domingo, 5 de diciembre de 2010

Clausuran Cumbre Iberoamericana en Mar del Plata

Tomado de RFI

En 2015 desaparecerá analfabetismo en la región acuerdan en cumbre iberoamericana

Correa fracasó en su intento de obtener condena a EEUU por lo revelado a través de los wikileaks

Se acuerdan medidas anti golpes de Estado

La medida para prevenir golpes de Estado es menos contundente que las ya contempladas por el Mercosur o Unasur. Cristina Kirchner evita la condena explícita de EE.UU. por el ‘cablegate’ defendida por Rafael Correa. Se comprometen a inversiones millonarias en materia educativa. Emotivo homenaje a Néstor Kirchner.

La XX Cumbre Iberoamericana culminó el sábado en Mar del Plata con la aprobación de medidas para defender el orden democrático y el compromiso de inversiones multimillonarias para elevar la calidad educativa en los próximos 11 años.

Marcada por notables ausencias y con telón de fondo las revelaciones de Wikileaks, los jefes de Estado, de gobierno y representantes de Latinoamérica, España, Andorra y Portugal suscribieron en la declaración final una “cláusula democrática” para “cortar todo tipo de vinculación con un estado miembro donde se intente o logre destruir la democracia", en palabras de la presidenta y anfitriona argentina Cristina Kirchner.

La medida es en concreto menos coercitiva que las ya contempladas por organizaciones como el Mercosur, que prevé la expulsión del país del bloque, o Unasur, que contempla la posibilidad de cierre de fronteras y sanciones comerciales.

El acuerdo alcanzado en Mar del Plata apunta a "suspender al Estado en que se hubiese materializado la ruptura del orden constituido o del Estado de Derecho, del derecho a participar en los distintos órganos e instancias, así como del goce de los derechos y de los beneficios que se derivan de ser miembro de la Conferencia Iberoamericana, hasta que el orden constitucional sea restablecido".

El otro aspecto destacado por los mandatarios en esta cumbre realizada bajo el lema “Educación con inclusión social”, fue el de la enseñanza. Los países miembros se comprometen a "alcanzar plena alfabetización en todos los países de la región antes de 2015.

Fortalecer los programas existentes y el desarrollo de programas de emergencia" para cumplir con la meta de erradicar el analfabetismo dentro de cinco años. El objetivo es realizar una inversión de 102.824 millones de dólares en los próximos diez años.

Lejos de los micrófonos fue palpable la brecha entre el bloque bolivariano, que buscó sin suerte a través del presidente ecuatoriano Rafael Correa una condena diplomática explícita de Estados Unidos por inmiscuirse en los asuntos internos regionales a la luz de las revelaciones de Wikileaks, y la voluntad de Cristina Kirchner de bajar el nivel de tensión con Washington, una postura respaldada por Brasil, México y Chile.

La reunión dio pie también a un momento emotivo cuando el presidente de Brasil, Luiz Inacio rindió tributo al extinto secretario de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el argentino Néstor Kirchner, tras un minuto de aplausos pedido por el rey Juan Carlos de España.

La XX Cumbre Iberoamericana terminó con un perfil más político que en sus ediciones anteriores, pero padeció el faltazo de figuras de peso, empezando por el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. Otras ausencias que llamaron la atención, los presidente Hugo Chávez (Venezuela), Evo Morales (Bolivia), Daniel Ortega (Nicaragua) y Raúl Castro (Cuba). A lo que se suma la del hondureño Porfirio Lobo, quien no fue invitado por Kirchner, que cuestiona su legitimidad tras el golpe contra el presidente Manuel Zelaya.

Así lo informó la prensa local Argentina:

El Clarín

La Nación

Conclusiones de la Cumbre por Enrique Iglesias, Secretario General Iberoamericano; Trinidad Jiménez y Héctor Timerman, Cancilleres de España y Argentina respectivamente

Recorriendo Los Angeles, California en bicicleta. Parte 2/2

Artículo original The New York Times
Tomado de El Mercurio


Por Seth Kugel

Para almorzar, Jeff sugirió El Burrito Jr., en Redondo Beach, una estructura con apariencia de queso, con un techo en A de color rojo, toldos amarillo y unas pocas mesas. Pedí el burrito de chile verde con cerdo, mientras él probó un burrito súper de luxe con carne asada, ambos por unos 6 dólares. Dejamos a un lado nuestras bicicletas y comimos. Mi burrito estaba mediocre. El de él, mucho mejor. Pero cuando no estás acostumbrado a pedalear durante 19 millas, o algo así, eso realmente no importa.

La ciclo vía entre redondo beach y santa Mónica permite evitar los habituales tacos.

El Downtown y más allá

Sabía que Los Angeles tenía un skyline repleto de grandes edificios y actividad febril, pero en mis breves viajes anteriores nunca me había interesado ir hacia esa zona. Pero ahora me sentía curioso por ver de qué se trataba todo eso, y el bus expreso N° 10 recorrió las 16 millas desde Santa Mónica a Union Station, en el centro, ahorrándome energías para pedalear arriba y abajo por el empinado downtown de la ciudad.

