sábado, 17 de mayo de 2014

Estadio Garrincha, serio aspirante a ganar la Copa Mundial de la corrupción

Tomado de The Wall Street Journal

Una vista aérea del monumental estadio Mané Garrincha en Brasilia. 

El gran estadio Mané Garrincha en Brasil levanta sospechas

A un costo final de US$900 millones, el Mané Garrincha, de Brasilia, es blanco de acusaciones de corrupción y malgasto a semanas del Mundial

Por PAULO TREVISANI

BRASILIA—El nuevo estadio en la capital brasileña se completó con bastante anticipación al Mundial y ha sido halagado por su arquitectura. Pero su precio y su tamaño desproporcionado han suscitado acusaciones de corrupción y desperdicio.
Con un costo de 2.000 millones de reales, unos US$900 millones, el Estadio Nacional Mané Garrincha es el recinto de fútbol más caro que se haya construido en la historia de Brasil. Su costo estimado se triplicó desde que empezó su construcción, en 2010, y un auditor federal ha concluido en una serie de informes que casi un cuarto de los costos del estadio son excesivos o inflados.
Los excesos del presupuesto son o "un error garrafal o mala voluntad", dice Renato Rainha, un auditor que ha dirigido dos investigaciones sobre el estadio.
Los funcionarios locales rechazan las acusaciones. Los fiscales federales no han levantado cargos ni presentado demandas. Las autoridades responsables de los contratos niegan cualquier conducta indebida y aseguran que están cooperando con los auditores.
De todos modos, el estadio ha generado resentimiento entre algunos brasileños que creen que su gobierno derrochó dinero en sus proyectos ligados al Mundial, enriqueciendo a unos cuantos con pocos beneficios tangibles para el país.
"Podríamos haber gastado menos en el estadio e invertido dinero en áreas fundamentales como la salud pública y las escuelas", afirma Rainha.
Desde que abrió en mayo de 2013, el Mané Garrincha se ha convertido en un monumento imponente en la capital brasileña, conocida por los edificios modernistas del arquitecto Oscar Niemeyer. Muchos habitantes están perplejos por el lujo y la escala del estadio.
El complejo de 71.000 asientos presume de columnas elevadas, paneles solares, césped peinado y un techo especial autolimpiante para proteger a los espectadores del feroz sol de Brasilia. En Brasil, sólo el famoso Maracaná en Rio de Janeiro es más grande.
En Brasilia, se disputarán siete partidos del Mundial en junio y julio, pero llenar el estadio después del torneo será todo un desafío. La ciudad no cuenta con un equipo importante de fútbol que llene el recinto una vez que concluya la Copa.
"Estamos sorprendidos con sus costos", dijo Eliana Pedrosa, una legisladora local. "Brasilia puede darse abasto con un estadio la mitad de ese".
Los funcionarios a cargo de la construcción dicen que los costos reflejan una obra de última generación que, prevén, en el futuro aportará sustanciales ingresos adicionales a la ciudad.
Dos grandes franquicias nacionales de fútbol de Brasil —Flamengo y Vasco da Gama de Rio de Janeiro— tienen grandes bases de hinchas en Brasilia y han alquilado el Mané Garrincha para algunos de sus partidos. El complejo también se está ofreciendo para conciertos. Beyoncé y Aerosmith se han presentado en el nuevo recinto.
El estadio fue construido por un consorcio encabezado por Andrade Gutierrez, uno de los mayores contratistas de Brasil, con Via Engenharia, una desarrolladora con sede en Brasilia, como socia.
Las firmas constructoras son importantes fuerzas en la política brasileña, lo que genera preocupaciones sobre cómo su dinero puede influir sobre las obras públicas. En 2012, los cuatro principales donantes a campañas políticas de Brasil fueron firmas de construcción: Andrade Gutierrez SA, Queiroz Galvão SA, OAS SA y Camargo Correa SA. Juntas donaron 211 millones de reales, que es casi la mitad de lo que aportaron los principales 20 contribuyentes, según datos oficiales.
"No hay altruismo en este asunto", dijo el juez Marco Aurélio Mello, presidente del tribunal electoral de Brasil, en una entrevista este año. Mello también es juez del Tribunal Supremo, que evalúa una prohibición a todas las contribuciones corporativas a la política.
Rainha, el auditor público, apunta que su investigación destapó varias irregularidades con el estadio de Brasilia, incluyendo costos ampliamente inflados para materiales como barandales y letreros.
El nuevo recinto lleva su nombre en honor a Manuel Francisco dos Santos, apodado Garrincha, una de las estrellas del fútbol brasileño de los años 50 y 60. Su impresionante estructura circular es sostenida por 288 pilares de 30 metros de altura. Se utilizaron casi 200.000 metros cúbicos de concreto y 24.000 toneladas de acero para su construcción.
"Es uno de mi estadios favoritos del mundo", expresó el secretario general de la FIFA Jérôme Valcke sobre el Mané Garrincha durante una visita al estadio este año. Valcke señaló que incluso los hinchas en los asientos más altos pueden disfrutar una vista buena de la acción en la cancha. También le gusta el pasto, que proviene del estado norteño de Sergipe. El césped viajó unos 1.600 kilómetros hacia el sur en camiones con temperatura controlada y fue instalado con sistemas de desagüe e irrigación.
Claudio Monteiro, un secretario del comité del Mundial de Brasilia, dijo que la gran inversión dará fruto.
"No podemos competir con la belleza natural de Rio, así que necesitamos un complejo grande para eventos para atraer un flujo de turistas a Brasilia", acotó Monteiro. "Fomentará un nuevo deseo de visitar la capital". 

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