domingo, 1 de febrero de 2015

Super Bowl: Gobierno socialista ecuatoriano le apuesta al mayor espectáculo deportivo capitalista

Tomado de BBC Mundo

 Con su participación en el Super Bowl 2015 Ecuador valida leyes del capitalismo

La millonaria apuesta de Ecuador en el Super Bowl

Este domingo en la tarde una audiencia estimada de 115 millones de estadounidenses estará reunida al frente de su televisor, disfrutando, como todos los años, del espectacular show del intermedio en el Super Bowl, la gran final del fútbol americano.
Lo que será nuevo en 2015 es que, por primera vez en la historia del evento, verán un comercial de 30 segundos dedicado a promocionar la imagen de un país, en el que ha sido llamado el horario más estelar de la televisión mundial.
Ecuador emprendió una apuesta multimillonaria para presentar una campaña turística en el evento.
Los comerciales del Super Bowl ejercen para los estadounidenses una atracción tan grande como el mismo partido, que disputarán en Phoenix los Seahawks de Seattle y los Patriots de Boston.
"El costo total de la publicidad está alrededor de los US$3,8 millones", asegura a BBC Mundo el embajador Efrain Baus, subjefe de la misión diplomática de Ecuador en Washington, aclarando que dicho costo incluye algunos otros comerciales complementarios que también transmitirán paralelamente el mensaje ecuatoriano.
Un número cercano a los 259.000 estadounidenses visitaron Ecuador el año pasado. Con una audiencia cautiva en el Super Bowl que supera en casi 400 veces ese número, las autoridades ecuatorianas argumentan que el gasto en ese breve comercial es una inversión que bien vale la pena.
"La decisión se enmarca en una campaña más amplia que emprendió Ecuador desde el año pasado, llamada All You Need is Ecuador (Todo lo que necesitas es Ecuador)", agregó el diplomático, quien insistió en que la iniciativa ya ha aumentado en 14% el número de visitantes extranjeros al país.

Estilo Hollywood


Los expertos en marketing aseguran que el gasto en publicidad en el Super Bowl trae beneficios extraordinarios.
Es, al fin y al cabo, el evento más visto del país y uno de los pocos en esta diversa nación que atrae a televidentes de prácticamente todos los segmentos de edad, raza, estrato social y creencias políticas o religiosas.
Más de 110 millones de estadounidenses observarán el Super Bowl.
De ahí que los valores de producción de muchos de estos comerciales se asemejen más a versiones en miniatura de superproducciones de Hollywood.
En 2011, por ejemplo, el fabricantes estadounidense de automóviles Chrysler presentó un mensaje de dos minutos de duración protagonizado por Eminem, seguido el año siguiente por otro comercial de la misma duración presentado por Clint Eastwood.
El ejecutivo de publicidad Rob Siltanen le dijo a la revista empresarial Forbes que comprar un minuto de televisión en el Super Bowl puede costar US$8 millones, sin contar con los costos de producción del comercial que fácilmente pueden llegar al millón de dólares para uno sin muchos lujos y hasta US$3 millones para los más elaborados.
Pero, agrega el ejecutivo, 50% de la audiencia sintoniza el Super Bowl específicamente para ver los comerciales.
Y además, inundan las redes sociales con sus comentarios durante el evento.
En el Super Bowl de 2014 se publicaron 25,3 millones de mensajes en Twitter a lo largo del encuentro.
Empresas como la firma de calzado Skechers vieron aumentar sus ventas en 22% desde que emitieron un anuncio en 2012.

