No fue la única batalla. Vendrían otras: el precipicio fiscal, la renovación de las desgravaciones de impuestos, la extensión del seguro de desempleo de emergencia, la ampliación de los cupones de comida que alimentan a uno de cada cinco estadounidenses, etcétera.  Algunas leyes terminaban aprobándose, no sin antes hacer mella en la confianza del sector privado del país y en el ánimo de los compradores. Los legisladores adquirieron fama de no servir más que para entorpecer la creatividad de los empresarios. Y esta vez no era tan solo un prejuicio liberal. 

sábado, 19 de julio de 2014

Por cumplirse 7 años de la mayor crisis económica global

Tomado de esglobal


Las cinco armas más efectivas contra la crisis

Por Mario Saavedra

Este septiembre se cumplen siete años del momento que pasará a la Historia como el detonante de la peor crisis global desde la Gran Depresión de 1929: la quiebra de Lehman Brothers. Desde entonces, ¿qué ha cambiado? ¿Cuáles han sido las armas más efectivas para amortiguar los efectos de la explosión financiera? ¿Qué medidas se han demostrado más ineficaces?

esglobal inicia esta serie de dos reportajes, analizando primero las cinco recetas más efectivas en la lucha contra la crisis:

Las frases de Draghi

Al final fueron sobre todo 22 palabras las que resolvieron la crisis del euro. Ni las incontables y siempre definitivas cumbres de los líderes europeos para salvar la moneda común, ni los recortes del déficit, ni los sermones alemanes. Lo que salvó al euro, y en eso parecen estar de acuerdo la mayor parte de los analistas, fueron estas palabras del banquero central europeo, Mario Draghi: “Dentro de nuestro mandato, desde el Banco Central Europeo estamos dispuestos a hacer todo lo que sea necesario para preservar el euro. Y, créanme, sera suficiente” (Within our mandate, the ECB is ready to do whatever it takes to preserve the euro. And believe me, it will be enough).
En el “mundillo económico” ya se habla de ese momento relevante como “el whataver-it-takes de Draghi”. Prueben a buscar en Google: salen centenares de miles de resultados analizando la frase lapidaria. O miren, por ejemplo, algunas de las viñetas que ilustran la acción del ex ejecutivo del banco Goldman Sachs: el Financial Times le muestra cual Atlas, solo que en vez de sostener el mundo el italiano aguanta a duras penas una moneda de euro sobre la que se pelean los líderes europeos. Pobre Draghi…

