¿Los suyos propios? ¿Cuáles, si no los
tiene? Ahí empieza el problema, la situación de crisis, que no es en realidad
con los padres, sino consigo mismos. Durante esta etapa se produce una intensa
búsqueda de criterios y valores y los buscan fuera del hogar, porque los del
hogar son ya conocidos y, aunque ofrecen una seguridad, son los de los padres,
no los de uno mismo. No significa necesariamente que los rechace; simplemente
necesita conocer otros, aunque para ello tenga que olvidarse provisionalmente
de ellos. Es la típica rebeldía de esta edad. De este modo, el entorno social
se abre como un escaparate lleno de posibilidades; de oportunidades, de
intrascendencias, y también de riesgos, donde el adolescente va a buscar sus
criterios y valores.
Muchas veces los padres tratamos de
oponernos, aunque sea sutilmente. Nos resistimos a pensar que descarten lo que
se les ha dado, lo conocido que funciona, para buscar en lo desconocido y
arriesgado. Y cuanta más resistencia ponemos, más se agrava la situación. No
terminamos de entender que lo que necesitan no son cosas nuevas, sino
simplemente decidir por sí mismos qué es lo que quieren, como pensar y cómo
actuar.
Este proceso de búsqueda es necesario y
natural, y para ello necesitan probar diferentes opciones; por eso se dejan
llevar tanto por las modas, y por eso hoy les gusta una cosa y mañana otra. El
que los padres nos opongamos a ello solamente les va a fomentar el rechazo a
los valores del hogar. Nuestra actitud debe ser de comprensión, de apoyo y de
vigilancia a los riesgos. Ellos, en el fondo, se sienten enormemente inseguros
ante lo desconocido, y confusos y angustiados porque nada de lo que prueban les
satisface en forma durable; pero esto es normal.
No
les digamos “esto está bien o mal”, no les demos sermones, al contrario;
sigámosles la corriente a ver dónde nos llevan, siempre vigilantes. Provoquemos
la reflexión en ellos; aprovechando cualquier tema de actualidad, o cualquier
noticia en televisión, planteémosles cuestiones relacionadas con sus
experiencias y descubrimientos, evitando siempre el sesgo sobre lo que está
bien y lo que está mal. Hagamos de caso que no existe “lo que está bien y lo que
está mal”, hagamos contrapunto poniéndonos incluso, aparentemente, contra
nuestros propios valores y dejemos que ellos reflexionen y saquen sus
conclusiones. Tomará un poquito de tiempo, tropezarán alguna vez,
inevitablemente, como todo aquel que empieza algo nuevo sin experiencia, pero
poco a poco irán madurando y encontrando su lugar.
Comprobaremos
que los criterios que van tomando empiezan a parecerse a lo que nosotros
queríamos; aunque no siempre, y cuando eso sea así, reflexionemos nosotros
mismos. Unas veces nos daremos cuenta de que sus criterios diferentes no son ni
mejores ni peores que los nuestros; simplemente diferentes. Y algunas otras veces
también nos daremos cuenta de que los criterios equivocados eran los nuestros,
y habremos aprendido algo de ellos. Hay dos cosas muy importantes en este
proceso, que no pierdan la confianza en nosotros, y que sean ellos mismos
quienes saquen sus conclusiones. Si en el hogar había valores consistentes, al
final del proceso, con nuestro apoyo, terminarán descubriendo por sí mismos que
casi todo lo que buscaban fuera, estaba en casa. De eso se trata el reto.
Acerca de la Dra. Mendoza
Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica,
Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad
Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha
enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión
en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes
medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con
objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de
apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar
acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en
sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital
Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la
embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me
hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por
la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como
video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en
diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para
mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite
a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son
demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta
privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención,
y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y
educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia
profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada
persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la
educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde
que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la
familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.
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