Tomado de esglobal
BARRERA
DE OBSTÁCULOS PARA BRASIL
Por Santiago Pérez
Los
desafíos de crear un nuevo modelo acorde a las necesidades de la economía
internacional del siglo XXI.
La economía
brasileña se enfrenta a desafíos estructurales. Durante los últimos dos años el
país ha visto sensiblemente ralentizado su crecimiento. Tanto en comparación
con vecinos latinoamericanos como Perú, Chile o Colombia, como con otras
potencias emergentes del grupo de los BRICS como China e India, el rendimiento
de la mayor economía latinoamericana ha sido pobre.
¿A que
se deben estos resultados? Sin dudas a factores tanto exógenos como endógenos.
Pero más allá de los reacomodamientos en el contexto económico internacional
que indefectiblemente afectan al país, el funcionamiento interno de la economía
brasileña convive con cuellos de botella que limitan su
capacidad productiva. Entre estos condicionantes se destacan la elevada presión
fiscal, la falta de infraestructura, la dificultad para la apertura de nuevas
empresas, la corrupción en el manejo del Estado, el bajo nivel de apertura
comercial y las trabas burocráticas al comercio exterior. Estos elementos dan
forma al denominado “Costo Brasil”, un término ampliamente conocido en el medio
local.
La
necesidad de superar estas barreras ha llevado al Gobierno de la presidenta
Dilma Rousseff a impulsar una serie de reformas que buscan atacar en forma
directa estos problemas.
El
impulso a la iniciativa empresarial es sin duda un elemento de importancia para
el dinamismo de cualquier economía. La mayor o menor dificultad en constituir
una empresa puede tornar a un país más o menos amigable para la generación de
nuevos negocios. Tanto es así que el Banco Mundial contempla los tiempos,
procedimientos y costos de crear empresas como un elemento a valorar en su
“Índice de facilidad para hacer negocios”. Actualmente, Brasil se encuentra en
el puesto número 183 de los 219 países evaluados. Con el objetivo de
desburocratizar e impulsar la generación de riqueza, el Gobierno brasileño
trabaja en una reforma que permita reducir de 180 a 5 los días necesarios para
constituir una nueva empresa. Al acortamiento de los tiempos se le suma la
simplificación de procesos administrativos y una sustantiva reducción de
costos. Abrir una compañía hoy en Brasil puede tornarse una odisea casi
interminable y eso es justamente lo que se desea modificar.
Es en
relación a la infraestructura donde el Gobierno ha trabajado más profundamente.
Puertos, carreteras y aeropuertos en Brasil son insuficientes, precarios y
suelen saturarse con facilidad. El resultado es el alargamiento de los tiempos
de transporte y el encarecimiento de la cadena productiva nacional. La
necesidad de obras es ineludible.
Puntualmente
en lo que respecta a los puertos, el Ejecutivo ha logrado que, después de
intensas negociaciones en el Congreso, se sancione un nuevo marco regulatorio
para el sector. La principal novedad es la apertura al capital privado del
sistema portuario, dando por finalizada la estructura monopólica estatal. Ya
son más de cien los proyectos de construcción de terminales presentados por
privados tras la sanción de la nueva ley. La ampliación de la capacidad
permitirá un funcionamiento más ágil del comercio exterior y su consecuente
mejora en la competitividad. Tanto las compañías que dependen de insumos
importados como aquellas que comercializan sus productos en el exterior se
verán beneficiadas. El 95% del comercio exterior de Brasil (cerca de 500.000 millones
de dólares, unos 360.000 millones de euros, entre importaciones y
exportaciones) se realiza por transporte marítimo, es por ello que la
importancia de esta reforma es superlativa.
Las
carreteras y autopistas brasileñas también transitan un período de importantes
cambios. El Gobierno ha lanzado un agresivo programa de concesiones que busca
pasar a administradores privados 11,191 kilómetros de caminos. El plan obliga a
las empresas a realizar millonarias obras a cambio del derecho de explotar los
peajes. El transporte de mercaderías por camión en un país de 8,5 millones de
kilómetros cuadrados (el quinto mayor del mundo) se verá sustantivamente
mejorado. El ambicioso proyecto tiene sus limitaciones. La gran cantidad de
carreteras ofrecidas a la iniciativa privada ha sido mayor a las posibilidades
de las empresas del sector, en casos colocándolas en aprietos financieros por
falta de capital. El poderoso BNDES (Banco Nacional de Desarrollo) ha entrado
en escena ofreciendo créditos a las compañías, los cuales permiten en algunos
casos financiar hasta el 70% de las obras.