Me pareció que, de cerca, el centro de Los Ángeles es aún más impresionante que de lejos, con adornos arquitectónicos como el Bradbury Building y sus escaleras interiores de acero casi tan maravillosas como los exteriores relucientes del Walt Disney Concert Hall, diseñado por Frank Gehry.

Mi primera parada luego de dejar el bus fue para almorzar en Traxx
(traxxrestaurant.reachlocal.com), un restaurante art deco justo dentro de la Union Station, que está acreditado como uno de los responsables de revivir la escena gastronómica del centro.

Aunque las bicicletas están permitidas dentro de la ornamentada estación, yo aseguré la mía en el estacionamiento de bicicletas que está fuera y me preparé para un enfrentamiento con el maitre, porque me temía que mi tenida de ciclista podía chocar con el código de vestimenta del sitio. "No se preocupe, es una estación de trenes", me dijo. El menú era bueno: pedí unos espárragos como entrada y luego una versión contemporánea del pozole mexicano. Mi comida lujosa de la semana me costó 22 dólares, con impuestos y propinas.

Justo al otro lado de la Union Station está Olvera Street, que va hasta El Pueblo de Los Angeles National Monument (www.elpueblo.lacity.org), una colección de edificios históricos en el lugar donde en 1781 unos pocos residentes establecieron la comunidad que derivaría finalmente en la metrópolis actual. Mi viaje hacia el circuito histórico fue desilusionante, en todo caso. Desafortunadamente, los edificios históricos están ampliamente opacados por horrendos puestos de baratijas a lo largo de la calle.


Huí hacia el corazón del Chinatown. Pedaleé por su plaza central cerrada para el tránsito vehicular, pero no para mí disfrutando la sensación kitsh de las construcciones influenciadas por el estilo de las pagodas y, luego de encadenar mi bicicleta, metiéndome en tiendas con nombres como Phoenix Imports que venden novedades como disfraces de ninja o tazones deformados con la leyenda "I got smashed in California". Tentado como estaba por los papelillos para cigarros con fragancia de chocolate, mis únicas compras fueron unos pastelillos mediocres en Wonder Bakery.

El resto del día, como fuera, resultó más reconfortante, en la medida en que me metí al poco turístico sector de los inmigrantes al oeste del downtown. Estaba especialmente interesado en Koreatown, con sus malls repletos de artículos coreanos, algunos en empaques sin traducción al inglés. También había recibido una gran recomendación para cenar de parte de Margy Rochlin, que escribe acerca de gastronomía (y otras cosas) en Los Angeles: detente por un taco como plato de entrada en West Third Street al atardecer, y luego ve por el plato principal a Koreatown.

Estas calles atestadas y mal mantenidas no estaban hechas para pedalear, así que me sentí reconfortado por haber elegido un modelo híbrido de bicicleta en Bicycle Ambulance: ideal para todo tipo de terrenos.

En Taco Móvil, en la esquina de Third y Mariposa, que abre todos los días desde las 16 horas a medianoche, probé un sorprendentemente nada grasoso taco de chorizo, pero la torta de milanesa de res era una maravilla, bañada en frijoles, cubierta de queso blanco, jalapeños y palta.

Para el plato coreano, fui a Beverly Soon tofu. Fantástico. Especialmente el acompañamiento de galbi, una especie de costillitas en versión coreana.

Hacia esa hora, las 8 p.m., no estaba de ánimo para seguir pedaleando de vuelta a Santa Monica, así que Google Map me dirigió al bus N° 920, que iba directo a Santa Mónica vía Wishire Boulevard.

Las calles mal mantenidas y atestadas de personas de koreatown no están hechas para pedalear.

Pasadena

Pasadena está lejos de Santa Mónica, pero quería disfrutar de algún evento deportivo mientras estaba ahí. Afortunadamente, mis finanzas y mis intereses se alinearon: ¿por qué ir a ver a los Lakers cuando podría ver un partido de fútbol americano en el Rose Bowl? Y aunque pagar 36 dólares por un asiento reservado en U.C.L.A. podía parecer una extravagancia, en Craiglist conseguí el dato de un tal Steven que quería vender su asiento reservado para el juego de Washington State de ese sábado por sólo 15. Nos encontramos en el estacionamiento del Von's Supermarket a sólo 40 cuadras de mi hostal.

Planifiqué un día en Pasadena, calculando que si lograba llegar lo suficientemente temprano, podría llegar a Marston's (www.marstonsrestaurant.com), que tiene un reputado desayuno, e incluso podría hacer una visita breve a la Huntington Library, Art Collections and Botanical Gardens (www.huntington.org), que abría a las 10.30, antes de ir al partido que comenzaría a las 12.30.

