Pareciera con ello que autoestima y
educación son dos valores que no tienen vínculo entre sí, como dando a entender
que todo el valor de una persona es su valor intrínseco, por su condición de
persona, independientemente de sus cualidades educativas, por lo que no es
importante que sepa más; lo importante es que se sienta bien; y sin advertir lo
contradictoria que es en su esencia esta desacertada teoría, puesto que si las
calificaciones son el reflejo del nivel de educación, y se sabe que el
reprobado va a dañar la autoestima, resulta más que evidente que existe un
vínculo inevitable entre autoestima y educación.
Esta contradicción hace crecer a niños y
adolescentes con una autoestima completamente falsa, porque no tiene base; se
apoya únicamente en la mano de los responsables educativos que la predican, quienes,
en todo caso, lavan su conciencia pensando: “de todos modos ya se toparán más
adelante”, como pasándole al siguiente maestro o director de turno una
responsabilidad cada vez más complicada. Al final, cuando se retira la última
mano que sujetaba esa falsa autoestima, que es cuando terminan graduándose sin
mérito real, ya no queda nada debajo en
qué sostenerse, y el derrumbe de la autoestima resulta mucho más dañino, y sin
posibilidad de solución.
Con honrosas excepciones, a las que se
debe felicitar, ya se está comprobando la decreciente calidad académica de los
graduados que un día tomarán las riendas del País. Si bastó saber sumar dos más
dos para pasar cuarto grado, ¿Qué se puede esperar el día de mañana al
enfrentarse a un exigente mundo laboral globalizado? Cuando termine
comprendiéndose la relación entre esta teoría y la proliferación de inadaptados
sociales que causan pánico a diario a nuestra sociedad, habrá ya toda una
generación con un grave déficit en su educación y en su autoestima, y con
difícil solución.
La autoestima es un valor fundamental. Es
cierto que tiene un valor intrínseco que debe preservarse, pero ese es sólo uno
de los componentes de ese valor. El otro componente que da valor a la
autoestima, porque la fundamenta, la sostiene y la fortalece, es precisamente
su relación con la educación, es decir, la conciencia real que tiene la persona
de saber, de ser capaz, de estar bien preparada, y de poder ofrecer una
aportación valiosa a la sociedad. Eso sí construye autoestima.
Acerca de la
Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica,
Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense
de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha
enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión
en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes
medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con
objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de
apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar
acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en
sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital
Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la
embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me
hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por
la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como
video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en
diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para
mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite
a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son
demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta
privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención,
y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y
educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia
profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada
persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la
educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde
que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que
juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.
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