Compilado por Luis Montes Brito
Un día como hoy 28 de mayo de 1533 el arzobispo de Canterbury Thomas Cranmer declara válido el matrimonio de Enrique VIII y Ana Bolena. Thomas Cranmer nació en Aslockton, Nottinghamshire, el 2 de julio de 1489, falleció en Oxford, el 21 de marzo de 1556. Fue el primer arzobispo de Canterbury tras la ruptura con Roma de la Iglesia de Inglaterra, durante el reinado de Enrique VIII. Desempeñó un importante papel en la Reforma anglicana y tomó parte en la controversia sobre la anulación del matrimonio de Enrique VIII y Catalina de Aragón, tía del emperador Carlos V. El 28 de julio de 1540, Enrique VIII y Catalina Howard, prima de Ana Bolena, se casaron, poco después la reina Catalina tuvo un romance con el cortesano Thomas Culpeper, estuvo relacionada sentimentalmente con Francis Derham antes del casamiento real Thomas Cranmer, enemigo de la poderosa (y católica) familia Howard, obtuvo evidencias de las actividades de la reina, e informó a Enrique de ello. Aunque en principio el rey no creyó tales denuncias, autorizó a Cranmer a efectuar una investigación, de la que resultó la confirmación de las acusaciones. Al ser interrogada, Catalina pudo haber admitido un compromiso previo con Derham, lo que por sí mismo hubiera convertido en inválido el posterior matrimonio con Enrique pero, en lugar de esto, sostuvo que Derham la obligó a establecer una relación adúltera. Derham, a su vez, expuso la relación entre la Reina y Thomas Culpeper. Catalina de Aragón, nació en Alcalá de Henares, el 16 de diciembre de 1485, murió en el Castillo de Kimbolton, Inglaterra, el 7 de enero de 1536. Infanta de Aragón y Castilla e hija de los reyes Católicos. Fue reina consorte de Inglaterra reconocida como la única esposa de Enrique VIII, según los católicos, y como la primera en una lista de un total de seis esposas para los fieles a la causa real. Enrique anuló el matrimonio, de 24 años de duración, por su deseo de casarse con una dama de compañía de Catalina, Ana Bolena y por la supuesta incapacidad de la Reina para engendrar un hijo varón. Fue la madre de la reina María I de Inglaterra. Un día como hoy 28 de mayo de 1533 el arzobispo Cranmer declaró válido el matrimonio de Enrique VIII y Ana Bolena.
Un día como hoy 28 de mayo de 1785 en
España, Carlos III aprueba los nuevos modelos de pabellón nacional y
civil español, que acabarían por sentar las bases para la moderna bandera de
España. En el año 1700 cuando Felipe V subía al trono de España, la reglamentación de las banderas para las armadas navales eran de fondo blanco con el escudo real en el medio provocando confusiones en el mar a la distancia. En el año 1785 España sufre un ataque de su aliado inglés hundiendo 2 de sus navíos. La flota inglesa alegaron confundir los navíos españoles por sus enemigos franceses pagando los daños causados. Este incidente provocó que el entonces rey Carlos III de España encargase al ministro de Marina que presentase propuestas de una nueva bandera visible y distinguible a lo lejos para la Real Armada española. Carlos III escoge una bandera con franjas roja, amarilla, roja y decide aumentar la franja amarilla del media al doble de las otras. Un día como hoy 28 de mayo de 1785 en consecuencia, se firma en el Palacio de Aranjuez el Real Decreto que establece la nueva bandera naval de España. Solo bajo el reinado de Isabel II en el año 1843 se determina la bandera rojigualda como bandera nacional de España. Conocida como la rojigualda, el actual diseño de
Bandera Nacional surgió con el Real Decreto de un día como hoy 28 de mayo
de 1785, por el que Carlos III resuelve la realización de un concurso convocado
para adoptar un nuevo pabellón de la Marina, eligiendo dos diseños: uno para
los buques de guerra y otro para los mercantes, de entre las doce
propuestas que le presentó Antonio Valdés y Fernández Bazán, en esa época
Secretario de Estado y del Despacho Universal de Marina (Ministro de
Marina). A fin de dar a conocer la nueva enseña, se promulgó una Ordenanza
General, que en el tratado IV, título I, disponía: “Para evitar los inconvenientes
