Tomado de El Mundo
HISTORIA Empezó
en 1853 como la enésima guerra ruso-turca
La guerra de Crimea
Por Luis Reyes
Rusia y Occidente ya libraron una guerra en Crimea a mitad del siglo XIX (1854-1856),
la primera guerra europea desde las napoleónicas. La excusa fue acudir en
auxilio de Turquía, invadida por los rusos; la auténtica razón, sin embargo,
era impedir que Rusia alcanzara una salida al Mediterráneo.
Inglaterra y Francia mandaron a la península potentes ejércitos, a los que se
sumaría uno menor del Piamonte, embrión de Italia. Mientras que Austria y
Prusia se quedaron en las amenazas. Hasta España estuvo presente,
pues el general Prim acudió al frente de un numeroso grupo de observadores...
que intervinieron en los combates.
Crimea fue la última guerra antigua y la primera moderna. Las tácticas de combate de los ingleses o el armamento de los
rusos eran como en el siglo XVIII, pero se usaron nuevas armas mucho más mortíferas, como la artillería de sitio
de gran calibre y los fusiles rayados de los aliados, y sobre todo, aparecieron por primera vez en el frente enfermeras, periodistas o
fotógrafos, y aunque las famosas fotos de Fenton son retratos
posados que no transmiten la crudeza de la guerra, las crónicas de los corresponsales sí lo hicieron, y
en Inglaterra tuvieron tal impacto en la opinión pública que causaron la caída
del gobierno.
En realidad, el conflicto empezó en 1853, como la enésima guerra ruso-turca. El ejército zarista avanzó a
través de Rumanía, entonces unos principados vasallos del Imperio Otomano, y
llegó hasta el Danubio, donde fue eficazmente frenado por los turcos. El objetivo ruso era Constantinopla, el preciado balcón
al Mediterráneo. Alarmadas ante esta posibilidad, Inglaterra y Francia acudieron a salvar la capital otomana,
pero cuando sus cuerpos expedicionarios llegaron, el peligro había sido
conjurado y la guerra ruso-turca había terminado. Ahora iba a comenzar la
guerra europea.
París y Londres no aceptaron llegar tarde a la fiesta, tenían
que aprovechar los 56.000 hombres enviados a
Oriente -los franceses llamaban al conflicto 'Guerra de
Oriente'- para neutralizar el poderío naval ruso, y decidieron invadir la
Península de Crimea, donde estaba la gran base naval rusa del Mar
Negro, Sebastopol. El desembarco fue el 14 de septiembre de 1854.
Así comenzó propiamente la Guerra de Crimea.
Fue un conflicto desastroso por la pésima planificación de la
campaña, la mala intendencia, la falta de cuidados médicos y la incuria de buena parte de los mandos, todo lo cual
produciría una cifra monstruosa de bajas. Los rusos
perdieron 450.000 hombres, aunque solamente 100.000 en el campo de batalla, el
resto fue por epidemias y malas condiciones de vida. Francia sufrió 100.000
bajas, el 60% por enfermedades, que provocaron también el 80% de los 20.000
muertos ingleses.
En Inglaterra existe toda una leyenda romántica sobre las
batallas de Alma, Inkerman y Balaclava, con la famosa carga de la Brigada Ligera que cantó el
poeta Tennyson, pero entre errores tácticos y caos logístico,
al poco tiempo del desembarco el ejército inglés había dejado de existir como
fuerza operativa, y solamente salvó la situación el primer invierno el cuerpo
expedicionario francés, mayor y más experimentado en la guerra moderna por la
reciente conquista de Argelia. En cambio ningún comandante inglés tenía
currículum posterior a la batalla de Waterloo.
La peor rémora de Moscú, sus mandos
Rusia sin embargo no pudo aprovechar estos fallos de los
invasores. Aunque Crimea fuera parte de Rusia, en la
práctica estaba más lejos de Moscú o San Petersburgo que de París o Londres.
Las malas comunicaciones y las enormes distancias de Rusia hacían más difícil
la llegada de los efectivos militares y suministros rusos que la de los
franceses e ingleses, que venían por mar. Además el ejército del zar estaba mal armado, muy atrasado táctica y
organizativamente. Pero su peor rémora fue el mando. El comandante
en jefe, príncipe Menshikov, era como la caricatura
de un aristócrata, despreciaba tanto a sus inferiores que ni siquiera podía
hablar ruso, pues en San Petersburgo la nobleza hablaba francés.
En cambio la Marina de guerra rusa organizó muy bien la defensa de Sebastapol, que mantuvo durante un año
frente a unas fuerzas muy superiores, pues Francia e Inglaterra aumentaron
exageradamente su implicación en la guerra, hasta movilizar un total de 400.000 soldados franceses y 250.000 británicos,
a los que había que añadir unos 20.000 italianos y 30.00 turcos -no
se contabilizan los turcos que combatieron fuera de Crimea, muchísimo más
numerosos-. Cuando la defensa de Sebastopol se hizo insostenible, la Marina
lo evacuó eficazmente, en una sola noche, construyendo
puentes de barcas a través de la rada de Sebastopol.
Con la estratégica base en manos aliadas la guerra dejó de tener
sentido, pues los rusos no podían soñar en recuperarla por las armas. Además se
produjo un cambio de zar, y Alejandro II no era un
belicista como su padre. Austria y Prusia entraron en juego,
amenazando a Rusia con entrar en la guerra si no aceptaba las condiciones de paz que se le ofrecían:
independencia para los principados otomanos de Moldavia y Walaquia (Rumanía),
libertad de navegación por el Danubio, neutralización del Mar Negro y
protección del zar para los cristianos en el Imperio Otomano. Sebastopol sería
desmantelado, pero Rusia ganaba territorios en el
Cáucaso a costa de Turquía. Sobre estas bases el 30 de marzo de 1856
se firmó la Paz de París. Así se resolvió la Guerra de Crimea.
Luis Reyes es periodista y miembro de la Crimean War Research
Society.