Marston's Restaurant es uno de esos sitios con brunch de alto nivel que atraen filas los fines de semana en la mañana. Pero como cliente solitario, encontré rápidamente un sitió en el mesón, donde pedí tostadas francesas con hojuelas y cubierta de frutillas, y una taza de su muy buen café, y fue suficiente.

Salí por las avenidas de Pasadena llenas de árboles y, al menos en fin de semana, amigables con los ciclistas, hacia Huntington.
Aseguré mi bicicleta en el estacionamiento de Huntington, que tenía unos paisajes más elegantes que muchos de los parques de Nueva York.

Los jardines en sí mismos (especialmente el Desert Garden) concentraban más esfuerzos de paisajismo que muchos países. Los 90 minutos que pasé ahí fueron necesarios para recorrer los jardines solo, y me dieron tiempo suficiente para visitar una de las copias sobrevivientes de la Biblia de Gutenberg en la sorprendente colección de libros antiguos de Huntington.

Habían 40 minutos pedaleando desde Huntington hasta Rose Bowl, los que nutrí más que justificadamente con un sándwich de cerdo de 7 de dólares en Nom Nom, un quiosco móvil de comida vietnamita que estaba en el estacionamiento cuando salí de Huntington.

Sin estacionamiento de bicicletas visibles, encandené mi bicicleta a una señal de tránsito y me metí al admirablemente Rose Bowl y me senté en medio de los fanáticos que usaban polleras azules que sugerían que eran recién graduados. Hacía calor y el estadio no estaba lleno, así que habría podido cambiarme a otros puestos, o irme al palco de prensa, pero me acerqué a otros fanáticos más viejos que disfrutaban el partido en un sector con sombra.

Cuando terminé mi semana frugal en Los Angeles, devolví la bicicleta, empaqué y tomé el bus 3 al aeropuerto. Para ser honestos, había esperado recorrer Los Angeles en bicicleta y transporte público sólo como una manera tolerable de ahorrar dinero.

Entonces, ¿por qué me estaba sintiendo tan contento con este viaje a una ciudad que antes nunca me había gustado demasiado? Por mucho que hubiese disfrutado las avenidas con palmeras o las calles de Beverly Hills, lo que realmente había disfrutado eran los momentos entre esos puntos. Los desconocidos que compartían sus secretos a bordo de los buses, los paseadores de perros y turistas holandeses que me detuvieron para conversar a lo largo de Rodeo Drive, el aspirante a actor con el que hablé en Santa Monica Boulevar mientras él iba, pedaleando, a una audición.

Esos eran verdaderos momentos de Los Angeles. Momentos que la mayoría de los visitantes que van por las avenidas detrás de los volantes de sus autos rentados nunca van a experimentar. A menos que detengan sus autos en un puesto callejero de tacos o de comida vientamita.

La biblioteca Huntington mezcla jardines con una gran colección de arte.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Capturan al “ponchis” el niño sicario degollador

Tomado de Zona Cero

Con tan solo 14 años. Fue retenido en Cuernavaca. Está acusado de degollar a sus víctimas

Decadencia de la especie humana

El Ejército Mexicano detuvo a Edgar Jiménez Lugo, conocido El Ponchis, quien pretendía abordar un avión en el aeropuerto Mariano Matamoros de esta ciudad con destino a Tijuana, acompañado de una de sus hermanas, Isabel.

El menor, de 14 años, se presume participó en diversas ejecuciones y acciones ordenadas por el Cártel del Pacífico Sur.

De acuerdo a El Ponchis, él y su hermana pretendían abordar el último vuelo que sale de Cuernavaca hasta esa ciudad fronteriza para después viajar a San Diego, California, Estados Unidos, donde viven sus padres (divorciados) y una de sus tías, para refugiarse y huir de la mafia en Morelos.

Según confesiones del narcosicario más joven que se ha registrado en México fue el encargado de decapitar de manera directa a cuatro personas y realizar levantones, así como tirar cadáveres de más de 300 personas que han sido asesinadas a lo largo de un año.

Entre sus primeras declaraciones, El Ponchis dijo haber sido levantado y obligado bajo amenaza de muerte por Jesús Radilla, El Negro, jefe del Cártel del Pacífico Sur (CPS) para formar parte de ese grupo criminal o, de lo contrario, ser ejecutado.




Edgar Jiménez Lugo también confesó ser ciudadano estadunidense, dato que fue confirmado por la Secretaría del a Defensa Nacional (Sedena) tras su intento de salir del país.

Cabe señalar que otra de sus hermanas de 24 años se encontraba con él al momento de su intento de fuga, sin embargo, dijo no estar relacionada con el Cártel del Pacífico Sur y sólo haber acudido al aeropuerto a despedir a sus dos hermanos.

En tanto, Isabel, de 19 años, confesó ser amante de Jesús Radilla y haberlo visto por última vez hace una semana tras el aseguramiento de varios sicarios en el club nocturno Fantasy.

El Ponchis relató a las autoridades que integrantes del Cártel del Pacífico Sur lo drogaban y obligaban a cometer las ejecuciones.

