sábado, 25 de agosto de 2012

A qué edad y qué tipo de teléfono celular deberían tener nuestros hijos?


Tomado de The Wall Street Journal


Sue Swanson, una pediatra en Seattle, Washington, sabe que un bebé de nueve meses puede realizar algunas acciones básicas de imitación. Se podrían esperar sonrisas, parpadeos y algunas otras expresiones faciales y gestos. Sin embargo, ¿saben qué está viendo mucho?

“Pregunto a los padres si su hijo finge hablar por teléfono”, dijo Swanson. “Casi todos lo hacen”.

Bien, los bebés de nueve meses pueden ser un poco chicos, pero si se es padre, en algún momento se tendrá que lidiar con la cuestión de darle un teléfono celular al hijo.

A diferencia de las películas para mayores de 17 años o el permiso para conducir, no hay reglas claras que dicten cuándo puede o debería un niño tener un teléfono móvil.

“Como cualquier problema en la crianza de los hijos, todos tienen una opinión”, señaló Swanson, quien escribe un blog sobre crianza y salud para el Hospital Infantil de Seattle.

Sin embargo, Swanson sugirió que se está desarrollando cierto consenso en cuanto a que el rango de edad entre 11 y 13 años es un momento aceptable para equipar a los hijos con un teléfono. Esto se alinea con lo que están haciendo muchas familias: una encuesta de opinión de 2009 mostró que la mayoría de los niños que tienen teléfono celular lo recibieron para cuando cumplieron los 13 años.

¿Qué tipo de teléfono se debería obtener, y qué se le puede hacer al aparato de su hijo para ayudarlo a administrar su uso?

Para empezar, parecería bastante ridículo equipar al hijo de 11 o 12 años con un teléfono inteligente con todas las de la ley. Su miríada de capacidades, combinadas con el – llamémoslo por su nombre – terrible juicio de un niño es una receta para padecer dolores de cabeza, en el mejor de los casos.

Hay algunos proveedores especializados en teléfonos para niños, como Kajeet, que prometen fáciles controles familiares. Sin embargo, los principales operadores inalámbricos también ofrecen aparatos y servicios que básicamente hacen lo mismo. Algo que se querrá considerar es darle a su hijo un teléfono prepagado, lo cual se puede hacer por medio de los grandes operadores o las compañías sólo de prepago, como Virgin Mobile y Metro PCS.

Dados los precios bajos, muchos auriculares de los prepagados tienen capacidades limitadas, y con un plan prepagado de voz y datos existe un límite integrado a cuánto puede su hijo usar el aparato. ¿Quién sabe? Quizá hasta aprendan el valor de saber presupuestar.

No importa qué tipo de aparato le compre a su hijo, debería familiarizarse también con los diversos controles parentales que ofrecen los operadores. Cada uno de éstos tiene una combinación diferente de características y servicio, pero, en términos generales, todos tratan de hacer unas cuantas cosas iguales: restringir el acceso a aplicaciones y sitios inapropiados, limitar el uso y ofrecer servicios de rastreo de la ubicación. Espere pagar alrededor de cinco dólares extras al mes para usar estos servicios.

Si su hijo tiene un teléfono inteligente, existen controles que también puede activar en el lado de la ecuación correspondiente al aparato. Los padres de los jóvenes usuarios del iPhone deberían chequear el menú de restricciones en Configuración (ir a Configuración, luego a General, luego a Restricciones). Después de crear una contraseña (para que Samuelito no pueda deshacer la obra), podrá controlar el acceso a aplicaciones individuales, controlar las compras que se hagan en internet y deshabilitar los servicios de ubicación para cualquiera de las aplicaciones o todas.

Los aparatos con Android no tienen controles parentales integrados, pero eso se arregla fácil. Las aplicaciones gratuitas como los Controles Parentales Android y las de compañías de seguridad en internet, como Norton y Kaspersky, agregan filtros y herramientas para bloquear, a fin de que usted pueda limitar lo que su joven usuario de un móvil encuentre con su aparato.

Bien, puede conseguir justo el aparato adecuado, configurarlo bien, y habilitar todos los servicios y controles correctos, pero usted sabe que eso no será suficiente, ¿cierto? La verdad es que ninguna cantidad de configuraciones y preferencias puede remplazar a la crianza y la práctica de buenos hábitos.

“No se retire una vez que todo esté listo”, aconsejó Swanson. Y no permita que su falta de interés en la tecnología o lo que sepa de ella genere un espacio abierto para que lo explore su hijo.

