El pasado 27 de Abril se celebró el día
de la secretaria. El trabajo de secretaria es uno de los menos valorados en
relación a su utilidad para nuestra economía; tal vez sea por ese techo que
lleva implícita la profesión, de estar siempre a las “órdenes de alguien”; o
tal vez esa infravaloración sea consecuencia de que bastantes personas que la ejercen
no lo hacen con una verdadera vocación, sino “para mientras” (para mientras me
caso, o para mientras estudio), o simplemente “porque de algo hay que
trabajar”, lo cual es, a su vez, consecuencia de la propia infravaloración, de
modo que ésta termina siendo causa y consecuencia de sí misma.
Y no es que haya nada de malo en el
ejercicio de esta profesión en forma temporal o provisional, pero
indudablemente, esa intención de provisionalidad provoca no mucho interés en la
superación, y suele implicar una escasa preparación, o, al menos, sensiblemente
inferior a la que adquiere aquella persona que toma su trabajo con vocación y
verdadero profesionalismo, independientemente del status social de dicho
trabajo, y, por supuesto, sensiblemente inferior a lo que requiere un mercado
laboral que inevitablemente se involucra en la globalización.
Esta diferencia entre la preparación de
unas secretarias y de otras se hace patente en su retribución: mientras que
algunas perciben sueldos superiores a los de bastantes profesionales
universitarios, y tienen trabajo asegurado, otras se conformarían con el mínimo
“si les saliese trabajo”. ¿Por qué? Pues porque mientras unas serían capaces de
dirigir la empresa en ausencia del jefe, otras no conocen las más elementales reglas
de ortografía. Y es que la valía de una secretaria va muchísimo más allá de la
preparación que haya podido recibir en un bachillerato con opción
“secretariado”, o del aprendizaje de algún paquete básico de computación.
No basta con saber manejar el teclado,
contómetro, fotocopiadora y fax, y algunos programas básicos de computación.
Aun cuando no se requieran estudios universitarios, el secretariado debe
asumirse como una profesión; no simplemente como un trabajo. La verdadera valía
de una secretaria se concreta en una serie de características que tienen que
ver más con la vocación, la actitud profesional y las cualidades humanas, que
con el manejo de unas herramientas inherentes a su trabajo; siempre necesarias,
pero nunca suficientes. Algunas de esas características se exponen a
continuación, y evidencian que ésta es una profesión que requiere vocación.
·
La imagen. No se trata de ser
bonita, sino del conjunto de higiene, pulcritud, vestuario, etc.
·
Los modales. La educación, la
sonrisa, la paciencia, la dulzura en la voz y el trato.
·
El trato cordial con el público.
En gran medida depende de la propia vocación.
·
Ser dispuesta y servicial. Dentro
de lo razonable, su función es la de servir de apoyo al jefe en todo lo que
esté en su mano. Dentro de ello, cualquier cosa puede ser atribución suya.
·
Tener un amplio campo de
conciencia. Ser capaz de estar pendiente de varias cosas a la vez.
·
Ser organizada y tener criterio
para establecer prioridades. De lo contrario, el jefe nunca podrá dejarla sola,
y únicamente podrá trabajar bajo instrucciones precisas.
·
Tener iniciativa racional. Qué
gratificante es para un jefe enterarse de que surgió un inconveniente en su
ausencia, y la secretaria se las ingenió para solventarlo adecuadamente.
·
Responsabilidad. Conciencia del
serio compromiso que supone el trabajo.
·
Ser cumplidora de las atribuciones
habituales y no habituales.
·
Puntualidad. La “hora salvadoreña”
es un invento de mucho informal que hay por ahí.
·
Ser polivalente, desempeñar con
solvencia diferentes funciones. La especialización en una determinada
actividad, con escaso conocimiento de otras, no interesa ni a las grandes, ni a
las empresas pequeñas.
·
Ser receptiva y humilde. Por mucho
oficio que se tenga, siempre se puede aprender algo de cualquiera y en
cualquier parte. La prepotencia limita la superación personal.
·
Tener personalidad. Saber manejar
situaciones machistas. El trabajo de la secretaria debe resaltar por sí sólo.
Otro tipo de intenciones por parte del jefe, o de la propia secretaria, está
fuera de todo lugar.
·
Dominio de los instrumentos
cotidianos de la secretaria, y de paquetes básicos de computación.
·
Buena ortografía y redacción. Es
parte fundamental de la presentación de cualquier documento escrito.
·
Atención al actuar. Concentración
en hacer correctamente la tarea asignada en todos sus detalles.
·
Atención al revisar. Ser capaz de
detectar y corregir cualquier error cometido antes de entregar el trabajo.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica,
Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad
Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha
enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión
en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes
medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con
objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de
apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar
acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en
sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital
Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la
embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me
hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por
la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como
video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en
diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para
mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite
a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son
demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta
privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.