El retorno a la inversión

Ecuador será el primer país que busca vender su imagen nacional con el Super Bowl.
Llegarán a una audiencia especialmente pudiente. Se cree que cerca de 30% de los espectadores del evento tienen ingresos superior a los US$100.000 anuales, aseguró en una rueda de prensa la ministra de Turismo de Ecuador, Sandra Naranjo.
Muchos estadounidenses sintonizan el juego específicamente para ver los anuncios.
En declaraciones a la agencia estatal Andes, la funcionaria estimaba que las ganancias que Ecuador obtendría en publicidad y mayor turismo podrían ser 15 veces mayores a la inversión en esta campaña publicitaria.
El funcionario diplomático Baus, por su parte, le dijo a BBC Mundo que su gobierno ve gran utilidad en promover la imagen nacional en esta fiesta deportiva.
"Con un incremento de apenas un 1% en los turistas que van a visitar el país el próximo año, la inversión se recuperará".
"Aspiramos a presentar la gran diversidad y riqueza del país", añadió el diplomático.

Controversia

No todos los comerciales del Super Bowl han pasado sin controversia.
En el juego del año pasado, por ejemplo, Coca Cola emitió un aviso en que estadounidenses de distintos orígenes étnicos entonaban el himno patriótico America The Beautiful ("America la hermosa") en varios idiomas.
El futbol americano es el deporte profesional más visto de Estados Unidos.
Lo que hizo que algunos se quejaran de una supuesta falta de respeto contra una de las canciones emblemáticas de los estadounidenses por no interpretarla en inglés, incluso creando el hashtag #speakamerican (traducido literalmente como #hableestadounidense) para expresar su rechazo al enfoque multicultural del aviso.
Y en 2010, la controversia se encendió por cuenta de un comercial que indirectamente entraba en la espinosa discusión nacional sobre el aborto.
Por regla general, los anuncios del Super Bowl evitan la política y se concentran en vender cosas.
En 2015 uno de ellos buscará vender un país, y Ecuador está confiado en que cosechará los resultados por varios años en el futuro.


Mundo Real: Las más importantes agencias de modelos abren cada vez más espacios para mujeres XL

Agencias Noticiosas
Tess Munster, la supermodelo de 120 kilos y talla 54

Los 120 kilos de esta estadounidense de 29 años no fueron un impedimento para que Milk Management se quede con sus servicios. 

Una de las responsables de la agencia dice que decidió a contratarla tras "ver el seguimiento que tenía en Internet y cómo transmite mensajes positivos a la gente". Y añade: "Es la voz de muchas personas que permanecen en silencio".

Precisamente usa su 'voz' y se convirtió en activista y gurú de las tallas grandes. En su cuenta de Instagram pusó en marcha la campaña #effyourbeautystandards ("fuera a los cánones de belleza"), con la que critica la presión que exige el mundo de la moda y habla de lo bonita que es la gordura.

Tess Munster es otro ejemplo de que las tallas grandes están cada vez más de moda. La misma agencia contrató en su día a Candice Huffine, que tiene talle 42, y fue la primera mujer de talla grande en aparecer en el calendario Pirelli. Munster tiene claro su papel y asegura que, aunque sabe que no todo el mundo entiende lo que es, tiene claro que se trata de un concepto muy simple: "Amar tu cuerpo más allá de su tamaño y perseguir tus sueños".

Tess Holliday, es su nombre artístico, tiene 29 años de dad, es una estadounidense XL con todo el orgullo puesto en sus curvas. Tiene más de 350 mil seguidores en Instagram, , plataforma que ha usado por años para mostrar su cuerpo y fundar el movimiento #effyourbeautystandards (que se jodan tus estándares de belleza). Por lo mismo, Anna Shillinglaw, directora y creadora de la agencia MiLk Model Management, en el Reino Unido, vio la cantidad de fans que tenía y los ideales que profesaba, y no dudó en contratarla como la nueva modelo XL de la división “Curvas” de su agencia.

Fue un sueño hecho realidad para Holliday, que por muchos años intentó entrar en el mundo de la moda, pero siempre la rechazaron por su sobrepeso y estatura. Pero eso cambió cuando la agencia inglesa la reclutó y anunció su incorporación a la marca a través de Instagram

Su verdadero nombre es Tess Munster, mide 1.65 metros y es talla 54. Tiene un hijo y está comprometida. No se considera sedentaria, se ejercita cuatro veces a la semana junto a un personal trainer y practica natación, entre otros ejercicios. 

