Desde hace ya años que se viene
detectando una disminución de la calidad de los estudiantes que acceden a la
educación superior. Se ha apuntado, como causa, a la disminución del
bachillerato a dos años, y a la consiguiente inmadurez presentada por los
alumnos al ser un año más jóvenes. Sin embargo, en alguna ocasión ya he
señalado que hay otras causas más profundas y extraacadémicas.
Efectivamente, los síntomas detectados, entre
otros, son: indolencia, irresponsabilidad, despreocupación, desmotivación hacia el trabajo y el esfuerzo, escasa
capacidad de pensamiento, escasa iniciativa, escasa capacidad analítica, escasa
capacidad crítica, conformismo, pobres conocimientos generales básicos, pobres
conocimientos específicos básicos, deficiente capacidad de expresión, mala
ortografía y redacción, etc.
Todo eso no es
sólo consecuencia de un año de bachillerato perdido; todo eso es también
consecuencia de múltiples y complejos factores que en los últimos tiempos son
cada vez más palpables. En los niveles básicos, lo positivo de las modernas
técnicas para el aprendizaje fácil se ve ensombrecido por el error de descartar
el concepto de esfuerzo. El tipo de presión que se ejercía antiguamente sobre
el alumno, y que tal vez era equivocado, en vez de buscar formas más adecuadas,
simplemente está desapareciendo.
A bastantes alumnos se les pasa de
grado sin verdadero mérito, para no deteriorar su autoestima. Cada vez es más
evidente la sobreprotección, el exceso de consentimiento y de facilidades que
se da a los hijos. La falta de conciencia del verdadero valor que tiene el
aprendizaje y el conocimiento; hoy día hay valores mucho más importantes que
ese: el sexo, el consumismo, y todo lo que la atroz presión comercial impone.
Los juguetes de los niños juegan solos; el niño se acostumbra a ser mero
espectador y empieza a rechazar los juegos en los que tenga que aportar algo de
sí excepto algunos, como los audiovisuales, en los que desarrollan algunas
destrezas de dudosa o limitada utilidad, y tienden a generar dependencia.

Los medios audiovisuales ganan la
batalla sobre los libros; La información que necesitan cada vez más la obtienen
a través de una pantalla con sólo apretar un botón; ya no necesitan leer, y no
sólo no enriquecen su capacidad de expresión, redacción y su ortografía; sino
que tampoco la valoran. Y si algo necesitan leer para hacer sus tareas,
descubren estrategias que lo evitan, como lo de simplemente copiar y pegar la
información.
Los profesores lo saben
perfectamente, pero no es mucho lo que pueden hacer; están atados de manos. Es
tarea de los padres tomar verdadera conciencia del problema y ejercer un mayor
control sobre la forma en que nuestros hijos se educan. No nos engañemos; la
educación de nuestros hijos es nuestra entera responsabilidad como padres; no
es responsabilidad de los centros educativos. Estos son simplemente el medio
que nos ayuda.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en
Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia
de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad
profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones
fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la
segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación
nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la
conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional
estigma.
Fui la primera
Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas
especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología
actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos
acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.