y perjuicios que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la Bandera
Nacional de que usa Mi Armada Naval y demás Embarcaciones Españolas,
equivocándose a largas distancias ó con vientos calmosos con la de otras
Naciones, he resuelto que en adelante usen mis Buques de guerra de Bandera
dividida a lo largo en tres listas, de las cuales la alta y la baja sean
encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total, y la de en medio,
amarilla, colocándose en ésta el Escudo de mis Reales Armas, reducido a los dos
cuarteles de Castilla y León, con la Corona Real encima; y el Gallardete en las
mismas tres listas y el Escudo a lo largo, sobre Cuadrado amarillo en la parte
superior. Y que las demás Embarcaciones usen, sin Escudo, los mismo colores,
debiendo ser la lista de en medio amarilla y del ancho de la tercera parte de
la bandera, y cada una de las partes dividida en dos partes iguales encarnada y
amarilla alternativamente, todo con arreglo al adjunto diseño. No podrá usarse
de otros Pabellones en los Mares del Norte por lo respectivo a Europa hasta el
paralelo de Tenerife en el Océano, y en el Mediterráneo desde el primero de año
de mil setecientos ochenta y seis; en la América Septentrional desde principio
de julio siguiente; y en los demás Mares desde primero del año mil setecientos
ochenta y siete. Tendréislo entendido para su cumplimiento. Señalado de
mano de S.M. En Aranjuez, un día como hoy veinte y ocho de mayo de mil
setecientos ochenta y cinco.” Bandera
nacional. En 1793 se ordenó que este
pabellón, utilizado hasta entonces solo en los buques de guerra con el escudo
reducido a dos cuarteles, ondeara también en los puertos y fuertes de la
Marina y costas custodiados por el ejército español. La bandera rojigualda
empezó a utilizarse en campamentos del ejército y fortificaciones fronterizas
durante la guerra contra la Convención, aunque al ser una bandera del Ejército
el escudo se representa en cuartelado de Castilla y León sobre los colores
del pabellón naval. A partir de 1808 dada la explosión del
sentimiento patriótico durante la guerra de Independencia, los colores rojo y
gualda fueron empleados por el pueblo y para banderas de enganche de
voluntarios, y fueron oficializados como colores de las Cortes de Cádiz y de la
milicia nacional.
Un día como hoy 28 de mayo de 1864 en
México, Maximiliano de Habsburgo y Carlota de Bélgica llegan a
Veracruz. Fernando Maximiliano
José María de Habsburgo-Lorena (Ferdinand Maximilian Joseph
Marie von Habsburg-Lorraine), nacido en Viena, 6 de julio de 1832, fallecido
oficialmente en Santiago de Querétaro, el 19 de junio de 1867, aunque hay una
historia que señala que falleció en El Salvador años más tarde. Fue el segundo
y último emperador de México, y único monarca del denominado Segundo Imperio
Mexicano. Por nacimiento, ostentó la dignidad de Archiduque de Austria, debido
a su filiación con la poderosa Casa de Habsburgo. Fue el hermano más próximo
del Emperador Francisco José de Austria-Hungría, y consorte de la princesa
Carlota Amalia de Bélgica, hija del rey Leopoldo I de Bélgica (primero de
la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha). A finales del siglo XIX y principios del
siglo XX vivió en El Salvador un comerciante de origen desconocido llamado
Justo Armas, cuyo pasado ha sido vinculado en ese país al depuesto emperador
mexicano Maximiliano por el gran parecido físico, surgiendo así una leyenda,
según la cual, Benito Juárez perdonó secretamente la vida a Maximiliano,
permitiéndole marcharse de México, y quien después de algunos años se radicaría
en El Salvador bajo la identidad de Justo Armas. No obstante, esa hipótesis del
supuesto indulto y posterior exilio de Maximiliano en El Salvador ha sido
refutada por investigadores modernos como un simple mito. También se ha mencionado
que dado que el presidente Benito Juárez era masón, lo mismo que Maximiliano,
le fue perdonado morir fusilado y fue ayudado para dejarle en libertad y
facilitarle la salida del país. Este rumor siempre ha existido y de la mano al
anterior.
