Tomado de El País
La aristócrata, de 88 años, falleció en el
palacio de Dueñas, tras el alta hospitalaria
Por Mábel Galaz
Cayetana Fitz-James Stuart y Silva ha muerto a los 88 años en Sevilla, la ciudad en la que vivió sus últimos
años y en la que se casó por tercera vez, en el que fue su penúltimo acto de
rebeldía. Catorce veces Grande de España, era la jefa de la Casa de Alba y una
destacada figura de la vida social pero, por encima de todo, un personaje único
e irrepetible que no dejaba a nadie indiferente. Nació en un palacio, el de
Liria en Madrid, pero siempre le gustó pisar la calle y desafiar los convencionalismos.
Lo hizo hasta el final de sus días. Fue una mujer de rompe y rasga.
Lo
primero que hicieron los Alba tras el fallecimiento fue comunicarlo a los
Reyes, don Felipe y doña Letizia. La noticia de la muerte fue anunciada
públicamente por el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, dado que este
ayuntamiento se va a encargar de la organización de parte de las pompas
fúnebres. "Doña Cayetana siempre llevó a Sevilla en el corazón y por eso
permanecerá para siempre en el corazón de Sevilla. Descanse en paz", decía
el regidor en un tuit.
La familia -los seis hijos de la duquesa; su
actual marido, Alfonso Díez, además de sus nietos- se encuentra reunida en el
Palacio de Dueñas, desde donde el cuerpo de la duquesa partirá hacia la capilla
ardiente, que será instalada hoy mismo en el salón Colón del Ayuntamiento
hispalense, el espacio más amplio de la casa consistorial.
El
funeral será oficiado este viernes por Carlos Amigo, arzobispo emérito de
Sevilla. El cuerpo de María del Rosario Cayetana Alfonsa Victoria Eugenia
Francisca Fitz-James Stuart y de Silva será incinerado. Parte de las cenizas serán
depositadas en la iglesia del Cristo de los Gitanos y el resto será colocado en
el monumental panteón de la Casa Ducal de los Alba, en la localidad madrileña
de Loeches.
El
presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, expresó su pésame y el del Gobeirno a la
familia por el óbito en un comunicado en el que destaca su faceta de mecenas y
custodia de un patrimonio histórico y artístico excepcional.
"Si
yo no me meto en la vida de nadie, que no se metan en la mía", argumentó
para poder casarse con Alfonso Díez, con el que el 5 de octubre pasado cumplió tres años de
matrimonio. Una unión a la que sus hijos se opusieron inicialmente. Pero todo
cambió cuando los asuntos de la Casa de Alba estuvieron resueltos. Se fijó por
escrito la partición de los bienes, las sociedades, las tierras, las casas –que
ascienden a un valor entre los 600 y los 3.000 millones de euros–, y quedó
claro que el último duque de Alba renunciaba a casi todo y se comprometía a
cuidar hasta el final de sus días a la aristócrata.
Cayetana de Alba repartió la herencia de manera desigual entre sus seis
hijos todos ellos nacidos de su matrimonio con Luis Martínez de Irujo- Carlos,
Alfonso, Jacobo, Fernando, Cayetano y Eugenia. También se acordó de su nieto
mayor Carlos Fitz-James Stuart al que dejó el palacio de Dueñas. Sus dos hijos
mayores serán los principales encargados de la Fundación Casa de Alba,
obligados a conservar y mantener todo su legado histórico y monumental.
Cayetano se queda con el palacio de Arbaizenea, en San Sebastián, y el cortijo
de Las Arroyuelas, gran latifundio sevillano. Eugenia hereda la mansión de
Ibiza y otro Cortijo en Sevilla, mientras que Fernando y Alfonso contarán con
la mansión de Las Cañas, en Marbella, y la finca, antiguo castillo, de El
Tejado, en Salamanca. Quien no ha obtenido más que unas fincas rústicas han
sido Jacobo, sin duda, el más perjudicado por el reparto. La decisión provocó
el distanciamiento entre madre e hijo que recientemente se resolvió.
Mantener el legado de la Casa de Alba fue una de las grandes preocupaciones
de la duquesa. Jesús Aguirre, casado en segundas nupcias con Cayetana fue su
gran apoyo en esta tarea, restauró gran parte de la colección pictórica y lo
hizo en colaboración con Rafael Alonso, conservador del Museo del Prado, que
desde el año 1978 se ocupó de cuidar las grandes obras de la Casa. En 2012 y
con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid, Cayetana de Alba mostró parte de su
tesoro en una exposición bajo el nombre de "El legado de la Casa de Alba.
Mecenazgo al servicio del arte". Se exhibieron 150 obras maestras -con
lienzos de Tiziano, Ribera, Rubens, Zurbarán, Renoir, Chagall, Madrazo y
Zuloaga- entre las que destacan la pintura sobre tabla La
Virgen de la granada, de Fra Angélico, realizada entre 1430-1440, y
el Retrato de la duquesa de Alba de blanco, de Francisco de
Goya, que data de 1795.
El
público pudo contemplar, además, una colección de cartas manuscritas por
Cristóbal Colón, entre ellas la que incluye un boceto suyo sobre la isla a la
que llegó y bautizó como La Española, así como un Nobiliario de Indias, donde
se inventariaron los títulos y privilegios concedidos a los conquistadores,
indígenas y también ciudades de América, en un repertorio documental
excepcional.
La
reconstrucción del palacio de Liria de Madrid fue otra de las misiones de la
duquesa tras recibir el testigo que le cedió su padre, muerto en 1953. En una
habitación de este palacio nació ella, un 28 de marzo de 1926. Fue la primera y
única hija de Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, XVII duque de Alba y María del
Rosario de Silva y Gurtubay, X marquesa de San Vicente del Barco. Tuvo como
padrinos de bautismo al rey Alfonso XIII y a su esposa la reina, Victoria
Eugenia. Desde muy joven fue una mujer de mundo y vivió mucho tiempo en el extranjero.
Al estallar la Guerra Civil residió en París y luego en Londres, donde
frecuentó a quién luego sería la reina Isabel. Habla inglés, francés, alemán e
italiano.
Debido
a su vida social y a su interés por el arte, Cayetana se relacionó con
múltiples artistas y personalidades, desde Jackie Kennedy hasta Grace Kelly e
Yves Saint Laurent. Ella misma contó que Picasso quiso que fuera su modelo para
una nueva versión del cuadro La maja desnuda, pero el proyecto no prosperó por la
oposición de su marido Luis Martínez de Irujo. Eso sí, siendo niña fue
retratada sobre un poni por Zuloaga. Una de sus grandes pasiones fue el
flamenco y destacó por sus dotes para el baile teniendo como maestro, entre
otros, a Antonio el bailarín.
Sus últimos días los pasó en su casa de Dueñas donde su tercer marido le instaló una
pantalla de cine para que disfrutara de una de su grandes aficiones. Frente a
ella vio sus películas favoritas, entre las que están Retrato
en negro, de Lana Turner y Anthony Quinn;Gigante, con Rock Hudson, Elizabeth Taylor y
James Dean, y Lo que el viento se llevó, con Vivien Leigh, Clark Gable y Olivia
de Havilland. Se marchó sin rendirse, pensado que todavía tenía mucha vida por
delante y tiempo para seguir siendo la rebelde que siempre fue.