sábado, 24 de abril de 2021

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: EL SILENCIO

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

En un mundo cada vez más ruidoso y alterado, encontrar un poco de silencio es un bálsamo, un resquicio de paz interior que nos ayudará a nuestra psiquis y también a mejorar nuestra salud corporal en general.

Pocas cosas están más subvaloradas que el silencio. Ponerle un “mute” a los sonidos de nuestra vida cotidiana, aunque sea por un breve espacio, puede provocar grandes beneficios. Entre otras cosas, el silencio nos permite pensar profundamente en las cosas de la vida. Sirve para limpiar el espíritu. El silencio descansa, nutre y nos mimetiza con la naturaleza. Pero, además, por sobre todas las cosas, nos hace escuchar lo que nunca escuchamos: nuestro interior. Otra gran virtud es que nos permite oír al resto, algo que en el afán de hablar y desarrollar nuestro discurso habitualmente dejamos de lado.   

 

“Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo”, dijo alguna vez el genial músico Ludwig van Beethoven, quien curiosamente tenía problemas de sordera.

 

Pero la sociedad moderna y sus hábitos ya instalados casi que nos obligan a romperlo constantemente. Cada vez más nos llenamos de ruidos a nuestro alrededor por temor a que el silencio nos haga sentir solos o nos recuerde cosas que no podemos aguantar. Le escapamos a esa sensación para evitar que despierte en nosotros naturalezas ya enterradas y que con el silencio vuelven a aflorar.  

 

La invasión de ruido del mundo exterior nos hace que, a menos que lo provoquemos intencionalmente, sea difícil encontrar momentos de silencio. Pero depende de nosotros. Apaguemos los aparatos electrónicos y los electrodomésticos para desconectarnos por un rato.  

 

La sensación de bienestar que genera el silencio la podemos apreciar al entrar en una iglesia, en un retiro espiritual, en la quietud de un museo, en la tranquilidad de una sala de biblioteca o en la soledad de la noche. Son, sin duda, momentos indescriptibles. 

 

El silencio no solo nos hace encontrarnos con nosotros mismos, sino que evita otros problemas de salud. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en estudios realizados en países de ingresos medianos y altos, se desprende que casi el 50% de los adolescentes y jóvenes (12 a 35 años) están expuestos a niveles perjudiciales de ruido por el uso de aparatos de audio personales y que alrededor del 40% reciben niveles de ruido potencialmente nocivos en lugares de ocio.

 

En ese sentido, el silencio contribuye a nuestra salud en muchas formas, especialmente en la reducción del estrés. Según un estudio publicado en la revista Heart, dos minutos de silencio alivian la tensión en el cuerpo y el cerebro debido a los cambios en la presión arterial y la circulación sanguínea en el cerebro. Pero también beneficia la química del cerebro, mejora el sueño y disminuye el riesgo de enfermedades cardíacas. 

 

Friedrich Nietzsche, gran filósofo alemán, solía decir que “el camino a todas las cosas grandes pasa por el silencio “. Es fundamental aclarar que el concepto del silencio no necesariamente se refiere a la ausencia de sonidos. Hay otras cosas que podemos considerar silencios como la meditación, sumergirnos en un buen libro o dejarnos seducir por una música suave. Básicamente es apagar los sonidos que nos distraen de una forma consciente para dejar flotar el inconsciente.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

 

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

 

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

 

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

 

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

 

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

 

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. 

 

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.   

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