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domingo, 28 de diciembre de 2014

Soberbia empresarial lleva al fracaso a grandes empresas EEUU en China

Tomado de BBC Mundo

Walmart comenzó su operación en China a fines de los 90 con fuegos artificiales.

 

Por qué Walmart fracasó en China

Mientras no cambien el modelo de negocios y entiendan lo que pasa en China, tendrán problemas. John Ross, economista 'senior' del Instituto Chongyang de la Universidad Renmin
El gigante de los supermercados Walmart es número uno en el máximo mercado del planeta, Estados Unidos, y tiene sucursales en 26 países con más de 800.000 empleados y 6.000 tiendas, pero su operación está afrontando dificultades en China.

Tras 18 años en el país, la empresa reconoció este año que China era uno de los mercados con peor desempeño.
El despido de unos 250 empleados y unos 30 ejecutivos para reestructurar la dirección no parecen haber arreglado las cosas.
Una investigación publicada en diciembre por la agencia de noticias económicas Bloomberg reveló lo que describe como cuestionables prácticas contables en que la compañía habría incurrido en años recientes para cumplir con las metas de venta.


Según John Ross, economista senior del Instituto Chongyang de la Universidad Renmin de Pekín, el problema de Walmart es el de muchos minoristas occidentales que operan en el país.
"Están usando el mismo modelo de su país de origen sin darse cuenta que tienen que adaptarlo. Asumen que China es un país con una gigantesca clase media que pronto va a ser igual que en sus países y no se dan cuenta de las características propias del mercado chino", señaló a BBC Mundo.

Dos ejemplos

En 2011 dos exitosas firmas estadounidenses – Home Depot and Best Buy – cerraron sus operaciones en China a seis años de abrir sus puertas con un fracaso que sorprendió a muchos analistas occidentales.
Home Depot es la compañía más importante de Estados Unidos para el mejoramiento del hogar, bricolaje y materiales de construcción.

Walmart explicó su apuesta por China con la palabra que abría y cerraba cualquier discusión económica de los 90: "globalización".

Con el boom inmobiliario chino de este siglo y las características del mercado local – la mayoría de las propiedades en China se venden absolutamente vacías, es decir, sin enchufes, cables, ventanas, puertas, etc – parecía una aventura comercial con un éxito asegurado.
Por su parte, Best Buy, especializado en productos electrónicos, había apostado a la nueva franja de consumidores medios-altos chinos, pero seis años más tarde solo dominaba un 1% del mercado.

"Es que la estructura de costos en China es totalmente diferente a la occidental. El DIY, es decir, Do It Yourself, hacer uno mismo ciertas cosas básicas de un hogar, no sirve porque todo se puede hacer por muy poco dinero con trabajadores locales. Otro rasgo son los grandes locales en las afueras con grandes playas de estacionamiento. Esto en China no sirve porque mucha gente no tiene coche o no puede llegar al lugar", indicó a BBC Mundo Ross.

Relaciones peligrosas

En el caso específico de Walmart su operación en China comenzó a fines de los 90 con fuegos artificiales.
En una década caracterizada por la euforia pos-muro de Berlín el mensaje de la empresa era optimista y visionario.
La cadena explicaba su apuesta por China, el gran mercado del futuro, con la palabra que abría y cerraba cualquier discusión económica de la época: "globalización".

Walmart no es la única compañía estadounidense que ha tenido problemas para penetrar en el mercado chino.
Este 2014 ha quedado claro que la distancia entre retórica y realidad es gigantesca.
A principios de año, en un país cada vez más obsesionado por la calidad alimentaria, la empresa tuvo un bochornoso escándalo en el que uno de los productos que vendía, la carne de burro Five Spice, mostró rastros de carne de zorro.
En el trimestre que finalizó en octubre reportó una caída de las ventas del 0,8% que atribuyó a las medidas de austeridad del gobierno y la "deflación".

