sábado, 4 de diciembre de 2010

Recorriendo Los Angeles, California en bicicleta. Primera Parte

Artículo original The New York Times
Tomado de El Mercurio

Santa Mónica Boulevard

Por Seth Kugel

Para ahorrar dinero, Seth Kugel, el "viajero frugal" de The New York Times, decidió arrendar una bicicleta para recorrer Los Angeles. Sorteando al tráfico infernal y las colinas ondulantes, al final del viaje, él asegura que pedalear es quizá la mejor manera de conocer la ciudad.

Cuando le decía a la gente que iba a pasar una semana en Los Angeles sin poner un pie en un auto, una palabra se repetía más que cualquier otra: "imposible". ¿Pero qué pasa si no puedes pagar un auto? Y si quieres, de hecho, conocer la ciudad gastando aproximadamente 100 dólares diarios.

Bien, ese era mi mandato. Uno que rápidamente entendí que sería imposible de lograr si arrendaba un auto, que podía costarme 40 dólares diarios, sin considerar combustible y estacionamientos. Así que el mes pasado, armado con pantalones cortos de ciclista y determinación, fui a Los Angeles a echar un vistazo sobre dos ruedas.

Siete días y seis noches pedaleando me demostraron que no sólo era posible, sino que además, en muchos casos me mostraron una perspectiva sin filtros de Los Angeles que no habría logrado detrás del volante de un auto, conduciendo por carreteras en lugar de caminos locales.

Pude pedalear por la costa del Pacífico, detenerme en puestos de comida y meterme en parques sin tener que pensar en buscar dónde estacionarme o, peor, conseguir un valet. Y a medida que los días pasaban, comprendí que, para una ciudad conocida por su cultura automovilística, Los Angeles podía recorrerse en una bicicleta. El pequeño número de vías exclusivas para pedalear y circuitos señalizados para ciclistas parecen algo inútiles, pero el servicio en versión beta del mapeo de rutas ciclistas para móviles de Google Map y la ayuda de la web sirven para darles un sentido. En todas lados hay señales de tránsito que urgen a los automovilistas a "compartir los caminos" con los ciclistas y dejarles una franja libre para circular. Así, sólo ocasionalmente me subí a las veredas, cuando sentí miedo del tránsito vehicular.

Para ser justos, mi mirada puede estar alterada por el hecho de que elegí Santa Mónica como centro de operaciones, en parte por sus vías exclusivas para bicicletas a lo largo de la costa y calles relativamente tranquilas, pero principalmente porque aterricé en un buen hostal de 28 dólares la noche, parte de la cadena Hostelling International. El lugar, con 260 camas, en Second Street, sólo a dos cuadras de la playa, había sido altamente recomendado por un angelino que conocí en un viaje reciente al Caribe.

Una vez instalado ahí, busqué en internet un sitio de arriendo de bicicletas en el área y elegí Bicycle Ambulance que, además de tener tarifas desde 22 dólares diarios, con impuestos, tenía buenas reseñas en internet. Eso me dejaba 50 dólares para pasar el día, la mitad de los cuales los gastaría en todos esos buenos sitios foodies y en taquerías que los conocedores me habían recomendado, y el resto para recreación y para gastar algo en traslados en bus y tren (había renunciado a los autos, no al transporte público después de todo, ya que en Los Angeles resultó ser un sistema amigable que acoge las bicicletas en los tranvías y buses).

Para maximizar mi pedaleo y cata de tacos y tramos en bus, mantuve un calendario cuidadosamente ordenado.

Lo que sigue son cómo pasé cuatro de esos días, pedaleando por todos lados, durante unas 15 a 40 millas diarias, y volviendo a mi base antes de cualquier lesión muscular.

Recorrer los angeles en bicicleta no sólo es posible, sino que permite una visión sin filtros. Beverly Hills y HollywoodEn una mañana de domingo, a las 7:45, salí hacia el este por Santa Monica Boulevard con rumbo a Beverly Hills. A esas horas, las calles estaban tan vacías que parecían una enorme pista para ciclistas. Hacia la hora que llegué a mi destino, una media hora más tarde, el tráfico había aumentado y descubrí una pista exclusiva para bicicletas verdadera, que duró unas 20 cuadras antes de desaparecer otra vez.

Había avanzado unas pocas cuadras hacia Rodeo Drive, deteniéndome para contemplar las vitrinas de Porsche Design, Harry Winston Jewellers y Bijan. Las tiendas no estaban abiertas aún, pero eso tampoco importaban: no eran precisamente un territorio "frugal". Enfundado sólo en una polera y ajustados pantalones de ciclista, tampoco creo que hubiese sido bienvenido de cualquier manera.

Continué mi camino por algunas pequeñas calles laterales hacia un lugar que vendía cosas que sí podría pagar: el Beverly Hills Farmers' Market (www.beverlyhills.org/attractions/market/default.asp). Fue el primero de muchos datos frugales que me recomendaron amigos y colegas (como descubriría a lo largo de este viaje, la increíblemente variada cocina de Los Angeles es el sueño de un viajero frugal, siempre y cuando no te importe comprar en puestos callejeros).

