
Las actitudes más frecuentes de estas terceras personas son la
sobreprotección, el exceso de consentimiento al niño, el boicot a las medidas
disciplinarias, y hasta el descrédito del modelo educativo de los padres, con
lo que si éste no se aplica con suficiente firmeza, tiende a ser desautorizado,
a veces inconscientemente y sin mala intención,
tratando de proyectar con ello un malentendido amor por el niño; otras
veces semiconscientemente, buscando poder en el seno de la familia; pero en
cualquier caso inconscientes del perjuicio que con ello ocasionan a los hijos y
a la estabilidad familiar.
De entre todas estas situaciones frecuentes, uno de los modelos
más típicos de interferencia es el de la abuela paterna que ejerce cierta
dominación sobre su hijo, quien suele tener escasa implicación en la educación,
pareciendo más preocupado de estar a bien con su madre que de educar
adecuadamente a sus hijos, quitándole autoridad a su pareja para darle crédito
a su madre (claro, a fin de cuentas, lo educó a él), y ajeno a las
repercusiones de todo eso en la educación de los niños, e incluso en la estabilidad
de la pareja, ya que si la mujer trata de hacer valer sus criterios, surgen
conflictos en la pareja. Por supuesto, no es una situación general, pero
tampoco es raro de ver. Tampoco son escasos los ejemplos de interferencia por
parte de la abuela materna, que, amparada en su “experiencia”, trata de
aplicarla con su nieto, frecuentemente en connivencia con su hija, la mamá del
niño, y marginando al padre de su rol de padre.
Los hijos tienden a no obedecer por varias razones: primera,
porque no están seguros de que los criterios educativos de los padres (o de uno
de ellos) sean los correctos; por falta de firmeza de su parte, y porque la
pareja no apoya; segundo porque la tercera persona boicotea la educación y
propone otro modelo, que aunque quizá desacertado, los niños ven atractivo;
tercero, porque como consecuencia de lo anterior los hijos no tienen una
referencia clara ni unos límites; cuarto, porque suelen encontrar refugio en la
tercera persona con el aval de uno de la pareja. En esas condiciones, la
educación no es fácil, porque existen grandes fugas por donde se escapa todo el
esfuerzo.
Los niños en el hogar necesitan un modelo educativo definido,
claro y único, y la responsabilidad de establecerlo y dirigirlo corresponde
exclusiva e irrenunciablemente a los padres en consenso, a uno de los dos si el
otro falta, o bien a la persona que esté a cargo del niño si ambos padres
faltan. Terceras personas, aún cuando sean dueñas de la casa, no deben imponer
modelos educativos, ni siquiera hacer nada que distorsione el modelo propuesto
por los padres. Toda acción educativa de terceras personas debe adaptarse al
modelo y ser avalada por los padres. En estas condiciones, su aporte sí puede
ser de gran utilidad; pero esto es algo que los responsables del niño deben
dejarlo claro con su actitud.
Acerca de la
Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y
Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas
en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993,
en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el
ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la
colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones
también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad
de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra
infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas
especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también
con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir,
Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador.
He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la
atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de
reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El
Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido
en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con
otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido
establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a
distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo
cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque
esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en
ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos.
Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi
profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones
familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años
de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el
desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy
fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió
en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó,
e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol
fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el
futuro.
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