sábado, 8 de marzo de 2014

FÚTBOL EL DEPORTE DE LAS MULTITUDES ES AHORA DEPORTE DE MULTIMILLONARIOS

Tomado de esglobal 

EL MATRIMONIO PERFECTO ENTRE OLIGARCAS Y FÚTBOL

Por Pablo Diez

La propiedad de los grandes clubs de fútbol es el perfecto termómetro de cómo se tambalea el viejo orden internacional. Ante el declive de algunas grandes fortunas europeas, cada vez con más frecuencia se encuentran en manos de las oligarquías rusas, árabes y asiáticas, que han llevado a los clubs no sólo a obtener mayores éxitos deportivos, sino también a una mercantilización sin precedentes.
Las razones de este fiebre inversora son opacas y difícilmente verificables en cada caso: algunos magnates quieren expatriar parte de sus activos para evitar potenciales confiscaciones en sus países de origen; otros se hacen con clubs extranjeros para obtener la residencia y disfrutar así de protección frente a posibles casos de corrupción en los que se vean envueltos. A su vez, algunos oligarcas petroleros ven la necesidad de diversificar su patrimonio de esta manera para afrontar un futuro en el que los hidrocarburos comiencen a escasear. Más allá de las posibles motivaciones, éstos son algunos de los nuevos reyes en los despachos del fútbol europeo.

Roman Abrahamovic (Chelsea)
Roman Abrahamovic encarna el génesis del nuevo propietario del fútbol europeo. Fue el primero en diversificar su inmensa riqueza hacia este deporte al hacerse en 2003 con el Chelsea, club que ha conseguido un creciente rendimiento deportivo al calor de sus millones y que se ha embarcado en una carrera por equipararse al estatus global de grandes como el Real Madrid, el Barcelona o el Manchester United.
Abrahamovic encarna además las aspiraciones y los excesos de la clase alta de su país. Mijaíl Gorbachov lo denunció hace tres años en una entrevista en la que afirmaba que el magnate ejemplifica e incentiva el libertinaje acumulador y consumista de la nueva Rusia. En su propiedad hay yates, un avión privado… y también varios casos pendientes por corrupción. Abrahamovic ha sido denunciado incluso por amigos como el también oligarca Boris Berezovsky, que le demandó 3.000 millones de libras (unos 3.600 millones de euros) por haberle intimidado para vender acciones de una empresa por una fracción de su valor real.
Sin él, el Chelsea no sería lo mismo ni podría aspirar a ganar títulos como la Champions League. Siguiendo su estela han ido llegando al fútbol europeo fortunas aún mayores que la suya, lo que ha diluido parcialmente la gran cualidad de la que disfrutó el Chelsea durante los primeros años de Abrahamovic: la de comprar cualquier jugador a cualquier precio, distorsionando el mercado de fichajes y demostrando que, en el fútbol, el dinero lo puede todo.

