sábado, 17 de mayo de 2014

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: SOBRE LOS VALORES



Definitivamente,  de los valores espirituales universales, como el amor, la verdad, la rectitud, la paz, el sentido de la responsabilidad, el esfuerzo, la superación, etc. ninguno de ellos se enseña fundamentalmente con lecciones o con sermones, sino con el ejemplo en la convivencia; se aprenden viviéndolos; pero sobre todos ellos, el amor. El amor es una necesidad inherente al ser humano, y no se enseña; simplemente se vive, y sólo se aprende viviéndolo.

Respecto a otros valores como la verdad, la rectitud, la paz, y la responsabilidad, el ser humano tiene una inclinación natural hacia ellos, y únicamente se necesita darles seguimiento en la convivencia, y tal vez algún que otro sermón oportuno, para mantenerlos y fomentarlos en los hijos; porque son los ejemplos negativos en la convivencia y la falta de control en la educación lo que suele deformar y desviar esa inclinación natural. Otros valores, como el esfuerzo y la superación, por no ser innatos, además del ejemplo requieren un control permanente para ser inculcados en los hijos; más ahora, que hay tantas banalidades que tienden a desviar su atención.

Creo que las causas fundamentales de la pérdida de valores y principios en la sociedad actual tienen bastante que ver con el consumismo cada vez más atroz que vivimos, como consecuencia de una equivocada forma de entender conceptos como el desarrollo, el bienestar, y la propia felicidad, y de mirar lo material y no lo espiritual como instrumento fundamental para alcanzarlo. Pero como lo material sólo se consigue con dinero, éste se convierte en un valor fundamental que va desplazando a los valores mencionados anteriormente.

A ello contribuye en gran medida la presión comercial. Una vez que se empieza a valorar el dinero más que cualquier otra cosa, la manera socialmente aceptable de conseguirlo es produciendo y vendiendo más y más, lo que sea y como sea, pero hay que vender. Ello provoca una presión comercial que tiende a convencernos de necesidades que no tenemos, a deformar nuestros valores hacia lo material, y a entrar en el círculo vicioso del consumismo, en el que, como para satisfacer esas “innecesidades” materiales necesitamos dinero, nos vemos obligados a entrar poco a poco en el mismo juego.

Cuando se entra en esta vorágine no es fácil recuperar los valores. Para ello hace falta una conciencia clara del problema, y creo que aún estamos un poco lejos de ello. Las sociedades suelen tomar conciencia de este tipo de problemas y empiezan a buscar salidas cuando los problemas tocan fondo, y creo que, por ahora, aún nos hace falta caer más para tocar fondo. Esto no es algo nuevo; la historia tiene ejemplos de sociedades poderosas que llegaron a desaparecer por similares razones, de las que la más conocida, tal vez, es el del imperio romano de occidente.

En cualquier caso, tocando fondo o sin tocarlo, no hay más salida que la conciencia de que es a través de los valores espirituales fundamentalmente, y no de los materiales, como se consigue el objetivo del ser humano. Las religiones tradicionales son una forma, porque todas, en el fondo, proponen dichos valores, aunque de diferentes formas. Pero no necesariamente es cuestión de religión. Los valores están en un plano superior aún; las religiones los adoptan: Pero no es necesario acceder al plano de los valores a través de las religiones. Los valores son accesibles directamente a todos y cada uno de nosotros. Sólo hace falta ser conscientes.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario