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sábado, 16 de noviembre de 2013

Después de un Ratzinger "ultra conservador", la iglesia viró hacia Francisco “el liberal”

Tomado de BBC Mundo
El artículo destaca la forma en que Francisco utiliza el púlpito para hacer escuchar su voz.
El Papa "es el nuevo héroe de la izquierda"
El diario británico The Guardian, una de las principales publicaciones de la izquierda liberal británica, considera en un artículo publicado en las últimas horas que el papa de la Iglesia Católica podría remplazar a Barack Obama como el rostro de la izquierda y de los liberales a nivel mundial.

En una columna titulada "¿Por qué hasta los ateos deberían rezar por el Papa Francisco?, The Guardian indica que -mientras el afiche con la cara de Obama, prometiendo esperanza y cambio, se está desdibujando- "el nuevo y obvio héroe de la izquierda es el Papa".

En su artículo, el periodista Jonathan Freedland destaca desde los gestos de humildad del pontífice católico hasta sus mensajes a favor de una reforma de las prioridades de la iglesia, menos centrada en cuestiones polémicas como el aborto o la homosexualidad y más focalizada en ayudar a los pobres.

El más nombrado

Freedland resalta la popularidad de Francisco con algunos datos: "Es el hombre que más se buscó en internet durante 2013. Mucho más que el Obamacare o el escándalo de espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU. Y no solo eso, sino que en Italia el nombre más popular para bautizar a los niños es Francesco".

Para el autor una de las cosas que más llama la atención de las palabras del nuevo Papa es que no son simple retórica sino que sus acciones lo respaldan.

"La gente puede acusarlo de que sus acciones son meramente publicitarias. Pero su mensaje es mucho más profundo, de una igualdad casi elemental. Él esta en el negocio de retirar las trazas de riqueza que cubren los edificios del Vaticano para regresar a la Iglesia a su propósito fundamental que él mismo define como 'una Iglesia pobre para los pobres'".

Y añade, "para él, no es la institución la que cuenta, es la misión".

Sin embargo, el periodista también analiza los retos que tiene Francisco frente a un sector conservador de la curia que lo rodea en el Vaticano y de la política de convertir una Iglesia que juzga en una que perdona. Y que ese ejemplo podría replicarse en el mundo.

"Podrá no tener un ejército, ni batallones ni regimientos, pero tiene un púlpito y en este momento lo está usando para ser la voz más clara y contundente del mundo contra el status quo", concluye el artículo.


lunes, 14 de febrero de 2011

Honduras busca crear ciudad modelo al estilo Hong Kong

Tomado de The Wasll Street Journal

Por Mary Anastasia O'Grady

¿Qué partidario del libre mercado no ha fantaseado, en algún momento, con escaparse a una isla desierta y fundar un país donde la libertad económica sea la ley? Si las cosas marchan según lo estipulado, más de una "isla" como "esta podría surgir en este país.

Honduras llama a estas islas visionarias "ciudades modelo" y se espera que el Congreso apruebe una enmienda a la Constitución que allanaría el camino para poner en práctica el concepto.

La idea es simple: una considerable porción de terreno del gobierno inhabitado es designada para ser usada como una ciudad modelo. Se redacta un estatuto para gobernar la ciudad y el Congreso lo aprueba. El gobierno designa una autoridad de desarrollo del territorio, que firma contratos con inversionistas dispuestos a desarrollar infraestructura. La ciudad se abre a los negocios bajo reglas que actúan como un imán para la inversión.

¿Suena fantasioso? Quizás, hasta que el principal arquitecto del plan, Octavio Sánchez, dice que las "ciudades modelo" no son nada nuevo. "Lo que me cautiva del concepto son dos cosas ", me dice el jefe de gabinete del presidente Porfirio Lobo. Primero, que vamos a emplear las mejores prácticas de proyectos similares de todo el mundo que han sido exitosos. Segundo, que el traslado de la gente será totalmente voluntario. Ellos serán los que lo protegerán".

Durante la Guerra Fría, Honduras era conocida fundamentalmente por su lealtad a Estados Unidos. En 2009, el país saltó a la fama por deponer al presidente Manuel Zelaya porque intentaba extender su mandato en violación de la Constitución.