La empresa responde

Los problemas de Walmart no se limitan a la caída de ventas.
Según la investigación de Bloomberg, el funcionamiento interno de la empresa enfrenta irregularidades.

"Estas prácticas que incluyen ventas al por mayor y operaciones fantasma hicieron que la situación de la empresa pareciera más fuerte de lo que era incluso cuando las ventas disminuían y el inventorio de productos no vendidos aumentaba", señala Bloomberg.
Según le indicó a BBC Mundo la portavoz de asuntos internacionales de Walmart, Marilee McInnis, la compañía toma seriamente este tipo de denuncias.
"Cuando nos enteramos de algún problema, incluyendo alegaciones sobre integridad financiera, actuamos rápidamente para investigar y remediar el asunto. En 2011 Walmart China reconoció discrepancias en el precio de los inventarios y luego de una nueva investigación se tomaron una serie de medidas preventivas, cambios en el liderazgo y acciones disciplinarias", indicó a BBC mundo.
De acuerdo a Bloomberg, la compañía está siendo investigada por el Departamento de Justicia estadounidense y la Securities and Exchange Commission (SEC), órgano regulador del mercado financiero de ese país, por posibles violaciones de la ley contra prácticas corruptas en el extranjero.
En cuanto al futuro en China las señales son contradictorias.
A principios de diciembre, la compañía señaló que eliminará unos 30 tiendas de las alrededor de 400 que tiene en el país, pero que al mismo tiempo se crearán unos 6.000 nuevos puestos con la apertura de 31 tiendas y centros de distribución.


sábado, 5 de abril de 2014

LA PÉRDIDA DE SOBERANIA DE LAS NACIONES A TRAVÉS DE LOS MEDIOS Y MERCADOS EN UN MUNDO GLOBALIZADO (CASO ESPAÑA)