Un aspecto positivo de una ciudad repleta de tráfico es que está repleta también de señales de tránsito donde asegurar tu bicicleta. Luego de hacer precisamente eso, me maravillé en el mercado, donde recargué mis energías con un jugo fresco de frutas, chilaquiles mexicanos y scones británicos por sólo 10 dólares.

Terminado el brunch, pude dedicarme a mi entretención por el día: un tur por las casas de las estrellas. En lugar de pagar 40 dólares en uno de esos recorridos en buses descapotados, pensé, podría armar mi propio circuito usando como base el circuito ciclístico que aparece en la sección "Beverly Hills Star Home Loop" del libro Bicycling Los Angeles County, de Patrick Brady.

Aunque el libro en general demostró ser muy útil, este tur en particular estaba plagado de errores, diciéndome que debía doblar a la izquierda donde en verdad debiera haber doblado a la derecha. Sí me guió hacia las casas que alguna vez habitaron George Burns y Frank Sinatra. Juzgando desde las barreras que las protegen, la casa de Sinatra parecía la más extravagante, porque las otras parecían apenas más llamativas que cualquier casa de los suburbios de alto nivel.

Eran las calles amplias y vacías, los Maseratis en las avenidas y los paisajes claramente impecables los que sugerían algo diferente. Bueno, eso y los buses de los tures de las estrellas que me pasaban, mientras sus ocupantes me miraban como pensando si yo sería una estrella también.

Desde ahí, crucé unas pocas millas suaves al este hacia Hollywood, siguiendo calles menores paralelas a las grandes avenidas, donde, incluso un domingo en la mañana, el tráfico parecía una competencia (un smartphone con Google Maps o cualquier otra aplicación tipo GPS es una ayuda invaluable, aunque creo que todavía existen los mapas en papel). Una vez ahí, viré en Vine para una breve parada en el puesto de tacos Cactus, recomendado por un colega amigo, para probar la especialidad.

Luego estaba listo para atrapar las huellas de Jack Nicholson fuera del Grauman's Chinese Theater en medio de una calle repleta de tiendas, un par de millas al norte de la taquería y a una vida de distancia de las tranquilas calles residenciales por las que paseé en Beverly Hills en la mañana. Mi parada final fue en Jitlada, un restaurante tailandés unas pocas millas al este del Teatro Chino. Probé la Crispy Morning Glory Salad y el cerdo kua kling, preparado en su segunda versión más especiada (que podría caracterizar como un infierno ardiente).

Al final, exhausto, comencé una rutina que se haría cada vez más fácil a medida que la semana progresaba: esperé el bus, y cuando llegó, le pedí al conductor que bajara el track para bicicletas en la parte delantera del bus, aseguré la mía. Luego subí y dejé que mis piernas descansaran.

La costa

Tratar de ver las 15 millas de línea costera entre Santa Monica y Redondo Beach podría resultar demente en cualquier otro medio de transporte que no fuera una bicicleta.

Es plana y casi completamente recorrible si se usa la vía para bicicletas que recorre la playa. Puedes devolverte en cualquier momento si lo deseas, y puedes ir cualquier día de la semana a la hora que sea, ya que no tienes que competir con las horas peak de tránsito o (incluso) con el tráfico de todos los días.

En bicicleta fue un viaje fácil. Me acompañó Jeff Hartleroad, un viejo colega y compañero de cuarto -ahora un neonatólogo- al cual no había visto aproximadamente por una década. Jeff es un ciclista serio. Estuve temporalmente intimidado por el hecho de que él usaba unos zapatos especiales que se conectaban a los pedales, pero lo superé.

Comenzamos en las afueras del Santa Monica Pier y avanzamos por la curvada y bien mantenida pista que se dirigía hacia la costa. Aún en un día de semana, había una multitud de ciclistas, aunque no suficientes para convertir esto en una multitud: mi único reclamo era que la ruta se volvía un poco arenosa en algunas secciones. En pocos minutos, Jeff anunció que ya habíamos llegado a Venice Beach, aunque me pareció innecesario decirlo: a lo largo de la costanera, una tras otra, había una clínica de marihuana medicinal, otra de bótox y un especialista en anillos para los dedos de los pies. Era media mañana y la población de homeless de Venice Beach estaba todavía acampando.

Justo después de Venice, la vía corre a lo largo de la Marina del Rey, que es uno de esos tipos de sitios que uno escucha millones de veces pero que en realidad nunca piensa que realmente existan. Se veía realmente sofisticada, y Jeff nuevamente pareció intimidante cuando dijo que había comprado un bote que estaba en la marina que daba su nombre al barrio.

De ahí seguimos pedaleando, primero pasando por Ballona Creek y la planta de energías entre Dockweiler State Beach y Manhattan Beach, hasta que finalmente avanzamos por las casas con vista al mar a lo largo de las playas Hermosa y Redondo. Estaba encantado con las tiendas y cafés al aire libre, alineadas en las calles peatonales del centro.

1 comentario:

  1. Interesante e inteligente manera de viajar. Por cierto, me llamo Pedro y formo parte de una asociación para promover el uso de la bicicleta urbana en una pequeña ciudad de España.

    He leído que utilizaste el track de bicicletas del autobús y me gustaría saber si dispones de alguna foto. Yo tengo una que me pasaron hace tiempo y me gustaría contrastar si ha habido algún tipo de modernización al respecto.

    Saludos,

    Pedro.

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