En realidad lo que hacía el director de la institución de Fráncfort era despertar y rugirle a los mercados. La moneda única llevaba sufriendo severos ataques especulativos. Decenas de miles de millones de dólares de inversores internacionales habían apostado a que Grecia colapsaría, después España, a continuación Francia y así una salida progresiva de países de la moneda común.
A esas apuestas, legítimas en su mayoría, los Gobiernos trataban de luchar con medidas de recortes presupuestarios (gastaremos menos para pedir menos dinero prestado y poder pagar las facturas), que a su vez producían mayores contracciones económicas. España, Italia, Grecia, Irlanda y Portugal eran economías demasiado pequeñas como para poder dar un puñetazo en la mesa: no tenían la liquidez para hacerlo. Mario Draghi, sí: no en vano, tiene el poder de crear dinero de la nada. Podía sacar “un bazuca”, como se le llama en Wall Street: empezar a comprar bonos a los Estados en el mercado secundario, financiándolos de manera indirecta, a pesar de que ello roza lo ilegítimo para el banco; o lanzar un programa de compra de bonos a empresas, inyectándoles un crédito que, por otro lado, no les llegaba. ¿Quién se iba a atrever a ir contra el “gorila de 150 kilos” que es un banquero central? En realidad, Draghi se llevó la fama porque era el más fuerte, pero por detrás del banquero había un paquete de rescate de 700.000 millones de euros puestos por los países europeos en el fondo conocido como el MEDE.
El MEDE
Formó el tándem perfecto con las palabras de Mario Draghi. El Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) se creó en marzo de 2011 y entró en vigor un año después. En realidad, formalizaba fondos anteriores (el Fondo y el Mecanismo de Estabilidad Financiera). Se trata esencialmente de una hucha común de la que, junto con la del Fondo Monetario Internacional, ha salido el dinero para los rescates de los países en crisis total como Grecia, Portugal o Irlanda, o los préstamos para rescatar a la Banca como en España.
En la hucha se metieron 80.000 millones de euros y los países se comprometieron a meter 620.000 millones más en caso de necesidad. Al contrario de lo que se cree comúnmente, no es “dinero alemán”. Todos los países contribuyen en función de su tamaño. Alemania con el 27% del fondo, 21.000 millones, sí, pero España puso un 12%, casi 10.000.
El dinero que salía llevaba consigo condiciones, esencialmente la de permitir la llegada a los centros económicos nacionales de los famosos “hombres de negro”, los inspectores de la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). A cambio de medidas draconianas, Grecia ha recibido un total de 250.000 millones; Portugal, 80.000 e Irlanda, 68.000, para poder pagar las facturas del Estado. España obtuvo 41.000 millones para prestárselos a su vez a los bancos quebrados.
La duda sobre si el MEDE debería o no estar en una lista de herramientas exitosas de la crisis se basa sobre todo en las exigencias impuestas por la Troika. Sus críticos consideran que, al querer imponer ajustes del déficit fiscal demasiado rápido, se generó un efecto perverso: se asfixiaba la economía, lo que reducía los ingresos por impuestos y obligaba a endeudarse más y a aumentar el déficit. Pero que sin la ayuda mutua de los países en forma de miles de millones de euros en préstamos, Grecia habría quebrado totalmente como país, eso la habría hecho salir del euro y  provocado un efecto dominó, pocos lo niegan. Así, al menos según la visión de este autor, el MEDE fue útil y necesario, por más criticable que pudiera ser la actitud dogmática de los “hombres de negro”.
Los billetes de Bernanke

Ben Bernanke tiene pinta de poca cosa: bajito, calvo, con barba a lo Santa Claus. Parece un tranquilo profesor. Es precisamente lo que era hasta que saltó a la primera línea de la batalla americana contra la Gran Recesión.
Cuando George W. Bush le nombró presidente de la Reserva Federal en 2005, en la cartera de la FED había tan sólo 700.000 millones de dólares en bonos del Tesoro. Cuando Bernanke dejó el puesto en enero de este año, había llegado a tocar los tres billones de dólares, cuatro veces más. El de la barba blanca, “Helicóptero Bernanke” le llamaban, se había dedicado a comprar como loco activos a los bancos para que estos pusieran el dinero en circulación y se reactivara así la economía: mucho dinero es dinero barato y dinero barato insta a consumir. ¿Funcionó? Sin lugar a dudas.
La tasa de desempleo del pasado mes de junio en Estados Unidos ha caído hasta el 6,1%, después de haber sido casi el doble en lo peor de la crisis. Y esa reducción solo puede haber ocurrido por dos factores: el boom energético que vive el país o las acciones radicales de la Reserva Federal. En realidad, el precio de la gasolina y el petróleo se han mantenido elevados, y aunque es cierto que el gas proveniente del fracking ha revitalizado algunas zonas como Texas, eso no puede explicar la recuperación del país.

¿El Gobierno? Un rotundo no. Sirvió para poner el freno al derrumbe, y evitó que la Gran Recesión se convirtiera en una Gran Depresión gracias a programas de rescate de bancos como el TARP. Pero desde 2010 Estados Unidos está esencialmente sin gobierno: el Congreso, cuya Cámara de Representantes ha estado dominada por los republicanos, ha abortado toda iniciativa económica de Barack Obama: no a la Ley para los Empleos Estadounidenses, no a los planes de reparación de infraestructuras… El Gobierno (ejecutivo más legislativo) en el mejor de los casos ha hecho peligrar la recuperación, con las batallas interminables por la elevación el techo de gasto, que a punto tumbaron la recuperación en 2011.
La salida de la Gran Recesión en Estados Unidos, lenta y dolorosa, ha requerido de tres planes de compras de activos por parte de la Reserva Federal (los llamados quantitative easing o QE) y la promesa de tipos cero de interés hasta dentro de mucho tiempo. Entre los mayores beneficiados, los inversores en los mercados de renta variable. Wall Street ha tenido abundante dinero para apostar. Por eso el Dow Jones ha conseguido batir récords en medio de algunos de los peores momentos económicos del país: lo que es bueno para Wall Street no tiene por qué serlo para Main Street. Pero el resultado es el mismo: Si 2009 fue el peor año para Estados Unidos en décadas, con una contracción del Producto Interior Bruto del orden del 10%, cinco años después puede decirse sin temor a equivocarse que el drama ha terminado. Cinco años para salir de la peor crisis tras la Gran Depresión no son nada en términos históricos. Y si no que se lo pregunten al profesor del MIT, experto en la crisis del 29, Ben Bernanke.