Tomado de esglobal


FRENTE A MEDIOS Y MERCADOS, EL PODER DE LA COMUNICACIÓN

¿Cómo los políticos pueden lidiar con actores no democráticamente elegidos?
Por Elena Herrero-Beaumont
La globalización económica ha dejado de ser un concepto abstracto para la mayoría de los españoles. El impacto que tiene en nuestras vidas es evidente desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Es un iPhone fabricado por Apple la alarma que nos despierta cada mañana. Y un titular del diario Financial Times lo que leemos mientras desayunamos. La ya manida prima de riesgo domina la agenda política del Gobierno y es la mejor medida de su triunfo o fracaso. Pero ¿para quién?
Más de 300.000 manifestantes convocados por la izquierda y los sindicatos reivindicaban la dignidad del pueblo el 22 de marzo en las principales avenidas de Madrid. Pero muchos de sus mensajes no iban dirigidos al Gobierno español. “La crisis que la paguen los banqueros,” chillaban. “No al pago de la deuda”, “Fuera los gobiernos de la Troika,” protestaban. El Ejecutivo de Mariano Rajoy no aparecía como el blanco directo de la queja. Ese día fuimos testigos de un pueblo que grita por su dignidad pero, en parte, sin entender a quién. Sus gritos eran gritos huérfanos.
El sociólogo británico Anthony Giddens no pudo expresar esta situación mejor en su libro Runaway World: How Globalization is Reshaping our Lives publicado en 1999. En el capítulo donde describe cómo la globalización está afectando a las democracias, Giddens concluía: “Las naciones han perdido la soberanía que un día tuvieron y los políticos han perdido la capacidad para influir en los acontecimientos”.
La pérdida de soberanía y de capacidad de influencia de nuestros Estados y gobernantes sobre el territorio o la toma de decisiones es la consecuencia de un proceso por el que otros actores han ido acumulando capacidad de poder. Surge aquí una dinámica entre los gobiernos y dos poderes no democráticamente elegidos de origen anglosajón: la prensa económica y los mercados financieros.
Esa dinámica comenzó a hacerse especialmente visible en las economías europeas a raíz de la crisis financiera de 2008. Según un ensayo que publicó el semanario británico The Economist a principios de marzo, dicha crisis es la primera razón del deterioro de la democracia, y a ésta le sigue el auge de China. Antes del estallido de la crisis, explica la revista, los gobiernos occidentales se habían embarcado en una espiral de gasto público para financiar un sin fin de derechos que componen el llamado Estado de Bienestar. El resultado es una democracia vinculada a la deuda y a la disfunción.
Esa fue la democracia que llegó a su máximo esplendor en la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero. A lo largo de ese periodo de tiempo, Rodríguez Zapatero consiguió desafiar a los mercados en una primera etapa. A pesar de los signos que le lanzaban del mundo financiero internacional, el ex presidente quiso dar continuidad a las políticas de gasto público y para ello decidió cesar al ministro de Economía de entonces, Pedro Solbes, por estar más alineado con la agenda internacional promotora de un giro en la política económica española.
Sin embargo, en una segunda etapa de esa misma legislatura, que arrancó en mayo de 2010, el ex presidente español finalmente cambió el rumbo de su política económica y anunció un conjunto de medidas contrarias a su ideario socialista, la más representativa: bajarles un 5% el sueldo a los funcionarios españoles. ¿Por qué decidió hacerlo en ese momento? Sin duda por la presión política que ejercieron sobre el líder español los socios europeos encabezados por el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet,  para que tomara las medidas necesarias, a la que se sumó la presión del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Pero la presión fundamental la ejercieron los mercados. “Bruselas por sí misma habría tardado dos años más en presionar a los gobiernos periféricos a cumplir con los objetivos de déficit de manera estricta y a introducir medidas que garantizasen la sostenibilidad de las finanzas públicas,” me dijo en una entrevista un gestor de fondos de Londres. Y éstos hicieron uso de la prensa económica anglosajona para lograrlo. “La idea era crear el efecto mercado en contra del político, crear el ruido, que es emocional, y que tiene un impacto determinante en el comportamiento inversor,” me comentó un gestor.