“Usted necesita entender la tecnología tanto como su hijo, si no es que más”, aconsejó Swanson. “Es como aprender un idioma nuevo; y recuerde que los chicos aprenden idiomas nuevos con mayor rapidez que los adultos”.

Es posible que usted quiera establecer sus propias reglas para el uso – algunas que no se rijan por un panel de preferencias. Algo que hay que considerar es una hora límite para usar el teléfono celular o el inteligente. Agregue a eso la prohibición de cualquier tiempo en pantalla – teléfono inteligente, computadora o tableta – antes de acostarse.

“Sabemos que ver una pantalla antes de acostarse inhibe un patrón saludable de sueño”, dijo Swanson. “Y también sabemos que dormir bien por la noche está directamente relacionado con los periodos de atención y desempeño en el salón de clases, así es que ahí se presenta una continuidad en la cual usted puede tener una función”.

Mantener las pantallas lejos de los niños también significa tener cosas como los teléfonos móviles fuera de sus recámaras por la noche. Conserve el cargador en la cocina y no en el cuarto de su hijo.

“Si usted cree que no debería haber una televisión en la habitación de un niño o de una niña, y muchos padres están de acuerdo con eso, entonces, tampoco debería haber un teléfono celular”, dijo Swanson.

Si usted piensa en cuán adictos se vuelven los adultos cuando se trata de los teléfonos, considere qué tanto más poderoso puede ser ese impulso en un niño o un adolescente. Estudios neurológicos han mostrado que el cerebro de los niños y los adolescentes no se ha desarrollado lo suficiente como para siempre ejercer el autocontrol.

Como con otros aparatos electrónicos, el objetivo aquí es desarrollar un sentido del equilibrio y la moderación.

“Queremos que nuestros hijos tengan estas ricas experiencias en la tierra”, dijo Swanson. “Y parte de eso proviene de la tecnología asombrosa a la que tenemos acceso, y parte de eso se debe a que también la apagamos”.


Vivimos en un mundo de mentirosos: políticos encabezan listado superados por Banqueros