Honduras se negó a cumplir las exigencias internacionales para restaurar a Zelaya en el poder. Ahora, el pequeño país centroamericano que enfrentó al mundo para defender su democracia parece estar afirmando la creencia de que necesita cambiar para alejar futuros ataques contra su libertad.

El economista de la Universidad de Nueva York, Paul Romer, es un defensor global del mismo concepto con otro nombre. Así es cómo Romer describió sus "ciudades modelo" en una entrevista el 25 de enero con Sebastian Mallaby del Council on Foreign Relations: "Algunos grupos de personas que quieren intentar algo diferente dicen: vamos a hacerlo por nuestra cuenta. Vamos a desarrollar diferentes leyes, quizás, diferentes normas sobre lo que está bien y lo que está mal. Vamos a reforzar aquello en nuestra pequeña cultura que opera separadamente. Y entonces, si esto resulta ser un éxito y ser mejor, no solamente vamos a demostrar a otros que hay algo mejor, también vamos a proveer un mecanismo para que la gente pase de un equilibrio donde un grupo de reglas y normas prevalece a este otro".

La gestación de las ciudades modelo para Honduras comenzó en Honduras. La razón no es difícil de discernir. Los reformadores pasaron años tratando de liberalizar la economía para ver sus intentos frustrados por los intereses creados.

Como lo explica Sánchez, que también trabajó en el gobierno del presidente Ricardo Maduro, entre 2002 y 2006,: "para mí, durante un tiempo muy largo, ha sido obvio que con el actual sistema no vamos a ninguna parte". El joven abogado cuenta que hace casi una década comenzó a pensar respecto a si sería posible designar un pequeño lugar donde todas las reformas pro-mercado serían la ley. No le cabían dudas de que una zona así crecería rápido y que las ideas detrás de ella se extenderían.

El concepto evolucionó con el tiempo y la crisis política de 2009 parece haber generado interés en nuevas ideas. En una entrevista realizada aquí la semana pasada, el presidente Lobo me dijo que encuestas muestran que entre los hondureños familiarizados con la propuesta, existe un amplio apoyo.

Se espera que la enmienda sea aprobada por el Congreso en los próximos tres meses. Esta semana, Sánchez y Lobo viajarán a Corea del Sur y Singapur, donde analizarán exitosas "ciudades modelo" para ayudarlos a afinar la redacción del primer estatuto.

También van en busca de inversionistas. Sánchez señala que es importante que más de una ciudad modelo sea lanzada para que los diseñadores de las reglas tengan competencia.

¿Dará resultado? Los críticos —no deja de llamar la atención que se trata en su mayoría de "expertos" en desarrollo y planificaciones fracasadas— aseguran que es poco probable porque, bueno, estamos hablando de Honduras. Pero Sánchez no se amilana y recuerda que alguna vez también se proclamó que Japón y Chile eran culturalmente incapaces de alcanzar el desarrollo. Agrega que la historia está del lado de Honduras. Sistemas legales separados dentro de ciudades generaron prosperidad sin precedentes en el siglo XIV en la Liga Hanseática, en el norte de Europa, y más recientemente en lugares como Shenzhen, en China.

El ex presidente Ricardo Maduro también apoya la idea. "Si queremos desarrollarnos tenemos que encontrar un camino para contrarrestar el populismo que tanto nos daña. La ciudad modelo es una manera de descentralizar el poder y conectar a la gente con su gobierno", insiste.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Los siete mandamientos de los países del primer mundo

Tomado de América Economía


Por Carlos Alberto Montaner

Fui a dar una conferencia a El Salvador invitado por la Cámara de Comercio y los servicios policiacos cubanos, como casi siempre, montaron su acostumbrado acto de repudio frente al edificio. Nada espectacular: unos cuantos sujetos que vociferaban obscenidades y sin ninguna imaginación gritaban consignas y entonaban pareados revolucionarios de los años sesenta y setenta. Los invitados a mi charla, unas 300 personas, ignoraron la gritería y procedieron tranquilamente al salón, en el piso veinte del soberbio edificio.

Al terminar mi conferencia, un diplomático radicado en el país, muy buen conocedor de la situación nacional, me explicó que el embajador cubano, un señor llamado Pedro Pablo Prada, era un fanático situado en el Salvador con el propósito de radicalizar el proceso político salvadoreño, conducta que preocupaba al gobierno del presidente Mauricio Funes, un demócrata empeñado en mantener la ley, la armonía y el sentido común en un país notablemente polarizado.