Las
dimensiones brasileñas hacen que el transporte aéreo sea una prioridad. Viajar
de un extremo del país a otro por medios alternativos se torna, en efecto,
imposible. Al mismo tiempo, la organización del Mundial de Fútbol 2014 y los
Juegos Olímpicos 2016 obligan al país a modernizar sus sistema aeroportuario.
Los cinco principales aeropuertos de Brasil: Rio de Janeiro (Galeão), Belo
Horizonte (Confins), São Paulo (Guarulhos), Brasília (Juscelino Kubitschek) y
Campinas (Viracopos) pasarán a manos privadas. Los contratos de concesión
tendrán una duración de entre 20 y 30 años. La medida permitirá mucho más que
nuevas terminales y ampliaciones de capacidad. El ingreso de privados traerá al
país nuevas tecnologías, las cuales serán aprovechadas también por la estatal
Infraereo, compañía que está a cargo de otros 60 aeropuertos en el país.
Es
posiblemente la cuestión fiscal la gran cuenta pendiente. Brasil necesita de
una reforma impositiva que transforme a la estructura tributaria en más moderna
y sencilla. Por cuestiones políticas, avanzar en este tipo de reformas se torna
complejo para la actual Administración. Alcanzar los consensos necesarios
dentro del Parlamento en momentos en donde la relación entre Rousseff y los
partidos aliados no es la más fluida parece difícil. Por otro lado, 2014 es un
año electoral, situación que echa por tierra cualquier posibilidad de abordar
una temática tan delicada. En estos momentos, la presión fiscal en Brasil asciende
al 36% del PBI y, según un estudio del Instituto Brasileño de Planificación
Tributaria, el país ofrece el peor retorno en bienestar social entre las 30
naciones con mayor carga tributaria.
El
grado de apertura comercial se encuentra también sobre la mesa y por ahora
dista de una resolución. La estructura arancelaria del MERCOSUR obliga a todos
sus miembros a negociar en bloque tratados de libre comercio con otras
naciones. Un reciente estudio de la Fundación Getulio Vargas muestra que un
eventual TLC con Estados Unidos y la Unión Europa incrementaría en 86.000
millones de dólares el comercio exterior del país. Cifra que significa un
volumen de compras y ventas externas un 18% mayor al de hoy en día. El
encarecimiento de los insumos importados es otra consecuencia del sistema
arancelario vigente. Cualquier producto que ingresa al país desde fuera del
bloque llega al consumidor a precios elevados. En casos, esta realidad puede
afectar la competitividad de la economía, particularmente en lo que respecta a
la importación de tecnología o bienes de capital para la industria. El debate
entre buscar nuevas asociaciones comerciales o permanecer dentro del MERCOSUR
bajo las circunstancias actuales circula en ámbitos empresariales pero aún no
llega al Gobierno. La posibilidad de potenciar la integración de Brasil a los
flujos comerciales internacionales deberá en algún momento ser, al menos,
considerada.
Desde
el lanzamiento del Plan Real en 1994 Brasil goza de estabilidad macroeconómica
y tasas de crecimientos positivas. La fórmula que permitió grandes éxitos
pareciera estar comenzando a agotarse y es justamente ese el porqué de la
batería de medidas impulsadas desde el Palacio do Planalto. El interrogante
válido es si la profundidad de las reformas será suficiente como para dar
inicio a un nuevo ciclo de expansión, basado sobre un nuevo modelo, más acorde
a las necesidades de la economía internacional moderna. A los temas aquí
expuestos se le suman otras cuestiones complejas y poco atendidas como la
elevada corrupción y la ineficacia estatal. El curso de los hechos mostrará la
capacidad o no de Brasil de superar estos obstáculos.
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