Algunas veces me han preguntado si estoy
a favor o en contra de que las mujeres se conviertan en madres solteras por
decisión propia, planificando y formando una familia sin más intervención
masculina que la inicial e imprescindible. Yo no soy juez para juzgar este tipo
de situaciones, sino que mi papel es más bien el de analizarlas.
En
primer lugar, es llamativo que la maternidad en soltería por decisión propia
sea una opción cada vez más común. Por un lado, en ello tiene que ver la mayor
autonomía de la mujer con su incorporación al mundo laboral, y la desaparición
de muchos tabúes tradicionales, lo que impedían antes tomar decisiones que tal
vez hubieran tomado en otras condiciones. Pero al mismo tiempo, es una forma de
dar la espalda al género masculino, cuando la compañía estable y permanente de
un hombre ha sido siempre un anhelo natural e instintivo de la mujer desde que
es niña. ¿Cómo interpretar esto? Obviamente, el género masculino decepciona
bastante a la mujer, quien no tan fácilmente encuentra en él lo que espera, que
es cierto soporte económico, atención, fidelidad, vida sana (sin vicios), y
compartir realmente el proyecto común de criar a los hijos.
Las
culturas occidentales, unas más que otras, han educado a los hombres en otra
dirección, y ello es responsable en gran medida de que la mujer se frustre al
no encontrar lo que espera en un hombre. Una mujer exigente se frustrará más
fácilmente; la mayoría de las mujeres aceptarán no tener todo lo que esperan, aunque
sí, al menos ciertos aspectos fundamentales. Sin embargo, aún así, no tan
fácilmente lo encuentran y optan por no arriesgarse y renunciar a un hombre en
su proyecto de vida. Quizá reciba algún comentario diciendo que las mujeres
también decepcionan al hombre. También sucede, pero ese es otro tema. En todo
caso, en lo que se refiere a la vida en familia, suele ser la actitud masculina
la que más se aparta de la ideal para llevarla adelante con éxito.

Pero
ahora viene el segundo punto: cómo afecta al hijo o hijos la condición de no
haber una figura paterna. Bueno, esta es una situación demasiado común,
particularmente en Latinoamérica, solo que habitualmente sucede por accidente. Es
indudable la importancia de la aportación de la figura paterna, y no solo con
los hijos varones. Los hijos de una familia normalmente integrada y funcional
siempre tienen ventaja frente a cualquiera otros. Pero ello implica que el
padre se involucre realmente en la familia, más allá de su papel de proveedor.
Cuando
el modelo de padre falla, las condiciones para los hijos no son más favorables
que las de hijos de madres solteras dedicadas a sus hijos, y de entre ellas, es
más probable que aquellas que lo son de forma planificada y asumida están en
mejores condiciones de asumir los dos roles, padre y madre, y llevar
integralmente las riendas de la familia, que aquellas madres que lo son por
accidente, o incluso por decisión inconsciente, que también hay muchas, porque
cuando la decisión es consciente, hay una madurez, una responsabilidad asumida,
y una capacidad de dedicación calculada: y a ese hijo, lo único que le va a
faltar es un padre. Más desfavorable también suele ser la situación de los
hijos de familias desintegradas o con fuertes disfunciones.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica,
Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad
Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha
enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión
en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes
medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con
objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de
apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar
acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en
sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital
Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la
embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me
hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por
la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como
video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en
diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para
mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite
a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son
demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta
privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.