Tomado de esglobal
EL MATRIMONIO PERFECTO ENTRE
OLIGARCAS Y FÚTBOL
Por Pablo Diez
La propiedad de los grandes
clubs de fútbol es el perfecto termómetro de cómo se tambalea el viejo orden
internacional. Ante el declive de algunas grandes fortunas europeas, cada vez
con más frecuencia se encuentran en manos de las oligarquías rusas, árabes y
asiáticas, que han llevado a los clubs no sólo a obtener mayores éxitos
deportivos, sino también a una mercantilización sin precedentes.
Las razones de este fiebre
inversora son opacas y difícilmente verificables en cada caso: algunos magnates
quieren expatriar parte de sus activos para evitar potenciales confiscaciones
en sus países de origen; otros se hacen con clubs extranjeros para obtener la
residencia y disfrutar así de protección frente a posibles casos de corrupción
en los que se vean envueltos. A su vez, algunos oligarcas petroleros ven la
necesidad de diversificar su patrimonio de esta manera para afrontar un futuro
en el que los hidrocarburos comiencen a escasear. Más allá de las posibles
motivaciones, éstos son algunos de los nuevos reyes en los despachos del fútbol
europeo.
Roman Abrahamovic
(Chelsea)
Roman Abrahamovic encarna
el génesis del nuevo propietario del fútbol europeo. Fue el primero en
diversificar su inmensa riqueza hacia este deporte al hacerse en 2003 con el
Chelsea, club que ha conseguido un creciente rendimiento deportivo al calor de
sus millones y que se ha embarcado en una carrera por equipararse al estatus
global de grandes como el Real Madrid, el Barcelona o el Manchester United.
Abrahamovic encarna además
las aspiraciones y los excesos de la clase alta de su país. Mijaíl Gorbachov lo
denunció hace tres años en una entrevista en la que afirmaba que el magnate
ejemplifica e incentiva el libertinaje acumulador y consumista de la nueva
Rusia. En su propiedad hay yates, un avión privado… y también varios casos
pendientes por corrupción. Abrahamovic ha sido denunciado incluso por amigos
como el también oligarca Boris Berezovsky, que le demandó 3.000 millones de
libras (unos 3.600 millones de euros) por haberle intimidado para vender
acciones de una empresa por una fracción de su valor real.
Sin él, el Chelsea no sería
lo mismo ni podría aspirar a ganar títulos como la Champions League. Siguiendo
su estela han ido llegando al fútbol europeo fortunas aún mayores que la suya,
lo que ha diluido parcialmente la gran cualidad de la que disfrutó el Chelsea
durante los primeros años de Abrahamovic: la de comprar cualquier jugador a
cualquier precio, distorsionando el mercado de fichajes y demostrando que, en
el fútbol, el dinero lo puede todo.
Mansour bin Zayed al
Nahyan (Manchester City)
Mansour bin Zayed bin
Sultan al Nahyan es miembro de la todopoderosa familia gobernante de Abu Dabi y
primer ministro adjunto de Emiratos Árabes Unidos. Dotado de una inmensa
fortuna, el jeque Mansour se ha dedicado a internacionalizar el patrimonio
familiar con múltiples operaciones en el extranjero. Entre ellas figura la
adquisición en 2008 del Manchester City, un club hasta entonces sufridor,
eminentemente local, y siempre a la sombra de su vecino Manchester United,
decano de la globalización del fútbol europeo. Privados de títulos ligueros
desde 1968, los fans del City llevaban años prometiendo que el club regresaría
con fuerza algún día. Ese día ha llegado de la mano del jeque.
Poco les importa esto a los
fans mientras el club de sus amores pueda permitirse ganar la liga. Sobre todo
si se tiene en cuenta que, antes del jeque, el City no estaba necesariamente en
manos de los ángeles, sino que tiene un historial reciente de mandatarios aún
más controvertidos (su predecesor en la presidencia fue el magnate y ex primer
ministro tailandés Thaksin Shinawatra, acusado de corrupción en su país y
autoexiliado en Dubai).
