domingo, 31 de agosto de 2014

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: LA DEPRESION Y DIOS

                                 
                 La depresión es un tema que se convierte en actualidad de forma recurrente cada vez que se descubre que algún personaje famoso la sufre, o, en los peores casos, cuando las noticias anuncian el suicidio de un personaje famoso, y entre las circunstancias paralelas que envuelven el caso, el protagonista sufría de depresión. Ha sucedido recientemente con la muerte del actor Robin Williams. A raíz de este caso, he podido escuchar o leer similares comentarios a los que leído y escuchado muchas otras veces en similares circunstancias, tales como: “Debió acercarse más a Dios”, o “A mi también me pasaba y me curé acercándome a Dios”.

            Quienes hacen este tipo de comentarios ponen de manifiesto una fe en Dios casi tan grande como su ignorancia sobre lo que es una depresión, una profunda depresión, sus consecuencias, y su forma de manejarla. Y no es que esté mal tener una gran fe en Dios, por supuesto; lo que no se debe es  mezclar cosas que no tienen nada que ver. Al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios, y a los especialistas en salud mental, lo que les compete a ellos. Debo abogar porque cada quien tenga su lugar, porque, de lo contrario, creo que sería demasiado frustrante para mí, y para otros profesionales de la salud mental reconocer que hemos dedicado tantos años de esfuerzo a estudiar, entre otras cosas, algo que tenía una solución tan al alcance de la mano. Suena tan surrealista como las más surrealistas historias de Chespirito.

            Una depresión profunda es algo muy serio; muy muy serio. Casi tan serio como un terremoto ante el que los geólogos más expertos, poco o nada pueden hacer. El señor Robin Williams padecía de depresión profunda y estaba siendo tratado profesionalmente, y aún así, no se pudo hacer nada. Hay quien dice que más que por la depresión fue por las drogas y el alcohol. Yo no sé la verdad, pero ¿no será más bien al revés, que las drogas y el alcohol trataron de ser refugio o medicina para la depresión?

¿Y si se hubiera acercado a Dios? Eso tampoco se puede saber. Lo que sí se puede saber, porque los especialistas lo hemos visto casi a diario, es que hay personas que pasan por un periodo transitorio de “bajón” (que no depresión, es muy distinto), “se acercan a Dios”, y milagrosamente ya están curados; otras personas que sufren de una depresión más fuerte, “se acercan a Dios”, y sostienen que Dios les ha curado, aun cuando es obvio, y más para un especialista, que están tratando de enmascarar su depresión escondiéndose detrás de Dios. Y hay incluso quienes, aún habiéndose “acercado a Dios”, y habiéndolo usado para enmascarar su problema, han tenido el mismo final que el señor Robin Williams.

            Si se toman la molestia de buscar en Google (disculpen el sesgo, es el que yo uso, pero pueden buscar en cualquier buscador de internet), encontrarán muchísimas más ofertas de soluciones a la depresión por parte de líderes religiosos, poniendo  a Dios como herramienta, que de profesionales de la salud mental poniendo su conocimiento y experiencia como herramienta. Tal vez sea una forma de reconocer, por parte de los profesionales de la salud mental, que tienen la batalla perdida frente a los líderes religiosos por la conquista de los clientes, pese a que ellos, como tales, jamás estudiaron nada sobre la depresión.

Pero es que el conocimiento y la experiencia no tienen nada que hacer frente a Dios, porque “Dios lo puede todo”, y los profesionales, por mucho conocimiento y experiencia, que tengan, no son más que humanos. De modo, que los profesionales nos resignamos a no ser representantes más que de nosotros mismos, y a agradecer a quien confía en nosotros y piensa que los milagros no existen, que, generalmente, hay que hacer algún esfuerzo para conseguir resultados, y que lo más cerca que estamos de Dios es confiando en la capacidad que Dios le ha dado al ser humano para investigar, para aprender, y para poner los conocimientos adquiridos al servicio de los demás seres humanos.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

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