SALUD MENTAL, LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: REALIDAD REAL (I)

Por Doctora Margarita Mendoza Burgos
Para Compartiendo Mi opinión


Recuerdo que hace algún tiempo, en un canal de televisión con abundante programación infanto-juvenil, se promociona un mensaje que trataba de invitar a este sector de la población a superar lo último en tecnología, representado por la llamada “realidad virtual”, y descubrir el más allá: la realidad real, es decir, uno mismo. Y me llamó agradablemente la atención porque provocaba una reflexión que deberíamos observar también los adultos: hasta dónde y de qué maneras tan sofisticadas o peligrosas somos capaces de llegar, tratando de encontrar lo que tenemos tan cerca y tan accesible, y no somos capaces de ver.

Cada vez hay más “soluciones mágicas” que tratan artificialmente de superar nuestros problemas, de satisfacer fácilmente nuestros deseos, de ponernos todo al alcance de la mano, y de hacernos sentir y aparentar lo que no somos. Se usan drogas para olvidar los problemas, pero los problemas ahí siguen, y nadie más que uno mismo puede enfrentarse a ellos para superarlos realmente. También se usan drogas para experimentar “sensaciones maravillosas”, tan intensas y fugaces como irreales; y que impiden la posibilidad de reconocer otras sensaciones como la luz del sol, la caricia de la brisa, el aroma de las plantas, o el canto de los pájaros; tan maravillosas como uno quiera verlas, y, con seguridad, reales, sanas y permanentes.

Hay aparatos que permiten hasta tener relaciones sexuales virtuales, pero que no permiten sentir el amor que contiene un beso o una simple caricia de un ser querido, real y cercano. La presión comercial nos convence de que debemos ser de tal manera y nos hace sentir como si lo fuéramos por usar determinado producto, pero luego no se responsabiliza por la frustración al descubrir que, de todos modos, somos como somos. La realidad real es la única que nos permite ser los protagonistas de nuestra propia vida.

Y ahora que se aproximan las fiestas navideñas, esa misma presión comercial tratará de convencernos de que necesitamos consumir mil y un productos para ser felices en estas Navidades. Gastaremos el dinero que tenemos, o incluso el que no tenemos para descubrir después que nuestra felicidad no dependía de ello, sino de si nuestra vida está bien o no, o de si tenemos seres realmente queridos con los que compartir la compañía, aunque no pueda ser una compañía física. Y será así porque así fueron también los años anteriores.

Esa misma presión comercial tratará también de convencer a nuestros hijos de todos los juguetes que deben pedir a Santa para disfrutar. Lo último en tecnología, en muchos casos juguetes que juegan solos, convirtiendo al niño en mero espectador. Y esos son precisamente los que Santa les regalará para no defraudarles, y hasta más. Por suerte, Santa se va esa misma noche y no puede ver que la mayoría de esos regalos no serán realmente disfrutados, o muy brevemente. E igualmente será así porque así fueron también los años anteriores.

Dra. Margarita Mendoza Burgos:

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Actividad profesional, en El Salvador, desde 1,993, un año después de la firma de los acuerdos de paz que pusieron fin a la guerra civil y donde se hizo evidente la necesidad de ayudar a recuperar la salud mental a las personas afectadas por el conflicto.

Su actividad profesional ha sido enfocada en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión a través de la práctica privada; y la segunda es la colaboración con diferentes medios de comunicaciones nacionales e internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma. Fue la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ha colaborado con instituciones y organizaciones sin fines de lucro en sus programas, entre ellas, Fundación Ayúdame a vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamin Bloom, Universidad de El Salvador. Ha sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Su destacada trayectoria profesional ha sido reconocida por diferentes organizaciones e instituciones entre ellas el Honorable Congreso de su país El Salvador, quien la reconoció públicamente en 2007 por su destacada labor profesional realizada en el campo de la salud mental.

Actualmente reside en Florida, Estados Unidos, desde donde compatibiliza su actividad profesional con otras actividades.

A través de los medios tecnológicos actuales, como video conferencia y teleconferencia, da consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad al paciente para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje, de igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los costos de los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos.

Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidadSu práctica profesional está orientada hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares, a la dirección y educación de los hijos, ya que la Doctora Mendoza Burgos después de tantos años de experiencia profesional está convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nace el individuo, hasta que se vuelve adulto o se independiza.

La Doctora Mendoza Burgos es fiel creyente del rol fundamental que juega la familia en el desempeño durante toda la vida del ser humano, potenciando en buena medida sus probabilidades de éxito.

La Nueva Ruta de la seda Parte 3: Kazajstán

Tomado de RFI

Por Juan Pablo Cardenal y Heriberto Araújo
Desde Almaty, Kazajstán

En su irrefrenable avance comercial, China quiere hacer de Horgos (provincia de Xinjiang), su ariete para allanarse el camino hacia Kazajstán y Asia Central. Para ello, las autoridades desarrollan un ambicioso y brutal plan de desarrollo. Escuche la segunda parte de la serie de reportajes La Nueva Ruta de la Seda.

