Tomado de El País
Las
cuatro Américas (EEUU) negras
Los afroamericanos se reparten entre la
minoría abandonada, la clase media y la élite
Por Marc Bassets
Las protestas de Ferguson (Misuri) se han acercado estos días
afroamericanos para quienes este municipio en las afueras de San Luis, con sus
bolsas de pobreza y marginación, les parecía tan exótico como a un visitante
europeo. Son pocos, cada vez menos, los contactos entre las clases sociales y
los grupos culturales que dividen a la América negra, una América que hace
medio siglo formaba un grupo más homogéneo y cohesionado y que desde entonces
no han dejado de “desintegrarse”, explica el columnista de The Washington Post Eugene Robinson en el libro Desintegration (Desintegración), publicado en 2010.
Robinson
describe un proceso por el que varios grupos de afroamericanos se han alejado
entre ellos hasta casi no reconocerse. “Estas cuatro Américas negras cada vez
son más distintas y están más separadas por la demografía, la geografía y la
psicología”, escribe Robinson. “Cada vez más, llevamos vidas separadas”.
Robinson
distingue cuatro grupos en la América negra. El que centra los debates sobre la
marginación y el racismo es la “minoría abandonada”. Los abandonados albergan
ahora menos esperanzas de escapar de la pobreza y la desestructuración “que en
cualquier momento desde el final devastador de la Reconstrucción”. La Reconstrucción
es el periodo posterior a la guerra civil de EE UU (1861-1865), un intervalo de
mejoras para los negros del Sur entre la era de la esclavitud y la era Jim
Crow, la del sistema de segregación.
El analista Eugene
Robinson afirma que los afroamericanos se han alejado en grupos hasta casi no
reconocerse entre ellos
Cuando se
habla ahora de marginación y discriminación, se habla de la minoría abandonada,
los cerca del 25% de afroamericanos que viven por debajo del umbral de la
pobreza, en barrios violentos y con infraestructuras deficientes donde el
acceso a supermercados con comida fresca y de calidad es difícil. El presidente
Barack Obama conoció bien este grupo cuando, veinteañero, trabajó como
organizador vecinal en los barrios más castigados de Chicago. “Ser negro, pobre
y sin educación en América supone, posiblemente, hallarse en una situación más
desesperada e intratable que hace 40 ó 50 años”, escribe Robinson.
Otro grupo es
la clase media, perfectamente integrada en la corriente principal de la
sociedad norteamericana: ha sabido aprovechar las oportunidades que las leyes
sobre los derechos civiles y las medidas para diversificar la educación
brindaron a las minorías. Obama y la primera dama, Michelle, eran hasta hace
unos años miembros típicos de esta clase media.
En lo alto
del escalafón se sitúa, según la clasificación de Robinson, la “élite
trascendente”, que disfruta de “una riqueza, poder e influencia tan enormes que
incluso mueven a los blancos a la genuflexión”. La magnate televisiva Oprah
Winfrey es uno de los miembros más ilustres de esta élite. Ahora también lo son
los Obama. Uno de los lugares predilectos de encuentro es la isla de Martha's
Vinyeard (Massachusetts), donde la familia presidencial ha pasado varios años
las vacaciones.
El grupo más
nuevo es de los “emergentes”, según la expresión de Robinson, y obligarán a
“redefinir lo que significa ser negro”. Son, de un lado, los inmigrantes
africanos o caribeños, con capacidad para prosperar relativamente rápido; y del
otro los norteamericanos de raza mixta. De nuevo, Obama —que es un
afroamericano con una biografía y origen familiar atípico: hijo de un negro de
Kenia y una blanca de Kansas— también podría incluirse en este grupo.
“Cada vez
más”, concluye el autor de Desintegración, “los abandonados y el resto de la
América negra fracasan a la hora de establecer comunicación, y no digamos ya de
entenderse”. Ocasiones como la muerte de un joven negro desarmado a tiros de un
policía blanco, como ocurrió en Ferguson (Misuri) el 9 de agosto, propician uno
de los pocos momentos de comunión. La experiencia de la intimidación policial
es común a todos.
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