Nasser al Khelaifi (Paris
Saint Germain)
En 2011, la Qatar
Investment Authority (el mayor fondo soberano del mundo) se hizo con la
propiedad mayoritaria del Paris Saint Germain y puso al frente del mismo al
magnate Nasser al Khelaifi. El club, hasta entonces embajador renqueante de una
liga como la francesa, que no había incurrido en la mercantilización desaforada
de la española o la inglesa, ha renacido y hoy va camino de convertirse en un
grande de Europa. A golpe de talonario: el club se ha gastado ya más de 350
millones de euros en fichajes desde que Al Khelaifi tomó las riendas.
Este magnate es también uno
de los principales valedores de la celebración del Mundial de fútbol de Qatar
en 2022, y de hecho dirige el departamento de márketing del comité organizador.
Su apoyo al proyecto, que ha levantado múltiples críticas y sospechas de haber
sido adjudicado de manera dudosa, le ha hecho obviar asuntos importantes, como
los referidos a las condiciones de semiesclavitud de los trabajadores
emigrantes que construyen a toda velocidad las instalaciones del torneo. Sus
declaraciones al respecto, asegurando que nadie en su país toleraría que estas
empresas incumplieran la ley, supone no sólo la negación de lo que está
ocurriendo en la preparación para el Mundial, sino también del modelo abusivo
para los trabajadores con el que las empresas constructoras llevan años
edificando en el Golfo. Seguramente esto no preocupe en exceso a la mayor parte
de los seguidores del PSG, que han visto cómo su equipo se convierte en un
serio aspirante a ganar la Champions League y se permite el lujo de insinuar que
podría fichar a Leo Messi.
Erick Thohir (Inter de Milán)
El nombre de Erick Thohir
no sonaba en Europa, pero sí en Estados Unidos, donde este magnate indonesio
lleva años al mando de un equipo de fútbol americano y de los Philadelphia
76ers de la NBA. El pasado octubre, Thohir desembarcó en el Viejo Continente para
hacerse con la propiedad de uno de los grandes del fútbol italiano, el Inter de
Milán, del que es ya accionista mayoritario. Al contrario que otros
multimillonarios que invierten en clubs europeos, Thohir viene con unas
credenciales nobles y bruñidas, del todo diferentes a las de algunos de los
ricos bad boys con los que comparte esta lista.
A Thohir se le toma por uno
de los estandartes de un movimiento regeneracionista que busca un nuevo modelo
para Indonesia, país encharcado en una omnipresente corrupción. Ya en 2005 la prensa estadounidense lo describía no
sólo como un empresario de éxito, sino también como un asertivo portavoz en la
lucha contra la corrupción. Tal es la estatura moral que se ha labrado, que
muchos le ven como el potencial salvador de su país y se lo
imaginan ya presentándose a las elecciones presidenciales, algo que ha
desmentido. Su retórica va completamente a contracorriente de las bravuconadas
de otros magnates al frente de grandes clubs europeos, puesto que ha dejado
claro que su prioridad más inmediata es devolver la estabilidad financiera al
club, antes que llenarlo de costosísimas estrellas. Este mensaje prudente tranquilizará quizás a los
aficionados del Inter que, si bien no dudan de que Thohir
llenará las arcas del club, cuestionan el entusiamo de este magnate indonesio
cuya verdadera pasión es el baloncesto.
Alisher Usmanov (Arsenal)
En agosto de 2007, este
magnate ruso de origen uzbeko se hizo con 14,58% del Arsenal junto a su socio,
y cuatro años después amplió su participación hasta el 30% (el accionista
mayoritario sigue siendo el estadounidense Stanley Kroenke). Su llegada fue arrasadora,
criticando a los propietarios mayoritarios por su falta de ambición y tratando
de imponer a losGunners el estilo directivo del Chelsea de
Abrahamovic.

En un principio, el nombre
de Usmanov no les resultaba familiar a los fans del club londinense, pero sus
credenciales son contundentes: este empresario del metal y de la minería es el
hombre más rico de Rusia, con una fortuna estimada en más de 17.000 millones de
dólares (unos 12.300). Usmanov es uno de los neoamos del fútbol europeo con
peor reputación. Nadie ha conseguido encontrarle culpable, pero sobre él pesan
diversas causas por corrupción y mantiene alianzas con el sempiterno dictador
uzbeko Islam Karímov y con su hija, la recientemente defenestrada Gulnara
Karimova. Ante la avalancha de escándalos, cuyo escrutinio se ha intensificado
desde que se hiciera con una gran tajada del Arsenal, Usmanov ha optado por
obstruir la información en torno a sí mismo y también en torno a los asuntos en
los que tiene un interés. Así, ha contribuido decisivamente a la censura y represión de la cobertura de asuntos polémicos
relacionados con los Juegos de Invierno de Sochi. Previamente, en
2012, fue acusado de pagar a una empresa para eliminar y maquillar las críticas
que se vertían sobre él en su entrada de Wikipedia. El modelo sensato y estable
que ha impuesto el entrenador Arsène Wenger en el banquillo del Arsenal se
parece poco a los desmanes y prepotencia de este controvertido copropietario.
