martes, 21 de septiembre de 2010

Manuel “Muso” Ayau, padre del liberalismo latinoamericano

Tomado de The Wall Street Journal

Imagen por Zina Saunders
Por Mary Anastasia O'Grady

LAGO AMATITLÁN, Guatemala— En lo alto de una colina que mira a este pintoresco lago volcánico, Manuel "Muso" Ayau —que puede considerarse el abanderado de la libertad más influyente de América Latina en la segunda mitad del siglo XX— fue sepultado el mes pasado.

Llegué hasta acá, 40 días más tarde, para asistir a una conmemoración. Temprano por la mañana viajo una hora desde Ciudad de Guatemala hasta el monasterio griego ortodoxo que ahora alberga la cripta de Ayau. Muchos amigos de toda la región y de España se saludan. La muchedumbre no cabe en la iglesia y algunos quedan afuera, en la parte posterior. Somos jóvenes y viejos, latinos, europeos y estadounidenses, creyentes y no creyentes, pero todos compartimos el dolor en común de haber perdido un maestro, un mentor, un líder y un amigo.

Más tarde, en la prestigiosa Universidad Francisco Marroquín (UFM), la pieza central del legado de Ayau, casi 300 personas colman la plaza para celebrar su vida.

Los estadounidenses que se sienten desalentados por la erosión de los derechos individuales en su país podrían aprender mucho del valiente recorrido de Ayau. Pocas veces una vida ha contribuido tanto a la causa de superar la tiranía simplemente al comprometerse con la promoción del libre pensamiento, y lo hizo en un medio que era sumamente hostil a la libertad.

Ayau, nacido en 1925, fue un ingeniero educado en Estados Unidos. Pero fueron sus instintos como emprendedor aquí en Guatemala los que le dieron forma a su destino de ícono de la libertad. Fundó y dirigió varias empresas exitosas, incluida una de gas industrial y una fábrica de mosaicos. Mientras trabajada quedó cada vez más perplejo por la contradicción entre el potencial emprendedor del país y la alta cantidad de bancarrotas. Esto lo impulsó a comenzar a buscar respuestas a la terca pobreza y el subdesarrollo de Guatemala.

Fue una época turbulenta. Los comunistas habían puesto la mira en Guatemala. En 1954, su hombre, el presidente Jacobo Arbenz, fue derrocado. Lo que siguió fue una mezcla tóxica de gobiernos militares e insurgencia guerrillera que cubrió el país de violencia.

En medio de este desorden surgió Ayau, con seis guatemaltecos que pensaban como él, armados sólo con el deseo de descubrir las ideas que podrían transformar a Guatemala en un país justo y próspero. Formaron el Centro de Estudios Económicos y Sociales (CEES) en noviembre de 1958. La meta, escribió Muso en sus memorias de 1992 sobre la fundación de la Universidad Marroquín, "era estudiar y diseminar los principios éticos, económicos y legales de una sociedad libre".

Ayau y sus colegas leían con voracidad y debatían de forma vociferante. "Todos nosotros éramos autodidactas en estos temas, lo que absorbía gran parte de nuestro tiempo", escribió. Durante el siguiente medio siglo CEES publicaría más de 900 folletos en defensa del mercado. Las muchas contribuciones de Ayau (98) tenían títulos como "Sobre la moral de un gobierno", "Planificación racional o absurda" y "Robinson y viernes inventan el mercomún". En octubre de 1978 escribió un ensayo en un panfleto de CEES titulado "Los controles de precios", mientras Milton Friedman escribía "En defensa del dumping" en la misma publicación.

Esos folletos se distribuyeron por toda la región. El peruano Enrique Ghersi, uno de los co-autores del éxito de ventas de 1986 "El otro sendero", afirma que uno llamado "Cómo subdesarrollar un país en diez lecciones" fue "clave para despertar en mí la vocación y el compromiso de defender la libertad". CEES llevó a Guatemala gigantes intelectuales de la talla de Ludwig von Mises (1964), Friedrich Hayek (1965) y Ludwig Erhard (1968).

Al promover estas ideas Ayau se enfrentaba a los comunistas, mercantilistas, sindicatos del sector público y a los planificadores centrales de instituciones poderosas como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Pero sólo estaba entrando en calor.

Para la década de 1960, estaba claro que la izquierda había capturado al mundo académico de Guatemala. Así que en 1971 Ayau y los demás partidarios de la libertad fundaron UFM en una casa alquilada con los aportes de un puñado de guatemaltecos que ascendían a un total de US$40.000. Había ocho estudiantes en la primera promoción que se graduó. El año pasado hubo 509.

Los egresados de Marroquín están entre los más buscados del país debido a su competencia. Pero la universidad afirma que hay algo más que los hace únicos: "A todos los estudiantes más allá de la disciplina se les enseñan las causas y orígenes de la riqueza de las naciones". Aleluya.

Ayau no vivió para ver todo lo que había soñado para Guatemala, pero sí presenció algunos cambios significativos de los que se podía sentir orgulloso. Los graduados de UFM participaron en la reforma constitucional de 1993 para prohibir que el banco central le prestara al gobierno, la ley de telecomunicaciones de libre mercado de 1996 y la ley de 2001 que legalizó el uso de otras monedas. Si un viajero del tiempo de los años 60, cuando Ayau comenzó a desafiar el estatismo mientras Fidel Castro forjaba su expresión más acabada en Cuba, aterrizara ahora podría sorprenderse al ver cuales ideas superaron mejor la prueba del tiempo.

Quizás Ghersi, uno de los asistentes a la celebración, captura mejor la contribución de Ayau con estas palabras: "Es decisivo en la historia de la libertad. UFM es la autoridad papal del liberalismo (clásico) en América Latina; y Manuel Ayau es nuestro papa". Que en paz descanse Muso.

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