Tomado de ABC
Introducción por Compartiendo mi opinión:
Nuevo affaire de Hollande provoca varios cuestionamientos entre los
franceses:
Hasta dónde llega la vida privada de un
mandatario?
Es
totalmente normal que un presidente tenga una amante?
Hollande lucha contra imagen de “p…floja” . ¿Cómo afecta esta “ambigüedad”
política su
gestión de gobierno?
Deberían los mandatarios dar mejor ejemplo de
control sobre sus bajos instintos?
A partir de acá inicia de artículo tomado
de ABC
El amor secreto de Hollande complica su estrategia política
Con el paro y la crisis causando
estragos, la aventura del presidente es percibida como una ligereza muy dañina
para su credibilidad
Por J. P.
QUIÑONERO / PARÍS
La aparente relación íntima entre François Hollande y Julie
Gayet, revelada por el semanario sensacionalista Closer, se ha transformado en
una bomba de relojería política instalada en el lecho conyugal del presidente y
Valérie Trierweiler, su compañera sentimental, primera dama de Francia. El
presidente de la República ha lamentado, «a título privado», la violación de su
derecho al respeto de su vida íntima, sin desmentir la portada de Closer, que
ha presentado su historia con este titular: «El amor secreto de Hollande».
Los abogados de Hollande estudian ahora la posible interposición
de una querella contra el semanario. El artículo
9 del Código civil francés protege
muy celosamente la vida sentimental de las personalidades públicas.
Hollande, Trierweiler y
un guardaespaldas del jefe del Estado podrían querellarse contra Closer, que
aceptó retirar sus informaciones de su página web, comentando: «Nadie ha
desmentido nuestras informaciones. Nadie ha pedido la retirada de nuestro
semanario, que ha tenido una acogida excepcional».
Closer vende semanalmente unos 300.000 ejemplares. El número
consagrado a los presuntos amoríos del jefe del Estado con una actrizde 41 años ha tenido una primera tirada
superior a los 600.000 ejemplares. Y su página tuvo más de un millón de
visitas en pocas horas.
Hollande, su Gobierno y
el PS pueden reclamar, a gritos, angustiados, el «respeto de la vida íntima».
Toda la clase política apoya la instalación de un muro protector contra las
revelaciones más o menos escandalosas. Pero la portada y fotos de Closer han
dado un giro político imprevisible a la presidencia de François Hollande, a los
diecinueve meses de su elección.
Desviar la atención
Hollande ha recibido el apoyo espectacular de la líder ultra,
Marine Le Pen. El Gobierno ha montado
un «frente unido» en defensa de la intimidad presidencial. El PS afirma
«preferir el silencio y el respeto ante la vida íntima del presidente». La oposición conservadora guarda un
silencio relativo, sin entrar en un terreno pantanoso.
Sin embargo, el
calendario político confiere al escándalo una gravedad particular. El Elíseo
comenzó ayer mismo a recibir las demandas de acreditación para la rueda de
prensa del próximo martes, día 14. Estaba previsto que, a partir de entonces,
Hollande intentara una reconquista de la opinión pública, explicando su «nueva»
política, «social liberal», haciendo pedagogía política. Hollande buscaba
reinventarse en el terreno político. Ahora nadie va a prestar atención a esa
estrategia. Un consejero de Hollande, citado por Le Figaro, comenta: «Todo
tendrá consecuencias imprevisibles en el terreno político».
Primera consecuencia grave: cuando Francia se ha convertido en
el «enfermo» político de Europa, cuando el multiculturalismo hace estragos,
cuando la extrema derecha se está convirtiendo en el tercer partido de Francia,
cuando el paro sigue creciendo y la salida de la crisis se percibe todavía muy
lejana, las aventuras amorosas del presidente se
perciben como una ligereza catastrófica para su credibilidad personal.
Un diputado socialista que prefiere guardar el anonimato
declara: “Los comentarios oficiales pidiendo respeto para la vida privada son
pura filfa. Hollande es jefe del Estado. Y las revelaciones sobre su vida
privada afectan a la imagen misma del funcionamiento del Estado. No está claro
cual será la consecuencia práctica. Si los obreros y la gente menos favorecida
se queda en la pirotecnia de la escena, el efecto puede ser catastrófico,
ilustrando el alejamiento devastador entre las élites y las clases populares. Si la gente se dice que es
totalmente normal que un presidente tenga una amante, en ese caso, Hollande se
habrá convertido en un verdadero presidente. Veremos”.
Rivalidades
Julie Gayet
La vida privada de Hollande nunca ha estado alejada de la guerra
política más dura. Su relación amorosa con Valérie Trierweiler estalló cuando
la madre de sus cuatro hijos, Ségolène
Royal, era candidata a la presidencia de la República, derrotada por
Sarkozy, el 2007. Durante la campaña electoral que le dio la victoria, Hollande
fue acusado por su rival socialista, Martine
Aubry, de ser un “p... floja”.
Calificándolo de “p...
floja”, Aubry -hija de Jacques Delors, el primero de los mentores de Hollande-
deseaba insistir en la “ambigüedad” política de Hollande. A los veinte meses cortos
de su elección como jefe del Estado, el presidente sigue sigue siendo víctima
de tal “ambigüedad”, presumida o real. Las revelaciones sobre su vida íntima
solo empañarán su perfil político, apenas apreciado por un 10 % de los jóvenes
y un 11 % de los obreros.
Antes de la campaña presidencial de 2011/2012, la hostilidad
brutal entre Ségolène Royal (la madre de sus cuatro hijos, su compañera amorosa
durante treinta años) y Valérie Trierweiler (divorciada en dos ocasiones), la
compañera oficial de Hollande desde el 2007, provocó un largo rosario de
pequeñas crisis de “celos” y rivalidad. La irrupción de una tercera señora a
ese vodevil, Julie Gayet,
solo puede introducir elementos imprevisibles, cuando las campañas de las
elecciones municipales (marzo) y europeas (junio), serán un campo abonado a la
guerra política sin cuartel.
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