Rinat Akhmetov
(Shakhtar Donetsk)
Encuadrado entre los 50
hombres más ricos del mundo, este magnate ucraniano no se ha hecho con los
mandos de ningún gran club europeo, sino que ha preferido crear uno desde
abajo, y en su propio país. Su gólem se llama Shakhtar
Donestsk, un club que, desde que pasó a manos de Akhmetov, ha alcanzado cotas
sin precedentes en el fútbol ucraniano, como su victoria en la Copa de la UEFA
de 2009. El nombre del Shakhtar comienza a sonar y a inspirar un mayor respeto
cuando, impulsado por el masivo patrimonio de su dueño, se mide año tras año a
los grandes clubs de Europa. Mientras tanto, los modestos habitantes de
Donestsk, epicentro de la minería y la industria siderúrgica ucraniana, pueden
adivinar en los fichajes de su equipo de fútbol por dónde circula parte del
dinero con el que se queda la oligarquía.
Akhmetov fue diputado por
el Partido de las Regiones del presidente Víktor Yanukovich, quien ha estado
tradicionalmente próximo al magnate. El magnate se ha erigido en la voz de los
oligarcas ucranianos durante la crisis política que vive el país. En un
reciente comunicado pedía diálogo y el fin de la
violencia, en una llamada conciliatoria aparentemente objetiva que parecía
desentonar con el firme apoyo a Yanukovich que era de esperar. Ese pragmatismo
demuestra que la realidad es otra: por encima de sus afinidades políticas, él y
los demás oligarcas temen que la crisis relegue a Ucrania a la condición de
paria, ya que ello podría afectar a sus negocios internacionales. De hecho,
muchos de estos magnates, tradicionalmente aliados de Yanukovich, retiraron su
apoyo al ex presidente por renunciar a firmar el acuerdo con la UE, inflamar
así la ira de los ucranianos proeuropeos y arrojar al país al foso de la máxima
inestabilidad política, tan poco saludable para los negocios. Si sus negocios
se resienten, también lo hará su criatura, ese pequeño Shakhtar que quiere
jugar con los grandes.
Grandes nombres, pequeños clubs

Fuera de los focos de los
grandes clubs, algunas de las más inmensas fortunas del planeta han caído o
podrían caer sobre equipos prácticamente desconocidos, o con una trayectoria
eminentemente local (hasta ahora). Así, el hombre más rico del mundo, el mexicano
Carlos Slim, se hizo en 2012 con el 30% de dos equipos de su país, el León y el
Pachuca. Ese mismo año dirigió también su atención al fútbol español, pero no a
uno de los grandes, sino al modesto Real Oviedo, al que rescató de sus
aplastantes deudas tras invertir dos millones de euros y hacerse así con una
participación mayoritaria en lo que, más que una inversión, tuvo la apariencia
de una súbita obra social. También el gran magnate indio del acero Lakshmi
Mittal decidió en 2012 diversificar una pequeña parte de su fortuna hacia el
negocio del fútbol, haciéndose con más del 30% del londinense Queen Parks
Ranger, que perdió la primera categoría durante la misma temporada en que
Mittal se hizo con sus mandos. El Southampton, otro modesto club inglés, aunque
actualmente bien posicionado en la Premier, podría pasar a engrosar la lista de
los nuevos ricos del fútbol europeo si finalmente se materializa el interés del
multimillonario Wang Jianlin, considerado el hombre más rico de China, en
comprar el club. De momento, la intención del magnate inmobiliario y
cinematográfico es sólo un rumor, pero, si llega a ser cierto, el Southampton podría convertirse en el club más
acaudalado de la Premier.