Tomado de BBC Mundo
Rocky Balboa es un héroe, no tanto por ganar, sino por no darse
por vencido.
El fracaso no es una barrera para el éxito en EE.UU.
“No se
trata de cuán duro pegues. Se trata de cuán duro te pueden pegar y que tú sigas
adelante; cuánto puedes aguantar y seguir. Así es como se gana” Rocky Balboa
Por Jane
O'Brien
Desde que los colonos
europeos llegaron en busca de nuevas oportunidades, el norte de América ha
encarnado una cultura de independencia y voluntad de asumir riesgos.
Para
los empresarios en Estados Unidos, eso significa aceptar el fracaso como un
rito de iniciación en el sendero hacia el éxito. Muchos inversores en ese país
incluso prefieren compañías o individuos que han caído y se han levantado de
nuevo.
"Nuestra
historia de fracasos nunca ha sido una traba. Nos ha ayudado a establecer bases
con experiencia", asegura Randal Pinkett, fundador y director ejecutivo de
la firma consultora BCT Partners, que se espera reportará ganancias de US$10
millones este año.
"La
cuestión no es si uno ha fallado y caído sino si es capaz de volverse a
levantar", señala.
Resultados
rápidos
BCT,
que asesora sobre programas de construcción comunitarios, es el quinto negocio
de Pinkett y nada parecido a su primera empresa: vender CDs desde su habitación
cuando todavía era estudiante. Cuando eso se no funcionó, lanzó una compañía de
entrenamiento corporativo, que también se hundió, como sucedió con su tercera y
cuarta iniciativa.
Pinkett cayó y se levantó
y hasta ganó El Aprendiz: la encarnación del sueño americano.
Desde
entonces, ha ganado varios premios internacionales por sus logros empresariales
y ha escrito libros al respecto.
En
2005 fue además el ganador del reality El Aprendiz, en el que el magnate Donald
Trump juzga a los participantes por su habilidad al manejar proyectos.
Según
Pinkett, la velocidad del cambio en EE.UU. lleva inevitablemente a fracasos en
los negocios. Pero también puede acelerar los resultados.
"Entre
más rápido falle, más rápido alcanzará el éxito", afirma a la BBC.
"La cultura de EE.UU. casi que se basa en la innovación y la
experimentación como una manera de fallar y llegar al éxito".
"Prueba
de fuego"
Es
una actitud estadounidense por excelencia, opina Casey Willson, un asesor de
negocios del Centro para el desarrollo empresarial y tecnológico de la
Universidad de Maryland.
"Cuando
un inversor está en busca de una oportunidad, si (el empresario) ha pasado la
prueba de fuego, se puede considerar un mejor riesgo pues la gente que falla y
sigue intentando, invariablemente ha aprendido de su fracaso".
Agrega
que incluso Hollywood celebra ese sentimiento, con películas como
"Breaking Away" o "El relevo", sobre un joven que persevera
hasta convertirse en un campeón de ciclismo, y las películas del boxeador
Rocky.
Sylvester
Stallone, interpretando al héroe Rocky Balboa en la última cinta de la serie,
declara: "No se trata de cuán duro pegues. Se trata de cuán duro te pueden
pegar y que tú sigas adelante; cuánto puedes aguantar y seguir. Así es como se
gana".
Willson
se basa en su propia experiencia cuando aconseja a otros. Su primer
emprendimiento, una franquicia de tiendas de zapatos, tuvo problemas cuando el
fabricante quebró.
"Nos
quedamos sin productos que vender, siete arrendamientos que pagar y muchas
deudas. Pero me llevó a otras pequeñas empresas y se convirtió en una forma de
vida".
"Uno
se acostumbra a ser creativo, a controlar su propio negocio, a hacer sus
propias decisiones y a responder a las necesidades de los clientes y los
mercados", explica.
"Hecho
trizas"
A
veces los negocios fracasan por circunstancias externas que no se pueden
controlar.
Shelley
Pumphrey es dueña de Financial Concierge Services en Maryland, una exitosa compañía que
ayuda a la gente a organizar sus finanzas. Ha desarrollado su pericia tras dos
décadas trabajando para corporaciones y dirigiendo sus propios negocios.
Su
primera idea fue ayudar a pequeñas empresas a unirse para obtener los
descuentos que los grupos reciben en las tarifas de seguros.
"Funcionó
muy bien hasta que las leyes cambiaron en Maryland -cuenta-. De repente el
modelo de mi negocio quedó hecho trizas".
En
2008, cuando el mercado inmobiliario colapsó en EE.UU., empezó a comprar casas
embargadas. Las remodelaba y las vendía más caras. Eso estaba funcionando bien
hasta que tuvo que abandonar ese negocio por razones personales.
"En
las dos instancias, yo sabía cómo hacer los planes y cuál era mi objetivo; en
ambos casos, lo que liquidó las compañías fueron eventos que no podía
anticipar".
La
lección que aprendió fue cuán importante es elaborar un presupuesto para las
épocas malas y la experiencia le dejó una mejor comprensión de la naturaleza
cíclica de los negocios. Pero su recurso más preciado es su carácter.
"Efectivamente,
uno se despierta algunos días pensando 'no me está yendo tan bien como pensé'.
La determinación es lo que marca la diferencia entre alguien que se cruza de
brazos y se va a trabajar para otro, o alguien que sigue intentándolo y tiene
éxito".
Para
Jean Card, de la Federación Nacional de Empresas Independientes, empezar un
negocio es uno de las más grandes pruebas para un individuo.
"La
promesa de una recompensa potencial hace que la gente lo siga haciendo. Se les
considera valientes por intentarlo pues crear un negocio es algo que la gente
de este país admira. Es un fenómeno cultural", dice.