Foto de archivo de 2007 durante los debates de la primaria Demócrata
La política exterior reabre heridas entre demócratas
de EEUU
Las críticas de Hillary Clinton a Obama amenazan con enfrentarla a las
bases antibelicistas de su partido
PorMarc Bassets
La
izquierda estadounidense no olvida. Doce años después, el voto de Hillary
Clinton en el Senado a favor de autorizar la guerra de Irak parecía lejano.
Pero las declaraciones de la ex secretaria de Estado cuestionando por tímida la
política exterior del presidente Barack Obama resucitan viejas divisiones en el
Partido Demócrata.
“Juega
con fuego”, avisa Roger Hickey, activista veterano y codirector de la
organización progresista Campaña por el futuro de América.
Hickey
compartió escenario con Clinton cuando en 2006, en el foro anual que cada año
celebra su organización, la senadora y exprimera dama defendió su posición ante
la guerra de Irak. El público la abucheó. La victoria de Obama ante Clinton en
la nominación demócrata, en 2008, se explica en parte porque Obama dijo no a la
guerra; Clinton dijo sí.
Obama
y Clinton enterraron el hacha. El presidente nombró a su rival secretaria de
Estado, cargo que ocupó hasta 2013. Su lealtad fue incuestionable. Hasta esta
semana.
En una entrevista con la revista The
Atlantic, Clinton vincula la negativa de Obama de armar a los
rebeldes sirios con el ascenso de los yihadistas violentos en Siria y en Irak.
Y cuestiona la falta de visión de Obama en un mundo de conflictos
incontrolables que parecen desbordar a la Casa Blanca.
La
trifulca revela algo más que la rivalidad entre las dos figuras más destacadas
del Partido Demócrata en la última década. “Clinton habla como una demócrata de
Truman-Kennedy", ha escrito esta semana enThe
New York Times el
columnista conservador David Brooks. Obama, en cambio, piensa como el jurista
que es, añade Brooks. “Su política exterior se construye en torno a la
reverencia a ciertos procedimientos: el compromiso, la inclusión, las reglas y
normas”
El
antecedente en el que los críticos de Obama siempre piensan es otro demócrata,
Jimmy Carter, presidente tras el desastre de Vietnam. En aquellos años, la URSS
invadió Afganistán y la revolución en Irán barrió con uno de los aliados
capitales de EE UU en la zona, el sha de Persia.
Obama
no se identifica tanto con Carter como con la tradición realista y cauta en las
relaciones internacionales del Partido Republicano con presidentes como George
Bush padre o su consejero Brent Scowcroft.
Vietnam
acabó con la tradición intervencionista de Truman y Kennedy.
Clinton,
con su defensa de una política exterior más robusta y desacomplejada, intenta
seguir la tradición de presidentes demócratas como Harry Truman, que puso en
marcha la contención a la Unión Soviética, y John F. Kennedy, que proyectó al
mundo el idealismo norteamericano de los sesenta mezclado con la firmeza ante
la URSS.
Vietnam acabó con esta
tradición. El ala antibelicista se impuso. Uno de los disidentes era el senador
Scoop Jackson, defensor en el Partido Demócrata de una política exterior
agresiva. Muchos demócratas de Scoop Jackson, como se les conocía, acabaron en
las filas del movimiento neoconservador, que más de dos décadas después
participaría en el diseño de la invasión de Irak.
El
antibelicismo demócrata tras Vietnam, la retórica combativa de Ronald Reagan
ante la URSS y la victoria en la Guerra Fría permitieron al Partido Republicano
retratar a los demócratas como al partido de la política exterior débil y la
mala conciencia ante el poder americano.
Desde
entonces, cualquier demócrata con ambiciones presidenciales, siempre bajo
sospecha de blando, se ha esforzado por acreditar sus credenciales en política
exterior. Las intervenciones humanitarias del demócrata Bill Clinton en los
noventa demostraron que la izquierda también podía intervenir y usar el poderío
militar estadounidense para defender los derechos humanos.
Los
detractores de la exsenadora no olvidan que apoyó invadir Irak
La
invasión de Irak en 2003 también fue demócrata. El presidente, George Bush
hijo, contó con el amparo de los halcones progresistas, partidarios de defender
los derechos humanos a golpe de misil, si era necesario. En el Senado la
autorización de la acción bélica contó con 29 síes demócratas. Entre ellos, el
de Hillaryn Clinton.
“Me
equivoqué. Simple y llanamente”, escribe Clinton en Decisiones
difíciles, sus memorias recién publicadas. Pero sus críticas a
Obama, aplaudidas por los neoconservadores, reabren las divisiones.
“Es
posible que Hillary piense en sí misma como una demócrata de Scoop Jackson,
pero quedan muy pocos demócratas de Scoop Jackson en América, y si se presenta
así [a las elecciones presidenciales de 2016] casi está invitando a que alguien
desafíe su candidatura”, dice Hickey. Aunque no ha hecho oficial su
candidatura, carece de rival y es la favorita, según los sondeos.
“Creo",
vaticina Hickey, “que se retractará”.