¿Nunca
se han preguntado por qué todo el mundo parece tan feliz en las redes sociales,
y qué tanto hay de cierto o de falso en esa aparente felicidad? ¿Nunca ha
sentido envidia al ver lo que otros proyectan en las redes sociales? Y a la
vez, ¿Nunca ha posteado algo falso, o exagerado, o deformado, para que parezca
lo que no es, o más que lo que es; o ha tenido intención de hacerlo? ¿Nunca ha
visto en las redes sociales algo sobre alguien que conoce bien, y que para nada
concuerda con la realidad? Bienvenido/a al mundo de las relaciones humanas
virtuales.
Las
redes sociales han revolucionado la forma lúdica e intrascendente de
comunicación entre las personas. Pareciera que ha transformado a las propias
personas a mucho mejor, a mucho más felices, e incluso a más ricas, pues pareciera
que siempre están viajando o disfrutando en restaurantes. Uno sabe en el fondo
que no puede ser cierta tanta maravilla, y también que la tentación que pueda
tener uno de usar las redes sociales para aparentar y provocar envidias, es la
misma tentación que tienen los demás; más en nuestra cultura latina, en la que
dicha tendencia es marca registrada.
Y sin
embargo, a sabiendas de todo eso, no podemos evitar sentir cierta incomodidad
al ver que los demás son todos, aparentemente, más felices que nosotros. Y es
que estamos dando por cierto lo que vemos en la red, y comparándolo con lo que
sabemos que es cierto en nosotros, ya que a nosotros mismos no nos podemos
engañar. Como consecuencia, trataremos de indagar sutilmente la veracidad de lo
que vemos u oímos, al tiempo que tratamos de desacreditarlo; y, a la vez buscaremos
la oportunidad para invertir la jugada y aparentar nosotros mismos en la red
con objeto de provocar la misma o mayor reacción en los demás. Y nos sentiremos
muy bien si lo conseguimos.
De este
modo, la participación en las redes no pasa de ser un absurdo juego en el que
nuestra felicidad, en vez de depender de nosotros mismos, de lo que somos y lo
que tenemos, depende de lo que tienen o aparentan los demás y de las envidias
que despierta lo que nosotros tenemos o aparentamos. Y esto no es muy diferente
de lo que es y ha sido siempre nuestra vida en realidad, fuera de las redes, es
decir, vivir en función de los demás, en vez de en función de nosotros mismos. La
diferencia es que en la vida real la gente de nuestro entorno conoce más cómo
es nuestra vida, igual que nosotros conocemos la de ellos, y no es tan fácil
deformar la realidad; mientras que en la vida virtual de las redes sociales
nuestro entorno es diferente; mucho más amplio, más lejano y más anónimo, y es
mucho más sencillo presentar a los demás la imagen idílica que quisiéramos que
los demás vean en nosotros.
Tan es
así que existe una tendencia cada vez mayor a aislarse poco a poco de la vida
real y las amistades y el entorno de siempre, para refugiarnos en la vida
virtual y relacionarnos cada vez con amistades virtuales, que pueden ser
amistades reales, pero la forma de comunicarnos con ellas es cada vez más
virtual, de modo que es más sencillo proyectar lo que queremos que vean y no la
pura realidad. Pero el mencionado tema de las envidias es solo una de las
varias razones por las que la gente se refugia en las redes sociales para
proyectar fantasías. Próximamente analizaremos otras; casi todas tienen algo en
común: inseguridad en uno mismo.
Acerca
de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones
en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y
Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi
actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos
direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica
privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación
nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la
conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional
estigma.
Fui la
primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer
dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La
tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder
a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.
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