Una comunicación familiar adecuada debe
incluir información e intercambio de ideas respecto al proyecto familiar o a
sus actividades como grupo; transmisión de valores y de criterios educativos de
padres a hijos; un modelo educativo y posibilidad de discusión sobre el mismo;
formación humana a los hijos; compartir información y apoyar las actividades y
proyectos de cada miembro; compartir experiencias cotidianas, trascendentes o
intrascendentes; compartir actividades; presencia física y psicológica de los
padres; transmisión de seguridad, protección (no sobreprotección) y amparo
mutuo; y, sobre todo, afecto; todo ello en el marco del respeto mutuo y la
armonía entre el respeto a la individualidad de cada uno, y los intereses de la
familia como grupo.
La falta de una comunicación adecuada es
un importante criterio de disfuncionalidad familiar, pero entendiendo, por otra
parte, que dentro de eso hay dos niveles claramente diferentes: la comunicación
inadecuada, y la falta de comunicación. Falta de comunicación significa la
transmisión de un bajo porcentaje de esa gama de elementos que es posible y se
deben transmitir en familia, de modo que no llega a establecerse un vínculo
sólido y una cohesión entre sus miembros, a parte del mero vínculo biológico.
No existe una vida de familia, sino vidas independientes y solas, habitando
bajo el mismo techo.
Sin embargo, la comunicación es
inadecuada cuando sí se transmite una cantidad importante de esos elementos,
pero no se hace de la forma adecuada, lo cual, aunque conlleva otro tipo de
consecuencias negativas, al menos sí permite sentir cierta cohesión y
estructura afectiva entre los miembros. Existe comunicación inadecuada cuando
se utiliza la imposición en vez del diálogo; cuando se utiliza el castigo como
represalia, y no como consecuencia lógica de lo infringido; cuando hay
prohibiciones y obligaciones en vez de responsabilidades razonables; cuando se
dicen las cosas con un doble sentido agresivo; cuando no hay el debido respeto,
e, incluso, cuando hay maltrato físico o psíquico con una intención positiva.
Se transmite amor, educación, autoridad, protección, etc., pero se pueden
producir daños colaterales profundos. En la comunicación inadecuada se puede
tener un sentimiento ambivalente de amor y odio por los otros miembros; en la
falta de comunicación el sentimiento predominante es la indiferencia por ellos.
Acerca de la Dra. Mendoza
Burgos
Titulaciones
en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y
Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi
actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos
direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica
privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de
comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de
extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su
tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y
Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La
tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos
acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la
familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.
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