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sábado, 29 de marzo de 2014

Países de la Eurozona se transforman al actuar como bloque

Tomado de esglobal

EL HUMPTY DUMPTY DE LA EUROZONA
¿La parte transformará la naturaleza del todo?

Por Enrique Mora Benavente

No hace tanto tiempo, los juegos de construcción causaban furor. Con las mismas piezas podías hacer un león o un coche de carreras. Las figuras aparecían y se deshacían entre tus manos. Las piezas eran lo importante –niño, recoge todo, no pierdas ninguna pieza–, todo el universo se podía crear a partir de ellas.
Cuando te hacías mayor las cosas podían ser más complicadas, pero en el fondo no parecían ser muy distintas. René Descartes había introducido dos ideas que, de alguna manera, convertían la naturaleza en un gigantesco Lego. La primera era la eficacia del reduccionismo como método de conocimiento. Si dividimos un problema complejo en partes más pequeñas, más asequibles de resolver, iremos obteniendo respuestas al problema inicial. La segunda tesis era que el cuerpo humano puede ser pensado como una máquina.
Uniendo estas ideas –es más fácil entender el funcionamiento de una maquinaria compleja desmontándola y los seres vivos funcionan como máquinas –, el pensador francés sentó las bases de la ciencia de los seres vivos y acabó con siglos de disquisiciones pseudo-filosóficas sobre el “soplo esencial”.
El avance fue considerable. Pero como tantas veces en la historia de las ideas, una aportación decisiva entraña consecuencias imprevisibles –y  falsas –. En el caso de Descartes, la tesis del reduccionismo como método de razonamiento y la metáfora de la máquina tenían una doble suposición implícita. De un lado, que comprender cómo funcionan las partes nos da la clave para entender cómo funciona el todo. De otro, que las partes, por su esencia y su forma de funcionar, nos van a dictar, casi de forma natural, cómo se reconstruye el todo. En otras palabras, desmontar un ser vivo es como desmontar un reloj. Y, acto seguido, puede volver a montarse. La idea del doctor Frankestein no era tan descabellada después de todo. 
En los seres vivos, esta suposición implícita es falsa. En ellos, las relaciones entre las partes son complejas, es decir, tienen lugar en presencia de muchos elementos de muy variada naturaleza, son relaciones débiles y dependen del contexto. Por ejemplo, la misma interacción entre una proteína y un segmento de ADN puede conducir a situaciones diferentes, incluso opuestas, en función de qué otras proteínas haya alrededor. Es decir, las redes de interacciones entre partes vivas evolucionan constantemente, y lo hacen por una buena razón: incorporan información del entorno y mantienen la estabilidad frente a constantes perturbaciones. En otras palabras, nos salvan la vida cada segundo.
Lo divertido de esta historia es que muchos sistemas complejos se comportan igual que los seres vivos. Si los desagregamos en partes más pequeñas, incluso en lo que en principio son sus componentes, cada una de estas partes se comporta de una manera diferente a la que lo hacía en el conjunto. Cada una evoluciona de forma distinta, lo cual tiene plena lógica, ya que su razón de ser y su forma de actuar venían determinadas por su pertenencia y sus relaciones con las demás partes del todo. Los anglosajones conocen esta situación con el nombre de problema de Humpty Dumpty, en honor del ser con forma de huevo que se cayó del muro y nadie pudo reconstruir, según cuenta una antigua canción infantil.
Si hay un paradigma de sistema complejo, ese es la Unión Europea. Sus componentes son 28 Estados, pero también lo son las instituciones, o el área Schengen, o la Confederación Europea de Sindicatos o el Partido Popular Europeo.
Uno de los componentes es la zona euro. Una moneda mal diseñada está tras la crisis particular  –que convive con la financiera general– de este grupo de países, de algunos más que de otros. Para resolver el problema, la Eurozona ha sido literalmente extirpada del cuerpo común, y sometida a un tratamiento intensivo, todavía en marcha, para dotarse de las instituciones básicas sin las que una moneda no puede sobrevivir: unión bancaria, elementos clave de una unión fiscal, concertación estrecha de políticas económicas, e incluso, en el futuro, algunos elementos de una unión política. Cuando este proceso termine, la Eurozona será algo completamente diferente, tanto en su esencia como en las relaciones entre los Estados que la forman. A partir de ahí, habrá que reinsertarla en la Unión. No será fácil y el resultado más probable de este proceso es que sea el todo, la UE como tal, la que deba acomodarse a la Eurozona, y no al revés.
Mientras tanto, otro componente, el Reino Unido, está buscando una forma de redefinirse, teóricamente para no separarse. En un curioso acto de fe cartesiana de los herederos del filósofo David Hume, Londres parece convencido de que puede desengancharse selectivamente de la Unión, reformular sus relaciones con ella y volver a insertarse sin ningún problema. Y hacerlo con un presupuesto implícito que es exactamente el contrario del otro experimento en marcha: si mantener el euro requiere muchas más integración, Gran Bretaña pretende exactamente lo contrario. Difícilmente podrá funcionar.
El Humpty Dumpty de la Eurozona es tan brutal que terminará cambiando la Unión Europea, la parte transformará la naturaleza del todo. El Humpty Dumpty británico es tan irreal, tan autista a lo que está sucediendo en el continente, que no podrá funcionar. El problema es que sumados los dos puedan producir una especie de monstruo Frankenstein que termine por no andar. No es difícil imaginar de qué parte será más fácil y realista prescindir para que la criatura se ponga en pie. 

sábado, 21 de septiembre de 2013

Así llega Alemania a las elecciones de este domingo

Tomado de esglobal 

Ciudadanos alemanes caminan frente a carteles de propaganda política para las elecciones de este domingo 22 de Septiembre.

