Tomado de La Nación
El inolvidable relato de un hincha argentino que vio el 7-1 en el Mineirao rodeado de brasileños
Una vivencia en primera persona del triunfo de Alemania para pasar
a la final del Mundial
Por Martín Feldman
Bromas en los
programas de TV. El 7-1 de Alemania ante Brasil generó todo tipo de reacciones.
En el Mineirao, lleno de hinchas locales, apenas hubo un puñado de fanáticos
albicelestes. Aquí, el relato en primera persona de uno de ellos, quien vio el
histórico encuentro rodeado de brasileños.
Eran los primeros
días de junio y, en la última venta de entradas por Internet de la FIFA, la
semifinal de Belo Horizonte figuraba disponible. No lo dudé y compré una
entrada. No sabía qué partido terminaría siendo, pero al ver el fixture
posiblemente ese 8 de julio estaría en la cancha Brasil, con el sueño de
conseguir el hexa.
Estoy en el Mundial
desde el primer día y fui a todos los partidos de Argentina. Ahora, viajo en
micro rumbo a San Pablo para llegar a tiempo al encuentro contra Holanda. Valió
la pena este plan chino. De Brasilia a Belo Horizonte. De Belo Horizonte a San
Pablo. Había que aprovechar esa entrada comprada casi por casualidad para ver
nada menos que un Brasil vs. Alemania.
Fue un partido tan
extraño como histórico. Difícil de describir. Un 7-1 inolvidable, que festejé
por dentro, rodeado de brasileños en una de las cabeceras del Mineirao. Ellos
que en cada partido de la selección argentina se empecinaban en hacerme la vida
imposible, con cantitos, provocaciones, o lo que fuera, ahora se despedían por
la puerta de servicio del Mundial, con una humillante derrota. Puse mi mejor
cara para disimular cada alegría que me corría por dentro en una tarde muy
especial.
Desde que llegué al
Mineirao, me di cuenta que era la jornada de los hinchas brasileños. Ellos iban
a empujar de un carro averiado, de un equipo sin Neymar, la gran figura. Fui a
la cancha temprano y había una marea de camisetas amarillas en cada rincón. Los
cánticos eran la mayoría en contra de la Argentina. Por suerte, me había puesto
una remera amarilla, el ambiente no estaba como para decir que uno era
argentino.
Cuando entré al
estadio, me tocó en una de las cabeceras, rodeado de brasileños. Los alemanes
que había en la cancha estaban del otro lado. Me senté y el hincha brasileño de
al lado de mío me preguntó de dónde era. "Perú", le respondí, después
de escuchar un rato antes "América Latina unida, menos Argentina".
La hora se acercaba.
Era tal el ambiente que el himno alemán no llegaba a escucharse. El himno
brasileño fue una locura, erizaba la piel. Me imaginaba en el cuerpo de los
alemanes y no podía predecir la reacción que tuvieron unos minutos después.
Empieza el partido: el murmullo y los gritos son ensordecedores, también los
silbidos cuando la pelota la lleva un europeo.
Müller mete el 1-0 y
veo los primeros lamentos de la tarde. Me mimetizo con ellos. De pronto, llega
el momento que nunca voy a olvidar, esos cuatro goles en seis minutos, algo
increíble. Veo a los brasileños shockeados, sin reacción. Si al principio
sentía cierto temor, esos rostros boquiabiertos parecían inofensivos, sin
fuerza para hacerle daño a nadie. El estadio estaba en silencio, asistía
atónito a una pesadilla jamás imaginada.
En media hora, Brasil
pierde 5-0 la semifinal de su Mundial. No puedo creerlo. Parece un sueño, pero
lo vivo con los sentidos alerta. Veo a lo lejos a un alemán que grita los
goles, no le dicen nada, pero uno no puede descuidarse. Te das cuenta a medida
que avanzan los días que los argentinos ya no somos tan simpáticos para ellos.
Se termina el primer tiempo, con estruendosos silbidos. Voy al baño, hay
discusiones, algunas peleas entre hinchas. Me vuelven a preguntar de dónde soy,
respondo en inglés, como si no entendiera lo que me decían.
El segundo tiempo es
realmente para disfrutar. Los veo callados, sin entender lo que ocurre, se
desesperan porque se pierden un gol que sería el 5-1. Silban a Fred, gritan ole
con los pases de Alemania. Qué baile. Hasta aplauden después del 7-0. No pude
gritar los goles, pero sí los festejé por dentro, por esos hinchas brasileños
que me cargaban cuando Argentina no podía con Irán o los que no paraban de
hablarme cuando Suiza nos hacía el partido imposible.
Igual, llegué a
sentir pena por los jugadores de Brasil. Cargaron con tanta presión durante
todo el Mundial. Salían a la cancha y ya sentían la guillotina. Los vi a todos
juntos, después de ser humillados en la cancha, y los silbaban. Hasta tuvieron
que pedir perdón. Cuando salí del Mineirao, imaginaba el peor escenario. Por
suerte, no pasó nada, fue muy tranquilo, parecía que nadie podía dejar atrás
ese shock. Llegué al hotel, por fin pude celebrar una jornada que nunca voy a
olvidar, un día que quedará por siempre en la historia.
Por Martín Feldman
29 años, de Buenos
Aires
Profesión: Ingeniero
Producción: Pablo Hacker (enviado especial)