Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
Aceptar, asimilar y recuperarse de una ruptura amorosa siempre ha sido difícil, pero mucho más en tiempos de las redes sociales, donde Facebook se empecina en recordarnos viejos e idílicos momentos e Instagram nos actualiza al instante del “status sentimental” de aquella persona a la que se supone que tenemos que olvidar.
En fin, no hay una receta mágica para eso. No la hubo antes, menos ahora… Siempre duele y lo peor es que nos sentimos, en la mayoría de los casos, frustrados porque no funcionó: es inevitable sentirse enojados, dolidos y amargados.
La mejor forma sería aceptar con mucho estoicismo la ruptura y sentirnos tranquilos y seguros, planeando cómo seguir nuestras vidas solos. Sin embargo, eso no suele suceder: lo más común es que lloremos, hagamos escenas y entremos en un estado de depresión profunda.
Uno de los errores más comunes es intentar salir de ese bache encontrando otra persona lo más rápido posible. Es muy peligroso iniciar una relación pensando que un clavo saca otro clavo. No es justo para la persona que sirve para aminorar el dolor y aparentar que ya tenemos repuesto: generalmente una relación que empieza así, termina mal. Y los problemas se multiplicarán.
El primer paso del proceso es tratar de olvidar a esa otra persona. Es cierto que a veces es difícil separarnos totalmente del ambiente -mucho más si comparten el mismo lugar de trabajo-, pero es fundamental tratar de iniciar costumbres y amistades nuevas: empezar un curso de idiomas, ir al gimnasio, practicar un nuevo deporte… En ese sentido, guardar las cosas del otro y conservarlas para verlas, recrearlas y darles veneración no ayudará en absoluto. Lo mismo que hablar y hablar del otro, de lo bueno que era o de las cosas que le gustaban...
“Si bien es diferente para cada uno de nosotros, el sentimiento intenso de tristeza, pena y la sensación abrumadora de que nunca vamos a poder superar el dolor es común en todos los casos", explica la psicóloga Jo Hemmings. Y agrega: "En términos emocionales, una mala ruptura te hará pasar por cinco etapas de duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación, e incluye recaídas".
Difícilmente “el mal de amores” puede ser curado por un profesional. Es cierto que un psicólogo puede ayudar, pero si no estamos dispuestos, de poco servirá. A más jóvenes duele más, pues idealizamos al ser amado, pero también se olvida más rápido. Es importante tratar de cambiar lo que había en conjunto y buscar nuevas amistades, no hablar mal del ex ni tampoco tratar de espiarlo en sus actividades en redes sociales.
Otro aspecto a tener en cuenta queda reflejado en un estudio publicado en el Journal of Experimental Psychology, donde se investigó la efectividad de tres estrategias de superación: 1) pensar en cosas malas de tu ex; 2) aceptar y hacerse cargo de los sentimientos de amor por tu expareja; 3) distraerte con buenos pensamientos que no tengan nada que ver con tu ex. Se examinó a 24 adultos de 20 a 37 años que habían comenzado a experimentar ataques de angustia tras terminar con sus parejas. De acuerdo con los resultados, las tres estrategias disminuyeron significativamente la respuesta emocional.
Si bien no hay fórmulas infalibles, y los plazos dependerán también de la personalidad de cada quien, está comprobado que “hay vida más allá del fin de una relación amorosa”
En fin, no hay una receta mágica para eso. No la hubo antes, menos ahora… Siempre duele y lo peor es que nos sentimos, en la mayoría de los casos, frustrados porque no funcionó: es inevitable sentirse enojados, dolidos y amargados.
La mejor forma sería aceptar con mucho estoicismo la ruptura y sentirnos tranquilos y seguros, planeando cómo seguir nuestras vidas solos. Sin embargo, eso no suele suceder: lo más común es que lloremos, hagamos escenas y entremos en un estado de depresión profunda.
Uno de los errores más comunes es intentar salir de ese bache encontrando otra persona lo más rápido posible. Es muy peligroso iniciar una relación pensando que un clavo saca otro clavo. No es justo para la persona que sirve para aminorar el dolor y aparentar que ya tenemos repuesto: generalmente una relación que empieza así, termina mal. Y los problemas se multiplicarán.
El primer paso del proceso es tratar de olvidar a esa otra persona. Es cierto que a veces es difícil separarnos totalmente del ambiente -mucho más si comparten el mismo lugar de trabajo-, pero es fundamental tratar de iniciar costumbres y amistades nuevas: empezar un curso de idiomas, ir al gimnasio, practicar un nuevo deporte… En ese sentido, guardar las cosas del otro y conservarlas para verlas, recrearlas y darles veneración no ayudará en absoluto. Lo mismo que hablar y hablar del otro, de lo bueno que era o de las cosas que le gustaban...
“Si bien es diferente para cada uno de nosotros, el sentimiento intenso de tristeza, pena y la sensación abrumadora de que nunca vamos a poder superar el dolor es común en todos los casos", explica la psicóloga Jo Hemmings. Y agrega: "En términos emocionales, una mala ruptura te hará pasar por cinco etapas de duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación, e incluye recaídas".
Difícilmente “el mal de amores” puede ser curado por un profesional. Es cierto que un psicólogo puede ayudar, pero si no estamos dispuestos, de poco servirá. A más jóvenes duele más, pues idealizamos al ser amado, pero también se olvida más rápido. Es importante tratar de cambiar lo que había en conjunto y buscar nuevas amistades, no hablar mal del ex ni tampoco tratar de espiarlo en sus actividades en redes sociales.
Otro aspecto a tener en cuenta queda reflejado en un estudio publicado en el Journal of Experimental Psychology, donde se investigó la efectividad de tres estrategias de superación: 1) pensar en cosas malas de tu ex; 2) aceptar y hacerse cargo de los sentimientos de amor por tu expareja; 3) distraerte con buenos pensamientos que no tengan nada que ver con tu ex. Se examinó a 24 adultos de 20 a 37 años que habían comenzado a experimentar ataques de angustia tras terminar con sus parejas. De acuerdo con los resultados, las tres estrategias disminuyeron significativamente la respuesta emocional.
Si bien no hay fórmulas infalibles, y los plazos dependerán también de la personalidad de cada quien, está comprobado que “hay vida más allá del fin de una relación amorosa”
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones
en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y
Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi
actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos
direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica
privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de
comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de
extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su
tradicional estigma.
Fui
la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en
ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad
de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El
Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007,
de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea
Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud
mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi
actividad profesional con otras actividades.
La
tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia,
doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo
cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque
esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en
ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos.
Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato
de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a
la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.