Le respondí que en los países libres existía el derecho a la protesta callejera, aunque fuera orquestada por una embajada extranjera que financiaba y coordinaba estos “actos de repudio”. Por otra parte, no tenía la menor idea de quién era o qué se proponía el señor Prada, pero tampoco me sorprendía su actitud. Ese tipo de conducta irresponsable y provocadora forma parte de la estrategia internacional de la dictadura comunista cubana.

No obstante, le dije que nunca había entendido la rentabilidad ideológica de esas groseras manifestaciones públicas de la policía política cubana en suelo extranjero. Todo lo que consiguen es mostrar la peor cara del castrismo: la vulgaridad, la intolerancia, y la incapacidad para aceptar o debatir serenamente ideas diferentes a las que ellos predican e imponen por la fuerza. Esa noche, quienes escucharon mi conferencia (que sigue a continuación) tuvieron otra prueba de que mis afirmaciones estaban bien encaminadas.

Introducción. Muchas gracias por invitarme a hablar a El Salvador. No hay duda de que este país, como otras naciones latinoamericanas, está en medio de una difícil encrucijada. La sociedad está dividida en aproximadamente dos mitades en torno a una cuestión nada fácil de solucionar: cómo lograr unos niveles aceptables de prosperidad y desarrollo. Cómo establecer unas pautas de comportamiento justas y equitativas. Cómo crear un modelo económico y social en el que las personas perciban que tienen oportunidades reales de superarse y ascender por sus méritos y esfuerzos en condiciones de igualdad con los otros ciudadanos.

La primera observación que debo hacer es que este desacuerdo forma parte del problema. Las sociedades más justas, prósperas y desarrolladas del planeta se caracterizan, precisamente, por poseer una cierta visión compartida de la economía y de la forma de gobierno.

En Europa occidental, recientemente, cuando les abrieron la puerta a varias naciones que habían abandonado el comunismo, con el objeto de aceptarlas en la Unión Europea, les impusieron como condición lo que ellos llaman los Criterios de Copenhague, tres sencillos requisitos ineludibles, precisados en 1993 en la capital de Dinamarca:

la existencia de un marco institucional plural y democrático, basado en el imperio de leyes justas aplicadas a todos, que preserve los Derechos Humanos; economía de mercado, en la que los actores principales pertenezcan al sector privado, dado que la experiencia con las empresas públicas ha sido funesta; y el compromiso de cumplir con las obligaciones económicas que conlleva formar parte de la Unión Europea.

La inmensa mayoría de los electores consultados estuvo de acuerdo en aceptar esas condiciones para integrarse al mundo occidental. Sencillamente, se rinden ante la evidencia y no discuten, como muchos latinoamericanos, el modelo de Estado.

En efecto, en EE.UU., Canadá, y en los 27 países de la Unión Europea, el 90% de los electores coinciden en algunos temas fundamentales que definen el tipo de Estado que los ciudadanos desean tener, unidad de criterio que no poseemos en América Latina. ¿En qué coinciden? Coinciden en lo que me gusta llamar “Los siete mandamientos del Primer Mundo”:

Primero. La democracia representativa es el sistema más eficaz para organizar el espacio público. De acuerdo con la experiencia, es el modo menos imperfecto de enfrentar los retos comunes.

Segundo. La economía de mercado es el método superior de crear y asignar riquezas para beneficio del conjunto de la sociedad. Así funcionan los veinte países más prósperos y justos del mundo. No es perfecto, pero es mucho mejor que el modelo económico colectivista basado en las decisiones de los burócratas y en la planificación centralizada.

Tercero. La existencia y preservación de los derechos humanos y civiles es la condición legitimadora del Estado. Los Estados son un conjunto de instituciones al servicio de los individuos y no al revés.

Cuarto. El respeto por los derechos de propiedad es un elemento esencial de la convivencia. Los individuos tienen derecho a conservar las riquezas producidas con su esfuerzo, imaginación o creatividad y el Estado no puede arrebatarles arbitrariamente el fruto de su trabajo.

