Tomado de esglobal
LA MANO DE CUBA EN UNA
VENEZUELA EN CRISIS
Pese a la opacidad de
las cuentas públicas venezolanas, diversas fuentes muy autorizadas, dentro y
fuera del país, concurren en que el subsidio directo a Cuba puede andar hoy
cerca de los 8.700 millones de euros anuales. Esto, sin contar los 100.000
barriles de crudo que llegan cada día a la isla desde hace más de una década.
Cuba depende actualmente, de manera crucial, del subsidio venezolano.
Por Ibsen Martinez
Hace
poco menos de diez años, la creciente injerencia cubana en los asuntos de
Estado venezolanos era soslayada prudentemente por los voceros de la oposición.
Denunciar
el modo desembozado con que Hugo Chávez llegó a hablar de los destinos de la
llamada “Revolución Bolivariana” como indisolublemente enlazados a la suerte de
la Cuba de los Castro era, según muchos estrategas electorales de oposición, y
para usar la expresión criolla, “gastar pólvora en zamuros”; esto es,
dispararle a los buitres de la sabana. Algo no sólo ocioso, sino
potencialmente contraproducente.
La
devoción popular por el caudillo –discurría la mayoría de la dirigencia
opositora– ,su avasallante carisma, su amor reverencial por Fidel Castro y la revolución
cubana no debían ser desafiados frontalmente en una contienda electoral.
Por
aquel entonces hablo ya de 2007, bastante después del fracasado golpe de 2002
y de la huelga de la estatal petrolera que mantuvo en jaque al Gobierno por
casi tres meses, entre diciembre de 2002 y marzo del año siguiente–, la buena
voluntad que en los sectores más desposeídos de Venezuela concitaban los
cooperantes cubanos en el área de la salud, era ostensiblemente uno de los
grandes logros políticos de Chávez.
Aún
hoy es amplio el consenso entre observadores y políticos de oposición en torno
al provechoso acierto de Chávez al aceptar la ayuda cubana en el despliegue de
planes de asistencia primaria en las desheredadas barriadas de los cerros
caraqueños y de muchas localidades del interior. Aquella iniciativa, bautizada
por Chávez como “Misión Barrio Adentro”, fue el inicio de la estrecha, y cada
día mayor, vinculación entre Caracas y La Habana en el manejo de los asuntos
públicos venezolanos.
Sin
duda, la percepción general de que el Gobierno se ocupaba al fin de los
excluidos de siempre, allegándoles el auxilio de la mitológica “medicina
social” cubana hizo mucho por afianzar la popularidad de Chávez y el sostenido
apoyo electoral al Ejecutivo. Seguirían otros convenios, mucho menos
conspicuos, de mayor complejidad operativa y muchísimo más onerosos para el
erario venezolano.
Para
La Habana, ofrecer cooperación en el área de salud a otros países, pagadera en
divisa dura, no era, por cierto, una novedad: tal ha sido uno de los tortuosos
medios con que Cuba ha mitigado su improductividad, sometiendo a sus
cooperantes a condiciones de esclavitud moderna. Pero sí lo fue la magnitud de
los ingresos percibidos a cambio de enviar médicos, enfermeras,
fisioterapeutas, optometristas, técnicos en cuidados ambulatorios e
instructores.
La
ayuda médica se convirtió, para la retórica chavista y consumo de sus bases sociales, en el
invariable justificativo del colosal subsidio que Venezuela ha concedido a la
calamitosa economía cubana durante la última década. El costo para el petroestado más antiguo del hemisferio
occidental, dueño de las reservas probadas de crudo más grandes del planeta, ha
sido pasmosamente catastrófico.
Pese
a la opacidad de las cuentas públicas venezolanas, diversas fuentes muy
autorizadas, dentro y fuera del país, concurren en que el subsidio directo a
Cuba puede andar hoy cerca de los 8.700 millones de euros anuales. Esto, sin
contar los 100.000 barriles de crudo que llegan cada día a la isla desde hace
más de una década. Cuba depende actualmente, de manera crucial, del subsidio
venezolano.
La
sola perspectiva de un cambio, no ya de régimen, sino meramente de
gobierno en Venezuela, es visto en La Habana como algo que debería impedirse a
toda costa.
Quien
dice cooperantes, dice hombres y mujeres; ¿de cuántos funcionarios cubanos
acantonados en Venezuela estamos hablando?