Su inclusión en una de las agencias de modelos más importantes de la industria marca un hito pues siempre se critica que las modelos XL que se muestran en cualquier campaña, son tan sólo un par de tallas más grandes que el estándar de las modelos 34 o 36.

“Siento que esto es un quiebre, un punto de inicio”, dijo Holliday al New York Daily News, agregando: “Nunca me hubiera imaginado que estaría acá”.

Por su parte, la directora de MiLK afirmó: “Creo que somos la única agencia con una modelo de su talla. Ella es, por lejos, la modelo más grande que tengo en la división de Curvas”. Shillinglaw encontró a Holliday a través de Instagram. “Un día comencé a seguirla y vi cuántos admiradores tenía –muchos más de los que otras tienen. Ella es un modelo a seguir para muchas mujeres”.

En su Instagram Holliday sube fotos donde resalta sus curvas, tatuajes, peinados y maquillajes. Sus mensajes siempre buscan inspirar a las mujeres que no tienen el cuerpo que la sociedad considera como “perfecto”. Por ejemplo, en esta foto donde sale modelando lencería negra, escribió: “Espero que esto les haga dar cuenta que está bien ser uno mismo, incluso si uno existe dentro de un cuerpo gordo. Soy sexy, segura de mí misma y me importa un carajo el que piense lo contrario”.

Desigualdad social permanece inmóvil en Latinoamérica a pesar de década dorada de altos precios de materias primas

Tomado de El País
10 de los 15 países más desiguales del mundo están en Latinoamérica

El eterno lastre de la desigualdad

Los avances en América Latina en la reducción de la pobreza peligran. El menor crecimiento económico obliga a replantear programas de inversión y políticas públicas