Un
día como hoy 28 de mayo de 1890 en
Estados Unidos de América, Elijah J. Bond patenta la tabla de
güija. La güija (según
la grafía recomendada por la Real Academia Española) o ouija (pronunciado /uíya/) es
un tablero dotado de letras y números con el que supuestamente se puede
entablar contacto con los espíritus de los difuntos. Es muy similar al juego de
la copa, en el que se coloca una copa boca abajo rodeada por las letras del
alfabeto y los participantes colocan el dedo índice en la base de la misma. El
tablero güija tiene un origen impreciso, situado en la moda
espiritista que inundaba Occidente hacia finales del siglo XIX, y que dio
lugar a una patente registrada un día como hoy 28 de mayo de 1890 declarando al
estadounidense Elijah Jefferson Bond como su inventor, y a William H. A.
Maupin y Charles W. Kennard como titulares. No está claro si Bond o los
titulares inventaron realmente algo o simplemente patentaron una de las
muchas planchettes (‘planchitas’) o «tablas parlantes para
comunicarse con los espíritus que circulaban por Europa y Estados Unidos. En
todo caso, Kennard creó la empresa para la fabricación del tablero y comenzó a
vender los primeros ejemplares en 1890. Kennard inventó asimismo el
nombre ouija, afirmando que era una palabra egipcia que
significaba ‘mala suerte’ (lo cual no es cierto). Afirmaba que su origen se
remontaba hasta la época egipcia, aunque no presentó ninguna evidencia que
probara tal afirmación. Posteriormente la patente fue vendida a William Fuld,
antiguo empleado de Kennard, cuya compañía comercializó el juguete hasta que
Parker Brothers adquirió los derechos en 1966. Fue Fuld quien afirmó que
la palabra ouija era una mezcla de los vocablos oui yja,
que significan ‘sí’ en francés y alemán respectivamente. Actualmente,
otras empresas comercializan este tablero, que en inglés se llama witchboard (‘tablero
de bruja’). Según sus partidarios, el tablero güija tiene como objetivo el
contacto (con o sin entrar en un trance mental) de las personas que
participan en el juego con supuestos espíritus o «almas en pena»,
personas fallecidas (como santos católicos), mascotas fallecidas, e incluso con
seres extraterrestres.
Un día como hoy 28 de mayo de 1928 en
Estados Unidos se fusionan las automotrices Chrysler y Dodge. La compañía
estadounidense fue fundada por Walter Percy Chrysler en 1925. Tiene sus
orígenes en la Buick Motor Company, donde Walter Chrysler consiguió un trabajo
menor tras conseguir el título de mecánico oficial de la Union Pacific con
20 años de edad, logrando hacer fortuna. Dejó la compañía en 1920 después de
haber recibido una oferta de la presidencia de la compañía (actualmente Buick
es un fabricante de coches de lujo en Estados Unidos). En 1923 accedió a la
presidencia de Maxwell-Chalmers, un fabricante automovilístico que se
encontraba en serios problemas económicos. Chrysler realizó una reorganización
y reestructuración de la empresa y contrató a los ingenieros Fred Zeder, Carl
Breer y Owen Skelton para la realización de un motor de seis cilindros. A
partir de entonces comercializaron coches durante 20 años. Sobre la base de