¿Cuál es la situación y a qué se enfrenta el país a pocos días de sus elecciones?

Por Andreu Jerez

esglobal: ¿En qué momento se encuentra Alemania?
Sociedad alemana: En un momento de profunda crisis económica, política y de identidad en buena parte de los países que forman la Unión Europea, muchos miran a mi capital, Berlín, en busca de respuestas y también de soluciones. Durante los últimos años, he marcado el devenir político y económico del Viejo Continente gracias a un remozado liderazgo que se vio erosionado durante la crisis económica en la que me vi inmersa a principios del presente siglo. En aquel momento, un desempleo estructural considerable y un Estado del Bienestar que ciertamente necesitaba una revisión llevó a mi entonces canciller, el socialdemócrata Gerhard Schröder, a introducir un paquete de reformas ya mítico, conocido como Agenda 2010, con el apoyo de Los Verdes: aquellas reformas supusieron un recorte del gasto público y del Estado del Bienestar, así como la flexibilización del mercado laboral.
¿Los resultados?: con los datos macroeconómicos en la mano, mi economía ha soportado mejor que la de otros países europeos la Gran Recesión que comenzó hace más de cinco años. Actualmente, los datos oficiales de desempleo rondan el 7% de la población activa, he mantenido un ligero crecimiento en un contexto de crisis europea y global, y el sector exportador, clave en mi economía (supone alrededor del 50% de mi PIB), se mantiene robusto gracias a la diversificación de los mercados en los que busco salida a mis apreciados productos made in Germany.  
esglobal: Esas reformas introducidas hace una década, ¿sólo han tenido efectos positivos?
SA: No, ni mucho menos. Unos datos macroeconómicos buenos no siempre se traducen en la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos de un país. O al menos no de todos. Si echamos un vistazo, por ejemplo, a mi mercado laboral, veremos que éste tiene dos caras bien diferentes: mantengo e incluso creo empleo, pero al mismo tiempo, mi sector de sueldos bajos y de condiciones laborales precarias se extiende y engulle a cada vez a más personas: como apunta el libro (recientemente publicado) “La quinta Alemania. Un modelo hacia el fracaso europeo”, alrededor de 8 millones de asalariados en mi mercado laboral trabajan en mini jobs o en condiciones laborales precarias. Además, el hecho de que la Agencia Federal de Empleo no incluya a mis parados de larga duración (los conocidos popular y despectivamente como Hartz IV) hace que el desempleo oficial sea más bajo que el real.
No son pocos los economistas los que me califican como la actual punta de lanza del neoliberalismo en Europa. Como apunta un informe del Instituto de Ciencia Económica y Social financiado por la Comisión Europea, el modelo neoliberal, que comenzó a ganar terreno entre mi clase política ya en la década de los 80, ha provocado que el sector del trabajo a tiempo parcial haya escalado del 14 al 29% entre los años 1991 y 2010. Esa neoliberalización de mi modelo económico ha provocado, por tanto, una dualización de mi mercado laboral: hay millones de asalariados, de sectores donde el sindicalismo mantiene una cierta capacidad de negociación colectiva, que pueden vivir de sus sueldos, cotizan y construyen así una jubilación digna con sus aportaciones a la caja de la seguridad social; sin embargo, también hay millones de trabajadores que no pueden vivir dignamente de sus sueldos, que tienen contratos precarios con salarios tan bajos que ni siquiera cotizan y cuyo futuro en la vejez, por tanto, es incierto. De hecho, la pobreza en la tercera edad ya es una realidad en Alemania: en las calles de Berlín no es inusual ver a ancianos en busca de botellas de vidrio y plástico, con cuya devolución ingresan unos euros que les ayudan a completar su insuficiente jubilación. En resumen, soy capaz de contener la tasa de desempleo, pero incapaz de asegurar una distribución equilibrada de la riqueza:según la OCDE, soy uno de los países industrializados donde más ha crecido la brecha entre ricos y pobres.
esglobal: ¿En qué momento se encuentra su relación con la Unión Europea?
SA: La crisis económica y, especialmente, la crisis de deuda han aumentado considerablemente lagermanofobia en Europa, sobre todo en los países de la llamada periferia europea. Allí donde antes levantaba admiración por la eficiencia de mi economía y mi indiscutible capacidad organizativa e industrial, ahora genero pancartas de protesta en las que mi canciller, la cristianodemócrata Angela Merkel, aparece enfundada en trajes militares y con brazaletes con la esvástica en el brazo.
Más allá de esas indudables muestras de populismo político impulsado por la terca e inflexible política de austeridad impulsada por mi actual Gobierno, los socios europeos critican, fundamentalmente, dos elementos de mi modelo económico: la política de sueldos bajos, calificada por numerosos analistas como dumpingsalarial, así como mi brutalmente positiva balanza comercial, beneficiada por la introducción del euro como moneda única europea, que abarató los costes del comercio dentro de la Eurozona.
Un dato que respalda la primera de las críticas que recibo como locomotora económica europea: mi masa trabajadora gana menos y, por consiguiente, gasta menos, lo que mantiene mi consumo interno relativamente débil (entre 1995 y 2010, la cuota de mercado de los productos de baja calidad -Ramschökonomie o lo que es lo mismo, cadenas como Aldi o Lidl- aumentó del 29,2% al 43,6%); los salarios de buena parte de mi masa trabajadora llevan, además, dos décadas técnicamente congelados. Mientras mis críticos aseguran que ello apuntala mi balanza comercial positiva y debilita mi potencial importador (lo que va en detrimento de la exportaciones del resto de economías europeas), los defensores de mi modelo económico hablan de un necesario aumento de la competitividad en una economía ferozmente globalizada.
esglobal: ¿Le podría pasar a usted factura la crisis de deuda y económica que está sufriendo Europa?