Cientos de conductores kazajos esperan pacientemente con sus camiones repletos de mercancías chinas para cruzar desde el puesto fronterizo de Horgos, en la esquina noroccidental de la provincia china de Xinjiang, hacia Kazajstán y el resto de Asia Central.

Mientras deambulan durante horas bajo un sol de justicia, a unos pocos metros, varios autobuses repletos de inversores potenciales recorren la zona de libre comercio de 5,2 kilómetros cuadrados cedida por ambos países y que está ya en construcción.

Una zona de libre comercio que, de hecho, sirve perfectamente al propósito del Gobierno chino de convertir Horgos en el ariete de su expansión comercial por la nueva Ruta de la Seda hacia Asia Central. La transformación será total. “El Gobierno está incentivando con suelo barato, trato fiscal favorable y subvenciones para negocios nuevos que las empresas inviertan aquí y hagan de Horgos una base para la exportación a Kazajstán y Asia Central”, nos explica Wang Shangren, vicepresidente de la asociación empresarial de Horgos.

En base a los ambiciosos planes de futuro, las autoridades chinas prevén que en una década Horgos multiplique por diez sus actuales 20.000 habitantes y por 20 el millar de empresas la localidad. “Queremos hacer de Horgos el próximo Shenzhen”, declaró públicamente un alto cargo comunista, dando a entender que el milagro de transformar un pequeño pueblo de pescadores cantonés en la joya del capitalismo rojo, es también posible en Xinjiang, en la otra punta del país. Rascacielos, hoteles, centros comerciales y una zona industrial dominarán el nuevo paisaje en la ciudad elegida por China para desplegar sus tentáculos por toda Asia Central.

Para alimentar ese sueño, el corredor euroasiático se ofrece en carne viva gracias a su demanda voraz de mercancías chinas a bajo precio. Los camiones kazajos que esperan en el puesto fronterizo son buen ejemplo de dicho empuje. También lo es, más aún si cabe, el paso fronterizo para transeúntes, convertido a diario en un auténtico caos donde cientos de personas empujan sin piedad para acceder, a través de un pasillo rodeado de verjas de hierro, al primer control militar del recinto aduanero. Un espectáculo mayormente incivilizado, sin espacio para los más débiles, que cualquier día acabará en tragedia.

Cargados de fardos, televisiones de plasma, cajas de fruta, textiles varios, electrodomésticos o carretillas con mercancías de toda índole, el gentío multiétnico vocifera, resiste como puede y empuja a toda fuerza, arrastrando a la masa como un solo hombre para ganar un puñado de centímetros en dirección a la verja. El caos es total y dura una eternidad. Hasta que, empapados en sudor, los comerciantes kazajos y viajeros ocasionales como nosotros se ponen finalmente a salvo al ganar su sitio al otro lado del control militar chino.



Ese tránsito incesante de personas, camiones y mercancías es también palpable una vez en Kazajstán, donde a lo largo de varios kilómetros más de 300 camiones con sus cargas vacías esperan en la cuneta para entrar en China y volver a abastecerse con productos Made in China. Una rutina que se repite a diario y cuyo destino es alguno de los fabulosos mega-mercados que, al otro lado de la frontera, se despliegan por Kazajstán, Kirguistán y otros países de la región.

El mercado de Baraholka, en las afueras de Almaty, la capital económica de Kazajstán, es uno donde más visible es el zarpazo comercial chino. En 60.000 containers de barco, pintados en color plata y reconvertidos en puntos de venta comerciales y almacén, se venden todo tipo de mercancías, desde artículos de primera necesidad a objetos de decoración o para el hogar, pasando por electrodomésticos, mobiliario y las cosas más inverosímiles. Vista la fiebre comercial en Horgos, no es ninguna sorpresa que casi toda la mercancía provenga del gigante asiático.

“El 80 por ciento de la mercancía que se vende aquí proviene de China”, explica desde su oficina Igor, gerente de una de las empresas que alquilan los puestos del mercado. Comprobamos además que los precios del mercado prácticamente triplican los que, por los mismos productos, se fijarían en el país vecino. Igor reconoce que muchos kazajos viven gracias a los productos baratos de China, que pueden vender en Kazajstán aplicando un amplio margen. Una dependencia sin excesivo riesgo, según él: “si los precios suben alguna vez en China, habrá que buscar los productos en otros mercados”.

Con una cantera de mano de obra barata inacabable y los planes de China para asfaltar su penetración comercial en Asia Central a través de Horgos y Kashgar, los productos Made in China seguirán por mucho tiempo invadiendo el corredor centroasiático. Una nueva Ruta de la Seda que, con los proyectos de infraestructuras previstos, eventualmente alcanzará también los mercados europeos.