La
discrepancia entre las cifras ofrecidas por diversas fuentes de oposición
es tan grande que solo cabe ponderar los extremos. Números oficiales sitúan el
número de cooperantes en 44.800, discriminados en una gama profesional que
arropa médicos, enfermeros y entrenadores deportivos pero que deja sin
especificar unos 11.000. Voces opositoras afirman que la cifras podrían
duplicarse.
Un
general retirado, Atonio Rivero, antiguo colaborador muy cercano a Chávez,
declaró desde la clandestinidad para el periódico londinense Daily
Telegraph que
en Venezuela hay más de 100.000 cubanos y que, de ellos, 3.700 pertenecen a los
servicios de inteligencia del celebérrimo G2.
Rivero
se halla actualmente prófugo de la justicia militar y se ha unido al partido de
Leopoldo López, el destacado líder encarcelado por el régimen de Maduro bajo la
acusación de ser, junto con la diputada María Corina Machado, el principal instigador
de la violencia callejera que azota Venezuela desde hace dos meses. A
Rivero se le persigue, justamente, por haber denunciado ante la Fiscalía de la
Nación la injerencia cubana en los altos mandos de las Fuerzas Armadas.
Muerto
Chávez, esta injerencia ha cobrado preeminencia en el discurso opositor,
entre otras razones, por el hecho inocultable de ser Nicolás Maduro un
“hombre de La Habana”, un cuadro formado políticamente en la isla durante los
80, mucho antes de la aparición de Hugo Chávez en el radar de los hermanos
Castro; alguien, en fin, inconmoviblemente leal a los designios e intereses de
la dictadura isleña.
La
sabiduría convencional reduce los términos de intercambio entre Cuba y
Venezuela a una inecuación en la que Caracas subsidia la inviabilidad terminal
del sistema económico cubano mientras Cuba pone la
seguridad e inteligencia policiales del régimen.
Hace
poco, la diputada María Corina Machado convocó en la capital venezolana una
multitudinaria marcha de repudio a la presencia cubana en el país. El
predicamento que goza hoy la causa anticubana habría sido impensable en tiempos
de Chávez.
En
efecto, las protestas, motivadas por la acogotante inseguridad, el desabastecimiento y la
corrupción, coinciden con una perceptible caída del apoyo a Maduro en las
encuestas más serias, la del IVAD ( Instituto Venezolano de Análisis de Datos)
y la conducida por el respetado experto en demoscopia Alfredo Keller.
Entre
el 62% y el 72% piensa que Venezuela está a las puertas de un colapso
económico. El 51% está convencido de que la responsabilidad es del
Gobierno. El 57% piensa que de Maduro directamente. El 63% tiene una visión
desfavorable de Cuba, país al que acusan de haber convertido a Venezuela en una
colonia de la isla caribeña con el objeto de saquearla. Apenas el 16% culpa a
los empresarios y el 8% a los Estados Unidos. Sólo el 31% simpatiza con el
régimen comunista creado por los hermanos Castro.
Mal
momento para poner en práctica la metodología cubana de aplastamiento de toda
forma de oposición.
Esta
ha sido, sin embargo, la ocasión en que la mano de Cuba ha salido de la
penumbra mediática en que, astutamente, se había mantenido hasta ahora, para
hacerse sentir en la calle. Maduro se ha enfrentado a las protestas imbuido de
una brutal doctrina represiva fidelista que, a todas luces, no funciona al
aplicarse a la sociedad venezolana, de historia política y talante mucho más
insumiso que la cubana. Pese a la creciente cifra de muertes (40, al redactarse
esta nota) atribuidas a las paramilitares bandas motociclistas, las guarimbas, como aquí se llama a la
barricada callejera que cada noche enfrenta los gases lacrimógenos y las
perdigonadas de la Guardia del Pueblo y las balas de los paramilitares, lejos
de languidecer, cobran mayor fuerza.
Por
cuánto tiempo más se prolongará esta singular crisis de ingobernabilidad es
algo que tal vez ni siquiera las omniscientes “salas situacionales” que el G2
mantiene en el palacio de Miraflores podrían decir a ciencia cierta, pero lo
cierto es que para muchos opositores venezolanos, y para usar una expresión
cubana, “lo mejor de todo es lo malo que se está poniendo”.
Yo hace un tiempo lo felicite por su aniversario en su extraordinario blog, en aquel momento le escribi y hoy le vuelvo a escribir desde Venezuela, siempre lo leo, y aunque no le escribo con la misma frecuencia para darle las gracias, en verdad le agradezco que siempre ponga noticias de mi pais para que el mundo, incluso yo mismo, se entere de lo que ocurre en Venezuela, fuerte abrazo!
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