SA: A pesar de que a raíz de la crisis económica y de deuda mi (vital) sector exportador ha diversificado de forma efectiva la salida de sus productos a mercados extracomunitarios (como Brasil, China o India), el mercado europeo sigue absorbiendo alrededor de la mitad de mis exportaciones. Además, parte de mi banca está expuesta en la crisis bancaria periférica. Por poner un claro ejemplo: fueron fundamentalmente mis grandes bancos, juntos a los franceses, los que inflaron con capital la burbuja inmobiliaria española que, tal y como era de prever, acabó explotando. En resumidas cuentas, no parece que me pueda permitir la desintegración de la Unión Europea ni tampoco el desmantelamiento del euro como moneda común. No al menos sin que ello tenga duras consecuencias para mi economía y para mi Estado del Bienestar, que, pese a estar en retroceso, sigue estando bastante más desarrollado que el de otro países europeos.
Angela Merkel lo ha dicho en numerosas ocasiones: “Un fracaso del euro supondría un fracaso del proyecto europeo”. Pese al aparente europeísmo sin fisuras del actual Gobierno federal, su inquebrantable postura respecto a la deuda privada en la periferia, en la que mi gran banca y algunas de mis cajas regionales están muy expuestas (sin una cifra de capital oficial reconocida por mis autoridades), genera dudas sobre mi compromiso con el proyecto político europeo. Mi actual ministro de Finanzas, el cristianodemócrata Wolfgang Schäuble, ha repetido por activa y por pasiva que los deudores son los que tienen la responsabilidad de devolver los créditos contraídos (con los correspondientes intereses). En una entrevista publicada este año por el diario español ABC, Schäuble dijo: “España rechazaría frontalmente la posibilidad de no devolver los créditos asumidos. Un sistema económico estable se basa en la confianza, que, a su vez, se basa en la certeza de que se cumplen los contratos y se devuelven los créditos. Sin esta condición básica no funcionaría ninguna economía.” Nada dijo Schäuble, sin embargo, de la evidente responsabilidad compartida en una crisis de deuda entre acreedores (en este caso, parte de mi banca) y los acreedores (la banca periférica).
Todo ello hace que la confianza de mis socios europeos respecto al aparente europeísmo sin fisuras de mi actual Gobierno decrezca y, por consiguiente, se abran aún más las brechas en el ya de por sí castigado proyecto de la UE. Una profundización de esa crisis comunitaria, que en el peor de los casos desembocase en la ruptura del euro como moneda común y del fin de la UE como proyecto político, tendría, sin duda, unas consecuencias incalculablemente negativas para mi economía nacional y para mi población.
esglobal: ¿Cómo encaja ese europeísmo con su cada vez mayor acercamiento a las economías emergentes de Asia, como China, por ejemplo?
SA: El hecho de que la mitad de mi PIB descanse en mi sector exportador me obliga a buscar salida a mis productos allá donde sea posible, aún más si la demanda en el mercado comunitario flaquea. China es, sin duda, uno de los países emergentes donde la capacidad de consumo ha aumentado y donde mis productosmade in Germany son apreciados y demandados. Un demoledor dato lo demuestra mi multinacional automotriz Volkswagen que vendió en la primera mitad del presente año más turismos en China que en el conjunto de la Unión Europea (más de un millón de coches vendidos en el gigante asiático frente algo más de 775.000 en los 27 Estados miembros de la UE).
Volkswagen colocó así el 40% de su producción de utilitarios en el mercado chino durante el primer semestre de 2013. Y esa tendencia es ascendente: la Universidad de Duisburgo-Essen pronostica que la mitad de turismos de la marca alemana serán conducidos por ciudadanos chinos antes de 2020. Así las cosas, no me puedo permitir prescindir de esos merados emergentes con una clase media creciente, incluso cuando son países donde el respeto de los derechos humanos brille por su ausencia, como es el caso de China, una dictadura comunista de economía neoliberal. No es casualidad que Angela Merkel dejase hace años de recibir de forma oficial al Dalai Lama, opositor al régimen chino y líder espiritual del Tíbet.
esglobal: ¿Ha crecido su euroescepticismo a raíz de la crisis de deuda europea?
SA: No sólo la germanofobia ha aumentado en la periferia europea con la crisis económica y de deuda; el euroescepticismo también ha crecido entre mi población. Una prueba de ello es la aparición en mi arena política del partido Alternativa para Alemania (Alternative für Deutschland -AfD-), una escisión de la CDU (cristianodemócrata) que apuesta por acabar con la eurozona tal y como la conocemos ahora. Aunque los sondeos lo sitúan por debajo del umbral de 5% de votos necesario para entrar en el Parlamento, la fundación de AfD corporifica políticamente ese (creciente) euroescepticismo que se respira en mi sociedad.
Un reciente informe del centro de estudios londinense Open Europe apunta en esa misma dirección: la mayoría de alemanes (un 55%) quiere permanecer en el euro, pero también que la eurozona se convierta en “un selecto grupo” de países con características similares a las mías. Es decir, más de la mitad de mis ciudadanos apuesta por la construcción del conocido como “euro del Norte”. Mientras, países como España, Grecia o Portugal deberían volver a sus respectivas monedas nacionales. Esta última opción es precisamente defendida por la (de momento) marginal formación Alternativa para Alemania.
esglobal: ¿En qué momento se encuentra el neonazismo alemán? ¿Lo considera usted un problema relevante o más bien marginal?
SA: Durante décadas, mi clase política y mi Estado fueron incapaces de calibrar de manera correcta la amenaza asesina de mi extrema derecha: el 'caso NSU', que salió a la luz pública a finales de 2011, cambió esa percepción. Después de que se supiera que una célula neonazi formada por tres personas, con el apoyo de una amplia red social, llevó a cabo atentados contra ciudadanos alemanes de origen extranjero, atracó bancos y puso bombas, mi clase política y mis servicios secretos y policiales cambiaron el discurso respecto al neonazismo.
No en vano, la extrema derecha ha matado a más de 180 personas desde mi reunificación. Ello ante cierta pasividad de mis servicios secretos y policiales. En todo caso, y pese a que los partidos neonazis siguen suponiendo un movimiento político marginal (con representación en algunos parlamentos regionales y fuertemente arraigados sobre todo en mis territorios orientales), puedo decir sin miedo a equivocarme que elneonazismo extraparlamentario alemán se encuentra en alza.