El punto álgido de dicha presión llegó con el cambio del artículo 135 de la Constitución española en septiembre de 2011. Por la vía de urgencia y con el total acuerdo de gobierno y oposición, España se comprometió ante la comunidad internacional a no gastar más de lo debido.
¿Qué intereses concretos tenían los medios y mercados anglosajones? “Proteger sus inversiones,” afirmó otro gestor. Había importantes razones macroeconómicas por las que los mercados reaccionaron negativamente frente al euro, sobre todo a partir de la rebaja en la calificación de la deuda griega. Determinados gestores añaden que en este marco de incertidumbre sobre la sostenibilidad de la deuda soberana, la gestión del presidente Rodríguez Zapatero despertaba aún más desconfianza.
Antonio Garrigues, en la Tercera de ABC de septiembre de 2012 titulada “El Rescate de Europa” decía, “Aunque no pueda ni deba hablarse de una conspiración contra el euro, la verdad es que no hay día en que los medios de comunicación anglosajones no cuestionen directa o indirectamente las posibilidades de supervivencia de una moneda que nació sin una base realista ni una estrategia clara. De la debilidad del dólar y la libra, ni una sola palabra. […] serán los mercados, cien por cien anglosajones, los que acabarán decidiendo nuestro futuro”.
En esta misma línea, el sociólogo Manuel Castells, en su libro Communication Power, afirmó que el mercado financiero global funciona en general según su propia dinámica, sin el control del regulador o de las corporaciones, y así disciplina y moldea la economía global.
Si esto es así, ¿qué futuro les depara a los políticos y, en último extremo, al funcionamiento democrático en general? Para los jóvenes con aspiraciones políticas, todavía hay espacio para la acción.
“Creo que hay muchas cosas que se podrían hacer aún desde el poder-nación para dominar a los poderes no elegidos democráticamente”,  decía recientemente un afiliado al Partido Socialista Español (PSOE) con aspiración a ser diputado en el Congreso. Desde su perspectiva, la percepción actual que la clase política española tiene de estos poderes (que tienen más capacidad de influencia y decisión) reduce aún más su margen de maniobra.
Por su parte, un diputado del Partido Popular (PP) sigue creyendo que el regulador es el poder dominante. “Quién derogó el Glass-Steagall Act fue el regulador norteamericano,” afirmó en una entrevista. “Si el regulador norteamericano hubiera establecido un fondo federal de garantía de depósitos y no hubiera optado por unificar la banca comercial y la banca de inversión, no estaríamos donde estamos”.
En cualquier caso, su reto está en ir ganando posiciones en la economía global. Para ello han de ser buenos gestores, eso sin duda. Las políticas de gasto del ex presidente Rodríguez Zapatero eran insostenibles para los mercados y para la ciudadanía española. Pero si además quieren abrirse un espacio de acción mayor del que disponen en la actualidad, han de aprender a dominar el lenguaje de los medios de comunicación internacionales. Éstos son los principales mensajeros de los mercados. La comunicación estratégica internacional se convierte en herramienta de poder y de influencia necesaria y esencial. A través de una buena gestión y de una comunicación estratégica que sepa contarla en el mundo internacional es como nuestros gobernantes pueden cambiar el curso de nuestra historia. 