Mansour bin Zayed al Nahyan (Manchester City)
Mansour bin Zayed bin Sultan al Nahyan es miembro de la todopoderosa familia gobernante de Abu Dabi y primer ministro adjunto de Emiratos Árabes Unidos. Dotado de una inmensa fortuna, el jeque Mansour se ha dedicado a internacionalizar el patrimonio familiar con múltiples operaciones en el extranjero. Entre ellas figura la adquisición en 2008 del Manchester City, un club hasta entonces sufridor, eminentemente local, y siempre a la sombra de su vecino Manchester United, decano de la globalización del fútbol europeo. Privados de títulos ligueros desde 1968, los fans del City llevaban años prometiendo que el club regresaría con fuerza algún día. Ese día ha llegado de la mano del jeque.
A cambio de ese ese reflotamiento global del club, el jeque se permite sus pequeñas peculiaridades: pocas son las veces en las que se le ha visto en el palco del Etihad Stadium apoyando al equipo en el que tan generosamente invierte; renuncia por sistema a conceder entrevistas y mantiene un estilo de vida chocante, con rumores de poligamia incluidos. Además, el jeque Mansour es sospechoso de haber obtenido ilegalmente beneficios personales de hasta 110 millones de libras después de comandar una inversión multimillonaria para rescatar el Barclays Bank tras el derrumbe financiero de 2008.
Poco les importa esto a los fans mientras el club de sus amores pueda permitirse ganar la liga. Sobre todo si se tiene en cuenta que, antes del jeque, el City no estaba necesariamente en manos de los ángeles, sino que tiene un historial reciente de mandatarios aún más controvertidos (su predecesor en la presidencia fue el magnate y ex primer ministro tailandés Thaksin Shinawatra, acusado de corrupción en su país y autoexiliado en Dubai).
Nasser al Khelaifi (Paris Saint Germain)
En 2011, la Qatar Investment Authority (el mayor fondo soberano del mundo) se hizo con la propiedad mayoritaria del Paris Saint Germain y puso al frente del mismo al magnate Nasser al Khelaifi. El club, hasta entonces embajador renqueante de una liga como la francesa, que no había incurrido en la mercantilización desaforada de la española o la inglesa, ha renacido y hoy va camino de convertirse en un grande de Europa. A golpe de talonario: el club se ha gastado ya más de 350 millones de euros en fichajes desde que Al Khelaifi tomó las riendas.
Este magnate es también uno de los principales valedores de la celebración del Mundial de fútbol de Qatar en 2022, y de hecho dirige el departamento de márketing del comité organizador. Su apoyo al proyecto, que ha levantado múltiples críticas y sospechas de haber sido adjudicado de manera dudosa, le ha hecho obviar asuntos importantes, como los referidos a las condiciones de semiesclavitud de los trabajadores emigrantes que construyen a toda velocidad las instalaciones del torneo. Sus declaraciones al respecto, asegurando que nadie en su país toleraría que estas empresas incumplieran la ley, supone no sólo la negación de lo que está ocurriendo en la preparación para el Mundial, sino también del modelo abusivo para los trabajadores con el que las empresas constructoras llevan años edificando en el Golfo. Seguramente esto no preocupe en exceso a la mayor parte de los seguidores del PSG, que han visto cómo su equipo se convierte en un serio aspirante a ganar la Champions League y se permite el lujo de insinuar que podría fichar a Leo Messi.
 Erick Thohir (Inter de Milán)
El nombre de Erick Thohir no sonaba en Europa, pero sí en Estados Unidos, donde este magnate indonesio lleva años al mando de un equipo de fútbol americano y de los Philadelphia 76ers de la NBA. El pasado octubre, Thohir desembarcó en el Viejo Continente para hacerse con la propiedad de uno de los grandes del fútbol italiano, el Inter de Milán, del que es ya accionista mayoritario. Al contrario que otros multimillonarios que invierten en clubs europeos, Thohir viene con unas credenciales nobles y bruñidas, del todo diferentes a las de algunos de los ricos bad boys con los que comparte esta lista.
A Thohir se le toma por uno de los estandartes de un movimiento regeneracionista que busca un nuevo modelo para Indonesia, país encharcado en una omnipresente corrupción. Ya en 2005 la prensa estadounidense lo describía no sólo como un empresario de éxito, sino también como un asertivo portavoz en la lucha contra la corrupción. Tal es la estatura moral que se ha labrado, que muchos le ven como el potencial salvador de su país y se lo imaginan ya presentándose a las elecciones presidenciales, algo que ha desmentido. Su retórica va completamente a contracorriente de las bravuconadas de otros magnates al frente de grandes clubs europeos, puesto que ha dejado claro que su prioridad más inmediata es devolver la estabilidad financiera al club, antes que llenarlo de costosísimas estrellas. Este mensaje prudente tranquilizará quizás a los aficionados del Inter que, si bien no dudan de que Thohir llenará las arcas del club, cuestionan el entusiamo de este magnate indonesio cuya verdadera pasión es el baloncesto.
 Alisher Usmanov (Arsenal)
