Tomado de El País
La decisión de atacar Siria,
pendiente de una justificación contundente
Por Antonio Caño
Obama
asegura en una entrevista televisada que su administración da por hecha la
responsabilidad del régimen de El Asad en el ataque con armas químicas, pero de
momento no aporta pruebas
Un ataque sobre Siria,
que ya puede considerarse como un hecho inevitable, parece condicionado
únicamente por la necesidad de exponer pruebas contundentes sobre el uso de
armas químicas con objeto de otorgar la mayor legitimidad posible a una
intervención que no va a contar con el visto del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas. Estados Unidos, que junto al Reino Unido y Francia
encabezará la operación, dice que dispone de esas pruebas y que las pondrá en
conocimiento del mundo en breve.
En
una entrevista este miércoles por la noche con la cadena
pública de la televisión norteamericana, el presidente Barack Obama no
mostró esas pruebas, aunque dijo que su Administración “ha concluido que el
Gobierno sirio ha sido el responsable de esto (el ataque de la semana pasada
con posible uso de gases tóxicos) y, por tanto, tiene que haber una
respuesta internacional”.
La
sombra de la guerra de Irak, que se justificó por la falsedad de la
existencia de armas de destrucción masiva en ese país, está ejerciendo una
presión considerable sobre los principales actores de este episodio en las
horas previas al lanzamiento de los primeros misiles. Ninguno de los tres
gobiernos que ejercen el liderazgo quiere repetir los errores pasados, y buscan las mayores garantías de que la acción será lo más limpia posible,
desde el punto de vista militar, y lo más justificada posible, desde el punto
de vista político.
Con
ese propósito se están identificado los objetivos militares y con ese propósito
el Gobierno británico presentó este miércoles en el Consejo de Seguridad una
propuesta de resolución en la que se solicita autorización por “el uso de todos
los medios necesarios” para proteger a la población civil en Siria, copiando el modelo que se utilizó en 2011 con Libia.
La
resolución parece condenada al fracaso, puesto que Rusia, que tiene derecho de
veto, ha dejado muy claro que no la va a respaldar. Pero en el
debate se intentará dejar claro que las potencias occidentales han hecho todo
lo posible para que el organismo que mejor representa la voluntad de la
comunidad internacional se implique en esta crisis, aunque los tres países más
involucrados han advertido claramente que no creen necesaria una resolución de
la ONU para actuar.
Es
incierto cuánto puede ese último esfuerzo diplomático retrasar el inicio de la
actividad militar, que se preveía para antes del final de esta semana. El secretario general de la
ONU, Ban Ki-moon, ha pedido a Washington y sus aliados unos días más.
“Dejen que los inspectores concluyan sus cuatro días de trabajo, y entonces
tendremos que analizar científicamente las pruebas y después supongo que
tendremos que informar al Consejo de Seguridad para que tome las acciones
pertinentes”, declaró Ban en La Haya. Teniendo en cuenta que los inspectores
han cumplido hoy su segunda jornada de actividad en Siria, habría que esperar
aún varios días antes de poder proceder a un voto en el Consejo.
A
juzgar por los comentarios de los miembros de la Administración norteamericana,
no parece probable que se tenga tanta paciencia. "Nosotros vamos a tomar
nuestras propias decisiones de acuerdo a nuestro propio calendario”, ha
manifestado la portavoz del Departamento de Estado, Marie Harf. Washington
asegura que dispone de datos obtenidos por sus servicios de inteligencia que
demuestran el empleo de gases venenosos fuera de toda duda. Se trata de fotos,
filmaciones y grabaciones de comunicaciones entre funcionarios sirios que se le
mostraron a Obama el pasado fin de semana y que lo convencieron plenamente de
la necesidad de actuar cuanto antes. Esas pruebas o parte de ellas se darán a
conocer previamente al ataque, quizá este mismo jueves.
A
partir de ese momento, habrá otros factores que considerar antes de empezar los
bombardeos. Posiblemente, habrá que esperar a que los inspectores salgan de
Damasco, donde podrían ser objeto de represalias si su estancia coincide con el
ataque. Es necesario también dejar que se pronuncie el Parlamento británico,
que ha sido convocado este jueves.
Obama no necesita una autorización expresa del Congreso, pero es posible que la
Casa Blanca atienda la reclamación de algunos congresistas de disponer de más
datos sobre los planes militares y sus motivos.
Todo
eso puede hacerse, desde luego, con cierta rapidez. Este jueves por la noche
pueden estar cumplidos esos trámites. Funcionarios norteamericanos han
transmitido a la prensa cierta precipitación para intervenir antes de que el Gobierno de Bachar el Asad pueda utilizar de nuevo armas químicas
o de que se desalojen o protejan los objetivos militares más importantes, sobre
lo que hay noticias de que ya ha empezado a ocurrir.
Este
aspecto de las prioridades estrictamente militares es, por razones obvias, el
que menos ha trascendido. La Administración norteamericana ha explicado hasta
ahora que el propósito del ataque será el de impedir que el régimen haga uso de
su arsenal de gases venenosos. Para ello, no se pretende destruir los depósitos
de esos gases, que podría causar una catástrofe, sino los sistemas de
proyectiles que se utilizan para su transporte, así como las unidades militares
que se encargan de ello. Es decir, se atacarían centros militares y algunas
infraestructuras, como aeropuertos.