Las cumbres europeas
De las cumbres europeas extraordinarias durante lo peor del eurodrama nadie se ha reído más que los analistas de la CNBC estadounidense. La cadena de televisión favorita de los brókers de Wall Street se mofaba de cómo todas las reuniones de los líderes europeos parecían ser la definitiva para salvar al euro.

El espectáculo lo presentaban como dantesco y, en parte, lo era. Todo parecía ir muy lento, por detrás de la curva de los acontecimientos. Y, sin embargo, visto a posteriori, los 18 estados de la eurozona, cada uno con su idiosincrasia y sus problemas domésticos, una mezcla de una Alemania que ya había hecho los ajustes y se encontraba lozana y unos PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) que vivían unos auténticos dramas socioeconómicos, esa mezcla casi inmanejable ha conseguido grandes avances en medio de ataques especulativos como nunca antes había visto.
Se ha evitado la bancarrota total de cuatro países de la unión. Se han lanzado mecanismos de rescate. Se ha creado una Unión Bancaria, o al menos una hoja de ruta para conseguirla. Pronto se hará que el Banco Central Europeo regule el sistema bancario común, que además tendrá un fondo común de rescate, unos test de estrés comunes para detectar fallas en el sistema…
Por el camino han ocurrido cosas terribles: el auge de los partidos xenófobos en las últimas elecciones europeas, plasmado en la imagen de eurodiputados euroescépticos dando la espalda al himno de la Unión ha sido un durísimo efecto político que podría haber dinamitado la comunidad de países desde dentro de sus instituciones de no ser por el “cordón sanitario” impuesto por los dos grandes partidos en el Europarlamento.
La Unión y sus líderes en las cumbres, sobre todo, han mostrado una indiferencia suprema al sufrimiento de las clases más débiles de la eurozona. No ha habido ni un solo plan digno de rescate a los más necesitados, ningún plan de emergencia para tratar de amortiguar el impacto de la crisis en la llamada “generación perdida”. Solo ahora empiezan a lanzarse planes de empleo juvenil, pero las dotaciones son una parte infinitesimal de las decenas de miles de millones destinados a rescatar a algunos bancos. Pero si esto es cierto, también lo es que los paquetes de rescate a los Gobiernos quebrados han servido para pagar las facturas de bomberos, profesores, médicos, escuelas y hospitales.
Las flechas de Abe

