Tomado de El País
Obama visita la Cámara Baja para persuadir a la bancada Demócrata a votar por su proyecto sin lograr su objetivo
A diferencia de muchos países Latinoamericanos los Legisladores en EEUU si son independientes, responsables con sus electores y no obedecen como corderos los deseos del presidente del país o los intereses de los dirigentes de su partido
Los demócratas bloquean la política comercial de Obama
La decisión de la Cámara impide avanzar en
los pactos que Obama intenta cerrar con países del Pacífico y de la UE
Por Joan Faus
El Congreso de Estados Unidos, impulsado
por el Partido Demócrata, infligió este viernes un duro golpe al presidente
Barack Obama. La Cámara de Representantes rechazó un plan de ayuda a
trabajadores afectados por tratados comerciales, una votación que bloquea, por
ahora, la concesión de autoridad al demócrata Obama para negociar directamente
acuerdos comerciales. A un año y medio del fin de su presidencia, la decisión
de la Cámara impide avanzar en los pactos que Obama intenta cerrar con países
del Pacífico y de la UE.
La política
comercial es una de
las máximas prioridades de la agenda de Obama en lo que le queda de mandato. Su
objetivo es lograr cerrar un acuerdo esta legislatura con otros 11 países del
Pacífico, cuyas economías suman el 40% del PIB mundial. El proyecto es un pilar
fundamental en la estrategia para afianzar relaciones en la cuenca del Pacífico
y contener el ascenso chino en la región. Obama negocia, al mismo tiempo, un
acuerdo de asociación con la Unión Europea. Ambos quedan en entredicho con la
votación de este viernes.
Para lograr esos
objetivos, el presidente necesita que el Congreso le otorgue la Autoridad para
la Promoción Comercial (TPA, por sus siglas en inglés). El Senado aprobó hace tres semanas esa ley, que
facilitaría las negociaciones comerciales al fijar que durante tres años,
renovables a otros tres, el Congreso no podría modificar un tratado comercial
internacional, solo aprobarlo o rechazarlo.
La Cámara de Representantes dio este viernes su apoyo a la
medida. Sin embargo, esta estaba vinculada a una ley de protección de derechos
de los trabajadores. El rechazo de esta última impide que la TPA se convierta
en ley. Desde el lunes, el liderazgo republicano en la Cámara tiene dos días
legislativos para tratar de someter la ley de protección a una nueva
votación en el pleno.
Cortejar a los
legisladores es un elemento esencial del ritual político estadounidense. Lo
hacen grupos sociales, lobistas, miembros del Gobierno, y cuando la
incertidumbre es máxima, incluso el presidente del país. Un par de horas antes
de la votación de este viernes, Obama hizo una visita sorpresa al Congreso
para reunirse con representantes demócratas, en un último intento de
convencerles de votar a favor de la Autoridad Comercial.
Que un presidente se desplace hasta la colina del Capitolio para
tratar de arañar votos es un gesto inusual: refleja la importancia que concede
a una votación y el nerviosismo ante las posibilidades de perderla. El
significado es aún mayor cuando el presidente, como el exsenador Obama,
mantiene una relación tirante con los legisladores.
“Creo que nunca te
aseguras nada aquí. Siempre se está moviendo”, dijo Obama tras reunirse con los
congresistas demócratas. Su presión fracasó: en un bochornoso revés, los
demócratas votaron masivamente en contra del plan de ayuda al considerarlo un
modo de apoyar la TPA. Temen que los acuerdos comerciales desencadenen despidos
por deslocalizaciones, rebajas salariales y un auge de los beneficios
empresariales.
"Urjo a la
Cámara a pasar sin retraso la TPA para que más trabajadores de clase media
tengan la posibilidad de participar y triunfar en nuestra economía
global", dijo el presidente en un comunicado tras la votación. Obama
alertó que la no renovación de ese plan de ayuda afectará a 100.000
trabajadores y dijo querer firmar, para convertirlas en ley, las dos normas a
la vez.
El precedente del
Nafta
La reticencia
demócrata a los acuerdos comerciales es habitual. Ya la sufrió hace dos décadas
el presidente Bill Clinton en la votación del acuerdo de libre comercio con
México y Canadá. El Congreso aprobó en 1993 el Nafta (por sus siglas inglesas)
por un estrecho margen.
Clinton, igual que Obama, se jugaba su influencia, pero estaba
al principio de su primer mandato. El peso del legado quedaba lejano. Los
políticos demócratas, sindicatos y grupos medioambientales contrarios al
acuerdo comercial que se negocia actualmente entre 12 países de la cuenca del
Pacífico emplean los efectos del Nafta como un argumento de rechazo.
En la campaña de
2008 que le llevó a la Casa Blanca, Obama coincidía con algunas de esas
críticas. Ahora, con el apoyo de la mayoría de legisladores republicanos, el
presidente defiende el acuerdo del Pacífico como el mejor modo de incrementar
la influencia de EE UU en Asia al promover reglas comerciales más justas y
favorables.
El debate comercial
ha propiciado lazos infrecuentes. Obama ha encontrado su mejor aliado en el
liderazgo republicano, que ha torpedeado buena parte de su agenda desde que
asumió la presidencia en 2009.
El debate, en la campaña electoral
El debate sobre la concesión de autoridad al
presidente para negociar directamente acuerdos comerciales ha entrado en la
campaña de las elecciones presidenciales de 2016. En el flanco republicano, hay
coincidencia en apoyar el acuerdo comercial de la cuenca del Pacífico. En el
demócrata, los dos candidatos más izquierdistas, Martin O'Malley y Bernie
Sanders, han criticado el pacto. Pero la favorita, Hillary Clinton, que en 2012
lo apoyó, no se ha posicionado.
Pero ese apoyo fue
insuficiente este viernes para contrarrestar el rechazo demócrata. “Si
trabajamos juntos, será una gran victoria para los empleos y liderazgo
estadounidense”, dijo el jueves el presidente de la Cámara, el republicano John
Boehner. El apoyo permite a los republicanos mostrarse como un partido
responsable y afianzar su retórica a favor del liberalismo económico. La
batalla ha sido y se presume intensa: con numerosos anuncios publicitarios de
partidarios y detractores, y con cada congresista tratando de satisfacer a su
distrito electoral.
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