Dicen que las grandes victorias nunca son el resultado de
un solo enfrentamiento. Llega como resultado de pequeños triunfos que se van
acumulando en el proceso.
Recientemente tuvimos la oportunidad de ver nuevamente la
película “The Great Debaters”. La misma resalta el éxito de los
estudiantes del equipo de debate de la Universidad de Wiley versus la
Universidad de Harvard.
La Universidad de Wiley es una de las más antiguas en el
sur de los Estados Unidos, fundada en el año 1873. Sus estudiantes son predominantes
de la raza negra.
Esta pequeña victoria fue una muy significativa, ya que
uno de los estudiantes que participó, se convirtió años más tarde en uno de los
protagonistas más importante de la lucha por los derechos civiles de los
norteamericanos de la raza negra.
El nombre de ese estudiante es James L. Farmer, Jr.,
hijo de un ministro y profesor de la misma Universidad, en donde fue
admitido a la corta edad de 14 años. Este mismo joven quien años más tarde en
combinación con Roy Wilkins, Dr. Martin Luther King Jr. y Whitney M. Young Jr.,
se conocieron como los revolucionarios del movimiento más
importante, que extinguió la segregación racial en los Estados Unidos.
Durante la película se observa como estos estudiantes
fueron testigos de los linchamientos inhumanos que se daban en el estado de
Texas. Vivieron en carne propia la discriminación sin piedad, por personas que
tenían una piel más clara a la de ellos. De hecho la película, presenta muy
bien algunas escenas fuertes en donde fueron tratados como animales realengos,
simplemente por el color de su piel.
Pero en el proceso de entrenar para los debates estos
jóvenes tuvieron una oportunidad de explorar un mundo de posibilidades.
Esta apertura se da cuando comenzaron a exponerse en las diferentes
competencias de debates. Ese escenario era uno en donde el color de la
piel no era importante, sino las palabras que se decían en el transcurso del
discurso presentado.
A su vez, los ayudo a evolucionar el proceso de
adentrase de lleno a la realidad de ese momento. Esto los llevó a ellos a
estudiar su historia, la de otras naciones y movimientos de lucha pacífica
alrededor del mundo.
La competencia la cual ganaron en la película ante la
Universidad de Harvard (fue realmente a la Universidad del Sur de California)
no cambió la historia. Tampoco provocó marchas masivas para terminar algo que
era inhumano, en contra de la misma Constitución que había creado esta nueva
nación.
Para muchos este simple triunfo no era significativo y si
no hubiese sido por Denzel Washigton y Oprah Winfrey, este episodio en la vida
de la lucha de la segregación racial nunca se hubiese conocido.
Pero para miles de personas, que hoy día que viven libres
en Estados Unidos, esa pequeña victoria en ese momento en donde había un mar de
desesperanza y desasosiego fue el comienzo de algo histórico.
Hoy día en que vivimos en un mundo en donde la inmediatez
es la norma y el esperar es un lujo, sugerimos que hagamos un detente y hagamos
una introspección seria de las pequeñas batallas que se están dando.
Cada una de ellas tiene un propósito ulterior, se unen por
un cordón universal y están formando nuestro mañana.
Qué tal si en vez de estar quejándonos de lo que está mal,
nos comenzamos a unir a una de las pequeñas batallas, para hacer la diferencia.
Qué tal si en vez de ser cómplices silentes de lo que no
nos gusta, comenzamos a actuar y a exigir lo que es un derecho colectivo.
Qué tal si en vez de estar en las gradas mirando desde
afuera, comenzamos a sacar el valor y nos envolvemos en lo que nos dará un
mejor futuro, no tan solo para la generación actual sino pensando en las
futuras.
La decisión de lo que deseamos en el mañana en nuestras
vidas está planteada a todo aquel que esté leyendo estas palabras.
¿Cuál va hacer ahora la excusa de no envolvernos en algo
que provoque la evolución ? Lo último que el ser humano pierde es la esperanza,
sé que la tenemos en que cada día este mundo evolucionara, pero si no
convertimos la palabra en acción vamos a estar en el frente de una
batalla por muchos años.
Qué tal si nos convertimos en sembradores de esperanzas,
para que así podamos contribuir a los triunfos pequeños que de alguna forma
contribuirán a la gran victoria.
Waldemar Serrano-Burgos, CEC
Certified Executive-Business Coach
Dragonfly Coaching
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