Tomado de Long Island al Día
Cualquier payaso con un par de pesos se cree con
oportunidad para ganar la nominación en un partido republicano a la deriva y
sin liderazgo
Por
Luis E. Montes
Lialdia.com
/ Luis Montes
Amaya / Suffolk/ Long Island/ 6/22/2015 –
El partido republicano está a la deriva y reducido a una organización política
con mucha influencia en algunas regiones del país pero sin agenda, visión ni un
líder que genere confianza en la mayoría de la base y que a su vez pueda atraer
ese voto independiente indispensable para convertirse nuevamente en un partido
a escala nacional.
Luego
de resultados favorables históricos en el ciclo electoral de medio término en
noviembre del 2014, los republicanos enfrentan la elección presidencial del
2016 con profundas divisiones, mucho más marcadas que el 2012. Basta ver el
número de candidatos y las divergencias en sus plataformas de los que han
declarado ya su intención para correr más el otro gran número de aspirantes que
han manifestado que están explorando una posible candidatura. Cualquiera que
invoque el “espíritu democrático” del partido republicano para justificar la
larga lista está en todo su derecho pero eso sería un análisis simple,
apologista y unidimensional.
El
partido republicano ha sido tradicionalmente una organización política que ha
permitido poca disensión, “disciplinado” y que trata sus problemas familiares a
puertas cerradas. No obstante, como el entonces candidato presidencial
republicano Mitt Romney explicó recientemente al inicio del retiro E2 (Expertos
y Entusiastas) en el cual participaron 6 de los candidatos o pre-candidatos en
Park City, Utah, las divisiones del partido se comenzaron a notar en las
primarias del 2012 pero se han acentuado aún más en el inicio de este ciclo.
Parte del objetivo del retiro convocado por Romney y el nuevo rol que asumirá
en la contienda por la Casa Blanca en el 2016 será, de acuerdo a sus
declaraciones, tratar de aminorar esas diferencias y “reducir el daño que pueda
causarse entre republicanos.”
Elementos
desestabilizadores y que generan gran daño a los intentos de reconstruir el
partido republicano en una marca nacional son muchos y variados. Por ejemplo,
Rand Paul, el senador de Kentucky y su repetidos “filibusters” – táctica
legislativa dilatoria – y constantes choques públicos con su colega del mismo
Kentucky Mitch McConnell, líder republicano en el Senado; Ted Cruz y su
esfuerzos por abochornar y debilitar el liderazgo de su mismo partido tanto en
el Senado como en la Casa de Representantes con el caucus del Tea Party y la
gota que rebalsó el vaso se dio el pasado 16 de junio con el anuncio de Donald Trump.
Con
Trump -hasta antes de su anuncio – al igual que con Ann Coulter y muchos otros
comentaristas de la cadena Fox, el partido republicano tenía la oportunidad de
distanciarse de los frecuentes comentarios desdeñosos en su mayoría en contra
de inmigrantes, particularmente hispanos. El anuncio eliminó esa zona de
confort del partido. Hoy los comentarios les pertenecen sin subterfugios ya que
con el anuncio ahora serán hechos oficialmente por un candidato presidencial
republicano, en clara contravención al supuesto objetivo nacional del partido.
En términos de transparencia es positivo y consistentes. Como indican sondeos
de la base republicana, los comentarios racistas y xenofóbicos son el sentir de
la mayoría en el partido pero sus representantes no se atreven a vociferar y
cuando lo hacen lo hacen eufemísticamente.
Lo
que hace ocho meses se creía impensable, ahora es realidad. El futuro de Jeb
Bush un candidato moderado quizá con el mejor perfil para hacerle frente a la
candidata putativa del partido demócrata Hillary Clinton es incierto. Su
campaña acaba de sufrir una sacudida en la dirección a consecuencia de los
bajos números en las encuestas. Su slogan de campaña esconde su apellido el
cual era antes lo que más se asemejaba a una casa real en la política
estadounidense y su capacidad bilingüe así como su competencia cultural son
ahora causas de irrespeto y chistes en su partido.
Cierto
que falta mucho para las primeras primarias en enero del 2016 pero es evidente
que la base del partido republicano no percibe a ninguna figura como su líder
que los pueda cohesionar. Tan es así que cualquier payaso con un par de pesos
se cree con oportunidad para ganar la nominación. Por lo visto hasta hoy cada
candidato se esfuerza por representar los intereses del 1% pero no hay uno solo
que unifique, satisfaga a la base y que tenga un mensaje que pueda conformar la
mitad más uno vital en cualquier ecuación electoral victoriosa.
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