Quinto. Todos los ciudadanos tienen que someterse a la autoridad de la ley, y los gobernantes en primer término. No puede haber impunidad para los poderosos o para los mejor relacionados.

Sexto. Los funcionarios tienen que dar cuenta de sus actos de manera frecuente y permanente. Han sido electos o designados para obedecer a la sociedad en calidad de servidores públicos, no para mandar sobre ella. Son los individuos, organizados en esa fórmula muy laxa que llaman “sociedad civil”, los que deben vigilar a los gobernantes, y no al revés.

Séptimo. Para corregir los errores del anterior gobierno, es fundamental la oposición constructiva, el pluralismo político y la alternancia en el poder con garantías para todos los actores nacionales que se sujeten a las reglas del juego político.

En el mundo desarrollado y democrático hay varias familias políticas que debaten apasionadamente y luchan por ocupar el gobierno -fundamentalmente, liberales, conservadores, socialdemócratas y democristianos-, pero lo que discuten no es la demolición y reemplazo del sistema por otro diametralmente opuesto, sino el tipo de administración, el peso de la carga fiscal y otros factores laterales. En lo esencial, todos los partidos democráticos están de acuerdo, y esa coincidencia le proporciona estabilidad y predictibilidad al desempeño colectivo.

Es verdad que en el llamado primer mundo no todos los electores comparten esta visión del Estado o del modelo económico, pero quienes se apartan radicalmente de ella constituyen una exigua minoría. Probablemente, entre los extremistas de la izquierda, generalmente seducidos por las ideas marxistas, y los de la derecha, captados por el fascismo y el ultranacionalismo, ni siquiera alcancen el 10% del censo electoral.

Para leer el artículo completo de Click Aquí

miércoles, 27 de octubre de 2010

Presidente de Panamá seducido por proyectos estatistas

Tomado de The Wall Street Journal

Por Mary Anastasia O'Grady

¿Se encamina el presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, a convertir a su país en la primera economía de mercado de un sólo impuesto, abierta y competitiva tal y como lo prometió? ¿O sólo se trata de otro caudillo en busca de aumentar el tamaño del Estado y su propio poder?

Estas preguntas se debaten acaloradamente por estos días en la Ciudad de Panamá y las respuestas son importantes no sólo para los panameños. Como un autoproclamado creyente en los mercados en una región donde dominan los políticos de la izquierda, Martinelli levanta el estandarte del anti-chavismo. Cuando era candidato, prometió transformar a su país en un imán para la inversión y un lugar con oportunidades para su gente. Si no logra cumplir esa promesa podría dañar la causa que defiende mucho más allá de sus propias fronteras.

Cuando el magnate de los supermercados, educado en Estados Unidos, asumió el poder en julio de 2009, los defensores del libre mercado no cabían de alegría y la izquierda gruñía. Ahora la derecha aprieta los dientes. Martinelli me contó su versión de la historia cuando estuvo en Nueva York el mes pasado para la Asamblea General de Naciones Unidas.

El presidente comenzó nuestra conversación jactándose de la variedad de nuevos acuerdos de libre comercio que su gobierno firmó o está en el proceso de negociar. Panamá también redujo todos los impuestos a las importaciones ("con la excepción de seis o siete productos negociados en la Organización Mundial del Comercio") a 10%.

Luego, indicó, durante la asamblea general el presidente Obama le hizo una promesa sobre el acuerdo de libre comercio entre EE.UU. y Panamá: "Lo primero que hice cuando le daba la mano fue decir: 'Presidente Obama, cuando EE.UU. esté listo, Panamá está lista'. Y él me respondió: 'Tendremos que hacerlo después de las elecciones'. Luego nos sacamos una foto y dijo: 'Puede quedarse tranquilo de que vamos a hacerlo luego de las elecciones'".

Martinelli también estaba ansioso por hablar sobre sus planes para hacer más eficiente y abaratar los costos del proceso de titularizar tierras. "Queremos que (los campesinos) sean dueños de su propiedad", indicó.

En cuanto a los impuestos, sostuvo que se han realizado avances importantes hacia su meta de una tasa única. Ya comenzó al aumentar el impuesto al valor agregado (IVA) de 5% a 7% y "a reducir los impuestos corporativos de 30% a 25% y los impuestos a la renta para individuos de 27,5% a 15%".

