El Antiguo Testamento narra la primera
rivalidad conocida entre hermanos; precisamente entre los primeros hermanos de
los que se tiene referencia, Caín y Abel. Independientemente de la fe en la
veracidad de este episodio, es importante la interpretación de que la rivalidad
fraternal ha existido siempre, y es característica inevitable de la relación
entre hermanos.
Lástima que no podamos conocer detalles
sobre las causas que pudieron provocar una distorsión en las conductas de Caín;
sobre cómo ambos hermanos fueron educados por sus padres, y sobre cómo
manejaron éstos la rivalidad entre sus hijos, desde pequeños, hasta el trágico
desenlace. Pero sí pueden analizarse estas circunstancias en cualquier familia,
tanto en aquellas en que existe armonía entre los hermanos, como en aquellas en
que las relaciones fraternales no son tan cordiales, o incluso tormentosas, que
de todo hay.
La armonía fraternal no significa que no
haya rivalidad. La rivalidad y el sentimiento ambivalente de amor - odio entre
los hermanos es completamente natural e inevitable. En alguna medida existe
siempre. Desde que nace el hermano pequeño, el mayor siente celos de él por las
atenciones que recibe, quedando para él sólo las responsabilidades; más adelante,
el pequeño también tiene envidia del mayor porque se le permiten cosas que a él
todavía no. Existe rivalidad entre varones y hembras por el modelo educativo
discriminado en las culturas machistas. Existe una competencia permanente por
gozar del cariño y la atención de los padres. Existen actitudes de respuesta de
cada uno ante la actitud del hermano; etc.
El manejo inadecuado de estos
sentimientos y la falta de resolución de los correspondientes conflictos genera
inconformidad en la parte que se considera afectada o discriminada, y sensación
de que son los otros los que gozan de la preferencia de los padres, lo que baja
la autoestima. La autoestima baja tiende a distorsionar desfavorablemente la
visión que el hijo tiene de su lugar en la familia, y tiende a provocar
conductas inadecuadas como respuesta, lo que termina provocando verdaderamente
en los padres la no preferencia por ese hijo.
En gran medida, es la actitud de los
padres hacia los hijos, y el manejo de las rivalidades y conflictos lo que hace
que ese sentimiento ambivalente de amor - odio se refuerce en un sentido o en
otro, y muchos padres son desconocedores de ello, o no saben manejar las
situaciones adecuadamente. La rivalidad no se puede evitar, pero los padres
deben saber detectar los sentimientos de cada uno, y abordarlos oportunamente.
Tampoco debe caerse en el error común de pensar que igualdad en el trato a los
hijos significa dar a todos lo mismo. Significa dar a cada quien lo que
verdaderamente necesita (y eso es algo que los hijos deben saber); a veces será
lo mismo, pero otras no; y ello requiere de un profundo conocimiento de cada
uno de ellos. Si habiendo ya los hijos superado la adolescencia, el componente
de amor no es claramente más fuerte que el de odio, no será fácil que en la adultez
exista una verdadera relación fraternal entre los hermanos.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría
infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense
de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha
enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión
en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes
medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con
objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de
apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar
acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en
sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital
Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la
embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me
hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por
la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como
video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en
diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para
mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite
a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son
demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta
privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención,
y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y
educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia
profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada
persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la
educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde
que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la
familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.