Por Alicia González

Latinoamérica es reconocida por ser una de las regiones del mundo donde la pobreza y la desigualdad se han reducido más enérgicamente en las últimas décadas y, pese a todo, no consigue dejar de liderar los ránking de pobreza y disparidad de rentas entre los países en desarrollo. Algunos estudios señalan que los avances, realmente, han sido menos vistosos de lo que pudiera parecer a primera vista y que la pobreza “persiste como un fenómeno estructural que caracteriza a la sociedad latinoamericana”, según apunta la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Entre 70 y 90 millones de personas han dejado atrás la pobreza en la última década, según el Banco Mundial, pero los ciudadanos de la región que ganan menos de cuatro dólares al día son todavía muy numerosos, demasiados. La CEPAL estima que en 2014 el 28% de los latinoamericanos vivían en la pobreza, un porcentaje casi idéntico a los de años anteriores. Son 167 millones de personas, de los cuales 71 millones viven en la indigencia, al límite de la subsistencia, que se sitúa en los dos dólares al día. Y todo ello, pese a que la región ha vivido una auténtica edad dorada gracias a la fuerte subida del precio de las materias primas impulsada en buena medida por la demanda de China y la fuerte entrada de capitales extranjeros.
 “La recuperación de la crisis financiera internacional no parece haber sido aprovechada suficientemente para el fortalecimiento de políticas de protección social que disminuyan la vulnerabilidad frente a los ciclos económicos”, admitía la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena. “Es verdad que se partía de unos niveles de pobreza y desigualdad muy elevados. Pero si observamos los ingresos que han tenido estos países gracias al auge de las materias primas, claramente se han desaprovechado los recursos para avanzar en estos objetivos, deberían haber sido mucho mayores”, sostiene desde Washington Ángel Melguizo, jefe de la unidad de América Latina del Centro de Desarrollo de la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
La frontera entre esa pobreza moderada y lo que Melguizo denomina sectores medios —“quienes ganan entre 4 y 50 dólares al día, realmente no se puede hablar de clase media”, matiza— la define básicamente tener o no tener empleo. En los países desarrollados, las políticas sociales, las transferencias del sector público y el denominado Estado del Bienestar juegan un factor muy importante a la hora de amortiguar las diferencias y garantizar unos niveles mínimos de renta para sus ciudadanos. Pero en economías emergentes, con seguro de desempleo incompleto y acceso limitado a instrumentos de ahorro, estar empleado puede marcar la diferencia entre un ingreso de nivel medio y una transferencia pública de subsistencia. Incluso en economías, como las latinoamericanas, marcadas por el elevado grado de informalidad, de economía sumergida, que persiste en la región.
Pese a que el crecimiento medio de la zona ha rondado el 5% en los últimos años, la informalidad aún representa entre el 60% y el 70% de la economía, asegura el economista de la OCDE. Eso supone que 130 millones de personas están de forma permanente o durante grandes periodos de su vida en la informalidad, lo que supone que su contribución a través del sistema fiscal es muy baja o inexistente en muchos casos. Ese grupo de personas, que no son exactamente pobres pero que se concentran en el segmento de salarios muy bajos, son los más vulnerables al cambio de ciclo. Forman el gran grupo de aquellos con mayor riesgo de perder su empleo ahora que el horizonte de crecimiento es menor, para quienes las perspectivas de movilidad social, de mayor acceso a la educación, al transporte y a los servicios sanitarios, amenazan con desvanecerse y con devolverles al nivel socioeconómico que vivieron sus padres.
167 millones de latinoamericanos viven en la pobreza. 71 millones en la indigencia
El riesgo es ahora mucho más real porque los buenos tiempos no van a volver. Al menos a medio plazo. La región parece haber entrado en una fase de bajo crecimiento y su diferencial de crecimiento respecto a las grandes economías desarrolladas prácticamente desaparece. Por primera vez en los últimos 10 años, Latinoamérica creció por debajo del promedio de la OCDE en 2014 y 2015 apunta que seguirá la misma dirección. Los organismos internacionales estiman que la actividad económica de los siete grandes países desarrollados (Japón, Estados Unidos, Alemania, Italia, Francia, Canadá y Reino Unido) aumentará el 2,1% de media este año y que Latinoamérica apenas crecerá un 2,2%, lejos del 3,8% mundial. Unos niveles que dejan a la zona lejos de los niveles de entre el 4% y el 5% de los años “dorados” previos a la crisis financiera internacional y que reducen, por tanto, las oportunidades derivadas del crecimiento, de la creación de empleo y del margen presupuestario que permiten unos ingresos generosos.