Si Japón o China estornudan, el mundo se resfría. En los últimos siete años, la primera preocupación global fue el eventual colapso del sistema financiero estadounidense, la segunda el posible colapso del euro, la tercera fue el posible aterrizaje forzoso o frenazo en seco del crecimiento económico chino, que parece haberse evitado por el momento. ¿Y la cuarta? La cuarta era un miedo que venía de lejos: la anemia de la tercera economía global, la japonesa. La mezcla de baja inflación y escaso crecimiento, junto al mayor endeudamiento público del mundo (más del doble de todo lo producido por el país en un año) estaban esencialmente gripando uno de los motores globales.
Y entonces llegó Shinzo Abe.
Con mucha fanfarria mediática, como deben hacerse estas cosas porque parte de los efectos son psicológicos, el primer ministro japonés anunció que iba a acabar con el monstruo que amenazaba a la economía nipona gracias a tres flechas: reformas estructurales de la economía, políticas monetarias expansivas del banco central, y estímulos fiscales. Lo llamaron Abenomics, la nueva economía de Shinzo Abe. Corría el año 2013.
De nuevo, la parte del león cayó del lado del Banco de Japón. En poco tiempo duplicó la masa monetaria en circulación en el país. Dinero abundante para incentivar el consumo. Los tipos de interés se redujeron, se impuso un objetivo de inflación del 2%. Desde el gobierno se expandió la inversión pública, se compraron bonos de proyectos de construcción. En diciembre del año pasado se aprobó un paquete gubernamental de gasto de unos 130.000 millones de euros. Eran las dos primeras flechas.
La tercera ha llegado hace unas semanas, y consiste en un paquete de reformas que debería afectar a casi todos los sectores de la economía. Quiere por ejemplo liberar el sector de la sanidad. Y eso significa, si, también, la entrada de extranjeros. Se van a crear “Zonas Especiales Estratégicas Nacionales” en las que se va a permitir, por ejemplo, que el cuidado de los mayores lo lleven a cabo extranjeros, poniendo fin a una de las mil restricciones a los extranjeros en Japón. Va a reformar el mercado de la energía, abriendo la puerta a los sectores renovables extranjeros. Abe promete abrir decenas de sectores a la inversión extranjera. E impulsar el papel de la mujer en el mercado laboral, hasta ahora bastante marginal. Para ello van a ampliar las plazas de guardería.
¿Está funcionando? Aún es pronto para saberlo. De momento, el desempleo está en mínimos históricos. La tan deseada inflación alta en Japón está en el 3,7%, frente al 0,2% de verano del año pasado. La economía crece a un ritmo de alrededor del 1,5%, mientras que en 2012 estaba en contracción. Los riesgos siguen presentes, como la creación de una burbuja, pero, por el momento, parece que el Abenomics funciona. 

sábado, 19 de abril de 2014

Bancos de España urgidos por volver líquidos activos adquiridos por embargos

Tomado de The Wall Street Journal

La banca española se apresura a vender las casas que embargó en la crisis

Los bancos españoles tienen en sus libros en torno a 100.000 millones de euros en inmuebles, según Moody's

Por Jeannette Neumann

MADRID—Cuando Judit León y su novio visitaron su banco para averiguar por una hipoteca, no creían que podrían pagarla. Pero el agente hipotecario de CaixabankS.A. CABK.MC +0.48% , uno de los mayores prestamistas de España, les dio una alternativa: el banco le daría 100% de financiación si compraba un inmueble dentro del portafolio de propiedades de Caixabank.

"Los bancos tienen muchísimos pisos y les interesa quitárselos de encima", dijo León, una programadora de un sitio web de bienes raíces de 32 años. Ahora, ella y su novio, quienes viven en Barcelona, están estudiando las opciones.
Los bancos españoles tienen en sus libros en torno de 100.000 millones de euros (US$139.00 millones) en inmuebles, según Moody's MCO +1.55% Investors Service, y están ansiosos por ofrecer acuerdos para acelerar las ventas mientras se preparan para la revisión de sus balances por parte de los reguladores de la Unión Europea.

El mantenimiento de esas propiedades es costoso y las normas españolas les exigen un mayor colchón financiero para una propiedad embargada que para una hipoteca.

Cinco grandes bancos, incluyendo Banco Santander S.A. SAN.MC +0.20% y Banco Bilbao Vizcaya Argentaria S.A. BBVA.MC -0.53% (BBVA) ofrecen a clientes hasta 100% de financiación para comprar una propiedad embargada, frente a un máximo de 80% para inmuebles que no son propiedad de los bancos, según una investigación publicada internamente por una de estas entidades y a la que tuvo acceso The Wall Street Journal.