esglobal: ¿Qué pasará en sus elecciones federales del próximo 22 de septiembre?
SA: A no ser que se produzca un inesperado vuelco electoral de última hora, la actual canciller, su partido cristianodemócrata CDU y su marca bávara (los socialcristianos de la CSU) se impondrán con claridad en mis próximos comicios. Así lo apuntan los sondeos de intención de voto. La única cuestión que sigue abierta es con quién gobernará Merkel la próxima legislatura. La actual coalición de Gobierno liberal-conservadora parece tener pocas posibilidades de reeditarse, porque los actuales socios de Merkel (los liberales del FDP) es probable que entren en el Parlamento con apenas el 5% de los votos, un porcentaje insuficiente para la reedición de mi actual Gobierno. Una nueva gran coalición de cristianodemócratas y socialdemócratas, que ya me gobernó entre 2005 y 2009, se presenta así como la opción más sólida.
Otra posibilidad es una coalición entre los conservadores y Los Verdes: en la escala regional ya se ha producido esta curiosa combinación. No en vano, Los Verdes alemanes, pese a haber nacido de los rescoldos del movimiento de protesta juvenil de los 60 y 70, son en la actualidad un partido de centro-izquierda de acento ecologista y con posiciones liberales en cuanto a política económica. Y ello no está tan lejos de las inclinaciones que representa Merkel. Algunos analistas apuntan, sin embargo, que esa coalición supondría un suicidio político para el partido ecologista, que pagaría esa alianza en futuros comicios regionales y federales, en los que muy probablemente serían castigados por su electorado más escorado a la izquierda.
esglobal: ¿En qué medida marcarán el futuro de la UE los resultados de sus elecciones  del próximo septiembre?
SA: En las redacciones periodísticas de países como España se viene diciendo desde hace semanas que mis próximas elecciones son tan importantes (si no lo son más) como las elecciones nacionales de los países de la periferia europea. Ello demuestra hasta qué punto depende el destino de la UE del futuro gobierno que se establezca en Berlín. Hasta alturas está claro que Bruselas consulta a mi Ejecutivo antes de tomar cualquier decisión de calado que afecte el conjunto de la Unión. En ese sentido, se puede decir que no habrá UE sin Alemania, pero también que Alemania difícilmente se mantendrá como la actual potencia económica y política que es sin el apoyo de sus aliados comunitarios. Los acuerdos y el compromiso político parecen así el único camino posible para encontrar una salida a la crisis en la que está inmersa Europa, conmigo a la cabeza. 

miércoles, 7 de diciembre de 2011

En los tiempos actuales de crisis algunos europeos añoran a sus líderes del pasado

Tomado de El País

Los mandatarios actuales afrontan electorados más euroescépticos y una coyuntura más compleja que la que sufrieron sus alabados predecesores

Por Gabriela Cañas

La primera crisis del euro se vivió mucho antes de que estuviera en los bolsillos de millones de europeos. Sucedió entre 1991 y 1993, cuando la parálisis de las economías europeas amenazó gravemente la puesta en marcha de la moneda única. También entonces los medios hablaban de abismos, de catástrofe y de la Europa insolidaria y a varias velocidades. Entre aquella crisis y la actual hay diferencias notables. Una de ellas es que los líderes eran otros. El entonces canciller alemán Helmut Kohl, que lloró amargamente años después la muerte de su amigo François Mitterrand, le dijo un día a este último: "No se equivoque. Soy el último canciller pro-europeo". Ante las críticas a los líderes actuales, el más vehemente de todos ellos, Nicolas Sarkozy, suele revolverse preguntando por qué aquellos mandatarios ahora tan ensalzados dejaron la casa a medio hacer con una construcción tan deficiente de la unión monetaria.

Puede que comparar a aquellos líderes con los actuales sea injusto. Ni las circunstancias ni la conjunción de personajes coinciden. "Quizá con Kohl, Zapatero habría jugado un papel muy distinto en la UE", alega un alto funcionario de la Comisión Europea. Puede también que la influencia política de Jacques Delors, glorificado en Bruselas hasta la extenuación, hubiera sido nula de estar conformada la Unión Europea de 1992 por 27 países, no de 12 como entonces, y de sufrir Europa una crisis tan aguda y compleja como la actual.