Cierto es que la desaceleración actual no viene de la mano de las crisis que solían poner fin a las etapas de crecimiento de otras décadas, que venían además impulsadas por el endeudamiento externo. América Latina aprendió aquella dolorosa lección y sus fundamentos económicos y financieros son mucho más estables y saneados, pese a la persistencia de un déficit crónico de baja productividad. “Si consideramos como guía el registro histórico del crecimiento en Latinoamérica, sin reformas vigorosas en favor de la productividad, es realista prever una “nueva normalidad” para la región en su conjunto de alrededor del 3% de crecimiento anual”, subraya el economista jefe del Banco Mundial para la región, Augusto de la Torre, en su informe Desigualdad en una América Latina con menor crecimiento. Por lo pronto, la región no parece que alcanzará esa nueva normalidad en los dos próximos ejercicios y que su crecimiento será inferior a esa meta.
"La recuperación no se ha utilizado para reducir la vulnerabilidad frente a los ciclos económicos"
Si no se hace nada para compensar ese menor margen de crecimiento y gasto público, es previsible pensar que el ritmo de reducción de la pobreza y de la desigualdad de estos últimos años se frenará considerablemente. Aunque hay quien advierte que puede que ni siquiera las mejoras registradas en la reducción de la desigualdad sean tan espectaculares como se da a entender. De hecho, según recordaba Arif Naqvi, fundador de The Abraaj Group, 10 de los 15 países más desiguales del mundo están en Latinoamérica. De media en la región, los ingresos del 10% más rico suponen 27 veces los ingresos del 10% más pobre, una relación que es de 15 veces en el caso de Estados Unidos o de 9 veces en la media de los países de la OCDE.
El economista jefe del Banco Mundial para la región, Augusto de la Torre, sostiene, en su informe que el problema de origen es que la desigualdad no se ha medido con propiedad en la región y que si se amplían las mediciones a las rentas de capital, las diferencias en la cesta de la compra entre hogares de diferente renta y las declaraciones de impuestos, los datos revelan “un nivel mucho más alto de desigualdad” pese a que la tendencia haya seguido una senda a la reducción parecida.
La explicación es bastante sencilla. Según el coeficiente de Gini, una de las medidas más utilizadas para medir la desigualdad de rentas dentro de los países, la caída de la desigualdad de ingresos de los hogares en Latinoamérica desde 2003 fue significativa en magnitud, sin precedentes en la historia de la región y única en el mundo. Esa caída se produce al medir la evolución de los ingresos salariales que, gracias a las mejoras en la educación, han permitido reducir las diferencias entre los más educados y los menos. Pero Latinoamérica, a diferencia de otros países emergentes, calcula ese indicador a partir de encuestas de ingresos salariales y no de encuestas de gastos. De esa forma, se subestiman los ingresos derivados de los rendimientos de capital de los más ricos, fuente muy importante de ingresos en las clases altas. Si a ello se le añaden los todavía escasos datos disponibles públicamente de declaraciones de impuestos, el nuevo coeficiente Gini sitúa la desigualdad en un nivel mucho más elevado.
Pese a todo, “Latinoamérica está en la actualidad mucho mejor posicionada, desde el punto de vista de la política macroeconómica, para responder al ciclo sin descuidar la equidad”, sostiene De la Torre. Ahí, “la inversión en formación del capital humano y en infraestructuras son la principal prioridad de la región, que ha dependido en exceso del consumo y las exportaciones” en los últimos años, sostenía Alicia Bárcena en una de las sesiones del último Foro Económico Mundial reunido en Davos, Suiza. Según los datos desgranados por la responsable de la CEPAL, la inversión supone el 21,7% del PIB de la región, frente al 40% de Asia o el rango del 32% al 36% que registran la mayoría de los países de la OCDE. Esos niveles, defendía Bárcena, ni siquiera cubren las necesidades en infraestructuras, educación y sanidad de estos países, cuanto menos para reducir las diferencias con otras regiones.
Por primera vez en una década, la región creció en 2014 por debajo de la media de la OCDE
En tiempos de restricciones presupuestarias las políticas de gasto público deben afinar sus objetivos y seguir el ejemplo de aquellas que han demostrado más eficiencia en estos años. Brasil, por ejemplo, ha condicionado determinados subsidios a las familias a que los padres garantizaran la asistencia de sus hijos a la escuela. Ahí parece estar la clave. “El 40% de las empresas latinoamericanas no encuentran a los trabajadores que buscan. Es necesario impulsar las políticas educativas, sobre todo la educación técnica y vocacional, lo que en otros sitios se conoce como formación profesional. Solo así la gran masa de trabajadores informales serán menos vulnerables a la pérdida de empleo y al cambio de ciclo”, sostiene Melguizo. Aunque los gobiernos han reconocido la importancia de la educación, los recursos públicos destinados al sector apenas han pasado del 3,4% del PIB en los años 90 hasta el 5,3% en 2011.
Para aumentar esos niveles, sostiene el economista de la OCDE, hay que cambiar las bases del sistema, modificar la relación entre lo que aportan los contribuyentes y los servicios que reciben a cambio. “Es necesario reescribir un nuevo contrato social. Hay que reducir la carga tributaria que soportan los trabajadores pero que contribuyan un mayor número de ciudadanos, para financiar con esos recursos unos servicios de calidad en educación, en sanidad y en transporte”, asegura Melguizo. De lo contrario, las mejoras sociales de décadas en Latinoamérica corren peligro. 