Maxwell-Chalmers fundó Chrysler Corporation el 25 de junio de 1925. El
primer modelo que lanzaron al mercado fue denominado precisamente Maxwell
(conocido también como B-70). Era un coche de lujo del que se vendieron 32.000
unidades. En 1928 Chrysler presentó su nueva marca de vehículos de bajo coste,
la mítica Plymouth. Pero el verdadero golpe lo dio un
día como hoy 28 de mayo de 1928 al
hacerse con Dodge, fundada en 1914 y que en ese momento era cinco veces más
grande que Chrysler. El grupo automovilístico estaba ya entre los tres grandes
de Estados Unidos, y Walter Chrysler lo escenificó al trasladarse a Nueva
York para construir el edificio Chrysler. La década de los 30 estuvo
marcada por la Gran Depresión y el nacimiento del modelo Airflow en 1934,
un automóvil que marcaría tendencia en el futuro. El 18 de agosto de 1940 murió
Walter Chrysler. La Segunda Guerra Mundial provocó un giro radical en la
política de la compañía. La fabricación de turismos se vio bruscamente
interrumpida tras el estallido del conflicto, por lo que Chrysler fabricó medio
millón de camiones militares. Al término de la contienda, la compañía retomó la
construcción de turismos, pero éstos aún continuaban la línea de elaboración de
los modelos de preguerra, por lo que no calaron entre el público. Esto obligó a
realizar un completo “lavado de cara” para el catálogo de 1949. En los años 50,
la sociedad norteamericana vivía en la abundancia y orgullosa de su célebre
estilo de vida. Chrysler introdujo llamativos modelos, colores y el enorme
tamaño de los coches de la época junto con avances técnicos como los elevalunas
eléctricos y el tocadiscos integrado (podían cargar hasta 19 discos). La
industria automovilística, que venía de unos apacibles años 60, volvió a
temblar durante los 70. La crisi del petróleo provocó un cambio en la
tendencia de los consumidores: los grandes deportivos americanos (“muscle
cars”) dejaron paso a coches más seguros y económicos. Los fabricantes
americanos se vieron seriamente perjudicados tras el embargo del petróleo por
parte de la OPEP ya que sólo habían construido coches enormes. Chrysler
lanzó en 1975 los modelos Cordoba y LeBaron, los vehículos más pequeños que
habían hecho nunca. La profunda crisis continuó durante los primeros años de la
década de los 80. Sin embargo, Chrysler logró dos hitos verdaderamente
importantes para la compañía en ese momento y, más tarde, para la conducción y
el automovilismo comercial en general. Se trataba del monovolumen, que arrasó
en Estados Unidos y Europa con el mítico Voyager, y la introducción, por vez
primera, del airbag de serie. En 1993 Chrysler comercializó el famoso
Dodge Viper y en 1998 Jürgen E. Schrempp (presidente de Daimler-Benz AG) y
Robert Eaton (presidente de Chrysler) sellaron su alianza en la que se
fusionaban bajo el nombre de DaimlerChrysler. El nuevo grupo automovilístico
permaneció como tal hasta 2007, año en que las respectivas compañías decidieron
romper el acuerdo. El antiguo propietario de la firma, Walter Percy Chrysler
Jr., formó una importante colección de arte que actualmente se alberga en el
Museo Chrysler de Norfolk, (Virginia, EE.UU.).