Vayamos a los hechos. La Cumbre de Maastricht (diciembre de 1991), además de cambiar el nombre de la Comunidad Europea por la de Unión Europea, estableció estrechos márgenes de fluctuación para las monedas y la obligación de contener déficits y deudas públicas para poder adoptar conjuntamente a partir de 1997 el euro. La euforia de tal conquista se vio enseguida empañada por una crisis que se saldó con guerras comerciales en forma de devaluaciones de monedas, como la peseta, la salida de la libra y la lira del sistema europeo y con tensiones entre los mandatarios.

Kohl y Mitterrand sufrieron la Guerra Mundial casi en el mismo bando

La talla de los líderes se puso a prueba. En Alemania gobernaba el democristiano Helmut Kohl, padrino político de Angela Merkel. En Francia, el rey republicano y socialista François Mitterrand. El también socialista francés Jacques Delors estaba el frente de la Comisión Europea y el conservador John Major acababa de suceder a Margaret Thatcher. Los dos grandes países del sur estaban en manos de dos socialistas: el tecnócrata Giuliano Amato y el pragmático europeísta Felipe González. Puede que la ideología se diluya en instituciones que como las europeas son más tecnocráticas que políticas, pero lo cierto es que frente a la Europa dominada hoy por la derecha (el saliente Zapatero está solo frente al resto de sus colegas conservadores), hace 20 años de los seis líderes citados cuatro eran socialistas, que entonces suspiraban por una Europa que fuera "un espacio social, económico y cultural".

La adscripción política no es, sin embargo, garantía de mejor relación política. Lo prueba el alto nivel de entendimiento habido entre Kohl y Mitterrand. Ambos eran de humilde extracción y ambos también sufrieron la II Guerra Mundial prácticamente del mismo bando. El francés luchó contra el nazismo y formó parte de la Resistencia tras escapar de las cárceles alemanas. Kohl, 14 años más joven, se libró de ser reclutado por el ejército alemán, su familia no tuvo ningún vínculo con los nazis y los americanos fueron para él sus libertadores; no sus victoriosos enemigos. La misma guerra que dio origen a una Europa unida para evitar nuevos enfrentamientos, ligaba también a estos dos estadistas que compartían la misma ambición: engrandecer Europa para engrandecer a su vez a sus respectivos países, como analiza Julio Crespo en su libro Forjadores de Europa.

Kohl y Mitterrand congeniaban, si bien algunos dudan que llegaran a ser tan amigos como dijeron ser. "Más bien lo que se dio en Europa fue una coincidencia de intereses", opina Ignacio Molina, politólogo e investigador del Instituto Elcano para Europa. "A todos le iba bien la armonización de las políticas económicas que se perseguían; incluso a Margaret Thatcher". Aun así, las tensiones fueron frecuentes. Francia recelaba del extraordinario poder de Alemania, el mayor contribuyente a las arcas comunes, y la crisis, como ahora, colocó a Kohl en una situación de ventaja hasta el punto de que Mitterrand se vio obligado a implorar que el Bundesbank, acusado de juego sucio por elevar el precio del dinero y hacerse con las arcas de los bancos centrales del resto de los países, rebajara el tipo de interés, lo que terminó haciendo en un mísero cuartillo. Entonces como ahora el canciller alemán exigía rigor y austeridad mientras el resto pedía una relajación de las reglas. Incluso el gran momento histórico europeo, la caída del muro, fue motivo de conflicto entre Kohl y Mitterrand, que disentían en el ritmo en el que se tenía que culminar la reunificación alemana.

“Sarkozy ha debido entender que París ya no cuenta tanto como Berlín”

Los orígenes y vivencias previas de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy no pueden ser más divergentes. Alemana del este, Merkel, hija de un reverendo evangélico y una maestra, es una investigadora de química cuántica que no ascendió en su carrera por pertenecer a una familia no adepta al régimen comunista. Fría, cerebral, discreta y sufridora, tuvo que echar mano de toda su perseverancia para vencer a sus detractores dentro de su propio partido. Vivió la caída del muro sin especial emoción, como recuerda ahora el periodista Bernardo de Miguel en su libro ¿Qué está pasando?: "La noche de la caída del muro de Berlín cruzó al otro lado, pero regresó pronto y se marchó a dormir porque tenía que madrugar al día siguiente, según reconocería más tarde".

Sarkozy es hijo de un noble terrateniente húngaro. Creció en un exclusivo municipio de las afueras de París, Neuilly-sur-Seine. Su vida privada siempre en el escaparate, su efusividad y su histrionismo son rasgos en las antípodas del carácter de la discreta Merkel. Al poco de llegar Sarkozy al Elíseo, Berlín se vio obligado a desmentir que a Merkel le fastidiaran las excesivas muestras de afecto del presidente galo como había interpretado la prensa. Esta misma semana hemos visto cómo el francés insistía en coger de la mano a Merkel, un gesto del que ella no se zafa pero nunca busca.

La sideral distancia de caracteres existente entre ambos mandatarios no ha impedido un entendimiento pragmático. Merkel supo aprovechar desde el primer momento la naturaleza explosiva del francés, al que pidió, por ejemplo, que intercediera con el polaco Jaroslaw Kaczynski para que este diera el visto a la Constitución Europea. Sarkozy lo logró en unas duras horas de negociación.