Recorriendo Los Angeles, California en bicicleta. Primera Parte

Artículo original The New York Times
Tomado de El Mercurio

Santa Mónica Boulevard

Por Seth Kugel

Para ahorrar dinero, Seth Kugel, el "viajero frugal" de The New York Times, decidió arrendar una bicicleta para recorrer Los Angeles. Sorteando al tráfico infernal y las colinas ondulantes, al final del viaje, él asegura que pedalear es quizá la mejor manera de conocer la ciudad.

Cuando le decía a la gente que iba a pasar una semana en Los Angeles sin poner un pie en un auto, una palabra se repetía más que cualquier otra: "imposible". ¿Pero qué pasa si no puedes pagar un auto? Y si quieres, de hecho, conocer la ciudad gastando aproximadamente 100 dólares diarios.

Bien, ese era mi mandato. Uno que rápidamente entendí que sería imposible de lograr si arrendaba un auto, que podía costarme 40 dólares diarios, sin considerar combustible y estacionamientos. Así que el mes pasado, armado con pantalones cortos de ciclista y determinación, fui a Los Angeles a echar un vistazo sobre dos ruedas.

Siete días y seis noches pedaleando me demostraron que no sólo era posible, sino que además, en muchos casos me mostraron una perspectiva sin filtros de Los Angeles que no habría logrado detrás del volante de un auto, conduciendo por carreteras en lugar de caminos locales.

Pude pedalear por la costa del Pacífico, detenerme en puestos de comida y meterme en parques sin tener que pensar en buscar dónde estacionarme o, peor, conseguir un valet. Y a medida que los días pasaban, comprendí que, para una ciudad conocida por su cultura automovilística, Los Angeles podía recorrerse en una bicicleta. El pequeño número de vías exclusivas para pedalear y circuitos señalizados para ciclistas parecen algo inútiles, pero el servicio en versión beta del mapeo de rutas ciclistas para móviles de Google Map y la ayuda de la web sirven para darles un sentido. En todas lados hay señales de tránsito que urgen a los automovilistas a "compartir los caminos" con los ciclistas y dejarles una franja libre para circular. Así, sólo ocasionalmente me subí a las veredas, cuando sentí miedo del tránsito vehicular.

Para ser justos, mi mirada puede estar alterada por el hecho de que elegí Santa Mónica como centro de operaciones, en parte por sus vías exclusivas para bicicletas a lo largo de la costa y calles relativamente tranquilas, pero principalmente porque aterricé en un buen hostal de 28 dólares la noche, parte de la cadena Hostelling International. El lugar, con 260 camas, en Second Street, sólo a dos cuadras de la playa, había sido altamente recomendado por un angelino que conocí en un viaje reciente al Caribe.

Una vez instalado ahí, busqué en internet un sitio de arriendo de bicicletas en el área y elegí Bicycle Ambulance que, además de tener tarifas desde 22 dólares diarios, con impuestos, tenía buenas reseñas en internet. Eso me dejaba 50 dólares para pasar el día, la mitad de los cuales los gastaría en todos esos buenos sitios foodies y en taquerías que los conocedores me habían recomendado, y el resto para recreación y para gastar algo en traslados en bus y tren (había renunciado a los autos, no al transporte público después de todo, ya que en Los Angeles resultó ser un sistema amigable que acoge las bicicletas en los tranvías y buses).

Para maximizar mi pedaleo y cata de tacos y tramos en bus, mantuve un calendario cuidadosamente ordenado.

Lo que sigue son cómo pasé cuatro de esos días, pedaleando por todos lados, durante unas 15 a 40 millas diarias, y volviendo a mi base antes de cualquier lesión muscular.

Recorrer los angeles en bicicleta no sólo es posible, sino que permite una visión sin filtros. Beverly Hills y HollywoodEn una mañana de domingo, a las 7:45, salí hacia el este por Santa Monica Boulevard con rumbo a Beverly Hills. A esas horas, las calles estaban tan vacías que parecían una enorme pista para ciclistas. Hacia la hora que llegué a mi destino, una media hora más tarde, el tráfico había aumentado y descubrí una pista exclusiva para bicicletas verdadera, que duró unas 20 cuadras antes de desaparecer otra vez.

Había avanzado unas pocas cuadras hacia Rodeo Drive, deteniéndome para contemplar las vitrinas de Porsche Design, Harry Winston Jewellers y Bijan. Las tiendas no estaban abiertas aún, pero eso tampoco importaban: no eran precisamente un territorio "frugal". Enfundado sólo en una polera y ajustados pantalones de ciclista, tampoco creo que hubiese sido bienvenido de cualquier manera.

Continué mi camino por algunas pequeñas calles laterales hacia un lugar que vendía cosas que sí podría pagar: el Beverly Hills Farmers' Market (www.beverlyhills.org/attractions/market/default.asp). Fue el primero de muchos datos frugales que me recomendaron amigos y colegas (como descubriría a lo largo de este viaje, la increíblemente variada cocina de Los Angeles es el sueño de un viajero frugal, siempre y cuando no te importe comprar en puestos callejeros).