Tomado de Foreign Policy Español

¿De verdad los políticos son menos sinceros que las demás personas?
Por Dan Arely
¿Existe alguna profesión que despierte tanta antipatía y desconfianza como la de político? Según los últimos sondeos de Gallup, solo el 7% de los encuestados en Estados Unidos ponen una nota “alta” o “muy alta” a los cargos electos en cuestión de sinceridad y criterios éticos. Más o menos el mismo resultado que un sector que siempre ha sido un parangón de falsedad, el de los vendedores de coches, y un escalón por debajo de los vendedores por teléfono. ¿Y los individuos que se inventaron los seguros de impago de deuda y convirtieron nuestros préstamos hipotecarios en títulos avalados por esas hipotecas (ya saben, los amables banqueros de Lehman Brothers y otros)? Tienen una puntuación casi cuatro veces mejor en materia de confianza.
Reconozcamos que no es que los políticos no se hayan ganado a pulso esa reputación, desde Richard Nixon (“No soy un criminal”), pasando por George H.W. Bush (“Fíjense en lo que digo: no subiré los impuestos”), hasta Bill Clinton (“No mantuve relaciones sexuales con esa mujer”). No es de extrañar, pues, que, en un año electoral en el que los dos candidatos que optan a la Casa Blanca son hombres bastante limpios, aun así, corran rumores de cuentas bancarias ocultas en paraísos fiscales y certificados de nacimiento falsos. Y en una campaña multimillonaria en la que ambas partes derrochan en anuncios que acusan al adversario de ser deshonesto y mentir, no puede asombrar que tengamos tendencia a pensar que los políticos electos son inventores profesionales.
Sin embargo, en una serie de estudios que llevamos a cabo mis colegas y yo, descubrimos que la gente de Wall Street tenía más del doble de probabilidades de mentir que la de Capitol Hill (la sede del Congreso estadounidense). Pero, incluso después de la crisis financiera, se les consiente. ¿Por qué? ¿Estamos acusando a quienes no debemos?
Seamos sinceros. Todos mentimos. Adornamos nuestros logros para impresionar a otros y suavizamos nuestros insultos para no ofenderles. Decimos a nuestras maridos y mujeres que han adelgazado, decimos “lo siento” cuando no lo sentimos, y aseguramos que reciclamos sin cesar. Y también mentimos a desconocidos, a menudo sin darnos cuenta. El psicólogo de la Universidad de Massachusetts Richard Feldman descubrió que dos desconocidos que se veían por primera vez tenían muchas más posibilidades de las que pensaban de mentirse uno a otro. Después de observar los vídeos de sus conversaciones con extraños, el 60% de los participantes en el estudio reconocieron que habían contado dos o tres mentiras en los 10 primeros minutos. Imaginemos que hace un político profesional en campaña, cuando puede saludar a miles de desconocidos cada día.
En los experimentos que he realizado desde hace varios años, en general me he encontrado con que muy pocas personas aprovechan del todo la capacidad de mentir; lo que más hacemos es retocar la verdad. No somos horribles ni inmorales, pero casi todos queremos salir ganando con el engaño. Estamos programados para ser competitivos, y, en experimentos que crean unas condiciones en las que se supone que los demás van a adornar los hechos, la gente miente más.
La culpa es sobre todo de la racionalización. Las fuerzas que contribuyen a racionalizar la mentira (con argumentos como que nuestros colegas lo hacen, que las personas a las que estamos engañando son corruptas, que lo estamos haciendo por una buena causa) elevan el grado de deshonestidad que somos capaces de asumir. Pero las fuerzas que dificultan esa racionalización (el recordatorio de nuestras obligaciones morales, ser conscientes de las consecuencias de nuestros actos, etcétera) tienen el efecto contrario y disminuyen nuestra capacidad de mentir. Es curioso que el miedo a que nos descubran casi no interviene.
En otras palabras, mucha gente miente, por lo menos un poco. ¿Por qué creemos que nuestros políticos van a ser diferentes?
Los políticos, por definición, ocupan posiciones de poder. Les eligen para representar a grandes grupos de personas y tomar decisiones importantes que afectan a todos esos electores. Lo malo del poder es que sus efectos negativos se notan de inmediato. Cuando se coloca a alguien en una posición de poder, enseguida se hace con el puesto y, de forma intencionada o no, empieza a abusar de él. En un estudio de 2010 que examinaba la hipocresía moral de los poderosos, unos investigadores de las universidades Tilburg y Northwestern descubrieron que, cuando se coloca a una persona en una posición de poder, o solo con que se le convenza de que tiene poder, miente más y considera que sus transgresiones no son tan malas, mientras que, al mismo tiempo, tiende a exigir a sus subordinados un comportamiento más estricto.
Otro efecto secundario de ser político deriva del hecho de que los políticos toman decisiones que influyen en el bienestar de otros y, como consecuencia, tienen más tendencia a contar medias verdades o incluso mentiras porque piensan que, a la hora de la verdad, eso va a beneficiar a los demás. He estudiado este tipo de engaño altruista y he descubierto que, aunque la gente miente un poco para ayudarse a sí misma, miente más cuando el beneficiado es otro. De hecho, a medida que aumenta el número de beneficiarios, aumenta el nivel del engaño. Además, los participantes en el estudio se sentían menos culpables cuando mentían por el bien de otros que cuando lo hacían solo por su propio bien.
Los políticos son animales sociales y mentir es una enfermedad social. Cuando un político novato mira alrededor y ve que sus colegas no se comportan de forma honesta, decide que esa es la conducta aceptable y sigue su ejemplo. También contribuye la afiliación a los partidos. En un estudio que llevamos a cabo en la Carnegie Mellon University, incluimos a un participante falso que fingía ser, unas veces, un condiscípulo (con una sudadera de Carnegie Mellon), y otras, un alumno de una universidad rival (con una sudadera de la Universidad de Pittsburgh). Pedimos al infiltrado que dejara claro que estaba haciendo trampas. Cuando el estudiante llevaba la sudadera de Carnegie Mellon, estaba indicando a sus colegas que no había nada de malo en hacer trampas, y ellos empezaban a hacer más trampas también. Cuando llevaba la sudadera de Pittsburgh, su falta de honradez hacía que las trampas parecieran menos aceptables, por lo que disminuían. Lo mismo ocurre con los políticos: cuando un senador ve a miembros de su propio partido mintiendo o manipulando la verdad, eso se convierte en criterio moral.
Con todos estos factores combinados, ¿extraña que los políticos sean los personajes que inspiran más desconfianza? Pero la pregunta sigue ahí: ¿Los políticos mienten en sus vidas profesionales más que las demás personas? Si tenemos en cuenta su posición de poder, la fácil excusa de que sus mentirijillas tienen un propósito altruista y la falta de sinceridad que tanto abunda en los pasillos de la política, me da la impresión de que la respuesta es un sonoro “sí”.
Pero hay un matiz que me siento obligado a reconocer. En ese estudio que mostraba que los profesionales de Wall Street engañaban el doble que los de Capitol Hill, hicimos el experimento en los bares de Nueva York frecuentados por banqueros y otros equivalentes en Washington. Y cualquiera que haya ido a media tarde a un bar de Capitol Hill sabe que estos sitios están llenos de ayudantes de congresistas, gente joven, ingenua y animosa. Es probable que, en su mayoría, no lleven todavía en su puesto el tiempo suficiente para haber aprendido a mentir. Así que tal vez no es que los banqueros sean mucho peores, a la hora de la verdad.