Un día
como hoy 28 de mayo de 1961 en
Londres, el periódico The Observer publica el artículo de Peter
Benenson «The forgotten prisoners» (‘los presos olvidados’), que lanza una
campaña en pro de la amnistía, que terminó siendo el origen de la organización
Amnistía Internacional. Amnistía
Internacional, comúnmente conocida como Amnistía o AI (en
el original inglés Amnesty International), es un movimiento global presente
en más de 150 países y que trabaja para que los Derechos Humanos, reconocidos
en la Declaración Universal de los derechos humanos aprobada en 1948 y en
otros tratados internacionales como los Pactos Internacionales de Derechos
Humanos, sean reconocidos y respetados. Amnistía cuenta con más de 3 millones
de miembros y simpatizantes en todo el mundo. El objetivo de la
organización es «realizar labores de investigación y emprender acciones para
impedir y poner fin a los abusos graves contra los derechos civiles, políticos,
sociales, culturales y económicos» y pedir justicia para aquellos cuyos
derechos han sido violados. En el campo de las organizaciones internacionales
de derechos humanos, Amnistía es la que tiene un historial más largo, la que
tiene el mayor reconocimiento, y «según muchos es la que establece la
referencia en este área en general». Amnistía Internacional fue fundada en
Londres el 1 de octubre de 1962, tras la publicación del artículo «The
Forgotten Prisoners» en The Observer un día como hoy 28 de
mayo de 1961, escrito por el abogado Petre Benenson. Según el historiador
británico Edward Peters, la idea de fundar la asociación surgió de la lectura
en 1960 de una crónica periodística que relataba la detención y encarcelamiento
de dos estudiantes portugueses por haber hecho un brindis por la libertad
bajo la dictadura salazarista. "Desesperando de la eficacia de la protesta
individual y nacional, Benenson, con sus colegas Louis Blom-Cooper y Erik Baker
y los miembros del grupo abogados de Justice, fundada en 1957 para exigir el
cumplimiento de la Declaración de las Naciones Unidas de 1948, decidió formar
una organización cuyos miembros, como individuos, tratasen de lograr la
liberación de los encarcelados por sus opiniones, cuidar de que tales presos
recibiesen un trato justo, desarrollar el derecho de asilo y ayudar a los
refugiados a encontrar trabajo, e instar a la creación de un mecanismo
internacional efectivo para asegurar la libertad de opinión y expresión.
Benenson y sus colaboradores llegaron a la conclusión de que el medio más
efectivo para alcanzar esos fines era la publicidad. El primer informe
oficial de Amnistía Internacional se refirió a la situación de las prisiones en
la Sudáfrica del apartheid y fue publicado en 1965, un año después de la
celebración de un juicio que había desvelado el uso sistemático de la tortura
por la policía sudafricana durante los interrogatorios a los miembros de la
mayoría negra detenidos o presos, muriendo algunos de ellos como resultado de
los golpes, de las descargas eléctricas o de los azotes con el sjambok (látigo
hecho de piel de rinoceronte) que recibían. Ese mismo año la organización
fue reconocida por la ONU, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la Cruz
Roja Internacional, la Comisión Internacional de Juristas y otras
asociaciones de derechos humanos, además de conseguir el rango de organismo
consultivo del Consejo de Europa. También en 1965 se publicaron otros dos
informes sobre el Portugal salazarista y sobre la Rumanía comunista. Al
año siguiente publicó un informe sobre el régimen racista de Rodesia. En 1968
se reunió en Estocolmo la Asamblea Internacional de AI en la que se adoptó
como uno de sus principales fines el cumplimiento del artículo 5 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU de 1948: «Nadie será
sometido a tortura o a tratamiento o castigo cruel, inhumano o
degradante» Desde su fundación, Amnistía Internacional trabaja para llamar
la atención de la sociedad sobre los abusos contra los derechos humanos, y hace
campaña por el cumplimiento de las normas internacionales. Procura movilizar a
la opinión pública para presionar a los gobiernos que toleran esos abusos.