Un aspecto positivo de una ciudad repleta de tráfico es que está repleta también de señales de tránsito donde asegurar tu bicicleta. Luego de hacer precisamente eso, me maravillé en el mercado, donde recargué mis energías con un jugo fresco de frutas, chilaquiles mexicanos y scones británicos por sólo 10 dólares.

Terminado el brunch, pude dedicarme a mi entretención por el día: un tur por las casas de las estrellas. En lugar de pagar 40 dólares en uno de esos recorridos en buses descapotados, pensé, podría armar mi propio circuito usando como base el circuito ciclístico que aparece en la sección "Beverly Hills Star Home Loop" del libro Bicycling Los Angeles County, de Patrick Brady.

Aunque el libro en general demostró ser muy útil, este tur en particular estaba plagado de errores, diciéndome que debía doblar a la izquierda donde en verdad debiera haber doblado a la derecha. Sí me guió hacia las casas que alguna vez habitaron George Burns y Frank Sinatra. Juzgando desde las barreras que las protegen, la casa de Sinatra parecía la más extravagante, porque las otras parecían apenas más llamativas que cualquier casa de los suburbios de alto nivel.

Eran las calles amplias y vacías, los Maseratis en las avenidas y los paisajes claramente impecables los que sugerían algo diferente. Bueno, eso y los buses de los tures de las estrellas que me pasaban, mientras sus ocupantes me miraban como pensando si yo sería una estrella también.

Desde ahí, crucé unas pocas millas suaves al este hacia Hollywood, siguiendo calles menores paralelas a las grandes avenidas, donde, incluso un domingo en la mañana, el tráfico parecía una competencia (un smartphone con Google Maps o cualquier otra aplicación tipo GPS es una ayuda invaluable, aunque creo que todavía existen los mapas en papel). Una vez ahí, viré en Vine para una breve parada en el puesto de tacos Cactus, recomendado por un colega amigo, para probar la especialidad.

Luego estaba listo para atrapar las huellas de Jack Nicholson fuera del Grauman's Chinese Theater en medio de una calle repleta de tiendas, un par de millas al norte de la taquería y a una vida de distancia de las tranquilas calles residenciales por las que paseé en Beverly Hills en la mañana. Mi parada final fue en Jitlada, un restaurante tailandés unas pocas millas al este del Teatro Chino. Probé la Crispy Morning Glory Salad y el cerdo kua kling, preparado en su segunda versión más especiada (que podría caracterizar como un infierno ardiente).

Al final, exhausto, comencé una rutina que se haría cada vez más fácil a medida que la semana progresaba: esperé el bus, y cuando llegó, le pedí al conductor que bajara el track para bicicletas en la parte delantera del bus, aseguré la mía. Luego subí y dejé que mis piernas descansaran.

La costa

Tratar de ver las 15 millas de línea costera entre Santa Monica y Redondo Beach podría resultar demente en cualquier otro medio de transporte que no fuera una bicicleta.

Es plana y casi completamente recorrible si se usa la vía para bicicletas que recorre la playa. Puedes devolverte en cualquier momento si lo deseas, y puedes ir cualquier día de la semana a la hora que sea, ya que no tienes que competir con las horas peak de tránsito o (incluso) con el tráfico de todos los días.

En bicicleta fue un viaje fácil. Me acompañó Jeff Hartleroad, un viejo colega y compañero de cuarto -ahora un neonatólogo- al cual no había visto aproximadamente por una década. Jeff es un ciclista serio. Estuve temporalmente intimidado por el hecho de que él usaba unos zapatos especiales que se conectaban a los pedales, pero lo superé.

Comenzamos en las afueras del Santa Monica Pier y avanzamos por la curvada y bien mantenida pista que se dirigía hacia la costa. Aún en un día de semana, había una multitud de ciclistas, aunque no suficientes para convertir esto en una multitud: mi único reclamo era que la ruta se volvía un poco arenosa en algunas secciones. En pocos minutos, Jeff anunció que ya habíamos llegado a Venice Beach, aunque me pareció innecesario decirlo: a lo largo de la costanera, una tras otra, había una clínica de marihuana medicinal, otra de bótox y un especialista en anillos para los dedos de los pies. Era media mañana y la población de homeless de Venice Beach estaba todavía acampando.

Justo después de Venice, la vía corre a lo largo de la Marina del Rey, que es uno de esos tipos de sitios que uno escucha millones de veces pero que en realidad nunca piensa que realmente existan. Se veía realmente sofisticada, y Jeff nuevamente pareció intimidante cuando dijo que había comprado un bote que estaba en la marina que daba su nombre al barrio.

De ahí seguimos pedaleando, primero pasando por Ballona Creek y la planta de energías entre Dockweiler State Beach y Manhattan Beach, hasta que finalmente avanzamos por las casas con vista al mar a lo largo de las playas Hermosa y Redondo. Estaba encantado con las tiendas y cafés al aire libre, alineadas en las calles peatonales del centro.

¿Vale la pena ponerles frenillos a los niños cuando aún son tan pequeños?