Dependiendo del banco, los deudores pueden ahorrar desde 0,24 a 3 puntos porcentuales en la tasa de interés si el préstamo se usa para comprar una casa que fue embargada, muestra el informe interno. Las cifras se basan en términos hipotecarios ofrecidos a "compradores secretos" que visitaron sucursales bancarias. Los compradores secretos trabajan para una consultora contratada por uno de los bancos para monitorear los acuerdos de sus rivales.
Voceros de BBVA, Caixabank, Banco Popular Español S.A. POP.MC -0.53% y Banco Sabadell S.A.SAB.MC +0.44% confirmaron que ofrecen financiación más generosa y una tasa más baja para la compra de inmuebles que han embargado y dicen que la práctica los ha ayudado a deshacerse de viviendas que quedaron en sus manos. Los términos de cualquier hipoteca, añadieron, dependen del perfil del cliente y de su relación con el banco.

Una vocera de Santander declinó hacer comentarios. La web de ese banco promociona hasta 100% de financiación para inmuebles vendidos por su unidad de bienes raíces, frente a 80% para inmuebles que no posee.
Los bancos, así como analistas y agentes inmobiliarios, dicen que los prestamistas españoles han endurecido los requerimientos para hipotecas desde los días previos a la crisis, cuando algunos compradores recibían más de 100% de financiación para la compra de una casa, así como para los muebles y electrodomésticos.
Los bancos "están vendiendo pisos cuando deben estar vendiendo dinero", dijo Marifé Esteso, agente de bienes raíces en la ciudad costera de Alicante.
Ella y otros agentes señalan que la capacidad de los bancos les da una ventaja injusta y obliga a los vendedores individuales a reducir sus precios para competir. 

martes, 27 de agosto de 2013

¿Seguirá Puerto Rico ejemplo de Detroit declarándose en quiebra?

Tomado de The Wall Street Journal

 Christian Science Monitor/Getty Images
Un empleado en la fábrica de Quartermaster en Anasco, Puerto Rico. Pese a las alzas de impuestos del gobierno, la deuda de la isla se mantiene bastante alta.

 ¿Puerto Rico podría ser el próximo Detroit?