Ni Merkel ni Sarkozy son ya hijos de la II Guerra Mundial, pero saben, como dice Enrique Barón, expresidente del Parlamento Europeo, que ambos están obligados a entenderse, de manera que en las diferencias han sabido encontrar también una suerte de feliz complementariedad. Incluso un estallido de furia de Sarkozy, como aquel que protagonizó en un Consejo Europeo abroncando airado a Bélgica y Holanda por resistirse a la Constitución, es una baza para Merkel, pues el texto de aquella Constitución se elaboró a la medida de Berlín. En él, como ya ha quedado consolidado, Alemania, dada su demografía, tiene ya más peso que Francia en el Consejo Europeo. Sarkozy, explica un funcionario europeo, se ha visto obligado a aceptar ante la canciller que Francia y Alemania ya no son los dos pilares de la UE, sino pilar y medio y que el medio es Francia. Por lo demás, las críticas que recibe Merkel en esta crisis se asemejan mucho a las que recibió Kohl. Las reglas y la austeridad forman parte de la educación personal y política de la mandataria. "No hay que olvidar, además, que cuando ella defiende las normas del Banco Central Europeo", explica Molina, "está defendiendo las que Kohl redactó hace veinte años".

Los expertos consultados consideran un tópico sin gran fundamento la afirmación de que ahora no hay líderes europeos de talla. "Los políticos de hoy piensan pequeño y braman con desprecio de sus socios europeos", ha dicho el excomisario europeo Denis MacShane. El exministro de Exteriores británico David Miliband se quejaba recientemente en un artículo de prensa de tener en Europa un presidente, Herman van Rompuy, completamente "invisible". Pero lo cierto es que en esta crisis los dirigentes de las instituciones europeas tienen un papel extremadamente limitado.

Jacques Delors tenía una visión ambiciosa de Europa. Supo ver, por ejemplo, en la reunificación alemana su mayor dimensión europea, pero en la crisis de 1991-93 el papel del presidente de la Comisión era mucho más relevante que ahora porque la UE era más pequeña y manejable y porque los asuntos que estaban sobre la mesa —mercado interior y nuevas reglas— eran de su competencia. Hoy, al portugués José Manuel Durão Barroso no le corresponde papel alguno en los asuntos más candentes: fondos de rescate, creación del eurobono o actuaciones del Banco Central Europeo. Solo ahora, encarando su segundo y último mandato y dispuesto a engrandecer su figura antes de que euroescepticismo y la crisis se lo lleven por delante, ha alzado la voz pidiendo eurobonos y recordando a Alemania que sus exportaciones a un país tan pequeño como Holanda superan a las realizadas a China y que España es mucho mejor cliente de Alemania que Brasil.

Delors, religioso, de izquierdas y de extracción humilde, un perfil común entre los líderes de entonces, podía permitirse envites más drásticos. Llegó a amenazar con dimitir si Francia, en referéndum, rechazaba el Tratado de Maastricht. Por aquel entonces podía optar a un futuro prometedor en la política nacional francesa. Barroso, hábil diplomático políglota, abandonó el gobierno portugués cuando este se tambaleaba y después de apoyar la invasión de Irak. Solo ahora, tras seis años de gobierno socialista en Portugal, podría optar por un regreso de altura a Lisboa.

Como si fuera el signo de los nuevos tiempos, el premier británico de hoy en día, David Cameron, es un rico heredero de sangre azul, muy lejos del humilde John Major, que tuvo gestos de europeísmo, consciente de que el mercado común favorecía los intereses británicos. Por ello, a pesar de criticar los avances de Maastricht, acalló la rebelión antieuropea entre las filas de los tories para no entorpecer el proceso. Hoy, el 40% de las exportaciones británicas tiene la eurozona por destino, pero a Cameron, dicen los expertos, nunca le ha interesado la Unión

Europea; especialmente si esta está en crisis. Vieja táctica británica, Cameron parece querer quedar al margen al tiempo que ser oída. "Quiere estar en el club, pero sin asumir costes”, opina Barón.

Se puede afirmar que los dos grandes países del sur —España e Italia— jugaron en aquella crisis un papel más relevante ahora. Los expertos coinciden en señalar una diferencia sideral entre Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. "El primero era un pragmático que comprendió enseguida que los intereses de España se juegan en Europa", dice Ana Palacio, exeurodiputada y exministra de Exteriores con Aznar. "Su relación con Kohl es una relación bien reflexionada y pensada". Molina es inclemente con el presidente español en funciones: "Nunca le ha interesado la UE y nombró a un ministro de Exteriores al que tampoco le interesaba". Ello contrasta con el influjo que ejerció González en la política europea y su apuesta por la cohesión social como medio para alcanzar la auténtica integración.

También por razones distintas hay gran distancia entre el tecnócrata socialista Giuliano Amato y el empresario conservador Silvio Berlusconi. Amato aceleró en 1992 la ratificación del Tratado de Maastricht para echar un cable a sus amigos franceses, ayudó a Delors a desafiar a los británicos y se atribuyó el mérito de haber convencido a los alemanes de bajar los tipos de interés. Con Silvio Berlusconi, Italia ha logrado largos años de estabilidad política interna y no ha puesto obstáculos a ningún avance europeo, si bien se ha abstenido de participar en las grandes decisiones y su país perdió peso en Bruselas.

