Tomado de BBC Mundo
José Salvador Alvarenga el náufrago salvadoreño conocido como el "chele Cirilo" por sus paisanos
¿Qué dicen los
pescadores del “milagro del náufrago”?
Las playas de Garita Palmera, el
lugar de origen del náufrago salvadoreño, bien podrían ser la imagen de los
folletos turísticos que ilustran unas vacaciones paradisíacas. Pero para la
mayoría de los hombres de aquí son una sala de embarque desde la que se ganan y
se juegan la vida cada día.
Por Lorena Arroyo
"El mar no es sólo meter la lancha y empujar el
motor. Es esperar que dé un tiempo, es desafiarlo", advierte José Méndez,
un pescador retirado de 59 años.
"A veces en el mar, yo no deseaba ser pescador porque
se forman unas turbulencias en el invierno que estas lanchas no aguantan",
explica Fidel Jeremías Ortega, de 31 años, mientras señala a Yolanda, la barca
de fibra de vidrio de menos de siete metros sobre la que ahora descansa.
Conocido como el "Torito", este hombre menudo,
fibroso y curtido por el sol, le relata a BBC Mundo algunas de sus peores
experiencias durante los 11 años que se ha dedicado al mar.
Como alguna vez que estuvo tres días sin tocar tierra, o
como cuando salió a pescar dorado, se le estropeó el motor y su primo, que
manejaba la lancha, quería tirar la toalla.
"Nos tiramos como seis horas para salir de donde
estábamos dentro del mar. Esa fue la aventura que jamás olvidaré y lo dije:
jamás nunca vuelvo a ir mar afuera. Pero como a uno le gusta pescar, pues en
término de dos días volvimos a ir", afirma.
La pesca artesanal es la principal fuente de empleo para
los hombres de Garita Palmera y muchos de ellos lo ven como un elemento
inevitable de su destino.
"Aquí la mayoría nos dedicamos a la pesca porque no
hay otra cosa que trabajar en el mar. Yo tengo mi noveno grado (secundaria)
pero no he querido salir fuera y me he dedicado a pescar", explica Ortega.
"La vida del pescador es una parte bonita y una parte
arriesgada, pero como no hay otra fuente de trabajo… de todas maneras que
topamos", le dice a BBC Mundo Hugo Max Gallego, de 27 años, que se dedica
a la pesca con redes camaroneras.
"Lo
hacíamos como desaparecido"
Fidel Jeremías Ortega lleva se dedica
a la pesca desde hace 11 años.

"Aquí lo hacíamos como desaparecido, como mucha gente
que se perdió en el mar y no se volvió a saber", asegura Gallego.
A principios de este mes, se enteraron que era el pescador
que apareció en las Islas Marshall tras pasar más de 13 meses a la deriva en el
Océano Pacífico.
Y aunque los pescadores no dudan la versión de su colega,
pocos le encuentran una explicación terrenal a lo sucedido.
"Es un milagro de Dios, pues, porque nadie, creo yo,
puede sobrevivir a lo que él sobrevivió", afirmó Gallego.
"Yo pienso que lo que Salvador hizo es una hazaña
que, en desesperación, hay que estar acostumbrado para hacerlo", afirma
Méndez en alusión a los relatos del náufrago en los que aseguraba que comió
peces y aves crudas y bebió sangre de tortuga.
Él, confiesa, en una ocasión que estaba faenando y se le
acabó la comida, probó camarones crudos con sal y limón y "no fue
agradable" y eso que, dice, lo acompañó con unas tortillas que aún tenía
abordo.
Además, le parece lógico que Alvarenga pudiera cazar las
aves que, cansadas de volar en el océano, se posaban en su embarcación y
recuerda el relato que escuchó en televisión de los colegas del náufrago en
México en los que aseguraban que lo llamaban "La Chancha" porque
comía de todo y "ya iba habituado a ese tipo de comida".
"Nosotros también hemos tenido que aguantar hambre en
el mar", dice Ortega, por su parte. "Una vez comimos tortilla con sal
porque no había más que comer. Se nos acabó todo lo que teníamos pero a la
vuelta vimos a unos compañeros que nos regalaron unas tortillitas con tomate,
pero allá se sufre".
En Garita Palmera no hay que buscar mucho para encontrar
relatos de supervivencia en el mar. Y en todas las ocasiones se repite la misma
historia.
Hombres que salen a pescar con pocas medidas de seguridad
y las provisiones justas para unas horas pero, de repente, una tormenta los
sorprende, zarandea su pequeña embarcación y el motor se estropea.
Hay momentos de caos y de angustia en los que nadie sabe
hacia dónde les empuja el aire y la marea y, mientras achican agua, surgen
discusiones sobre qué rumbo tomar.

"Yo estuve 72 horas y es bien agónico, le digo, no
digamos él (Alvarenga) que ha pasado más de 400 días naufragando", afirma
Méndez.

"La pesca es un capital variable. El mar es rico,
tiene tesoros, pero hay veces que no se saca ni para freír, menos para cubrir
gastos ni para el sustento familiar", explica.
Ortega, por su parte, asegura que, pese a que intentó
estudiar mecánica en la capital, se dio cuenta de que ese mundo no era para él
y regresó al mar.
"He intentado hacer otras cosas pero no me
adapto", concluye al terminar su descanso y regresar al mar para terminar
la jornada.
En lo que coinciden los pescadores de Garita Palmera es en
las ganas de volver a ver a Alvarenga para conocer los detalles de su odisea en
el océano.
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