Un día como hoy 28 de mayo de 1971 fallece en un accidente aéreo Audie Leon Murphy el soldado más condecorado en la historia de las Fuerzas Armadas estadounidenses. Audie Leon Murphy, nació en Kingston, Texas el 20 de junio de 1925, falleciendo en Catawba, Virginia un día como hoy 28 de mayo de 1971. Fue uno de los soldados estadounidenses más condecorados de la Segunda Guerra Mundial; llegó a recibir todos los premios al valor existentes del Ejército de los Estados Unidos hasta el momento, así como también otras condecoraciones francesas y belgas por su heroísmo. Era hijo de un aparcero pobre del norte de Texas. Cuando niño arrancaba algodón por un dólar al día y se hizo notorio por sus hazañas como aventurero y su gran precisión disparando un arma. Con sólo cinco años de educación escolar quedó huérfano a la edad de dieciséis. Audie se hizo cargo de sus hermanos menores. Fue rechazado cuando se presentó como voluntario en la Infantería de Marina y después en la Escuela de Paracaidistas debido a medir sólo 1,65 m y estar bajo de peso (55 Kg). Logró ingresar en el ejército con 17 años, tras falsificar su certificado de nacimiento, siendo enviado al Campo Wolters, en Texas, y más tarde a Fort George G. Meade, Maryland. Al terminar su entrenamiento fue trasladado a ultramar. Fue asignado al 15º Regimiento de la 3ª División de Infantería, entrando en acción en el norte de África, Sicilia, Italia, Francia y Alemania. Por sus destacadas acciones en combate ganó todas las condecoraciones por valor de EE.UU., una condecoración belga y tres francesas. Además de ser el soldado más condecorado de la Segunda Guerra Mundial, fue herido en tres ocasiones. Tras su baja honrosa el 21 de setiembre de 1945, Audie fue a Hollywood como invitado del actor James Cagney. Permaneció en California durante el resto de su vida, asociado estrechamente con la industria del cine, tanto como actor como productor. Actuó en 44 películas, siendo protagonista en 33 de ellas. La película más conocida es To Hell and Back (Regreso del infierno), adaptada del libro autobiográfico que narra sus experiencias durante la guerra. Sin embargo, la mayoría de sus películas fueron de vaqueros. En 1955 la Motion Pictures Exhibitors nombró a Audie Murphy el "Más popular actor de Westerns" en EEUU. Audie escribió las letras de 16 o 17 canciones country (hay una controversia al respecto), siendo la más popular «Shutters and Boards», con música de Scott Turner (1962) e interpretada por más de 30 cantantes, incluyendo a Jerry Wallace, Dean Martin y Porter Waggoner. En 1950 se unió a la 36ª División de Infantería de la Guardia Nacional de Texas, donde sirvió hasta 1966. Audie Murphy sufrió la enfermedad conocida como trastorno por estrés postraumático, que le causaba insomnio y depresión. A mediados de los años 60 estuvo bajo tratamiento contra el insomnio con Placidyl. Pronto se dio cuenta de que se había vuelto adicto a esa droga y decidió encerrarse en la habitación de un hotel soportando los síntomas del síndrome de abstinencia durante una semana. Defendió a los veteranos de Corea y Vietnam que sufrían, como él, la también llamada fatiga de guerra, pidiéndole al gobierno que tuviera más consideración y preocupación por los veteranos que regresaban a la vida civil sufriendo los estragos de esa enfermedad. Murió en un accidente de aviación un día como hoy 28 de mayo de 1971, a la edad de 46 años, cuando volando en viaje de negocios en un avión privado, se encontraron bajo la lluvia y neblina, y el avión se estrelló contra la ladera de una montaña cerca a Roanoke, Virginia. El día de su cumpleaños fue declarado el "Día de Audie Murphy" en el estado de Texas, día que fue ratificado oficialmente por el Presidente Bush, el 9 de junio de 1999.
Un día como hoy 28 de mayo de
1987 en plena Plaza Roja de Moscú, unión Soviética, un joven alemán, Mathias
Rust, aterrizó su avión Cessna, poniendo en evidencia el relajamiento de la
seguridad aérea soviética. En la crónica soviética de
1986 y 1987, tres diferentes sucesos, dos accidentes y un incidente, sembraron
una común sensación de desbarajuste en la URSS.
