
Aunque no es determinante, pues influyen
también múltiples factores socioculturales, es bastante común que aquellas
personas que vivieron un trato y un modelo educativo adecuados en su niñez y
adolescencia, suelen tener unos criterios educativos, con sus propios hijos,
más sólidos, racionales, objetivos y adaptables a la dinámica sociocultural de
cada época; y los aplican con mayor seguridad; pareciera que tienen una mayor
intuición educativa.
Por el contrario, y aunque tampoco es
determinante, es bastante frecuente que aquellas personas que recibieron algún
tipo de maltrato en su niñez o adolescencia, o vivieron modelos educativos
extremos (demasiado permisivos o demasiado restrictivos), tengan alguna
distorsión en sus criterios educativos para con sus hijos, siendo común
observar dos tipos de criterios radicalmente opuestos: los que repiten
idénticos patrones a los aplicados por sus padres, y los que, en vista del
error de sus padres, aplican criterios completamente opuestos, buscando el otro
extremo. Las personas que se encuentran en estos casos suelen necesitar cierta
orientación familiar.
En el primer caso se pone de manifiesto
cierto conformismo, resignación y superficialidad, que limita la posibilidad de
asimilar otros criterios, y se repiten los ya conocidos independientemente de
que sean adecuados o no, simplemente porque son los conocidos, como entendiendo
que para bien o para mal la vida es así porque así se vivió y así se aprendió.
En el segundo caso se pone de manifiesto
una inconformidad con la experiencia negativa vivida, y también planteamientos
un poco más profundos sobre los modelos educativos; lo suficientemente
profundos para comprender que en ciertos aspectos la vida no es como es, sino
como la hacemos nosotros, y que los errores no son errores de la vida, sino de
las personas; pero no tan profundos como para entender que el acierto no tiene
por qué estar en el lado opuesto del error, sino que en el lado opuesto hay
también error. Es particularmente común el caso de personas que en su niñez
sufrieron algún maltrato o educación muy restrictiva, y que, inconformes con
ello, aplican modelos excesivamente permisivos y consentidores, tratando de
compensar el daño recibido, sin darse cuenta de que con ello están haciendo
otro tipo de daño; no solo a los hijos, sino al medio social en que se
desenvuelven.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones
en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y
Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi
actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos
direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica
privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de
comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de
extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su
tradicional estigma.
Fui la
primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer
dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La
tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos
acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que
juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.
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