Tomado de The Wall Street Journal
Militantes presentan un 'Cabildo Abierto' en Buenos Aires para llamar la atención sobre los fondos acreedores del país.
Kirchner no cedió y ahora Argentina enfrenta los
costos de otro 'default'
Por Juan Forero, Ken Parks y Shane Romig
BUENOS AIRES—Los argentinos se despertaron
el jueves y encontraron que su país era otra vez un paria financiero luego de
que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, una populista conocida por
entrar en peleas políticas, miró desde arriba a los fondos de cobertura de Wall
Street y empujó a su país a su segunda cesación de pagos en 13 años.
Su negativa
a acordar con bonistas a los que el país debe US$1.600 millones puede resultar
políticamente conveniente en el corto plazo: distrae al país del lento
desmoronamiento de la economía y refuerza su respaldo entre muchos argentinos
de clase trabajadora que forman la base de su movimiento peronista, dicen
economistas y analistas.
Pero al
igual que muchas de las jugadas combativas que Kirchner hizo desde que asumió
la presidencia en 2007, esta está llena de riesgos, ya que podría profundizar
una recesión económica, debilitar aún más un peso ya frágil y alentar una tasa
de inflación que, con 40% al año, se encuentra entre las más altas del mundo.
"Desde el punto de vista de
la economía real, no veo ningún beneficio", dijo Martin Redrado, quien
presidió el banco central al inicio del gobierno de Fernández de Kirchner. Los
pocos que ganarán, señaló, son quienes compraron seguros contra cesación de pagos
o credit default swaps.
Aquí, en esta vasta capital, los
argentinos reaccionaron con una mezcla de orgullo y desinterés. Orgullo porque
su presidenta no cedió ante los extranjeros, principalmente estadounidenses y
Wall Street, y desinterés porque a diferencia del default sobre
una deuda de US$100.000 millones en 2001, esta no significa que el país está en
quiebra y al borde de un colapso financiero. Aunque Fernández de Kirchner no
goza hoy de la popularidad que tenía hace un año, sus rivales en este caso son
menos apreciados, los llamados "fondos buitre", firmas que han
exigido en los tribunales estadounidenses el pago completo de los bonos que
compraron años atrás.
No ceder
ante los fondos "es bueno", dijo Lucas Sosa, un empleado de 28 años
de una compañía de celulares, mientras almorzaba con calma en un parque del
centro de la ciudad. "No puede arruinar al país por una pequeña
minoría", dijo, en referencia a los acreedores que no aceptaron dos
ofertas de canje en 2005 y 2010. "Por ahora, nada ha cambiado",
añadió.
De hecho,
un sondeo realizado por la firma Poliarquia antes del vencimiento del plazo del
miércoles para pagar un vencimiento encontró que 47% de los argentinos apoyaba
la estrategia de la presidenta en el caso de los fondos de cobertura, frente a
38% hace un mes. Es una estrategia que ha sido desafiante, y una disputa que es
vital que gane Argentina, según la mandataria y sus colaboradores.
El jueves
en la mañana, el jefe de gabinete de Fernández de Kirchner, Jorge Capitanich,
la emprendió contra Thomas Griesa, el juez de distrito de EE.UU. que le ordenó
a Argentina pagar, así como contra el gobierno de EE.UU. y el sistema judicial
estadounidense, del cual dijo estaba a merced de los "fondos buitre".
Y caracterizó lo ocurrido como una conspiración contra el país. "Defender
la posición de la Argentina es defender la soberanía, el pan de nuestros
hijos", dijo.
Rosendo
Fraga, historiador y analista político, dijo que, con el estancamiento de las
conversaciones en Nueva York, el gobierno había optado por culpar a las instituciones
estadounidenses. "El gobierno está tratando de polarizar a la sociedad con
la consigna 'patria o buitres'", señaló. "Esto encuadra con el
ejercicio del poder: negociar es mostrar una imagen de debilidad y redoblando
la apuesta se construye poder".
No es una
estrategia nueva para Fernández de Kirchner, quien sucedió en la Casa Rosada a
su esposo Néstor y quien desde el principio chocó duro con sus adversarios
políticos. Por ejemplo, enfureció a los católicos al emprenderla contra el
cardenal José Mario Bergoglio, ahora el Papa Francisco.
Algunas
veces calculó mal. Cuando elevó los impuestos a las exportaciones del poderoso
sector agrario, los agricultores lanzaron huelgas nacionales. Eso la perjudicó
en las encuestas. Pero la mandataria ha tenido más victorias populistas que
derrotas. La nacionalización de los fondos de pensiones y de la petrolera YPF
fue popular entre los argentinos.
Esas
decisiones económicas estuvieron en línea con su heroína política, Eva Perón,
quien con su esposo Juan Perón bañó a los argentinos de clase obrera con
subsidios y programas sociales. El domingo, en una serie de tuits, Fernández de
Kirchner elogió la dedicación de Evita a su pueblo y escribió sobre su
interpretación de fotos de la ex primera dama.
"Siempre
que veo imágenes de Evita miro su expresión. Tal vez con intención de ver en
una foto su pensamiento y sus emociones en ese momento", escribió.
Durante los
11 años de gobierno de los dos Kirchner, Argentina siguió un sendero de
generoso gasto social y subsidios. El desempleo cayó significativamente y ha
permanecido bajo. Pero ahora, en medio de un crecimiento económico débil, su
gobierno está agotando las reservas internacionales. Y una cesación de pagos
significa menos dólares para un país y compañías en aguda necesidad de
inversiones y préstamos, dijo Redrado, el ex presidente del banco central.
Luis
Tonelli, un científico político en la Universidad de Buenos Aires, dijo que
Fernández de Kirchner está haciendo una apuesta fríamente calculada de que
puede capear el golpe económico y permitir que una facción más combativa del
peronismo la suceda en las elecciones del próximo año.
"Políticamente, entrar en
cesación de pagos no generará más problemas de los que ya tiene el
gobierno", dijo. El experto agregó que un default podría
"maquillar" su legado. "Va a decir que estamos recibiendo un
castigo del capitalismo internacional salvaje".
En un sondeo dado a conocer el
miércoles por Management & Fit horas antes del default, 45% de los encuestados
dijo que creía que el fallo del juez Griesa contra Argentina era injusto,
frente a 35% que estuvieron de acuerdo. Pero apenas un tercio sentía que el
país había manejado la situación bien o muy bien, y 44% dijo que culparían al
gobierno si el país entraba en default.
Mientras
terminaba de almorzar, Sosa, el empleado de la empresa de celulares, dijo que
la cesación de pagos podría plantear problemas más adelante, aunque apoyaba la
línea dura de la presidenta. "Habrá costos, y hay temores de volver a como
fueron las cosas en 2001", dijo. "Si el gobierno cambia su posición y
le paga a los fondos buitre, es porque eso es lo apropiado".
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