El 26 de abril de 1986 explotó la central nuclear de Chernóbil. Siete meses después,
el 3 de octubre, un submarino, el K-219, armado con 16 misiles nucleares, se
incendió y se hundió frente a la costa este de Estados Unidos, a la altura de
las islas Bermudas. El 28 de mayo de 1987 Mathias
Rust, un joven alemán, aterrizó con su avioneta en la plaza Roja. Tenía 18 años y
cincuenta horas de vuelo, y había alquilado una avioneta Cessna-172
en un aeródromo de Hamburgo, "para dar una vuelta por el mar del
Norte". El mismo día llegó a las islas Färöer, luego siguió hasta
Islandia, de allí a Bergen, en Noruega. Desde Bergen saltó hasta Helsinki,
donde tomó tierra el 27 de mayo. Al día siguiente entró en la URSS, primero
hacia Leningrado, hoy Petersburgo, luego hacia Moscú, siguiendo la vía férrea,
siempre con la radio desconectada. Por la tarde aterrizó en la plaza Roja. El
asunto no era fácil. A las seis y cuarto sobrevoló el lugar un par de veces
antes de decidirse por el puente del río Moscova que lleva hasta la plaza Roja,
un lugar complicado con el firme de adoquines y en subida, hasta la catedral de
San Basilio. Dejó el aparato junto a la puerta Vasilievski del Kremlin, donde
solían aparcar los autobuses de turistas. Charló con los curiosos y al cabo de
un rato lo detuvieron. La situación fue insólita, pero no única. Lo de
Rust tenía también otros precedentes. En los años sesenta, la URSS había sido
un coladero constante de aviones espía norteamericanos y británicos que
escudriñaban y fotografiaban su territorio desde vuelos a grandes alturas, una
práctica que concluyó con el derribo del U-2 de Gary Powers el 1 de mayo de
1960. Lo de Rust fue más inocente y por eso más picante. Contra lo que afirma
la leyenda, el sistema de defensa antiaérea funcionó. Al poco de entrar en la
URSS, tres baterías de misiles pusieron a la avioneta de Rust en su punto de
mira. Más tarde dos cazas salieron a su encuentro. Uno pidió permiso para
derribarlo, pero se lo denegaron. No sabían qué era aquello que aparecía en el radar,
hasta que aterrizó en el lugar más sagrado, junto a la tumba de Lenin, donde no
se permitía fumar ni a medio kilómetro. Rust fue condenado en septiembre a
cuatro años de trabajos forzados, pero en lugar de picar piedra lo encerraron
en Lefortovo, la mejor cárcel moscovita. En agosto de 1988 lo indultaron y a
casa. Aquellos eran unos años de asentamiento del nuevo y joven secretario
general del PCUS, Mijaíl Gorbachov. Quería cambiar cosas fundamentales, pero
era una etapa de grandes vacilaciones y estupefacción. Los gastos de defensa,
se enteró, representaban el 16,4% del PIB. Más o menos. Los gastos imperiales,
todo sumado, quizá hasta el 40% del presupuesto nacional. "No se puede
vivir así", decía. Rust cayó como un paracaidista en aquel contexto. El
glorioso aterrizaje permitió a Gorbachov sacarse de encima a la plana mayor del
ejército, hasta 300 generales, comenzando por el jefe de la defensa aérea, el
general Alexander Koldunov, y el propio ministro de defensa, Mariscal Sergei
Sokolov, sustituido por un militar gris y bonachón, Dimitri Yazov, que acabó
conspirando contra Gorbachov en agosto de 1991. Eran tiempos de cambio: una
nueva doctrina militar, más brío a la política de desarme. El
incidente Rust también contribuyó a un replanteamiento más crítico del sistema
por parte de los dirigentes que cristalizó a finales de 1987 en un plan de
reforma política con énfasis en la democratización y en la libertad de
expresión. Nada de todo eso hubiera tenido la más mínima consecuencia si
al frente del régimen no hubiera habido un político, animado por un raro
optimismo y voluntarismo que llegó a sacrificar la posición geopolítica de gran
potencia de su país en el mundo, y hasta los cimientos de su propio poder
personal, en aras de un proyecto moral global. Se trataba de la unificación
mundial, de la superación de una civilización caduca basada en la crematística
y la guerra. Una guerra cuyo último recurso eran las armas de destrucción
masiva que había que abolir. Se trataba de un nuevo pensamiento. Naturalmente,
alguien con aquellas ideas sólo podía fracasar. Sin embargo aquella actitud,
tan rara en los políticos, sigue teniendo hoy una demanda aún mucho mayor, lo
que obliga a replantearse la categoría de fracasado habitualmente adjudicada a
Mijaíl Gorbachov y lo coloca, como decía el académico Dimitri Furman, al lado
de grandes hombres de la historia como Gandhi u otros profetas de los grandes
principios universales.
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