Agrega que ha mantenido un déficit fiscal de 1,5%, en parte debido a que ha estado cerrando resquicios corporativos. Como consecuencia, si el IVA se aumenta a 8%, la tasa corporativa puede subir al 20%. La meta es llegar a una tasa del 10% en todo el espectro, algo que sostiene podría ocurrir para 2014.

¿Entonces que tiene de malo Martinelli? Empecemos con la decisión de aumentar el salario mínimo en un 30% en sectores clave, una medida realmente extraña en un país donde el 40% de la economía es informal. Cuando el gobierno eleva el precio del trabajo exacerba el problema de la informalidad. También crea una carga sobre la inversión extranjera. Ninguna de las dos cosas puede ser buena para el 30% de los panameños que viven en la pobreza y el 14,4% que lo hace en extrema pobreza, según estadísticas del Banco Mundial de 2008.

Peor es su justificación de la medida. "¿No cree que (las tiendas que venden mercadería a altos precios) podrían pagar un poquito más para que esa persona pueda comprar un auto o una casa? Eso estimularía el crecimiento", razona. Cuando le señalo que es su opinión que los sueldos eran demasiado bajos, responde: "Esas son patrañas. Lo lamento".

El intercambio revela lo que parece molestarle más a los liberales del mercado sobre Martinelli: tiene un estilo autocrático y una tendencia pronunciada hacia la grandeza estatista. Otros ejemplos abundan. El gobierno construirá un rascacielos en la capital para albergar oficinas públicas y crear, en sus palabras, "un ícono para la ciudad". También se planea una "ciudad gubernamental", donde líneas de metro y autobús transportarán una multitud de empleados estatales.

Martinelli afirma que los proyectos le ahorrarán el costo de alquilar y niega que se trate de una expansión del Estado. Pero casi 5.000 empleados se han sumado a la nómina del gobierno durante su primer año de gestión y los salarios aumentaron 7,9% en los siete primeros meses de este año según la oficina nacional de contabilidad.

De seguir así, ¿quién puede dejar de imaginarse que la promesa de un impuesto plano del 10% se evaporará pronto frente a un ruidoso pedido de alzas tributarias para financiar el gasto gubernamental? Para ese momento habrá reproches por no haber eliminado el impuesto a la renta antes de aumentar el IVA.

Martinelli comprende las necesidades de las empresas. Pero también está acostumbrado a ser el hombre a cargo y las dificultades de permitir que el gobierno crezca parecen eludirlo. Esto es preocupante. No sería el primer planificador bienintencionado que es doblegado por su engreimiento fatal.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Francia enfrenta convulsión social

Tomado de RFI

Los sindicatos franceses reivindican 3,5 millones de manifestantes este martes contra la reforma de la jubilación, mientras el ministerio de Interior asegura que la movilización es inferior a la del 12 de octubre.

El Gobierno promete medidas contra el creciente desabastecimiento de las estaciones de servicio que, con los actos de vandalismo, han marcado esta nueva jornada de protesta.

Los opositores a la reforma del sistema de pensiones se volcaron este martes masivamente a las calles de Francia en el último pulso con el gobierno de Nicolas Sarkozy que, inflexible, espera que el Senado adopte antes del fin de semana el proyecto de ley que levanta la edad mínima para jubilarse de 60 a 62 años.

La octava jornada de protestas en lo que va del año ofrece, como en oportunidades anteriores, una ya clásica batalla de cifras sobre afluencia entre Gobierno y sindicatos, lo que en algunas ocasiones da lugar a brechas insalvables, como en Marsella, había 23.000 ó 240.000 manifestantes según se le preguntara a la policía o a los sindicatos.

En París, para la Prefectura marcharon 67.000 manifestantes –habrían sido 89.000 cinco días atrás-, mientras que la CGT aseguraba que habían convocado a 300.000 personas, 10.000 más que las que computó el 12 de octubre. A escala nacional, Interior afirmó haber contabilizado hacia media tarde unos 480.000 manifestantes en varias localidades, es decir 20.000 personas menos que la semana pasada.

Para la CGT, esta cifra llegó a 3,5 millones a las 17:00 horas. De lo que ya nadie duda es que el endurecimiento de la protesta está paralizando el país, principalmente por la huelga que afecta a las 12 las refinerías de Francia, lo que ha desembocado en que un tercio de las gasolineras tenga problemas de abastecimiento.