domingo, 17 de marzo de 2013

Cambios: El Poder ya no es como antes, ni los poderosos lo son tanto


Tomado de El País

¿Qué les está pasando a los poderosos? 
Presidentes maniatados. Magnates hundidos. Ejércitos impotentes. Obispos sin fieles. Nuevos actores desafían a los dirigentes tradicionales. El poder ya no es lo que era. Se ha vuelto más difícil de usar y más fácil de perder

Por Moisés Naím

En su primer discurso ante el Congreso, en 2009, el presidente Obama propuso un presupuesto con ambiciosas inversiones en energía, sanidad y educación. “Esto es América”, proclamó. “Aquí no vamos a lo más fácil”. Cuatro años después, hasta lo fácil se le ha vuelto imposible. “Acordemos aquí, y ahora, mantener al Gobierno funcionando, pagar las facturas a tiempo y proteger el crédito de Estados Unidos”, imploraba Obama al Congreso hace unas semanas. Evidentemente, el presidente de la superpotencia no se debe sentir muy poderoso.
El resultado de los comicios en Italia ha sumido al país en una crisis aún mayor de ingobernabilidad, y en Israel y Reino Unido, Benjamín Netanyahu y David Cameron se han visto obligados a forjar complejas coaliciones para poder gobernar. Las victorias electorales con grandes mayorías son cada vez menos frecuentes. A nivel mundial, la comunidad internacional no logra actuar para detener las matanzas en Siria o el calentamiento global.
El poder ya no es lo que era. Se ha vuelto más fácil de obtener, más difícil de usar y mucho más fácil de perder. Un ejecutivo puede celebrar su ascenso a la dirección de su prestigiosa compañía solo para descubrir que una empresa recién creada está arrasando con sus clientes. Un político que llega a primer ministro puede encontrarse maniatado ya que una multitud de partidos minoritarios bloquea sus iniciativas. Un general puede comandar un enorme y costoso ejército sabiendo que su moderno armamento es inútil frente a explosivos caseros y terroristas suicidas. Y el nuevo papa, Francisco, ya sabe que predicadores de nuevo cuño están arrebatándole su rebaño en África y Latinoamérica.
¿Por qué el poder es cada vez más fugaz? Porque las barreras que protegen a los poderosos ya no son tan inexpugnables como antes. Y porque han proliferado los actores capaces de retar con éxito a los poderes tradicionales.
Los Estados soberanos se han cuadruplicado desde 1940 (de 51 a 193) y no solo compiten entre sí, sino también con organismos internacionales, fondos de inversión, carteles de la droga y ONG transnacionales.
En 2011, cuando estalló la Primavera Árabe, había 22 países gobernados por déspotas, frente a 89 en 1977, una clara señal de lo difícil que es hoy retener el poder. Y dentro de cada país, el poder también está más disperso. En 2012, solo cuatro de las 34 democracias más ricas del mundo contaban con un presidente o primer ministro respaldado por una mayoría parlamentaria.
Una creciente clase media,  mejor informada y con mayor movilidad, está haciendo más difícil el ejercicio del poder
El poder también se desmorona en los campos de batalla y las salas de juntas.
Un estudio realizado en 2001 por el politólogo Ivan Arreguin-Toft descubrió que, en las guerras asimétricas que estallaron entre 1800 y 1849, el bando más débil (en armamento y efectivos) alcanzó sus objetivos en el 12% de los casos. En las guerras de ese mismo tipo libradas entre 1950 y 1998, el bando presuntamente débil venció el 55% de las veces. El poder militar tampoco es lo que era.
Como no lo es el poder empresarial. En 1980, en EE UU, una empresa situada en el 20% más importante de su sector tenía una entre diez posibilidades de perder ese puesto en los cinco años siguientes. Dos décadas después, esa proporción pasó a ser una de cada cuatro.
Los presidentes de Estados Unidos y China y los consejeros delegados de JPMorgan Chase y Shell Oil siguen gozando de un poder inmenso, pero es mucho menor del que tenían sus antecesores. Antes, presidentes y directivos no solo se enfrentaban a menos rivales y competidores, sino que además tenían menos restricciones a la hora de utilizar ese poder. Restricciones como los mercados financieros, una población con más conciencia política y más exigente, y el escrutinio de los medios de comunicación. Los poderosos, hoy, suelen pagar un precio mayor y más inmediato por sus errores.
Internet, con su fuerza supuestamente “democratizadora”, no es lo único que está erosionando el poder. Las nuevas tecnologías de la información son herramientas importantes, pero para que ejerzan algún efecto necesitan usuarios, y los usuarios necesitan dirección y motivación. Facebook y Twitter fueron fundamentales en la Primavera Árabe. Pero las circunstancias que llevaron a derrocar a los tiranos fueron locales y personales: el desempleo y las expectativas insatisfechas de una clase media en expansión y mejor preparada fueron decisivas.
Lo que está erosionando el poder tradicional son las transformaciones de aspectos básicos de la vida: cómo vivimos, cuánto tiempo y con qué calidad. Cómo trabajamos, nos movemos o nos relacionamos con nuestro entorno. Estos cambios se pueden agrupar en tres revoluciones simultáneas:
La Revolución del Más. 
El siglo XXI tiene más de todo: más gente, más urbana, más joven, más sana y más educada. Y también más productos en el mercado, más partidos políticos; más armas y más medicinas, más crimen y más religiones. La pobreza extrema se ha reducido más que nunca y la clase media crece. Para 2050, la población mundial será cuatro veces mayor que 100 años antes. Desde 2006, 28 “países de renta baja” han pasado a figurar entre los de “renta media”. Una clase media impaciente, mejor informada y con más aspiraciones está haciendo más difícil el ejercicio del poder.
La Revolución de la Movilidad. 

No solo hay más personas con mejor nivel de vida, sino que además se mueven más que nunca. Según la ONU, 214 millones de personas viven fuera de sus países de origen, un 37% más que hace 20 años. Las diásporas étnicas, religiosas y profesionales están cambiando el reparto de poder entre las poblaciones y dentro de ellas. Personas, tecnología, productos, dinero, ideas y organizaciones tienen más movilidad, y por ello son más difíciles de controlar.