Berlusconi insultó gravemente a Merkel tildándola de “infollable”. Asediado por los escándalos sexuales y financieros, fue la gestión económica la que acabó con su reinado. París y Berlín han colocado en su lugar a Mario Monti, al que se aprestaron a sentar en su mesa en Estrasburgo.

martes, 6 de diciembre de 2011

La crisis financiera está antes que el clásico recuerda Guardiola

Agencias Noticiosas

"Más que el clásico, importa que Merkel y Sarkozy nos salven esta semana", opinó el director técnico del Barcelona, antes del juego frente al Real Madrid del fin de semana

Fiel a su estilo, Pep Guardiola no quiso calentar el clásico del próximo sábado en el Santiago Bernabéu y evitó opinar sobre la moderada actitud de José Mourinho en los días anteriores al último gran partido de la temporada que los pondrá frente a frente. "No entra en mi trabajo responder lo que hacen mis colegas", comentó.

Minutos más tarde, generó el asombro de los presentes en la rueda de prensa con una declaración fuera de cualquier manual previo a un derbi. "Lo importante es el día 9, que (Angela) Merkel y (Nicolas) Sarkozy saquen el euro adelante y no el clásico. Lo apocalíptico es que la gente viva al día y salga de la crisis. No somos pretenciosos, hemos de ganar cada día y como club grande que somos es lo que se nos pide".

El presidente francés y la canciller alemana se pusieron de acuerdo este lunes en un "nuevo tratado" europeo preferentemente para los 27 miembros de la UE. En forma conjunta, ambos anunciaron una serie de reformas para buscar resolver la crisis de deuda soberana, que amenaza a la moneda única y a muchos de sus miembros.

Volviendo al fútbol, lejos de la presión y la histeria que generan los resultados en este tipo de partidos para cualquier entrenador del mundo, el DT culé se muestra como la excepción y, ante la insistencia de los periodistas, entregó sus primeros conceptos sobre el juego del sábado. "Somos parecidos, dos equipos de altísimo nivel. No hay secretos y lo más importante será nuestra actitud", remarcó.

Sobre la nominación de la UEFA a mejor entrenador, señaló: "A mí me seleccionaron porque ganaron los jugadores. No me considero más preparado que mis colegas por haber ganado títulos". La capacidad de conducción que refleja su equipo dentro del campo y sus gestos fuera de la cancha lo definen como un personaje auténtico.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Sarkozy y Merkel proponen cambios en el Tratado de la Unión Europea

Agencias Noticiosas

Angela Merkel y Nicolas Sarkozy a la entrada de su reunión.

Por Gabrielle Parussini y William Horobim

PARÍS Francia y Alemania se mostraron de acuerdo el lunes en avanzar con los cambios del Tratado de la Unión Europea con el fin de que los estados miembros de la eurozona adopten normas presupuestarias más estrictas, dijeron los mandatarios de ambos países después de una reunión bilateral celebrada el lunes.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, dijeron que han acordado proponer la aplicación de sanciones automáticas sobre aquellos países que no respeten el límite del 3% en el ratio presupuesto/Producto Interior Bruto, así como una regla de oro

Los dos líderes también señalaron que han acordado adelantar A 2012 la aplicación del Mecanismo de Estabilidad Europeo, cuyo funcionamiento originalmente estaba previsto en 2013, y celebrar una reunión mensual de jefes de Estado de la eurozona mientras continúe la crisis, dijo Sarkozy.

Sarkozy y Merkel detallarán sus propuestas en una carta al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, el miércoles.

Ambos mandatarios apuntaron que prefieren que los cambios en el Tratado sean pactados por los Veintisiete, pero señalaron que podrían considerar que estos cambios los lleven a cabo un número de países más reducido.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Rajoy asumirá control del gobierno español el 22 de diciembre

Tomado de El Mundo


Rajoy se reunirá esta semana con los representantes de los sindicatos y de la patronal

La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, ha confirmado que la intención del futuro presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, es la de que el primer Consejo de Ministros de su mandato se celebre el viernes 23 de diciembre. Según este calendario, el debate de investidura se celebrará en el Congreso los días 20 y 21 de diciembre y un día después tomarán posesión de sus cargos el jefe del Ejecutivo y sus ministros.

Cospedal ha hecho este anuncio durante la rueda de prensa posterior a la reunión del Comité de Dirección del Partido Popular celebrado este lunes en la sede de esta formación en Madrid.

Según ha anunciado Cospedal, Rajoy desea reunirse esta misma semana con los representantes de los sindicatos y de la patronal. Asimismo, el futuro presidente ha convocado para el próximo jueves a los presidente regionales del PP para hablar del control del déficit que tiene previsto realizar el nuevo Gobierno.

Cospedal confirmó también que Mariano Rajoy volverá a reunirse con el presidente en funciones del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, antes de la Cumbre Europea del 9 de diciembre, para consensuar la posición española.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Expertos ven muy difícil solución a crisis financiera de Europa

Tomado de La Pr1mera

Por Stephanía Palomino

El economista más citado y profesor de la Universidad de Harvard, Andrei Shleifer conversó con LA PRIMERA, y afirmó que la crisis que se vive en la zona euro difícilmente se corregiría ya que las medidas adoptadas solo buscan postergar el problema.

-¿Cómo ve el desenvolvimiento de la crisis en la zona euro?-
- Soy muy pesimista respecto a Europa, cada día es una mala noticia. Aún no se ponen de acuerdo sobre qué medidas tomar. En mi opinión las cosas se complicarán mucho más antes de mejorar. La verdad, decir que el euro colapse, es una posibilidad muy realista.

-¿En qué radica el problema principal de Europa?-
-Me parece que el problema de Europa es el tema de la deuda. Gastaron más de lo que podían pagar, el segundo punto latente es la falta de crecimiento. En España Italia y Grecia, aunque pagaran la deuda y se dejara a cero, no habrá crecimiento, mientras que estos países sigan recibiendo el dinero en lugar de estar pagando; el sur de Europa debe lidiar con esto.