70% de argentinos rechazan actitud de Cristina F Kirchner ante caso Nisman

Tomado de El Clarín
Caso Nisman: la reacción de Cristina tuvo un impacto negativo en más del 70%
Según un sondeo de la última semana, la primera cadena de la Presidenta sobre la muerte del fiscal generó principalmente “bronca” y “frustración”.

Pese a que en la última semana el Gobierno se esforzó por mostrar gestión e iniciativa y la Presidenta reapareció públicamente y se refirió a la muerte del fiscal Alberto Nisman, el escenario de descontento no cambió. Es que la reacción de Cristina, cargada de acusaciones y sin autocrítica, dejó disconforme la mayoría de la gente.
El dato se desprende de una encuesta de Management & Fit, que consultó –en forma telefónica– a 1.000 personas de Capital, Gran Buenos Aires, y otros diez distritos del país. El 66,8 % dijo estar al tanto de la cadena nacional que realizó la Presidenta el lunes pasado, donde tras ocho días, se refirió al caso. Y al 71,1% de ese universo, que admitió saber el contenido del discurso, las palabras de Cristina le dejó una sensación negativa. En ese grupo, un poco más de un tercio dijo haber sentido “bronca”, aunque también hubo frustración (22,7%) y algo de indiferencia (14,7%).
Uno de los puntos más criticados, al menos por la oposición, fue la falta de un gesto hacia la familia del fiscal: la Presidenta no transmitió sus condolencias y, por el contrario, volvió a descalificar la denuncia “absurda”, que Nisman había presentado en su contra días antes. “No hay un solo abogado que pueda creer que haya sido escrito por un abogado y menos por un fiscal”, dijo. Tampoco realizó un pronunciamento categórico respecto al compromiso del Gobierno nacional con el esclarecimiento de la muerte, del que la gente duda 
Más allá de la frialdad, no parece haber ayudado el camino del silencio al que se llamó Cristina tras el hecho. Algo que, durante la década K en el poder, se repitió cada vez que surgieron episodios que generaron conmoción pública. Los más resonantes fueron la tragedia de Cromañón, cuando el presidente era Néstor Kirchner; y, años más tarde, el accidente ferroviario de Once. A ambos casos, al igual que a la muerte de Nisman, le sucedieron días de ausencia de la voz presidencial. En esta ocasión, encima, en el medio hubo dos cartas en las que Cristina se contradijo, ya que en principio habló de suicidio (“¿Qué fue lo que llevó a una persona a tomar la terrible decisión de quitarse la vida?”, se preguntó) y tres días más tarde dijo estar “convencida” de que “no fue suicidio”. Su giro repentino alentó a que más voces apuntaran contra ella por entender que se esforzó más en despegarse de lo ocurrido que en allanar el camino para que se esclarezca.
Fuera de lo discursivo, el impacto de la muerte de Nisman preocupa al Gobierno, más aún porque se dio en la recta final rumbo a las elecciones. El sondeo de Management & Fit refleja que para el 84,4% de los encuestados, el hecho “afecta la imagen de Cristina”. Sólo un 10% dijo creer que “no afecta en nada”. Ni siquiera la “reforma” de la ex SIDE que impulsa el oficialismo en el Congreso parece atenuar el impacto.
Con todo, el nivel de percepción de la gestión parece haber tocado fondo. Apenas el 25 % afirmó que “aprueba” la forma en la que Cristina está conduciendo el Gobierno y la reprobación araña su techo: casi el 70 %.
La tendencia se puede acentuar si, tal como cree la mayoría, no se esclarece el hecho, del que –tal como reflejó días atrás un trabajo de la misma consultora– está al tanto el 98% de los argentinos.
El caso, sin embargo, no sólo rozó al Gobierno. La oposición, pese a que todos los sectores reclamaron al oficialismo para que diera “garantías en la investigación” y en el Congreso hubo postura unificada de los distintos bloques, volvió a quedar desdibujada ante la consideración de la gente y sólo un 23,5% opinó positivamente sobre su rol. Mientras, el 45 % calificó como “regular” su intervención y el 21,6 % la consideró “mala”.