La Revolución de la Mentalidad. 
Una población que consume y se mueve sin cesar, que tiene acceso a más recursos y más información, ha experimentado también una inmensa transformación cognitiva y emocional. El World Values Survey ha descubierto que existe cada vez más consenso en todo el mundo sobre la importancia de las libertades individuales y la igualdad de género, así como más intolerancia al autoritarismo. La insatisfacción con los sistemas políticos y las instituciones de gobierno también es global.
Juntas, estas tres revoluciones están erosionando las barreras que protegían a los poderosos de sus rivales. La Revolución del Más ayuda a estos últimos a asediar esas barreras, la Revolución de la Movilidad les ayuda a rodearlas y la Revolución de la Mentalidad las socava.
¿Debemos celebrar este declive del poder tradicional? Claro que sí. Se han abierto más oportunidades para votantes, consumidores, jóvenes, mujeres y otros grupos tradicionalmente excluidos.
Pero no todo es positivo. La degradación del poder también plantea amenazas para nuestro bienestar, nuestras familias y nuestras vidas. Explica por qué Washington está bloqueado, por qué a Europa le cuesta actuar con eficacia ante los problemas económicos, por qué proliferan los Estados fallidos o por qué tantas decisiones urgentes se toman tarde y mal.
Ante el fin del poder tal como lo conocemos, nuestros tradicionales sistemas de controles y equilibrios —concebidos para limitar el poder excesivo— amenazan con transformar a muchos Gobiernos en gigantes paralizados.
El tamaño ya no significa fuerza. La burocracia ya no significa control. Y los títulos ya no significan autoridad. Y si el futuro del poder está en la subversión, los bloqueos y las interferencias, ¿podremos recuperar algún día la estabilidad? Sí. Pero eso requerirá entender mejor las mutaciones del poder.
Moisés Naím es autor del libro The end of power, de donde ha sido adaptado este artículo. Twitter @MoisesNaim
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

The New York Times revela política de corrupción de Walmart en México


Tomado de RFI

Wal-Mart, ‘un corruptor agresivo y creativo’ en México 

Una investigación del periódico norteamericano ‘The New York Times’ revela que la cadena estadounidense de supermercados desarrolló una política de sobornos para abrir sucursales en una veintena de localidades mexicanas, entre ellas cerca de las Pirámides de Teotihuacán.

¿Cómo abrir un supermercado cerca de Teotihuacán, la “ciudad de los dioses”, pese a que los habitantes acaban de aprobar un nuevo mapa que prohíbe construir en las inmediaciones de las pirámides? Fácil, pagando 52.000 dólares para violar la ley.

"El plan era simple -explica el NYT-. El mapa no se convertiría en una ley hasta que fuera publicado por el diario oficial. Así que Wal-Mart de México decidió sobornar a un funcionario para modificar el mapa antes de que fuera enviado al diario (oficial)".

Esto ocurrió en 2003, cuando el gigante minorista desembolsó 221.000 dólares "para obtener cambios de zonas para construir cinco supermercados", entre ellos el de Teotihuacán, indica elNYT, que se basa en grabaciones y "decenas de miles de documentos relacionados".

El Wal-Mart de Teotihuacán abrió sus puertas para la navidad de 2004, pese a las protestas contra la edificación, incluyendo huelgas de hambre.

Una de las conclusiones del Times es que el “Wal-Mart de México no era una reacia víctima de la cultura de corrupción", ni que sus prácticas ilegales se limitaban a "agilizar permisos rutinarios", sino que la empresa "era un agresivo y creativo corruptor, que ofrecía generosos sobornos para obtener lo que la ley prohibía (...) y superar a sus rivales".

En total, el periódico norteamericano identificó 19 localidades en México que serían blanco de los sobornos de Wal-Mart, el empleador privado más grande del país, con 221.000 trabajadores en 2.275 tiendas, supermercados y restaurantes.

El 22 abril de este año, The New York Times reveló la práctica de sobornos a gran escala de la compañía para expandirse. Wal-Mart, por su parte, aseguró que investigaba las acusaciones que comprometían a sus gerentes en México.