Por Luis Montes Brito
Para Revista Digital Gurú Político
Acapulco, México
Hace 15 meses que no visitaba San Salvador, el período más prolongado de ausencia en los casi diez años que tengo de residir en el exterior. En Junio de 2009, después de residir por varios meses en mi querido país, regresé a Nueva York, lugar donde actualmente vivo, dejando un país preñado de esperanzas, de ilusiones y de mucho optimismo con la promesa de un cambio.
Ahora que he vuelto en Septiembre de 2010 puedo dar fe que realmente ha habido un cambio, no el esperado pero cambio al fin.
Las calles están llenas de baches, los hospitales públicos están desabastecidos, la delincuencia se ha incrementado a grado tal que las Maras son capaces de imponer un paro de varios días a nivel nacional, donde además utilizan como figura de vocero a una persona juramentada en una comisión de gobierno ( el escándalo fue tan grande que la persona fue destituida por tal acción), los magistrados de la Corte Suprema de Justicia han cambiado la discusión sensata y doctrinaria por discusiones pasionales y tal vez hasta ideológicas, el mismo poder judicial enfrentado con el legislativo y al parecer ambos ignorando al ejecutivo, voces de ex presidentes del máximo tribunal invitando a los diputados a desconocer lo resuelto por la corte, señalamientos provenientes de parte de los mismo magistrados de fallos tomados en forma no apegada a Derecho, el Presidente del país enfrentado públicamente a su partido, sin que se pueda determinar la veracidad o profundidad de esas disputas y en el ambiente reina una sensación de desgobierno. Todos estos cambios son parte de la nueva realidad.
Pero no todas son malas noticias, la buena noticia es que ahora se encuentra dinero a montones enterrado en la campiña, mismo que cuando las autoridades anuncian los hallazgos son cantidades enormes las cuales se reducen significativamente al reportarlo legalmente.
Pareciera ser que el efectivo no es el problema de El Salvador y que este país flota literalmente sobre barriles de dinero, mismo que sin duda sirve para realizar actividades ilícitas que soliviantan la gobernabilidad de El Salvador. En fin todo apunta a que el cambio mayor es que la institucionalidad del país se ha debilitado.
Ante el escenario descrito y la falta de soluciones a los problemas de la gente el denominador común, cuando ya se ha cumplido la cuarta parte del período para el que ha sido elegido el presidente Funes, es que los funcionarios de gobierno se limitan a seguir culpando a los gobiernos anteriores de la situación actual.
De hecho hay algunos problemas estructurales que no se esperaba que fueran resueltos prontamente, pero hay otros que dependen exclusivamente de los administradores en turno del país. Sino preguntémonos si podemos culpar a los gobiernos anteriores de la falta de mantenimiento a la red vial, y qué decir del desabastecimiento de medicinas en los hospitales públicos, serán responsables los gobiernos anteriores del deterioro en los últimos meses de la seguridad pública? Y quién es el responsable de la promesa no cumplida de la fábrica de empleos? Quién es responsable del deterioro en la prestación de servicios a los salvadoreños en el exterior donde hoy los compatriotas vuelven a desvelarse para tratar de conseguir un número de atención en los consulados teniendo que llegar a esperar en la intemperie desde las 3 de la mañana.
El actual gobierno pareciera no asumir responsabilidad alguna por la situación actual de El Salvador, su discurso está estructurado en dos líneas básicas a seguir: culpar a los gobiernos anteriores de todos los males y seguir prometiendo un futuro mejor.
Desde la campaña electoral el lenguaje del ahora gobierno para referirse a sus obras sigue siendo utilizado en tiempos futuros y no presentes, en otras palabras no dicen estamos haciendo, sino que haremos, tendremos, prometemos.
La posición del Presidente Funes es particularmente difícil, muy popular en las encuestas pero solo en el mando. Nadie dijo que gobernar un país era fácil, mucho menos cuando se trata de un país con la historia y la realidad de El Salvador.
Qué hacemos al respecto? Seguir empantanados en el pasado y limitarnos a llorar y quejarnos de nuestra realidad o despojarnos de egos, ideologías y conductas atávicas para trabajar realmente por un futuro mejor?
Reconociendo la segunda alternativa como única opción viable, soy de la opinión que todas las fuerzas vivas debiéramos acompañar al presidente de la república en sus iniciativas consensuadas. El presidente Funes debiera evaluar objetivamente a los miembros y la composición de su gabinete para hacer los cambios que la población demanda, hay problemas que son tan evidentes que no vale la pena ni intentar justificarlos, El Salvador necesita ir más allá de la retórica.
Al final aunque la percepción generalizada es la de un presidente con buenas intenciones en medio de grandes presiones, la responsabilidad de su administración sigue siendo suya y la simpatía y las encuestas no son más que una foto de un instante que no serán determinantes cuando se juzgue su administración en la historia.
