Recientemente
el mundo entero sufrió una conmoción con la tragedia aérea ocurrida en Francia,
en la que un copiloto deliberadamente estrelló el avión con ciento cincuenta
personas a bordo. Estamos acostumbrados a que alguna tragedia aérea de esta
magnitud suceda de vez en cuando, normalmente debido a circunstancias técnicas
o meteorológicas, errores humanos, o incluso atentados terroristas; y siempre
conmociona. Sin embargo, en esta ocasión hay un elemento nuevo que multiplica el
estupor generalizado; lo que ha fallado no es un motor o una tormenta, sino la
cabeza de una de las personas al mando de la aeronave.
Tan acostumbrados estamos a la posibilidad del
fallo técnico o de la adversidad meteorológica, que lo asumimos sin dejar de
volar por ello, confiando siempre en que se hace siempre todo lo posible por
evitar contratiempos, y sabiendo que, en cualquier caso, la probabilidad de que
éstos sucedan, es mínima. Sin embargo, tras una situación como ésta, de repente
nos embarga una especie de inquietud paranoica. ¿Y si ahora otros pilotos
tratan de suicidarse de la misma manera? Pareciera que ya aceptamos cualquier
otra causa de tragedia aérea, pero no ésta; tal vez por ser nueva, ya que,
aunque no lo es realmente, nunca antes un caso así había tenido tal repercusión.
Por otro lado,
también asumimos el suicidio de alguna persona como algo habitual, que solo
causa conmoción cuando sucede en el entorno inmediato de uno mismo. Entendemos
que alguien pueda tener tendencias suicidas, u otras razones para suicidarse; pero
tales tendencias o razones son personales; las razones a veces son también
familiares o relacionadas con tu entorno; por ello a veces el suicidio va
acompañado del homicidio de las personas de la familia o de ese entorno. Pero
no podemos entender por qué, en un caso como éste, va acompañado del homicidio
de muchísimas otras personas sin relación alguna.
Sin embargo,
tratando de descifrar la complicación de la mente humana, casi siempre puede
encontrarse alguna explicación. ¿Por qué acompañar el suicidio con la muerte de
muchas otras personas, quienes quiera que sean, y hacerlo de forma tan impactante?
Hay dos hipótesis que lo explican. Según una de ellas, el individuo es alguien
marginado y rechazado por la sociedad, en general, y guarda un fuerte rencor
hacia ella. Es decir, el entorno al que nos referíamos antes es la propia
sociedad, y existe la posibilidad de que trate de “morir matando”, haciéndole
el mayor daño posible a esa sociedad que le ha hecho daño a él.

Objetivamente, parece
no ser este el caso, puesto que el copiloto era aceptado en sus entornos
sociales; únicamente había sido rechazado por su novia; y suficientemente valorado
por su compañía en el desempeño de sus funciones actuales. Sin embargo, sus
problemas de visión le impedirían ascender dentro de la compañía hasta donde él
deseaba, y aunque esta es una razón objetiva con suficiente peso, él podría no
verlo de la misma manera, y sentirse limitado o rechazado por ello, más aún
conociendo su sueño obsesivo de ser un gran piloto.
La segunda
hipótesis podría encajar más aún en este caso, y una ex novia ha hecho alguna
confesión en este sentido. Según esta hipótesis, la persona, pese a ser
suficientemente valorado por los demás, se infravalora enormemente a sí misma,
y es aquí donde está el problema mental, ya que una persona sana se valora a sí
misma independientemente de los demás, o se ve afectada solo relativamente por
la valoración de los demás, pero valorarse a uno mismo muy por debajo de lo que
lo valoran los demás, es absolutamente anormal.
Esta anomalía
le lleva a pensar que la única forma de ganar esa valoración ante sí mismo es hacer
algo que lo haga famoso en el mundo entero; confunden, como le pasa a mucha
gente, valor con fama. Si a ello se une la imposibilidad de ganarse la fama en
forma positiva, las tendencias suicidas a las que le llevan su propia
infravaloración, y la factibilidad de hacerse famoso mediante su suicidio, las
condiciones están dadas para semejante tragedia. Pero, ¿Son suficientes estos
ingredientes para que suceda algo así? No, afortunadamente, no. Hacen falta más
ingredientes, y ello hace que estas situaciones sean bastante infrecuentes…
pero no imposibles.

¿Puede
evitarse? Pueden tomarse medidas para disminuir el riesgo, pero evitar
absolutamente este riesgo es prácticamente imposible. De todos modos, me parece
un riesgo a considerar para tomar medidas, pero no digno de preocuparse hasta
provocar paranoia. Sigue habiendo mayor riesgo de sufrir un accidente aéreo por
fallos técnicos o humanos, o circunstancias meteorológicas, que por una
intención suicida, como demuestran las estadísticas. Y es mayor aún el riesgo
de morir en accidente automovilístico. Y, según en qué países, mayor aún el
riesgo de morir por violencia callejera o incluso por una masacre en una
institución educativa. Y, sin embargo, pese a ser éstos fenómenos recurrentes,
no parecen tomarse demasiadas medidas para evitarlos.
Acerca
de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones
en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y
Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi
actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos
direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica
privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de
comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de
extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su
tradicional estigma.
Fui la
primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer
dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La
tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos
acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.