Tomado de The Wall Street Journal

Por Nancy Keates

A los niños que todavía reciben visitas del ratoncito Pérez les están poniendo frenillos.

En Estados Unidos, la cantidad de niños de 17 años o menos que está recibiendo tratamientos de ortodoncia ha crecido 46% en los últimos 10 años hasta llegar a 3,8 millones en 2008, segun la Asociación Estadounidense de Ortodoncistas.

La esperanza de los padres es que cuanto antes empiecen con el tratamiento del niño —esto es, antes de que le salgan todos los dientes definitivos—, menor será el que necesite posteriormente. Aunque esto es cierto en algunos casos, de lo que muchos padres parecen no darse cuenta es que para los problemas de ortodoncia más comunes, los tratamientos desde temprana edad no ofrecen garantías de poder evitar una segunda ronda de intervenciones en la adolescencia, por lo que es posible que no ahorren tanto tiempo ni dinero como esperan.

Algunos padres recuerdan sus propios años de la adolescencia con la boca llena de hierros y quieren ahorrarles a sus hijos esa angustia. "Esperamos que le permita salvarse de toneladas de frenillos más adelante", dice Janice Slonecker Berman, una ejecutiva de Oregón, a cuya hija de 8 años, Bailey, le pusieron en agosto frenillos sobre seis dientes superiores para corregir un diente delantero torcido. El tratamiento de Bailey costó US$900.

Hasta hace poco, los frenillos para una niña de 8 años eran algo prácticamente inaudito. "Quince años atrás, no se veían niños (con frenillos) hasta que eran adolescentes", apunta Lee W. Graber, presidente de la Asociación de Ortodoncistas. "No sabíamos lo benéfica que podía ser una guía temprana", agrega. La eficiencia de los tratamientos tempranos de ortodoncia es un tema muy estudiado en países con fuertes servicios de salud pública, especialmente en Escandinavia, dice Cameron Jolley, un ortodoncista de Texas.

Esta clase de tratamientos primerizos tiene sentido para ciertos problemas, como una mandíbula inferior adelantada o un arco superior angosto, que son más fáciles de corregir cuando los huesos todavía están creciendo. Tratar a pacientes de 7 u 8 años con un "expandidor palatal" ensancha la mandíbula superior, de forma que los dientes superiores se alinean mejor con los de abajo. Esto podría suavizar la segunda ronda de tratamiento, cuando el paciente es adolescente.

Para una de las condiciones más comunes —la denominada maloclusión de clase 2, comúnmente conocida como una 'sobremordida' o 'dientes de conejo'—, los estudios sugieren que no hay beneficios significativos en un tratamiento temprano. Comenzar un tratamiento a edad temprana para este problema normalmente implica una segunda fase, sin garantías de que vaya a ser más fácil gracias a la intervención previa. Hacerle frente desde el principio a esta condición también suele traducirse en más tiempo de tratamiento y una factura más cara al final.

Factores psicológicos

Desde 1990, tres estudios al azar (en la Universidad de Florida, con 261 niños; en la Universidad de Carolina del Norte, con 166; y en la Universidad de Manchester, Reino Unido, con 174) demostraron que tratar las maloclusiones de clase 2 cuando el paciente todavía es pequeño es menos eficiente que comenzar cuando es adolescente.

Los ortodoncistas suelen sugerir las intervenciones tempranas solamente cuando piensan que beneficiarán al paciente, dice Gregory King, profesor de ortodoncia en la Universidad de Washington, en Seattle. Aun así, se puede argumentar que algunos de estos tratamientos son opcionales y no obligatorios. "Tengo la impresión general de que se hace más de lo que es necesario", admite.

Para los padres, la parte complicada es determinar cuándo vale la pena un tratamiento así y cuándo representa una pérdida de tiempo y dinero. A veces intervienen factores psicológicos para apresurarse a corregir dientes torcidos o de conejo, sobre todo cuando el niño es el blanco constante de burlas o existe la preocupación de que se golpee uno de los dientes y se caiga.

Kate Heald, una madre de 39 años de Massachusetts, se sorprendió cuando el ortodoncista dijo que su hija Rose, que entonces tenía 7 años, debía ponerse frenillos. "No hemos visto a ningún niño de segundo grado con frenillos en el colegio", dice Heald. Rose tenía problemas de espacio y una sobremordida.

Tras llevar los frenillos durante tres días, sus dientes empezaron a verse mejor, recuerda Heald. Tras 10 meses, incluyendo un fijador semi-permanente, y a un costo de US$3.500, la madre dice que los dientes de su hija están perfectamente alineados.

Sin embargo, el ortodoncista cree que la niña probablemente necesitará volver a llevar frenillos cuando sea adolescente. "Quieres que tengan una bonita sonrisa, pero parece una locura que (los ortodoncistas) los hagan pasar por esto dos veces", lamenta Heald.

Los ortodoncistas dicen que sienten la presión de intervenir pronto, tanto por parte de los padres como de los niños. "No estamos tratando de aprovecharnos", dice