Señor presidente termine de dar el paso que lo libere de ataduras y no solo se conforme con vestir usted la azul y blanco, sino que en su calidad de capitán del equipo haga que los miembros de su gabinete también la vistan, la vivan y la suden o en su defecto que se salgan del equipo que nos representa a todas y todos los salvadoreños. Aún es tiempo de convertir el cambio en algo positivo. Felices Fiestas de Independencia Patria.
Ahora que he vuelto en Septiembre de 2010 puedo dar fe que realmente ha habido un cambio, no el esperado pero cambio al fin.
Las calles están llenas de baches, los hospitales públicos están desabastecidos, la delincuencia se ha incrementado a grado tal que las Maras son capaces de imponer un paro de varios días a nivel nacional, donde además utilizan como figura de vocero a una persona juramentada en una comisión de gobierno ( el escándalo fue tan grande que la persona fue destituida por tal acción), los magistrados de la Corte Suprema de Justicia han cambiado la discusión sensata y doctrinaria por discusiones pasionales y tal vez hasta ideológicas, el mismo poder judicial enfrentado con el legislativo y al parecer ambos ignorando al ejecutivo, voces de ex presidentes del máximo tribunal invitando a los diputados a desconocer lo resuelto por la corte, señalamientos provenientes de parte de los mismo magistrados de fallos tomados en forma no apegada a Derecho, el Presidente del país enfrentado públicamente a su partido, sin que se pueda determinar la veracidad o profundidad de esas disputas y en el ambiente reina una sensación de desgobierno. Todos estos cambios son parte de la nueva realidad.
Pero no todas son malas noticias, la buena noticia es que ahora se encuentra dinero a montones enterrado en la campiña, mismo que cuando las autoridades anuncian los hallazgos son cantidades enormes las cuales se reducen significativamente al reportarlo legalmente.
Pareciera ser que el efectivo no es el problema de El Salvador y que este país flota literalmente sobre barriles de dinero, mismo que sin duda sirve para realizar actividades ilícitas que soliviantan la gobernabilidad de El Salvador. En fin todo apunta a que el cambio mayor es que la institucionalidad del país se ha debilitado.
Ante el escenario descrito y la falta de soluciones a los problemas de la gente el denominador común, cuando ya se ha cumplido la cuarta parte del período para el que ha sido elegido el presidente Funes, es que los funcionarios de gobierno se limitan a seguir culpando a los gobiernos anteriores de la situación actual.
De hecho hay algunos problemas estructurales que no se esperaba que fueran resueltos prontamente, pero hay otros que dependen exclusivamente de los administradores en turno del país. Sino preguntémonos si podemos culpar a los gobiernos anteriores de la falta de mantenimiento a la red vial, y qué decir del desabastecimiento de medicinas en los hospitales públicos, serán responsables los gobiernos anteriores del deterioro en los últimos meses de la seguridad pública? Y quién es el responsable de la promesa no cumplida de la fábrica de empleos? Quién es responsable del deterioro en la prestación de servicios a los salvadoreños en el exterior donde hoy los compatriotas vuelven a desvelarse para tratar de conseguir un número de atención en los consulados teniendo que llegar a esperar en la intemperie desde las 3 de la mañana.
El actual gobierno pareciera no asumir responsabilidad alguna por la situación actual de El Salvador, su discurso está estructurado en dos líneas básicas a seguir: culpar a los gobiernos anteriores de todos los males y seguir prometiendo un futuro mejor.
Desde la campaña electoral el lenguaje del ahora gobierno para referirse a sus obras sigue siendo utilizado en tiempos futuros y no presentes, en otras palabras no dicen estamos haciendo, sino que haremos, tendremos, prometemos.
La posición del Presidente Funes es particularmente difícil, muy popular en las encuestas pero solo en el mando. Nadie dijo que gobernar un país era fácil, mucho menos cuando se trata de un país con la historia y la realidad de El Salvador.
Qué hacemos al respecto? Seguir empantanados en el pasado y limitarnos a llorar y quejarnos de nuestra realidad o despojarnos de egos, ideologías y conductas atávicas para trabajar realmente por un futuro mejor?
Reconociendo la segunda alternativa como única opción viable, soy de la opinión que todas las fuerzas vivas debiéramos acompañar al presidente de la república en sus iniciativas consensuadas. El presidente Funes debiera evaluar objetivamente a los miembros y la composición de su gabinete para hacer los cambios que la población demanda, hay problemas que son tan evidentes que no vale la pena ni intentar justificarlos, El Salvador necesita ir más allá de la retórica.
Al final aunque la percepción generalizada es la de un presidente con buenas intenciones en medio de grandes presiones, la responsabilidad de su administración sigue siendo suya y la simpatía y las encuestas no son más que una foto de un instante que no serán determinantes cuando se juzgue su administración en la historia.
Señor presidente termine de dar el paso que lo libere de ataduras y no solo se conforme con vestir usted la azul y blanco, sino que en su calidad de capitán del equipo haga que los miembros de su gabinete también la vistan, la vivan y la suden o en su defecto que se salgan del equipo que nos representa a todas y todos los salvadoreños. Aún es tiempo de convertir el cambio en algo positivo. Felices Fiestas de Independencia Patria.