Por Dra. Margarita Mendoza Burgos
Quizás todavía tengamos presente aquella suntuosa boda a la que fuimos invitados, pero de ese derroche de felicidad solo queda el recuerdo plasmado en un video o en las fotografías, porque ante la primera crisis seria el matrimonio no pudo resistir. Y el “hasta que la muerte los separe”, pronunciada por el sacerdote, se volvió volátil y endeble.
Es cierto que no todos los conflictos de pareja terminan en separación, pero los nubarrones a lo largo de la vida conyugal son casi inevitables. En todo caso, será la madurez de la pareja lo que los mantenga a flote.
Según cifras recientes que publica la revista Time, en los años 70 y 80, el índice de divorcio en Estados Unidos llegaba hasta el 50% de los matrimonios, y en la actualidad ronda el 40%. Ahora nos divorciamos menos, pero probablemente sea porque muchas parejas ni siquiera llegan a casarse y prefieren la convivencia.
Una de las principales fuentes de conflictos radica en el poco conocimiento de uno y otro. Durante la época de noviazgo se procura “ocultar" los defectos y “potenciar” las virtudes de cada uno, pero así se proyectan falsas personalidades o actitudes.
En realidad, lo que están viendo es una versión mejorada, elaborada con mucho esfuerzo, pero insostenible en el tiempo. Tarde o temprano aparecerá la verdadera personalidad de cada uno y el otro puede sentirse engañado.
También es bastante común pretender corregir a la pareja hasta convertirlo en algo que no es. Esto va desde intentar cambiar problemas de alcohol o drogas, ser muy enamoradizo, que lea más… El ideal es aceptar a la pareja con sus más y sus menos, tal como es.
Otros aspectos que generan roces es la parte del manejo de los gastos, la monotonía, de cómo será la crianza de los hijos y a veces, incluso, si los tendrán o no.
Amparo Calandín, psicóloga española, cree que "una buena situación económica actúa como paliativo de muchos problemas”. Y lo fundamenta: “Si una pareja tiene posibilidad de pagar ayuda en casa, un buen colegio, disfrutar de unas buenas vacaciones, y solucionar el tema de la vivienda, todo será más fácil. También es cierto que si la relación entre los miembros no funciona, no hay dinero que lo arregle".
También influye si son de diferentes religiones. Aun en los aspectos que parezcan iguales, pueden terminar por aburrirse.
Hay una etapa de enamoramiento ciego, algo así como una “luna de miel”, en que todo parecerá perfecto… Pero ese efecto se va diluyendo. A menor edad y menos experiencia, mayor será la etapa de ceguera.
Un elemento que puede ocasionar conflictos constante son los celos, sobre todo en personas que los llevan al extremo y desconfían absolutamente de todo. Además, hay personas que eligen parejas muy atractivas y poco estables, pensando que en el camino cambiarán su forma de ser y aquellos cuyos celos no terminan aun cuando la pareja, vive una vida reclusiva.
La llegada de un bebé puede provocar un vuelco importante en la relación. En un principio podría parecer que mejora, pero si -y sólo si- al menos había un deseo de tener un hijo. De lo contrario, lo más probable es que se rompa totalmente la pareja.
No existe una pareja que no haya tenido conflictos, el tema es cómo los han superado.
A veces, un capítulo cerrado es un paso gigante a la maduración como pareja. En otras, sin embargo, es un antecedente que queda flotando y que no se resolverá a menos que hagamos algo drástico.
Esto tiene bastante que ver cuando esperamos demasiado de la relación o incluso cuando la idealizamos, a tal punto de pasar del amor al odio sin escalas.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
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Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.