-¿Hay alguna reforma que pueda adoptar Europa con el fin de solucionar la crisis? Francia propuso que el Banco Central Europeo intervenga como prestamista…-

-Para solucionar un problema a largo plazo se hablaría de reformas estructurales, pero esto toma mucho tiempo, no existen reformas estructurales rápidas y mucho menos en Europa. En ese sentido, la estrategia sería la depreciación, y eso no puede darse porque existe el Euro, por eso me parece que Europa está en serios problemas.

-¿Y qué medidas cree que tomarán las principales economías europeas?-


-Habrá una reestructuración de la deuda gigantesca, la recompra del Banco Central Europeo (BCE) simplemente postergará el problema, no es una solución. Porque los países han prestado indirectamente a través del BCE, y creo que esa medida podría causar inflación en Europa y los alemanes se oponen. El dinero no resuelve el problema. Lo que se necesita resolver en el sur de Europa es que los precios deben bajar en relación a Europa del Norte y eso requiere cambios muy radicales y recompras.

¿En relación con Estados Unidos, es usted más positivo respecto a la crisis económica que atraviesa?...

-Creo que Estados Unidos va a continuar creciendo porque sus fundamentos son sólidos, pero el problema de las hipotecas es un problema serio, en especial para los hogares que para los bancos y eso va a desencadenar el crecimiento.

-¿Cree usted que los conflictos políticos entre demócratas y
republicanos ahondarían la crisis en EE.UU y por consiguiente en el resto del mundo?-

-Creo que los conflictos políticos de Estados Unidos están siendo exagerados. La plenaria republicana ha sido un circo y eso da la impresión, que es política, pero no es totalmente cierto. Si uno en realidad ve los desacuerdos, en cuanto a política de Estados Unidos, entre los republicanos y demócratas, se darán cuenta que no son tan grandes. Por ejemplo, los demócratas quieren pagar una tasa de impuesto de 40% mientras que los republicanos quieren 35% esa es la diferencia. Así que los EEUU no tiene una deuda enorme y recuerda que, me aventuro a decir, no hay una crisis inminente en Estados Unidos y en algún momento se va a tener una unidad en cuanto a las políticas. Puede que no suceda de inmediato.

PAÍSES EMERGENTES

-¿Si la situación de la zona euro se agrava, qué pasará con el resto del mundo?

-Obviamente si tenemos un 5 o 10% de reducción de las economías europeas, eso desencadenará una reducción del comercio Europeo. Entonces China, que vende a ese continente, va a estar afectado, probablemente los Estados Unidos también.

En relación con SudAmérica, no creo que el impacto sea enorme. Aunque lo que más debe preocuparnos es la baja sustantiva del precio de los comodities. No creo que el colapso de Europa sea una posibilidad pequeña, creo que ese es el riego principal más que el financiero.

-Pero, la dependencia de los demás países en relación a Europa es grande…-
-Me parece que para todas las economías dependientes de la venta de comodities, por ejemplo
Chile, Rusia, Noruega, solo hay dos maneras de evitar fuertes impactos. LA PRIMERA es ahorrar algo de sus ingresos durante el periodo de altos precios de los comodities o prestarse el dinero. En ese sentido, Rusia pudo sobrevivir la última crisis del 2008 de muy buena manera, porque en la década del 2000 ahorró mucha riqueza proveniente del petróleo. Y esta se gastó muy rápido entre el año 2008 y 2009 para poder estabilizar los ingresos.

-¿Y en la región?-

-Lo mismo sucede con LatinoAmérica, la región siempre ha tenido problemas porque el gasto siempre ha sido en sentido cíclico. Por ello, parece que la solución es generar bonos soberanos que permitan al gobierno proyectarse al futuro, amortiguar el gasto social para prevenir schoks en los precios de combustibles.

-¿Cómo resolver el problema de la desigualdad en los países emergentes?-
-Tengo una visión clara de que la única manera para resolver el tema de la desigualdad es que más personas se unan al mundo moderno. Esto se logra a través de la
Educación, y no a través de transferencias simples que no estén vinculadas a la Educación. Si se trabaja de esa manera no se logrará resolver el problema de la exclusión.

-¿Qué efectos tendría primar la Educación sobre los programas de transferencia?-
-La solución del desarrollo es que las personas se educan, luego se van a lugares donde son más productivos, a las ciudades o regiones. Estoy totalmente de acuerdo de que la desigualdad es un problema mayúsculo, y ha encontrado una solución para ese problema, una solución a largo plazo.

-El gobierno peruano tiene como lema “crecimiento con inclusión social” para ello ha creado el MIDIS que trabaja con programas sociales, pero usted afirmó que los programas sociales no son la mejor medida para lograr inclusión…
- Bueno, la inclusión social es un tema que tiene que ser atendido y eso está bien. Para mí la estrategia más efectiva de inclusión social está vinculada directamente a la
Educación. Pero, por ejemplo en Brasil, las personas dirían que uno de los programas más exitosos fueron aquellos que involucraban transferencias de dinero, pero que desencadene un fin educativo. La solución de educar a la población no es inmediata, a media que la gente se educa sale de las zonas rurales, obtiene mejores trabajos, se hacen más productivos y es parte del desarrollo. Al final uno pasa de tener el 70% de personas en agricultura a tener el cero, y esto es resultado de una política a largo plazo.