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: ADOPCION RESPONSABLE




La adopción es una opción para aquellas parejas que no pueden tener hijos biológicos; sin embargo, se trata de una decisión que debe ser bien meditada, pues pueden existir inconvenientes colaterales que deben conocerse.

Mucho menos es una decisión a ser tomada con la frivolidad de algunas estrellas de la farándula entre las que parece haberse puesto de moda coleccionar niños adoptados de diferentes razas y nacionalidades; o la de muchas otras personas que buscan un modelo precioso, rubio y de ojos azules.

Al adoptar un niño los padres deben saber que inicialmente suelen existir ciertas dificultades de integración en la nueva familia, que suelen ser tanto mayores cuanta más edad tiene el hijo. Deben saber también que si no se conoce el origen y condiciones del embarazo y del parto de la madre biológica, o si existieron dificultades con éstos, existe algún riesgo potencial de problemas, como el déficit atencional e hiperactividad.

Deben saber también que más adelante en algún momento tendrán que enfrentarse a la situación de informar al hijo sobre su condición de adoptado, y hacerlo de la forma adecuada. Y deben saber también que a lo largo de su etapa infantil, y sobre todo en la adolescencia, pueden surgir crisis de identidad, e iniciativas de conocer a los padres biológicos, que hay que saber afrontar.

Sabiendo manejar bien estos aspectos la crianza de un hijo adoptivo no tiene por que ser ni más ni menos complicada que la de un hijo biológico. El estar informados sobre estos aspectos no tiene por qué suponer un obstáculo a la hora de tomar la decisión; más bien se pretende con ello que la decisión se tome de la forma más responsable, porque con frecuencia surge cierto arrepentimiento por parte de algunos padres adoptivos al manifestarse alguno de estos inconvenientes y comprender que no estaban preparados para solventarlos.

Este arrepentimiento puede inducir la tentación de dar marcha atrás, como si de un objeto con certificado de garantía se tratara, o bien puede provocar una relación futura con el hijo completamente inadecuada con frases como “mejor no te hubiéramos adoptado” o “así nos agradeces el harte dado un hogar”, etc. que provocarán en el hijo un inmenso sentimiento de culpa y deseos de no seguir viviendo.

No obstante lo anterior, existen algunos casos extremos en los que pese a toda la buena voluntad de los padres, las dificultades generadas por el hijo adoptivo son de tal magnitud que desestabilizan completamente la dinámica familiar. La misma situación puede suceder con un hijo biológico, pero en este caso se asume con mayor naturalidad el problema, mientras que en el caso del hijo adoptado los padres pueden llegar a hacerse el siguiente planteamiento “Nosotros decidimos responsablemente adoptar, esperando bienestar para el hijo y para nosotros, pero la situación es totalmente distinta e insostenible para todos. ¿Sería mejor dar marcha atrás?”.

El tema empieza a salirse del terreno de la salud mental para entrar al de la ética, áreas que frecuentemente entran en conflicto por este tipo de temas.

Desde el punto de vista de la salud mental la respuesta debería salir de un profundo análisis de cómo la situación afecta la salud mental de cada uno de los protagonistas, incluyendo al hijo adoptado, por supuesto.

Desde el punto de vista ético, el dilema es claro y comprensible, pero yo no tengo la respuesta verdadera; lo que sí se me ocurre es que la decisión de adoptar un hijo debe ser tan vinculante con el compromiso adquirido como la de tener un hijo biológico.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

martes, 21 de agosto de 2012

Continúan secuelas políticas por la visita de vicepresidente salvadoreño a Long Island


Tomado de Newsday
De su edición del Martes 21 de Agosto
Traducción libre por Compartiendo mi Opinión
El alcalde de la Villa de Freeport Andrew Hardwick al momento de disculparse ante los concejales y ciudadanos por haber recibido al vicepresidente salvadoreño. Foto tomada de Newsday

Alcalde de Freeport se disculpa por visita de Vicepresidente
Por Patrick Whittle

El Alcalde de Freeport Andrew Hardwick se disculpó el lunes < 20 de agosto> ante enojados residentes de Freeport que se opusieron a su reciente reunión con el vicepresidente de El Salvador.

