Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
En los últimos meses cada vez es más común leer o escuchar el término “chemsex”. Se trata de una combinación de las palabras "chemicals" (productos químicos) y "sex" (sexo), y se utiliza para describir un fenómeno en el que se involucra el uso de sustancias químicas durante encuentros sexuales. Esto combina drogas recreativas como la metanfetamina (también conocida como "cristal"), el GHB (gamma hidroxibutirato) y las catinonas sintéticas, con el fin de intensificar la experiencia sexual.
El chemsex, que puede durar hasta 72 horas en una especie de maratón, se ha asociado principalmente con la comunidad LGBTQ+ y es más común en entornos urbanos. Suele llevarse a cabo en fiestas sexuales o encuentros grupales, donde los participantes consumen drogas para aumentar la energía, reducir las inhibiciones y prolongar la actividad sexual.
Antes de esto, sólo conocíamos el Viagra. Pero ahora se recurre a químicos no únicamente para mantener una erección más tiempo sino también otras sustancias que prometen hacer sentir hasta fuegos artificiales cada vez que tengan sexo. Por supuesto, esto conlleva un riesgo para la salud aun en gente joven y que se cree sana, porque el corazón, todo el aparato circulatorio y el cerebro tendrán un desgaste mayor que con las relaciones sexuales normales.
La curiosidad puede atrapar a muchos. Las personas oyen campanas y sin conocimiento médico quieren apuntarse a probar todo aquello que les promete la gloria sin darse cuenta que si algo suena demasiado bien es porque en el fondo esconde algo negativo.
Si bien la gente se asusta de los efectos colaterales de cualquier fármaco, luego se mete en el cuerpo basuras que les prometen la felicidad total, como pasa con toda droga. Es más, si logran ese paraíso y viven para contarlo, pueden volverse dependientes del mismo. Como consecuencia de ello, probablemente ya no le vuelvan a agradar las relaciones sexuales normales y no lograrán encontrar clímax ni placer sin estas drogas.
La “felicidad sexual” tiene su precio, y suele ser caro. Quienes usan Viagra andan con el pene erecto por horas y pueden tener Priapismo o sea que la erección se prolongue más de lo deseado. El uso de drogas durante el sexo puede aumentar la probabilidad de prácticas sexuales de riesgo, como el sexo sin protección, lo que puede llevar a la transmisión de infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH.
Según un estudio realizado por la revista estadounidense Springer, “la administración de cocaína aumenta el deseo sexual de forma dependiente de la dosis y disminuye la probabilidad de empleo del condón: el papel de la demora y el descuento de probabilidad en la conexión de la cocaína con el VIH”.
Estas sustancias pueden alterar la percepción del tiempo, el estado de ánimo y la conciencia, y pueden tener un impacto en la conducta sexual y en la toma de decisiones. Al final, no es otra cosa que una ruleta rusa sexual, un juego que tarde o temprano termina mal.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
www.dramendozaburgos.com
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infanto-juvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.