En agosto de 2007, este magnate ruso de origen uzbeko se hizo con 14,58% del Arsenal junto a su socio, y cuatro años después amplió su participación hasta el 30% (el accionista mayoritario sigue siendo el estadounidense Stanley Kroenke). Su llegada fue arrasadora, criticando a los propietarios mayoritarios por su falta de ambición y tratando de imponer a losGunners el estilo directivo del Chelsea de Abrahamovic.
En un principio, el nombre de Usmanov no les resultaba familiar a los fans del club londinense, pero sus credenciales son contundentes: este empresario del metal y de la minería es el hombre más rico de Rusia, con una fortuna estimada en más de 17.000 millones de dólares (unos 12.300). Usmanov es uno de los neoamos del fútbol europeo con peor reputación. Nadie ha conseguido encontrarle culpable, pero sobre él pesan diversas causas por corrupción y mantiene alianzas con el sempiterno dictador uzbeko Islam Karímov y con su hija, la recientemente defenestrada Gulnara Karimova. Ante la avalancha de escándalos, cuyo escrutinio se ha intensificado desde que se hiciera con una gran tajada del Arsenal, Usmanov ha optado por obstruir la información en torno a sí mismo y también en torno a los asuntos en los que tiene un interés. Así, ha contribuido decisivamente a la censura y represión de la cobertura de asuntos polémicos relacionados con los Juegos de Invierno de Sochi. Previamente, en 2012, fue acusado de pagar a una empresa para eliminar y maquillar las críticas que se vertían sobre él en su entrada de Wikipedia. El modelo sensato y estable que ha impuesto el entrenador Arsène Wenger en el banquillo del Arsenal se parece poco a los desmanes y prepotencia de este controvertido copropietario.
 Rinat Akhmetov (Shakhtar Donetsk)
Encuadrado entre los 50 hombres más ricos del mundo, este magnate ucraniano no se ha hecho con los mandos de ningún gran club europeo, sino que ha preferido crear uno desde abajo, y en su propio país. Su gólem se llama Shakhtar Donestsk, un club que, desde que pasó a manos de Akhmetov, ha alcanzado cotas sin precedentes en el fútbol ucraniano, como su victoria en la Copa de la UEFA de 2009. El nombre del Shakhtar comienza a sonar y a inspirar un mayor respeto cuando, impulsado por el masivo patrimonio de su dueño, se mide año tras año a los grandes clubs de Europa. Mientras tanto, los modestos habitantes de Donestsk, epicentro de la minería y la industria siderúrgica ucraniana, pueden adivinar en los fichajes de su equipo de fútbol por dónde circula parte del dinero con el que se queda la oligarquía.
Akhmetov fue diputado por el Partido de las Regiones del presidente Víktor Yanukovich, quien ha estado tradicionalmente próximo al magnate. El magnate se ha erigido en la voz de los oligarcas ucranianos durante la crisis política que vive el país. En un reciente comunicado pedía diálogo y el fin de la violencia, en una llamada conciliatoria aparentemente objetiva que parecía desentonar con el firme apoyo a Yanukovich que era de esperar. Ese pragmatismo demuestra que la realidad es otra: por encima de sus afinidades políticas, él y los demás oligarcas temen que la crisis relegue a Ucrania a la condición de paria, ya que ello podría afectar a sus negocios internacionales. De hecho, muchos de estos magnates, tradicionalmente aliados de Yanukovich, retiraron su apoyo al ex presidente por renunciar a firmar el acuerdo con la UE, inflamar así la ira de los ucranianos proeuropeos y arrojar al país al foso de la máxima inestabilidad política, tan poco saludable para los negocios. Si sus negocios se resienten, también lo hará su criatura, ese pequeño Shakhtar que quiere jugar con los grandes.   
 Grandes nombres, pequeños clubs
Fuera de los focos de los grandes clubs, algunas de las más inmensas fortunas del planeta han caído o podrían caer sobre equipos prácticamente desconocidos, o con una trayectoria eminentemente local (hasta ahora). Así, el hombre más rico del mundo, el mexicano Carlos Slim, se hizo en 2012 con el 30% de dos equipos de su país, el León y el Pachuca. Ese mismo año dirigió también su atención al fútbol español, pero no a uno de los grandes, sino al modesto Real Oviedo, al que rescató de sus aplastantes deudas tras invertir dos millones de euros y hacerse así con una participación mayoritaria en lo que, más que una inversión, tuvo la apariencia de una súbita obra social. También el gran magnate indio del acero Lakshmi Mittal decidió en 2012 diversificar una pequeña parte de su fortuna hacia el negocio del fútbol, haciéndose con más del 30% del londinense Queen Parks Ranger, que perdió la primera categoría durante la misma temporada en que Mittal se hizo con sus mandos. El Southampton, otro modesto club inglés, aunque actualmente bien posicionado en la Premier, podría pasar a engrosar la lista de los nuevos ricos del fútbol europeo si finalmente se materializa el interés del multimillonario Wang Jianlin, considerado el hombre más rico de China, en comprar el club. De momento, la intención del magnate inmobiliario y cinematográfico es sólo un rumor, pero, si llega a ser cierto, el Southampton podría convertirse en el club más acaudalado de la Premier 

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