En este sentido, el primer ministro conservador francés, François Fillon, declaró el martes en la cámara de Diputados que "nadie tiene derecho a tomar como rehén a un país entero", en alusión a la escasez de combustible provocada por las huelgas.

"Nuestra República prevé el derecho de huelga, pero no prevé el derecho de bloquear a un país, su economía y sus empleos", sostuvo, mientras el presidente Nicolas Sarkozy anunciaba que tomará medidas contra el bloqueo de refinerías. Fillon juzgó además que la protesta contra la reforma “empieza a decaer”, pero que paralelamente se radicaliza.

Altercados violentos en varios puntos del país Durante la jornada de protesta se han producido importantes altercados en varios puntos del país, protagonizados en su mayoría por estudiantes, un colectivo que ha hecho aumentar varios grados la tensión en torno a las manifestaciones. El primer incidente serio ha ocurrido a la mañana en Le Mans (en el noroeste del país), donde una escuela ha sido incendiada y se han protagonizado numerosos disturbios entre manifestantes y fuerzas policiales.

El ministro de Educación, Luc Chatel, se personó en el lugar y descartó ante la prensa que hubiera sido un accidente. "Es un acto odioso que condenamos con firmeza. El Gobierno hará todo lo posible por determinar a los culpables y castigarlos severamente", anotó.Demasiado temprano compareció el ministro.

A lo largo del día se han repetido los altercados. Así, frente a un colegio de Nanterre (noroeste de París), unos 200 jóvenes encapuchados -ajenos al establecimiento- lanzaron proyectiles y bombas de humo contra los policías e incendiaron un vehículo, según la agencia AFP. El mismo procedimiento se repitió en Lyon, donde otro grupo quemó varios vehículos y protagonizó numerosos altercados. No iban a ser los únicos incidentes.

En París, una muchacha de 15 años resultó herida tras estallar una motocicleta cerca de un contenedor de basura en llamas frente a su colegio en el sur de la capital, según indicaron fuentes municipales. En el centro de la ciudad, unas horas más tarde, la policía desalojó a unos 300 estudiantes de educación secundaria en la plaza de la República.

La protesta entre los estudiantes se hace presente en los centros. Una decena de las 83 universidades del país estaban bloqueadas, según la Unión Nacional de Estudiantes de Francia (UNEF) y la actividad en unos 379 colegios secundarios estaba perturbada, según el Ministerio de Educación, cantidad que la Federación Independiente y Democrática de Liceos (FIDL), eleva a unos 1.200 colegios" involucrados" en la jornada de acción.

martes, 21 de septiembre de 2010

Manuel “Muso” Ayau, padre del liberalismo latinoamericano

Tomado de The Wall Street Journal

Imagen por Zina Saunders
Por Mary Anastasia O'Grady

LAGO AMATITLÁN, Guatemala— En lo alto de una colina que mira a este pintoresco lago volcánico, Manuel "Muso" Ayau —que puede considerarse el abanderado de la libertad más influyente de América Latina en la segunda mitad del siglo XX— fue sepultado el mes pasado.

Llegué hasta acá, 40 días más tarde, para asistir a una conmemoración. Temprano por la mañana viajo una hora desde Ciudad de Guatemala hasta el monasterio griego ortodoxo que ahora alberga la cripta de Ayau. Muchos amigos de toda la región y de España se saludan. La muchedumbre no cabe en la iglesia y algunos quedan afuera, en la parte posterior. Somos jóvenes y viejos, latinos, europeos y estadounidenses, creyentes y no creyentes, pero todos compartimos el dolor en común de haber perdido un maestro, un mentor, un líder y un amigo.

Más tarde, en la prestigiosa Universidad Francisco Marroquín (UFM), la pieza central del legado de Ayau, casi 300 personas colman la plaza para celebrar su vida.

Los estadounidenses que se sienten desalentados por la erosión de los derechos individuales en su país podrían aprender mucho del valiente recorrido de Ayau. Pocas veces una vida ha contribuido tanto a la causa de superar la tiranía simplemente al comprometerse con la promoción del libre pensamiento, y lo hizo en un medio que era sumamente hostil a la libertad.