Hardwick y otros funcionarios de Nassau se habían reunido el 8 de agosto con Salvador Sánchez Cerén, vicepresidente de El Salvador desde 2009 y un posible candidato a la presidencia en 2014. Cerén participó en las manifestaciones anti estadounidenses en San Salvador, cuatro días después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, terroristas, en las que los manifestantes quemaron banderas de Estados Unidos.


Unos 100 residentes asistieron a la reunión de concejales ayer, donde varios residentes exigieron una disculpa de Hardwick durante una sesión abierta al público.

"Ofendiste a  todos los residentes de Freeport al honorar (a Sánchez Cerén)   a menos de 200 metros de donde tenemos un monumento a los hombres y mujeres que murieron el 11 de septiembre", dijo el residente Charlie McEneaney.

Los Concejales también criticaron a Hardwick por no informar de la visita de Cerén. Hardwick, dijo que no tenía conocimiento a fondo sobre la trayectoria de Cerén antes de la visita, y que el evento se desarrolló tan"rápidamente"  que él "no tuvo tiempo para hacer nada más que alistarse".

Hardwick agregó: "Ante cualquiera que haya ofendido, me disculpo sinceramente".

Cerén se reunió con Hardwick, el ejecutivo del Condado de Nassau Edward Mangano, el Legislador  Francis X. Becker Jr. (R-Lynbrook) y otros funcionarios en las ceremonias en Mineola y Freeport a principios de este mes para reconocer el Día del salvadoreño-americano.

Los funcionarios locales enfrentaron el 13 de agosto protestas y críticas de los miembros del público, incluyendo algunos estadounidenses-salvadoreños. Hardwick, ese mismo día, emitió un comunicado expresando que "sus intenciones no fueron nunca deshonrar a los residentes de Freeport,  bomberos, policías y militares ni a ninguna persona que haya perdido a seres queridos en la tragedia del 9/11."

Desde la reunión con Cerén, Mangano dijo que él "no hubiera extendido ninguna forma de reconocimiento" para Cerén si hubiera sabido acerca de los antecedentes del vicepresidente, mientras que Becker dijo que él no estaba "al tanto de ninguna controversia en torno a" Cerén antes de los eventos de este mes.

Algunos residentes asistieron a la reunión de ayer para defender a Hardwick. Earline Skates dijo que los ataques en contra del alcalde fueron motivados políticamente por sus oponentes.

"Recuerden amigos, no se dejen engañar por cortinas de humo", dijo.


Noticia original publicada en Inglés este día por el periódico Newsday

Freeport mayor apologizes for VP's visit

by PATRICK WHITTLE

Freeport Mayor Andrew Hardwick apologized Monday to angry residents who objected to his recent meeting with the vice president of El Salvador.

Hardwick and other Nassau officials had met on Aug. 8 with Salvador Sánchez Cerén, vice president of El Salvador since 2009 and a likely candidate for president in 2014. Cerén participated in anti-U.S. demonstrations in San Salvador four days after the Sept. 11, 2001, terrorist attacks, in which marchers burned American flags.

About 100 residents attended yesterday's trustees meeting, where several residents demanded an apology from Hardwick during a public comment session.

"You did every resident of Freeport a disservice by honoring him not 200 yards from where we have a monument to men and women who died on Sept. 11," resident Charlie McEneaney said.

Trustees also criticized Hardwick for not informing them of Cerén's visit. Hardwick said he was unaware of Cerén's background before the visit, and that the event developed "rapidly" and that he "didn't have time to do much of anything other than get ready."

Hardwick added: "To anyone I have offended, I sincerely apologize."

Cerén met with Hardwick, Nassau County Executive Edward Mangano, Legis. Francis X. Becker Jr. (R-Lynbrook) and other officials at ceremonies in Mineola and Freeport earlier this month to acknowledge Salvadoran American Day.

The local officials were met on Aug. 13 with protests and criticism from members of the public, including some Salvadoran-Americans. Hardwick, later that day, issued a statement that his "intentions are never to dishonor Freeport residents, firemen, police officers, military, and those who have lost loved ones in the 9/11 tragedies."

Since meeting with Cerén, Mangano has said that he would "not have extended a form of recognition" to Cerén if he had known about the vice president's background, while Becker said he was "unaware of any controversy surrounding" Cerén before this month's events.

Some residents attended yesterday's meeting to defend Hardwick. Earline Skates said the attacks against the mayor were politically motivated by his opponents.

"Remember folks, don't be fooled by smoke screens," she said.