Por Andrew Bary

El mercado de bonos municipales en Estados Unidos fue sacudido por la declaración de bancarrota de la ciudad de Detroit el mes pasado, pero un problema más grave podría estar desarrollándose en el Caribe, en donde Puerto Rico batalla con una economía tozudamente débil, un persistente déficit presupuestal y una deuda abrumadora.
En medio de crecientes preocupaciones de los inversionistas sobre las finanzas de la isla, una emisión de bonos municipales por US$673 millones hecha este mes por la Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico ofreció un alto rendimiento de más de 7%. En cambio, California tiene rendimientos de 5% en bonos de obligación general. La mayoría de la deuda de Puerto Rico apenas cuenta con calificaciones de grado de inversión, y la confianza de los inversionistas pronto enfrentará una prueba clave, pues se prevé que más de esta deuda entre al mercado en los próximos meses.
Puerto Rico posee US$53.000 millones en deuda respaldada por impuestos de más de doce emisores, según Moody's Investors Service, y casi US$70.000 millones en total, según las autoridades. Incluso si se usa la cifra más pequeña, la deuda de Puerto Rico ocuparía el tercer puesto entre los estados más endeudados de EE.UU., solo detrás de California y Nueva York. Y su carga de deuda en relación a indicadores financieros clave —como el producto interno bruto, ingresos personales y población— es descomunal. Por ejemplo, la deuda per cápita de la isla, de US$14.000, es 10 veces el promedio de la de los 50 estados.
Además de su deuda, Puerto Rico tiene más de US$30.000 millones en pasivos de pensiones no financiados.
El telón de fondo de este territorio estadounidense no es prometedor: la economía ha estado en recesión desde 2006, la tasa de desempleo es de 13,2%, y el presupuesto ha estado estructuralmente desequilibrado por casi una década. El índice de pobreza es alto, los empleos públicos son casi un cuarto de todos los empleos y las transferencias del gobierno generan 40% de los ingresos. Más de un cuarto de los casi cuatro millones de residentes de Puerto Rico recibe asistencia alimentaria.
"Hay un espiral de deuda en Puerto Rico que no terminará bien a menos que ocurra un repunte dramático en la economía", apunta Dan Heckman, estratega de renta fija en U.S. Bank Wealth Management. "Hemos aconsejado a clientes que se mantengan lejos de Puerto Rico. El gobierno está haciendo todo lo que puede, pero tiene que salir de un hoyo de deuda muy profundo".
No obstante, hay grandes diferencias entre Puerto Rico y Detroit. La isla ha tomado medidas difíciles e impopulares para recortar las nóminas públicas, elevar impuestos y apuntalar las finanzas de su sistema de pensiones. El nuevo gobierno encabezado por el gobernador populista Alejandro García Padilla está comprometido a mejorar la estabilidad financiera de la isla y sus distintas emisoras de bonos. Cesación de pagos y reestructuración de deuda no están en el vocabulario del gobierno.
En declaraciones al semanario financiero Barron's, el Banco Gubernamental de Fomento para Puerto Rico indicó que "las medidas fiscales implementadas por este gobierno, junto con los planes estratégicos desarrollados por las corporaciones públicas y el compromiso de transformarlas en empresas sostenibles, serán un factor positivo que asegurará el pago completo de la deuda asumida… Tenemos confianza de que ningún principal emisor de deuda incumplirá con su deuda". Barron's pertenece a News Corp. la casa editorial que publica The Wall Street Journal.
El año entrante probablemente será crucial, a medida que el gobierno de Puerto Rico apunta a reducir el déficit fiscal a unos US$800 millones desde los US$2.200 millones en el año fiscal que concluyó en junio, con gastos de US$10.000 millones. El déficit del año pasado fue inicialmente proyectado en unos US$300 millones.
Puerto Rico acostumbra tomar dinero prestado para financiar su déficit operativo así como los pagos requeridos sobre el principal y el interés de su deuda. Pero los escépticos se preguntan si los nuevos impuestos recaudarán suficientes ingresos para solucionar los problemas de deuda del territorio. También se preocupan de que quizás la frágil economía de la isla no pueda soportar una mayor carga de impuestos.
Si las medidas del gobierno no funcionan y sus costos de endeudamiento se mantienen altos, Puerto Rico podría verse obligado a reestructurar su deuda más adelante.
Un índice seguido de cerca de cerca del Banco Gubernamental de Fomento, muestra un declive interanual de 4,5% en junio. Este indicador, que refleja el consumo de gasolina, nóminas, generación eléctrica y ventas de cemento, tiene una alta correlación con el PIB. Esto sugiere que la actual proyección de 0,2% de crecimiento real en el PIB para el actual año fiscal podría demostrar ser optimista.
Los inversionistas estadounidenses tienen mucho en juego en los resultados financieros ya que muchos fondos mutuos e individuos poseen deuda emitida por la isla. Eso contrasta con Detroit, cuyos US$18.000 millones en pasivos mencionados en su quiebra incluyen cerca de US$9.000 millones en pasivos pensionales y de salud, así como una cantidad importante de deuda asegurada.
Ya que los pagos de interés en la mayoría de los bonos puertorriqueños están libres de impuestos estatales y locales en los 50 estados del país, la deuda ha atraído por mucho tiempo a inversionistas municipales en estados con altos impuestos como Nueva York y California.
Entre los fondos mutuos, los fondos Oppenheimer Rochester han sido los mayores compradores, y la deuda de Puerto Rico constituye casi 15% de los US$33.700 millones de la firma en fondos municipales, según datos de Morningstar. Otros fondos como Franklin Templeton, Dreyfus y Goldman Sachs también están expuestos a Puerto Rico. Por otro lado, Fidelity, T. Rowe Price, Vanguard, American y JPMorgan  tiene poca exposición a Puerto Rico, ya que menos de 1% de sus activos de fondos municipales son de deuda boricua, según Morningstar.
Troy Willis, vicepresidente y gestor sénior de portafolio en OppenheimerFunds, atribuye la reciente debilidad en la deuda de Puerto Rico a una "negatividad" insistente de parte de las calificadoras crediticias y otros. "Puerto Rico está avanzando en la dirección correcta", dice. "Está recortando su déficit presupuestario y podría tener un presupuesto estructuralmente equilibrado en un año. Eso es más de lo que se puede decir del gobierno federal".
Tomado de Barron's.com