Ayau, nacido en 1925, fue un ingeniero educado en Estados Unidos. Pero fueron sus instintos como emprendedor aquí en Guatemala los que le dieron forma a su destino de ícono de la libertad. Fundó y dirigió varias empresas exitosas, incluida una de gas industrial y una fábrica de mosaicos. Mientras trabajada quedó cada vez más perplejo por la contradicción entre el potencial emprendedor del país y la alta cantidad de bancarrotas. Esto lo impulsó a comenzar a buscar respuestas a la terca pobreza y el subdesarrollo de Guatemala.

Fue una época turbulenta. Los comunistas habían puesto la mira en Guatemala. En 1954, su hombre, el presidente Jacobo Arbenz, fue derrocado. Lo que siguió fue una mezcla tóxica de gobiernos militares e insurgencia guerrillera que cubrió el país de violencia.

En medio de este desorden surgió Ayau, con seis guatemaltecos que pensaban como él, armados sólo con el deseo de descubrir las ideas que podrían transformar a Guatemala en un país justo y próspero. Formaron el Centro de Estudios Económicos y Sociales (CEES) en noviembre de 1958. La meta, escribió Muso en sus memorias de 1992 sobre la fundación de la Universidad Marroquín, "era estudiar y diseminar los principios éticos, económicos y legales de una sociedad libre".

Ayau y sus colegas leían con voracidad y debatían de forma vociferante. "Todos nosotros éramos autodidactas en estos temas, lo que absorbía gran parte de nuestro tiempo", escribió. Durante el siguiente medio siglo CEES publicaría más de 900 folletos en defensa del mercado. Las muchas contribuciones de Ayau (98) tenían títulos como "Sobre la moral de un gobierno", "Planificación racional o absurda" y "Robinson y viernes inventan el mercomún". En octubre de 1978 escribió un ensayo en un panfleto de CEES titulado "Los controles de precios", mientras Milton Friedman escribía "En defensa del dumping" en la misma publicación.

Esos folletos se distribuyeron por toda la región. El peruano Enrique Ghersi, uno de los co-autores del éxito de ventas de 1986 "El otro sendero", afirma que uno llamado "Cómo subdesarrollar un país en diez lecciones" fue "clave para despertar en mí la vocación y el compromiso de defender la libertad". CEES llevó a Guatemala gigantes intelectuales de la talla de Ludwig von Mises (1964), Friedrich Hayek (1965) y Ludwig Erhard (1968).

Al promover estas ideas Ayau se enfrentaba a los comunistas, mercantilistas, sindicatos del sector público y a los planificadores centrales de instituciones poderosas como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Pero sólo estaba entrando en calor.

Para la década de 1960, estaba claro que la izquierda había capturado al mundo académico de Guatemala. Así que en 1971 Ayau y los demás partidarios de la libertad fundaron UFM en una casa alquilada con los aportes de un puñado de guatemaltecos que ascendían a un total de US$40.000. Había ocho estudiantes en la primera promoción que se graduó. El año pasado hubo 509.

Los egresados de Marroquín están entre los más buscados del país debido a su competencia. Pero la universidad afirma que hay algo más que los hace únicos: "A todos los estudiantes más allá de la disciplina se les enseñan las causas y orígenes de la riqueza de las naciones". Aleluya.

Ayau no vivió para ver todo lo que había soñado para Guatemala, pero sí presenció algunos cambios significativos de los que se podía sentir orgulloso. Los graduados de UFM participaron en la reforma constitucional de 1993 para prohibir que el banco central le prestara al gobierno, la ley de telecomunicaciones de libre mercado de 1996 y la ley de 2001 que legalizó el uso de otras monedas. Si un viajero del tiempo de los años 60, cuando Ayau comenzó a desafiar el estatismo mientras Fidel Castro forjaba su expresión más acabada en Cuba, aterrizara ahora podría sorprenderse al ver cuales ideas superaron mejor la prueba del tiempo.

Quizás Ghersi, uno de los asistentes a la celebración, captura mejor la contribución de Ayau con estas palabras: "Es decisivo en la historia de la libertad. UFM es la autoridad papal del liberalismo (clásico) en América Latina; y Manuel Ayau es nuestro papa". Que en paz descanse Muso.